Mörder [ COMPLETA ]

By RipleyWylde

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《Cuando tu vida se reduce a matar o morir, ¿qué elegirías?》 FECHA ORIGINAL DE PUBLICACIÓN AÑO 2013 More

Sinopsis
Advertencia
Introducción
Primera parte: prisionera
Capítulo N° 1
Capítulo Nº 2
Capítulo Nº 3 (Parte 1)
Capítulo N° 3 (Parte 2)
Capítulo N° 4
Capítulo N° 5
Capítulo N° 6
Capítulo Nº 7 |Parte 1
Capítulo N° 7 | parte 2
Capítulo N° 8
Capítulo N° 9
Capítulo N° 10
Capítulo N° 11
Capítulo N° 12
Capítulo N° 13
Capítulo N° 14
Capítulo N° 15
Capítulo N° 15 | parte 2
Capítulo N° 16
Capítulo N° 18
Capítulo N° 18 | parte 2
Capítulo N° 18 | parte 3
Capítulo N° 19
Capítulo N° 20
Capítulo N° 21
Capítulo N° 22
Capítulo N° 22 | parte 2
Capítulo N° 23
Capítulo N° 24
Capítulo N° 25
Capítulo N° 26
Capítulo N° 27
Capítulo N° 28
Segunda parte: Libertad
Capítulo N° 29
Capítulo N° 30
Capítulo N° 30 | parte 2
Capítulo N° 31
Capítulo N° 32
Capítulo N° 33
Capítulo N° 34
Capítulo N° 34 | parte 2
Capítulo N° 35
Capítulo N° 36
Capítulo N° 37
Capítulo N° 38
Capítulo N° 39
Capítulo N° 40
Capítulo N° 41
Capítulo N° 42
Capítulo N° 43
Capítulo N° 44
Capítulo N° 45
Capítulo N° 46
Capítulo N° 47
Capítulo N° 48
Capítulo N° 49
Capítulo N° 50
Capítulo N° 51
Capítulo N° 52
Capítulo N° 53
Capítulo N° 54
Capítulo N° 55
Capítulo N° 56
Capítulo N° 56 | parte 2
Capítulo N° 57
Capítulo N° 58
Capítulo N° 58 | parte 2
Capítulo N° 59
Capítulo N° 59 | parte 2
Capítulo N° 60
Capítulo N° 61
Capítulo N° 62
Capítulo N° 63
Capítulo N° 64
Epílogo
Nota de autora
EXTRA: El trato | parte 1
EXTRA: El trato | parte 2
EXTRA: El trato | parte 3
EXTRA: El trato | parte 4
EXTRA: El trato | parte 5
EXTRA: El trato | parte 6
EXTRA: El trato | parte final
EXTRA: Rata | parte 1
EXTRA: Rata | parte 2
EXTRA: Rata | parte 3
EXTRA: Rata | parte 4
EXTRA: Rata | parte 5
EXTRA: Rata | parte 6
EXTRA: Rata | Final

Capítulo N° 17

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By RipleyWylde

Era día de pruebas, un ritual amistoso entre las sedes de D.E.A.TH. para ver –en una competencia– qué sede tenía los mejores asesinos. Por cuestiones de enemistad Assassin no estaba invitado a participar, sería una competencia entre Mörder y Naemniki, la sede de Gretchen contra la sede de Héctor, e incluso líderes contra líderes, un día que todos los Profesionales ansiaron con anhelo.

Se hacía cada dos años, y en el encuentro anterior el Loco y Sveta quedaron malheridos en un empate que afectó al autoestima y el orgullo de las dos sedes.

La primera muestra de habilidad sería de los jefes, comenzarían con una competencia de tiro con objetivos en movimiento. Gretchen y Héctor estaban parados uno al lado del otro a la expectativa, ella entonces hizo una seña con la mano y los objetivos comebzaron a moverse, pidió más velocidad. Apuntó por un segundo mirando mira bien los blancos y disparó varias veces a los cinco objetivos. Luego volteó para ver a su hermano con una sonrisa socarrona.

—Intentá superarme, hermanito —le dijo.

Los de Mörder sonrieron al ver que Gretchen le dio a cinco de cinco en el blanco, y no tardaron en lanzar gritos de festejo.

Héctor solo hizo un sonido irónica y la instó a hacerse a un lado, observó atentamente los blancos, parecía esperar algo. Entonces apuntó y dejó ir un solo disparo, para luego bajar el arma. Gretchen comenzó a reírse, completamente indignada por ello, pero cuando le dijeron que le dio a cinco de cinco con un solo disparo, abrió los ojos, sorprendida e impresionada.

—¿Viste? No sos la única buena —dijo Héctor con una sonrisa egocéntrica—. También fui entrenado por nuestro padre.

Mi padre —corrigió y con asco corrió la mirada—. En cuerpo a cuerpo gano yo.

Héctor solo se rió, no pudiendo creer que fuera tan orgullosa como para no admitir que la superó. A pesar de que Gretchen fue entrenada por más años y de forma más dura, ella había dejado hacia mucho las misiones, en cambio él seguía teniendo objetivos.

Les abrieron espacio para formar un círculo de personas en el medio del lugar, y que de esa forma pudieran luchar cuerpo a cuerpo.

Gretchen se quitó los zapatos y comenzó a desabrochar la falda de vestir, los chiflidos insinuantes no tardaron en sonar a su alrededor, pero cuando todos vieron que bajo la falda tenía una biker negra comenzaron a abuchearla, salvo otros que prefirieron apreciar su culo apretado. Luego se quitó la camisa para quedarse con un corpiño deportivo negro. Su vientre tonificado se podía ver allí, igual que el resto de sus músculos marcados.

Héctor, por su parte, se quitó la chaqueta negra y la camiseta blanca que tenía puesta, quedando así con el torso desnudo, y esa vez fue el momento de las chicas de silbar y gritarle cosas al ver su trabajado torso.

—En esta no vas a tener tanta suerte, hermanito —dijo Gretchen, saltaba adelante y atrás, casi en una danza rítmica.

—Yo no apostaría tanto, Gretchy.

Luego de que Jonathan Moms allí presente diera la orden de comenzar, Gretchen le lanzó una patada alta, él se cubrió rápidamente y ella le lanzó otra con la pierna contraria. Héctor la esquivaba con facilidad, sonriendo, y eso lograba hacerla enojar.

Al ver que Héctor era muy veloz en su defensa, Gretchen decidió quedarse quieta en su lugar, atenta a cada uno de sus movimientos. Por ello cuando Héctor lanzó un ataque, Gretchen pudo frenarlo y aplicar una técnica de sumisión al brazo. Sin embargo Héctor no dudó en defenderse de ese ataque y lanzarle un golpe al estómago, sin embargo Gretchen no lo soltó sino hasta que él rompió el agarre al lanzarla frente a él. Allí ella, aunque adolorida, le trabó las piernas para hacerlo caer, y en el sueño Héctor capturó un brazo de ella al que le aplicó una llave de sumisión.

Gretchen miró de reojo a su padre, no podía fallar en esa pelea, ya había perdido en el desafío anterior y era completamente inaceptable que la heredera Moms perdiera contra su hermanastro. Por ello no dudó en dislocarse a sí misma los huesos para poder liberarse.

Esa actitud sorprendió por completo a Héctor, ahora preocupado por ella, pero que logró hacer sonreír a Jonathan con orgullo al ver que su hija ahora se acomodaba los huesos sola para poder seguir luchando. Le lanzó fuertes patadas que Héctor intentó frenar, para luego saltar de una forma muy habilidosa y enredar sus piernas a la cintura de él desde la espalda, le aplicó una llave de sumisión en el suelo para poder estrangularlo.

Aunque Héctor pudo haberse liberado si la lastimaba de gravedad, terminó por palmearle el brazo a su hermana para que lo soltara, porque le costaba respirar.

—Primer encuentro: punto para Naemniki en tiro, punto para Mörder en cuerpo a cuerpo —dijo Jonathan y se mantuvo sentado de una forma elegante, con una copa de vino en su mano.

Gretchen sonrió con alegría, satisfecha de haberle dado a su sede una victoria. Héctor, a su lado, se refregaba el cuello con una tos y la miró fijo, con una mirada diferente a la que un hermano haría.

—Hemos visto qué tal son los líderes de ambas sedes —dijo Jonathan de forma dura—, veremos ahora qué tan bien preparados son sus mejores Profesionales.

En el lado de Mörder se encontraba Aaron, quien cargaba su pistola, y del lado de Naemniki se encontraba Serge, el protegido de Gretchen que tiempo atrás se había peleado con Erica.

Erica los miró a ambos con atención, sabía muy bien que luego del Loco y Gretchen, Aaron era el mejor asesino de Mörder, deseaba que derrotara a ese estúpido francés con el que se había peleado.

Con una pose muy segura y firme Aaron disparó solo dos veces, mientras que Serge lo hizo cinco veces. Ante la revisación, se comprobó que Aaron le había dado a todos los blancos solo con dos disparos.

—¡Vamos, Aaron! —gritó Erica, saltando en el lugar con mucha emoción.

Él dirigió su mirada hacia ella y le sonrió, para luego guiñarle un ojo y lanzarle un beso.

Era hora del cuerpo a cuerpo, y el tiempo que compartió con Aaron como su maestro le sirvió para saber qué tan bueno era peleando, sin embargo el francés al pelear con ella no había sido malo tampoco. Solo esperaba que Aaron pudiera ganarle.

Se pusieron frente a frente, alistándose para pelear, Aaron se quitó su remera y así podía verse su torso desnudo cubierto de tatuajes, el otro por su parte se quitó su camisa y con delicadeza la dejó apoyada a un costado.

—Enchanté, Sabatini... —le dijo con una sonrisa.

—¡No te perdoné lo que le hiciste a mi novia! —respondió Aaron con asco.

Oui? Ça ne fait rien.

Jonathan Moms indicó el comienzo del encuentro, y prestó especial atención a los dos alumnos de Gretchen que ella más protegía.

Aaron fue el primero en atacar, no le agradaba ese francés atractivo que no había dudado en lastimar a Erica. Serge sonrió de forma engreída al esquivar el puñetazo que él le lanzó, lo tomó de la muñeca y el brazo, para luego lanzarlo al suelo con facilidad.

—Lo está boludeando —dijo Erica con asco al ver que el francés colocó sus manos en los bolsillos mientras esperaba a que Aaron se levantara.

Los gestos en el rostro de Aaron cambiaron al instante, pasaron de ser bromistas y coquetos a oscurecerse de una manera muy intimidante. Volvió a atacar a Serge, a quien se le dificultó frenar cada uno de los ataques, puesto que Aaron era muy rápido y fuerte.

Serge logró frenar uno de los golpes y le encajó un puñetazo cortó en el rostro, Aaron se enojó por eso y con un fuerte impulso de su brazo le dio un puñetazo en el estómago, luego con el otro brazo lo golpeó en el rostro, arrojándolo al suelo.

—¿Y, te seguís sintiendo ganador, franchute?

Fil de putaine!

Serge se puso de pie con furia, se paró firme y lo miró fijo. Volvieron a lanzarse diversos ataques mutuamente, se aplicaban llaves de sumisión que rompían con algún ataque. Ambos eran realmente buenos en el cuerpo a cuerpo.

Erica los miraba con atención, no pudiendo creer que Serge pudiera igualar el nivel de Aaron.

Aaron colocó toda su fuerza en el brazo para lanzarle un puñetazo, sin embargo Serge logró frenarlo, lo tomó de la pierna y se impulsó hacia arriba para enredar las piernas en su cuello, cayendo al suelo con una llave de sumisión. Aaron no tenía forma de liberarse, nunca fue bueno para zafar de ese tipo de técnicas, pero aún así no pensaba rendirse.

—¡Ríndete! —le gritó Serge, aplicó más fuerza en el agarre al cuello.

Pero el orgulloso Aaron Sabatini no pensaba rendirs, por ello Gretchen frenó la pelea pese a la mirada de desapruebo de su padre. Así declaró la victoria del francés.

—LeBlanc gana el encuentro cuerpo a cuerpo, punto para Naemniki.

—¡Gretchen! —le gritó Jonathan—. No podés interferir.

—Ya perdimos a Nahuel, no vamos a perder a Aaron —escupió ella con odio—. A menos que tengas un mejor reemplazo, padre.

Jonathan apretó el bastón en su mano y miró a su hija de forma dura, pero Gretchen no se intimidó, se quedó firme y respondió la mirada en defensa de su alumno.

—¿Por qué... frenaste la pelea? —dijo Aaron y tosió—. Yo podía ganar...

—Porque si no la frenaba, te morías, y no puedo permitirme perderte.

Aaron gruñó con odio y con cuidado, pues estaba algo mareado, se acercó a su novia mientras se colocaba su remera. Ella le dirigió una sonrisa, y ver su sonrisa logró hacer que se relaje un poco. Aaron la besó con cuidado, ya que le dolía un poco el rostro por los golpes.

Erica se hizo a un lado para dejar que él se sentara, pero Aaron la sujetó con suavidad de la cintura y la instó a sentarse sobre sus piernas. La abrazó con cariño y apoyó su mentón en el hombro de ella, que ya estaba mucho mejor.

—Hablé con Gretchen —le dijo él y le dio un tierno beso en el hombro—. Tenemos permitido vernos, pasar tiempo juntos y dormir juntos cuando queramos.

—¿Cómo lo lograste? —preguntó con sorpresa.

—Héctor me teme, cree que puedo tomar represalias —explicó.

—¿Y podés hacerlo?

—Podría, si se siguen metiendo con vos —dijo con seriedad—. Era algo que hacía Nahuel, temen que yo sea igual.

Erica lo miró con atención, quería preguntar algo al respecto pero no sabía cómo lo tomaría él. Aaron pareció darse cuenta.

—Era el mejor, entrenado por Jonathan para no tener una pizca de alma, el asesino perfecto —dijo casi en un susurro, como si temiera ser escuchado—. Y por eso le tenían miedo, por eso Gretchen dejó de hacer misiones. Si salía herida, quienes la herían podían darse por muertos.

—¿Y creen que vos podrías hacer eso por mí?

Aaron la miró y volvió a besarle un hombro.

—¿Lo dudás?

Ambos se quedaron en silencio para poder observar el tercer encuentro, que estaba por empezar y era entre el Loco y Sveta. Primero debían hacer una demostración en lanzamiento de cuchillos a objetos en movimiento, manzanas que eran lanzadas al aire en diferentes direcciones. En una época usaban gorriones, pero al asumir Héctor el poder en Naemniki había prohibido el uso de animales en esa clase de demostraciones.

—Alemán, te deseo suerte —Sveta le sonrió.

—No necesito suerte, rusa —sonrió de forma engreída—. Tenés un recuerdo de mí en tu cuerpo.

—No te confíes, alemán, soy la mejor en esto —le guiñó un ojo—, tu nariz lo demuestra.

Ambos se prepararon uno al lado del otro, con un metro de distancia entre ellos. En las piernas llevaban arneses con cuchillos de lanzar, ambos parados con las manos cerca de los cuchillos mientras esperaban la orden. A diferencia de los Profesionales, la competencia en armas blancas era por cantidad de blancos certeros en diez segundos, e incluso la pelea cuerpo a cuerpo permitía el uso de armas blancas y las heridas sangrantes.

Jonathan dio la orden y los novatos lanzaron manzanas al aire, rojas y verdes, las rojas eran del Loco y las verdes de Sveta. En menos de un segundo ambos lanzaron sus cuchillos casi sin mirar, y un Profesional se acercó para comprobar a cuántas le dieron. Sveta le dio a cinco, todas tenían su cuchillo clavado en el centro, mientras que el Loco le dio a cinco, pero cortadas al medio con un tajo limpio. Él entonces sonrió y le guiñó un ojo, como empataron debieron volver a lanzar al aire más manzanas, mayor cantidad aun. Ambos lanzaron sus cuchillos, el Loco la miró a ella con uno en su mano, esperó un poco y lanzó uno sin mirar el blanco, la miraba a ella de forma provocativa.

Cuando el Profesional comprobó el resultado se sorprendió al ver que de ocho manzanas cada uno, una verde fue partida al medio por un cuchillo del Loco, lo que equivalía a que él le dio a nueve manzanas en pocos segundos.

Ya pozdravlyayu tebya, alemán! ¡Debo admitir que sos mejor que yo! —dijo ella con entusiasmo.

—No sé qué mierda me dijiste, pero... danke sehr, rusa.

Se alejaron para dejar sus cuchillos de lanzar en una mesa, de donde debieron tomar un cuchillo de guerra cada uno, luego se alistaron para pelear. Sveta se quitó su chaleco de jean y su remera negra, no deseaba que el Loco dañara su preciada ropa, así que se quedó con un corpiño deportivo que ajustaba sus pequeños pechos. El Loco levantó una ceja al verla de forma pícara y asintió con aprobación al verla así, con el vientre tonificado y los brazos fuertes. Él no se detuvo mucho a prepararse, solo se quitó su remera blanca y la enganchó en el cinturón de su pantalón. Se pararon frente a frente con una sonrisa egocéntrica.

—¡Vamos, babushka! ¡Vos podés!

Erica gritó con emoción, esperaba que su babushka le ganara al Loco. Él la miró de reojo, como si le molestara que alentase a la rusa y no a él, como si eso le quitara fuerzas. Pero terminó por reírse meneando la cabeza y se concentró en esperar la orden de Jonathan, y cuando lo hizo, él sonrió y esquivó un ataque de Sveta. Intentó lanzarle un ataque, pero ella le frenó la muñeca y le lanzó un puñetazo con el otro brazo, haciéndolo reír. Se lanzaron cuchillazos continuos, pero ambos esquivaban los ataques con habilidad, incluso parecían disfrutar de esa pelea.

Sveta logró frenar un ataque del Loco con el cuchillo, ambos forcejeaban allí cara a cara.

—Ésta no te la voy a dejar tan fácil, alemán —le susurró.

—Eso espero, sino sería aburrido, rusa.

Se alejaron del otro para caminar observándose con atención, buscaban mutuamente alguna apertura para atacar más rápido que el otro. El Loco le lanzó un ataque con el cuchillo y aunque Sveta se hizo a un lado, él llegó a hacerle un tajo en el brazo. En el segundo ataque ella le frenó el brazo, doblándoselo hacia atrás con habilidad y le dió un codazo en el rostro que lo hizo reír.

Erica los miraba con sorpresa, porque creyó que por su musculatura él sería alguien lento, sin embargo el Loco era muy ágil y rápido, y era capaz de dar volteretas o acrobacias para atacar o huir. Los cuchillazos iban y venían, y la sangre salpicó varias veces el suelo ante cada corte, porque ambos parecían estar al mismo nivel.

Nuevamente Sveta lo atacó y él, a una velocidad increíble, tomó la remera en su pantalón y la enredó en la mano de ella, haciéndola girar en el aire para luego tirarla al suelo, le arrebató el cuchillo a gran velocidad y con ambos en las manos se agachó frente a ella y los colocó en su cuello.

—Gané, rusa.

—¡Wolff gana ambos encuentros, dos puntos para Mörder! —gritó Gretchen con emoción.

—Debo admitir que fue un buen encuentro, alemán, una de los mejores que tuve —dijo Sveta con una sonrisa y escupió algo de sangre.

Ella tomó la mano que él le extendió para ayudarla a ponerse de pie, una muestra de respeto entre dos iguales.

—Gretchen —dijo Jonathan con seriedad y ella se acercó rápidamente hacia él—. Wolff sigue siendo tu mejor elemento, no lo desperdicies.

—No lo hago, padre.

Jonathan miró con el ceño fruncido al Loco, quien tenía tajos sangrantes en su pecho y no parecía molestarle.

—Mantenelo vigilado —dijo.

—¿A qué le tenés miedo? —preguntó Gretchen en un susurro—. De haber querido traicionarnos no me habría salvado en navidad.

—Se está pareciendo mucho a su padre...

Gretchen no dijo nada más y su padre dejó de prestarle atención. Concentrado en los siguientes encuentros.

Antes de que Martín pudiera enfrentarse a un novato de Naemniki, Erica y Aaron salieron de allí. Él aprovecharía a darse una ducha, mientras que ella pensaba ir a la biblioteca, porque sabía que luego de Martín pelearía Chris, y le daba miedo verlo salir herido en caso de que sucediera.

Mientras que los desafíos continuaban en el centro y Aaron aprovechaba a bañarse, Erica se entretuvo revisando los libros de la biblioteca hasta que él finalizara.

Buscaba algún libro interesante, algo que la entretuviera lo suficiente. Estaba por tomar un imponente libro cuando vio una sección distinta entre los estantes, se llamaba «archivos de los caídos». Se acercó allí con curiosidad y comenzó a husmear, parecían ser literalmente los archivos de los asesinos que murieron en misiones. No sabía muy bien por qué estaba eso allí o cuál podría ser su utilidad, así que dejó esas carpetas muy bien acomodadas y continuó en su búsqueda de algún libro interesante.

Bonjour.

Erica volteó enseguida al ver a ese muchacho llamado Serge, se puso en una pose de defensa por si él planeaba atacarla luego de su pelea con Aaron. Sin embargo, él le dirigió una sonrisa.

—Je m'appelle Serge. Comment tu t'apelles? —dijo, con sus ojos de azul profundo clavados en ella.

Erica lo miró con mucha desconfianza y no quitó su defensa por nada del mundo, pero de todas formas decidió responder.

—Je m’appelle Erica, parlez-tu espagnol?

—Oui, lo siento, me agrada poder hablar en mi idioma.

—¿Qué carajo querés conmigo? —dijo ella con asco.

No vine a atacarte ni a pelear, solo vine por un libro y te vi aquí —explicó—. Aprovecharé esta oportunidad del destino para pedirte disculpas por mi actitud pasada, no era mi intención iniciar un pleito.

—¿No era tu intención llamarme puta o qué?

—No era mi intención que me entendieras —dijo con una sonrisa torcida—. Lo lamento, algunos no tenemos buena relación con Mörder, no debí insultarte ni lastimarte. Lo siento.

Erica lo miró en silencio, era un chico muy bello, con rasgos delicados, de ojos pequeños en un hermoso azul profundo, de mirada coqueta y sonrisa pícara. Su cabello era castaño oscuro y parecía ser demasiado bonito o elegante como para ser un asesino.

—Sigo sin entender qué querés conmigo —insistió Erica.

Nada en realidad, solo disculparme —dijo, con un claro acento francés—. Te he visto entrenar herida, eres fuerte, eso me gusta, y sabes hablar mi lengua.

—Tengo novio —dijo ella con seriedad—, y meterte con él no es una buena idea.

—También tengo pareja, y meterte ahí tampoco es una buena idea —dijo con una sonrisa egocéntrica—, a menos que quieras desaparecer.

—Todos amenazan con matarme y nadie lo hace —se rió ella—. Voy a preguntar nuevamente y por última vez, ¿qué querés conmigo?

—Tu amistad —dijo él con una sonrisa—, si es posible. Entre hablantes del francés, algo poco usual en Naemniki.

Erica lo miró con desconfianza, pero decidió romper su defensa ya que no veía una posible amenaza en él.

—¿Te envío Gretchen a espiarme?  Dijo que sos su protegido.

Él comenzó a reírse con ganas y corrió un mechón de cabello hacia atrás, con elegancia.

—Eres muy desconfiada, eso está bien —dijo con su risita—. Gretchen no me envió, ella solo me protege. Ella me encontró junto a monsieur Héctor y monsieur Julio cuando tenía doce años y me trajeron a esta sede. Digamos que soy una persona apreciada por todos, pero no soy la marioneta de nadie.

Como Erica no respondía nada, él suspiró.

—Verdaderamente solo quiero tu amistad y poder hablar en mi lengua nativa —dijo y extendió su mano para estrechar la de ella—. Espero podamos comenzar de nuevo.

Erica lo observó por unos instantes y aceptó su mano, aunque con desconfianza. La estrechó con fuerza.

—Está bien, pero donde intentes algo raro te voy a matar —dijo ella con seriedad.

Él sonrió ampliamente.

—Que sea mutuo.

Se miraron a los ojos por un instante para asegurarse de que el otro estaba siendo sincero, luego soltaron sus manos, justo cuando Aaron entró en la biblioteca a buscarla. Frunció el ceño con odio al ver a ese francés que lo estranguló hablando con Erica.

—¡Te voy a romper la cara si te hacés el vivo con mi novia, franchute! —le dijo con odio al acercarse.

—Oui? ¿Cómo hiciste antes? Ah, no, lo siento... yo gané —dijo Serge con un guiño.

—Estoy bien, él ya se iba, ¿verdad? —dijo Erica y miró a Serge, quien le dirigió una sonrisa.

Él se despidió de ella con un movimiento de mano, tomó un libro de un estante y luego se fue silbando una canción. No parecía tenerle miedo a ninguno de los dos, y eso para Erica era muy raro.

—¿Qué quería ese francés de mierda con vos? —dijo Aaron con el rostro serio.

—Pedirme disculpas, y supuestamente mi amistad por saber hablar francés.

Aaron se mantuvo con el rostro serio y sus cejas fruncidas, continuaba mirando hacia donde había ido el francés.

—¿Estás celoso? —preguntó ella con sorpresa.

—¿Cómo no estarlo? El tipo tiene mucha facha, mucha más que yo, habla tu idioma favorito, por lo tanto tienen muchas cosas en común, y para colmo pudo vencerme y eso solo significa que podría protegerte mejor que yo —escupió.

—Pudo vencerte porque no estabas armado, de hacerlo estado lo habrías matado —dijo ella con una sonrisa—. Y es a vos a quien amo.

—Te creo... —la miró con una sonrisa y la sujetó con suavidad de la cintura para acercarla a él—. Podemos por fin estar juntos, pensé en salir a comer, tengo el permiso de Gretchen y Héctor. ¿Te gustaría, princesa? Tener una cita normal.

Erica sonrió con alegría y asintió, para luego abrazarlo con cariño. Salieron juntos de Naemniki tomados de la mano, a sabiendas de que nadie les diría nada por ello, y que por fin podían disfrutar de la compañía del otro.

Viajaron en la moto de Erica con ella manejando, y Aaron terminó por sorprenderse al notar lo buena que era por la forma en que sorteaba obstáculos. Decidieron ir a cenar a un restaurante, y pese a no tener vestimentas elegantes pensaban disfrutarlo como si fuese la cita más romántica del mundo.

Comieron pastas y bebieron vino, mientras conversaban de la vida, de sus sueños y anhelos, con sus manos tomadas con cariño y sus miradas profundas que expresaban su amor.

Luego fueron a tomar un helado tomados de la mano, como si solo fueran una pareja más en la calle, como gente normal y ya no como asesinos a sueldo. Se sentaron en el banco de una plaza con el cielo nocturno sobre ellos a disfrutar de su helado, y de la compañía del otro.

—Te estás volviendo muy fuerte, princesa —dijo él y apoyó su mano en la mejilla de Erica.

—Eso espero, estoy cansada de que me carguen a trompadas —dijo ella con una risita.

Aaron se acercó para poder besarla con cariño, pero cuando el beso comenzó a hacerse demasiado intenso y pasional para un parque público, decidieron irse a un lugar más privado. Pagaron la habitación de un hotel para poder disfrutar del otro en paz, sin las miradas perversas de los asesinos en las camas aledañas, sin bromas o regaños de por medio.

Allí estaban a solas y podían complacerse sin omitir su placer, sin tragarse los sonidos ni resistir sus gemidos. Y luego de que ambos llegaran al clímax, se quedaron recostados y abrazados solo mirándose a los ojos.

—Te amo, princesa —le dijo él con una sonrisa.

—También te amo.

Erica apoyó su cabeza en el pecho de él, quien se dedicó a hacerle caricias por largo rato.

En esa habitación no existía Mörder, ni Naemniki, ni la guerra de Gretchen contra Julio, ni tampoco Jonathan Moms o el Loco. Solo eran ellos dos queriéndose.


FRANCÉS:

Enchanté:  Gusto en conocerte

Oui? Ça ne fait rien: ¿Sí? No importa.

Fil de putaine: ¡Hijo de puta!

RUSO:

Ya pozdravlyayu tebya: ¡Te felicito!

ALEMÁN:

Danke sehr: Gracias.

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