Stjerneklart » omegaverse

By earlgreeey

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En donde Harry, presentado como alfa, siente que en realidad es un omega en su interior. More

Guía de dinámicas en Stjerneklart.
0. Al'ouest.

i. Toska

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By earlgreeey

   Toska. Es un dolor sordo del alma, un anhelo sin nada que nada haya que anhelar, una añoranza enferma, una vaga inquietud, agonía mental, ansias. El deseo por algo.   

#

En el alba del silencio, con su propia sombra temblando del pánico, lleva el corazón entre sus manos y la tranquilidad hecha pedazos.

Su celular vibra dos, tres veces, la alarma de las 9:00 a.m. sonando en vano, más cuando sus ojos están bien abiertos a pesar de que no hay ningún rayo del sol. Su cuerpo no se mueve, se queda quieto, casi inerte, las voces en la primera planta sirviendo como una mera distracción.

Sus propias feromonas lo sofocan hasta el punto en que no quiere respirar.

Para cuando se levanta de la cama para ir a darse un baño, su cuerpo se siente más cansado que antes pero ya no tiembla más. Su sombra lo sigue, siempre sigilosa, siempre presente. El tipo de espía secreto, el testigo renegado, la única cosa que lo observa entre la oscuridad inclusive en el día.

Al mirarse al espejo, se ve a sí mismo con los ojos apagados. Ojos verdes heridos, casi muertos, pero de todos modos coloca una sonrisa forzada en sus labios porque no desea preocupar a la gente que quiere.

Cuando empieza a desvestirse, le da la espalda al espejo para no ver ni una parte de su cuerpo.

En el alba del silencio, con su propia sombra proyectándose en una de las paredes, Harry se lleva una de sus manos a su pecho. La tranquilidad es sólo una imagen, una máscara.

En el alba del silencio, Harry se permite soltar una lágrima del dolor.

#

El Harrods siempre se abarrota de gente a esa hora de la mañana.

En el área de Belleza, Fragancias y Cosméticos, Harry se queda de pie mientras se muerde los labios, indeciso, luciendo un poco tímido y sin saber qué hacer del todo. Sus pasos son lentos, temerosos, como si en cualquier momento alguien saliera para decirle que comete el peor error de su vida.

Sigue adelante, hasta que se detiene en un mostrador que se encuentra en la parte intermedia de Belleza y Farmacia.

Ve cada uno de los frascos con distintas presentaciones, siempre fingiendo desinterés. A la espera de que las personas que estén a su lado terminen de comprar y se alejen del mostrador, para que sólo se quede él perdido en sus pensamientos. El tiempo que pasa parece toda una eternidad.

Cuando la gente poco a poco se retira, cada quien platicando y sólo con unos cuantos omegas observando en su dirección, Harry siente un poco de libertad para ver muchísimo mejor. Toma un frasco entre sus manos, el mejor y más costoso de todos, mirándolo con cierta expresión en su rostro.

Sus manos tiemblan y siente que en cualquier momento las lágrimas empezarán a brotar. Pega el frasco más a su pecho (OmegA, se llama, con la capacidad de brindarle feromonas a él, alfa, de un omega) y, por la mirada que le dedica el guardia de seguridad, su actitud es demasiado sospechosa. Decide tranquilizarse.

Respirar. Una y otra vez, observando el frasco con manos temblorosas.

Las voces a su alrededor parecen lejanas, casi intocables, como si todo mundo se encerrara en una burbuja y Harry sólo tiene la capacidad de observar mas no de tocar. Si sólo pudiera abrir esa pequeña botella y...

—¿Busca algo en especial, joven? —escucha a su lado.

Parpadea, sintiendo el aire regresando a sus pulmones.

Cuando se gira hacia un lado, una beta le observa de par en par con cierto interés. No interés romántico o sentimental, sino el de alguien que sabe a la perfección qué sucede por su cabeza. Ni siquiera se atreve a sonreír.

—No, no. —Sonríe—. Sólo veo.

La beta le asiente para después devolverle el gesto. Harry baja la mirada, incapaz de sostenerla más tiempo, para luego dejar el frasco en donde estaba con delicadeza. La mujer le sigue con la mirada cuando se aleja.

Ve el brillo de lástima en esos ojos pequeños. Se ve en su lenguaje corporal, en cómo le sonríe a Harry cuando lo ve alejarse. Se siente sofocado. Muy sofocado.

Como si fuese un error.

—Vuelva pronto, joven—le dice la beta a la distancia.

Harry ni siquiera se anima a responderle.

#

En lo asfixiante del silencio, Harry tararea canciones de cuna para poder cerrar los ojos, con su corazón aún en mano y tratando de arreglar la tranquilidad.

Hay cosas que nacieron para romperse, situaciones que se viven para darle un nuevo giro al mundo. El grito de Anne en la planta baja le indica que ya es hora de cenar, pero Harry finge que tiene que terminar de redactar un texto de su trabajo para no bajar y ahogarse en su propio ser.

Siempre asfixiante ese silencio, con canciones entonadas en voz baja, él evitando su reflejo a toda costa, esa sombra traviesa que tiembla pero parece burlarse de él.

Sus manos se mueven por sí solas sobre la pantalla de su celular. Escribe y borra el texto en diversas ocasiones, aún cuando redacta las mismas palabras en el mismo lapso de tiempo. En el fondo de su mente, el perfume que tuvo entre sus manos por unos segundos parece andar de un lado a otro.

Su alfa interno, como le llaman las personas más ignorantes a esa parte salvaje dentro de toda persona con la misma dinámica, no parece reaccionar.

En lo asfixiante del silencio, Harry deja de tararear canciones con tonos de amor.

En lo asfixiante del silencio, su sombra parece burlarse de él, pero puede verla temblando de un lado a otro. El dolor palpable, el dolor presente, el que es inolvidable.

#

Sin necesidad de abrir los ojos, sabe que Gemma es la entra a la habitación sin tratar de ocultar su esencia. Tan típico de ella.

—Despierta, dormilón—le susurra, moviéndolo con delicadeza. Aprieta los ojos aún más—, que te cantaré las mañanitas.

El tono que utiliza es de amenaza pura. A Harry no le queda de otra más que quejarse un poco, quitar la mano de Gemma de su hombro para abrir los ojos sólo un poco. El que Gemma Styles le cante las mañanitas a quien sea es demasiado terrorífico, en especial con esos... errores que se escapan por su garganta cada que intenta alguna nota alta.

Más bien parece un alarido.

Pero, por su bienestar, jamás le ha dice nada al respecto. Ambos son alfas—y eso duele—, lo suficiente maduros como para no enojarse por una tontería así. Sin embargo, sabe que a Gemma le da mucha esperanza el tratarlo a él como si fuera un pequeño, protegiéndolo de todo el mal en el mundo.

Harry le estará agradecido para toda la vida.

Gemma le canta las mañanitas y le desea un feliz cumpleaños. Ella se recuesta a su lado, la sonrisa más radiante y hermosa en sus labios, sus ojos brillando de orgullo al verlo crecer. De todas las personas que Harry conoce desde que tiene memoria, Gemma es a la que tiene más miedo de perder. De ya no verla, de olvidar su esencia aún cuando, según su biología, es algo imposible.

Son cosas que no dice en voz alta, pero sabe que Gemma está al tanto de ello.

—Ahora—ella continúa, el mismo sentimiento latiendo en su voz temblorosa—es momento de que abras tu regalo.

Siente curiosidad. Su mente empieza a viajar por todas las posibilidades, y por el nerviosismo en Gemma es más que obvio que se trata de algo que le gustará pero no sabe cómo reaccionará. Sonríe.

Gemma le entrega el regalo con un beso en la mejilla. Él lo observa por varios segundos, dudando en si tomarlo o no.

Al final lo toma y decide no agitarlo como lo hacía de pequeño, cuando era un niño desesperado y sus padres le decían que no hiciera eso. Lo abre con manos temblorosas.

—¿Qué es? —pregunta con lentitud.

Gemma lo abraza por los hombros, dándole otro beso en la mejilla cuando él quita el último pedazo de envoltura.

—Descúbrelo tú mismo—Gemma le contesta, sonriente.

Harry observa. Segundos después lleva una de sus manos a los labios para cubrir el sollozo repentino que busca escaparse de sus labios, Gemma abrazándolo de nuevo y diciéndole que es el mejor hermano que pudo desear.

Ahí, nuevas y sin duda con un costo mayor del que se imagina, están las pastillas de cambio de esencia. De alfa a omega, se lee en letras pequeñas. No es lo mismo que un perfume, el cual puede ir perdiendo de intensidad con el paso de las horas. Son pastillas que obligarán a su cuerpo por un tiempo prolongado a adaptarse a ser un omega.

Gemma se gastó todo ese dinero sólo por él.

Abraza a Gemma con todas sus fuerzas. Abajo, sus padres desayunan, ignorantes al hecho de que su hijo recién recibió el mejor regalo de toda su vida. Afuera, los pájaros cantan y puede oír los gritos de la señora Johan gritándole a sus hijos que se alistaran para la escuela. A su lado, Gemma le susurra que le dará todo lo que esté en sus menos.

A su alrededor, todo parece tener una tonalidad distinta. Entre el silencio, entre las sombras, su propio reflejo en el espejo no es más que una imagen borrosa.

—Sh, tranquilo—Gemma le susurra en el oído, las pastillas entre los dos—, no tienes que ponerte así. Te lo mereces.

Solloza más fuerte.

—Pero el dinero...

La siente negar con la cabeza.

—El dinero viene y va—contesta—. Tu felicidad es algo que prefiero todos los días de mi vida. ¿Lo entiendes, Harry?

No contesta. Se deja abrazar con más fuerza, con Gemma aún susurrándole en el oído, él tomando entre sus manos las pastillas con temor a dejarlas ir.

Entonces, sólo por un momento y en su mente, Harry Styles siente que por fin podrá ser omega. No por el físico, no por eso, no cuando la apariencia no lo define todo. La esencia. Las feromonas. El contacto de otro alfa sobre su piel. Sólo por un momento, sólo uno.

Harry se permite pensar que podría ser todo lo que quiera ser.

Entre los brazos cálidos de Gemma, él se permite llorar por un momento más.

#

—No, quítate esa. Mejor ponte la roja—escucha a su espalda—. Sí, esa. No, espera. La que sigue. ¡Ajá!

Deja escapar un suspiro de fastidio. Gemma lleva más de media hora tomando la decisión de qué camisa debería de ponerse, luego de verlo colocándose una camisa rosa con adornos de corazón. Es de sus favoritas pero, a los ojos de Gemma, ya se la ha visto puesta muchas veces. Tiene que actualizarse o algo así.

Lleva escuchando todo el día felicitación tras felicitación, pero se detuvieron en cuanto Gemma le dejó bien en claro que irían de baile, a divertirse. Al principio no se sentía del todo convencido, pero cuando pensó en las pastillas que tenía bien escondidas en uno de los cajones, cambió de opinión de inmediato.

Ahora, después de que Gemma le brindara el triple de apoyo al que lo hace con regularidad, se siente más que listo para ir a algún bar y divertirse como le es posible, utilizando las pastillas para su beneficio.

Ese mero pensamiento le emociona.

—No recuerdo cómo conseguí esta—Harry dice, empezando a colocarse la camisa—. ¿Tú sí?

Escucha el gruñido de Gemma.

—No lo sé—se encoge de hombros—. Siempre te compras millones de camisas, pantalones, zapatos... más que yo, de hecho.

Harry le sonríe un poco. Su mirada se humedece un poco pero lucha para no llorar, de lo contrario terminará con un golpe en la cabeza y con una Gemma más sentimental de lo normal, algo que no se puede permitir.

Sus padres salieron a dar una vuelta, no sin antes hacerle prometer que se cuidará cuando salga a divertirse con sus amigos. Se siente culpable, sólo un poco, porque siempre ha sentido que sus compañeros de trabajo son sólo eso: compañeros, meros conocidos que no tienen mayor intervención o importancia en su vida más que al final de cada trimestre, cuando se hacen los análisis requeridos por el gerente.

Gemma le observa con intensidad. Harry, contrario a lo que mucha gente piensa, no se siente incómodo bajo su mirada. Al contrario, de cierto modo sabe que ella se preocupa por él, y revisar que sea sincero es una de las formas en que suele hacerlo.

Se mira en el espejo. Los dos ya llevan más de dos horas encerrados en su habitación, con el sol desapareciendo con cada segundo que pasa. En silencio, se pregunta si alguien es capaz de rechazarlo por su tamaño: alguien alto, de espalda ancha y con un rostro que, según la mentalidad de siglos pasados, es normal de un alfa.

Esa mera posibilidad lo hace temblar con terror, el miedo a la vergüenza. El pánico de que descubran que, debajo de todo ese perfume de omega, no se esconde más que Harry Alfa, incapaz de aceptar cómo lo hizo el universo.

El silbido de Gemma lo saca de sus pensamientos destructivos.

—Tengo un hermanito tan guapo—dice, y Harry siente una sonrisa tímida asomándose por sus labios—. Mira que si un alfa no te lleva esta noche...

—¡Gemma! —exclama horrorizado. El oírla insinuando algo sobre su vida sexual es terrorífico—. No creo que... suceda algo así. ¿Qué haré si esa persona quiere llegar a, ya sabes, eso?

Gemma alza una ceja burlona, como si se le hiciera gracioso que Harry sintiera vergüenza ante ella. Luego hace un ademán desinteresado con su mano, sin escandalizarse por un segundo.

—¿Cuándo tengan sexo? —pregunta. Harry está a punto de abrir la boca para protestar pero Gemma continúa como si nada—. Sólo le tienes que decir que te proteges cada mes. En cuanto al hecho de que nosotros como alfas no nos humedecemos, bueno, dile que las pastillas en las que estás tienen efectos secundarios. Después de eso, le pides que use esos dedos como todo un –

Harry le cubre la boca de inmediato. El nerviosismo se desvanece de su cuerpo, ahora reemplazado por la vergüenza y el bochorno.

—No digas más, por favor—exclama.

—¿Seguro que no quieres que te acompañe?

La mira a los ojos. A pesar de que es una de las mujeres que más ama en su vida (las otras son sus abuelas y su madre), Harry no quiere que lo siga, o que lo vea en tan penosa situación que de seguro vivirá en el bar.

Si las pastillas no funcionan, no desea meter a Gemma en problemas. No a ella, no en un lugar público en donde la ligarán de alguna u otra forma con él.

—No—dice—, no será necesario.

#

El lugar está abarrotado, con millones de esencias rodeándolo hasta el punto del sofoco. Trata de no respirar pero le es imposible, y aunque ya lleva casi una hora sentado ahí, en la barra, es difícil acostumbrarse a tantas personas con sus feromonas más fuertes, todo con tal de impresionar.

Hay personas hermosas en el lugar, gente que capta su mirada y le sonríe. Pero nadie le compra una bebida, nadie se acerca a él para platicar. Quizás es mejor ir a la casa, en donde puede estar en el sillón acurrucado a Gemma y ponerse a ver películas de Leonardo Dicaprio.

Pero no lo hace. No tiene la fuerza, no cuando Gemma se gastó parte de sus ahorros en unas pastillas con tal de verlo feliz.

Con tal de hacerlo sentir como se siente todos los días, con su sombra temblorosa del pánico, burlándose de él, en el silencio de la habitación y la oscuridad de la tranquilidad rota.

Todo cambia en cuestión de segundos.

A su lado, mientras observa su copa vacía, pensando en pedir más y olvidar un poco las penas, las feromonas de un alfa que se sienta a su lado lo golpean al instante.

El mundo parece detenerse, con su corazón latiendo con frenesí. Su cuerpo se tensa no por el terror, sino por la mera anticipación. Pero no hace nada, sólo se queda ahí. No se quiere emocionar para al final darse cuenta de que se trata de una esperanza en vano, una simple fantasía que nunca debe de existir en su cabeza.

—Hum, hola—dice una voz a su lado, el alfa, y no es tan grave como la suya, pero carga cierta armonía angelical. Un piano en una habitación, la tonada más bella—. Me preguntaba si...

Harry parpadea cuando se da cuenta de que le habla a él, a alguien que no tiene las características de lo que sería el omega perfecto. Demasiado alto, demasiado grande. Su cuerpo, sus manos, su voz.

Demasiado todo pero a la vez tan poco.

Le es imposible detenerse. Se gira con rapidez, los ojos bien abiertos. Dentro de su cabeza, su propia sombra se retuerce de la emoción. Los latidos de su corazón, en cambio, parecen burlarse de él.

El alfa es hermoso de una forma impresionante. Es de esa belleza que sólo se ve en pinturas, en las figuras griegas que tiene que analizar en sus clases de arte. Es de esa belleza que brilla todas las mañanas, que resalta entre el leve brillo de la noche, con las estrellas alineándose a su alrededor sólo para demostrar cuán irreal, cuán extraño, alguien como él puede ser.

Y sus ojos. Oh, sus ojos. Harry no se pierde en ellos, más bien se encuentra. Se abraza, con su alma revoloteando de un lado a otro, bloqueando la música estridente para enfocarse en nadie más que el alfa.

Sus ojos, piensa, con su corazón petrificándose, con su cerebro trabajando con rapidez.

Entre la ironía de su propio silencio, el corazón de Harry da un vuelco desconocido. En el fondo de su mente, una nueva puerta se abre, con sus labios temblando mientras esos ojos continúa observándolo.

Es una belleza intocable, pero Harry lo tiene tan cerca de él que no es más que una mera tentación. Un espejismo de sus propios sueños, sus propias pesadillas.

—No quería molestarte—dice el alfa, sacándolo de sus pensamientos al instante. Harry, en silencio, alza una ceja—. Es sólo que... eh... te vi desde que llegaste y mis amigos me armaron de valor para venir aquí hablar contigo. ¡No tienes que aceptar, por supuesto! Sólo quería que lo supieras.

Antes de poder pensar, habla sin más.

—¿Por qué? —pregunta.

Sabe que su voz es demasiado grave que de inmediato la gente se da cuenta de que es un alfa. Su cuerpo tiembla, temeroso de que alguien como él, ese ser irreal, bello, se aleje sin más.

Pero no lo hace.

Sonríe, de forma tan bella y sincera que sus ojos azules se iluminan, su rostro entero, su tranquilidad. Su comprensión e interés, con las marcas de la sonrisa en cada uno de sus ojos.

—No te incomodo, ¿verdad? Si es así puedes decírmelo con toda confianza, y me iré de inmediato.

Se sonroja. Silencio.

—Harry—se presenta.

El alfa parpadea dos, tres veces, sin comprender demasiado. Cuando capta sus palabras, una sonrisa se surca en esos labios, tan despacio e inocente como el tacto de una rosa sobre su piel.

La imagen es refrescante, casi mágica.

—Louis—dice el alfa, Louis, y carraspea con un poco de nerviosismo—. Dios, creerás que soy un inepto en estas cosas—y se ríe.

Harry ríe con él.

Se graba esa voz, recuerda esos ojos, aprecia su rostro. Louis, ser irreal y hermoso, casi ilógico de existir, le habla como cualquier otra persona. Le mira directo a los ojos, no hace ningún comentario sexual, y cuando lo invita a bailar y Harry acepta, bailan de la forma más inocente posible.

Una mano en su cintura, la otra estrechando sus dedos.

Louis es más bajo que él, no demasiado, pero para otro alfa eso sería incómodo. Un omega más alto, más grande. Sin embargo no se separa, no se incomoda, no hace comentario alguno.

En medio de la pista de baile, cuerpos danzando entre ellos, Louis sólo le observa en silencio, una burbuja creada por los dos para protegerse de los demás.

En medio de la pista de baile, Harry se olvida de esas pastillas que están en su baño, ocultas a ojos de los demás, con su propia sombra siempre reacia a verse en el espejo.

En medio de la pista de baile, Harry y Louis se sonríen mientras se ven a los ojos.

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Aunque no lo parezca, esto es slow build. Sí, hay un clic inmediato entre HarryandLouis (como en la vida real), pero no se dirán "te amo" en el capítulo tres o algo parecido.

Y como siempre digo, esto es HARRY-CENTRIC. La vida de Harry no girará en torno a Louis o su relación (ni viceversa), pero Louis será un gran apoyo para él. Sólo lean la sinopsis: lo más importante en este fic no es su relación.

Sí, habrá momentos, besos, abrazos y demás. Serán pareja. Pero no es el tema central ni lo que moverá la trama. Sobre aviso no hay engaño.

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