Leah
No podía respirar bien...
¿Había dicho que es hermana de mi madre?
—¿Qué? —mis ojos se empañan por las lágrimas.
—Sé que es algo difícil de asimilar, pero dejáme explicarte —sus ojos suplican que la escuche.
—¡Empieza a hacerlo! —me exhalto.
—Es mejor que lleguemos a mi casa, no es bueno hablar aquí.
Dudando, asiento. —. Conduce
Vamos en completo silencio y eso me relaja. Realmente no comprendía como es que nunca supe que mi madre tenía una hermana, aunque ¿ella lo sabía? Estaba tan segura de que era hija única. Nunca imaginé que el abuelo Elliot ocultara algo así.
Llegamos a lo que parece ser una casa lejos de la ciudad. Su fachada rustica, las paredes bañadas de un color terracota, un jardín completamente arreglado y unas luces navideñas adornan los pequeños árboles. Bajo del auto y observo todo con detenimiento, parece vivir aquí hace años.
—Ven, entremos —la sigo mientras sigo mirando el jardín y mi corazón se encoge al ver las margaritas. Era la flor preferida de mamá.
La miro en la cama vestida de blanco y en mi garganta se forma un nudo. Luce como un ángel.
—Lo siento tanto Leah —lágrimas brotan de los ojos de mi padre y yo le abrazo.
—No ha sido tu culpa.
—Si hubiera hecho algo más...
—Papá —le corto—. Ella creía en Dios, creía que era salva por él, sé que está en un mejor lugar ahora. Fue decisión de él llevarsela. No podemos ir en contra de lo que él hace.
—Eres muy inteligente para ser tan joven hija.
—Aprendí a ella.
Me acerco y pongo las margaritas recién cortadas en sus manos.
Nunca olvidaré todo lo que haz hecho por mí mamá. Desde enseñarme a ser frágil como una rosa, a ser fuerte como una guerrera, a luchar por cada cosa que ame con fervor en este mundo. Por enseñarme a creer en un Dios, por el hecho de convertirme en la adolescente que soy hoy. Nunca podría olvidar todo lo que me haz dado porque eres tú mi mejor amiga, confidente y sobre todo...
Mi madre amada.
—¿Estás bien cielo? —Louisa me mira preocupada y yo asiento.
—Solo entremos.
Entramos a su casa e inmediatamente el olor a vainilla me acoge. Es tan rustica y acogedora. Pasamos a la cocina y todo se ve limpio y ordenado. Está adornada por una encimera de granito oscura, una mesa redonda donde reposa un florero con margaritas, pero lo que llega a ganar más mi atención es la fotografía de mi madre junto a una noticia...
La noticia de su muerte fingida.
—¿De dónde lo sacaste?
—¿En algún momento tu madre te contó del accidente que tuvo al abandonar a su novio? —Louisa mira la fotografía con tristeza y yo asiento aunque no me vea.
—Sí.
—Supongo que te dijo que quien la salvó fue Ryan...
—Exacto —respondo confundida —. ¿No fue así?
—No.
Louisa
—¿Cómo que no fue así? —Leah me mira con la confusión trazando sus gestos y yo miro la fotografía de nuevo.
—Ese día yo había visto a tu madre salir de la casa de su ex novio.
—¡VERA! —El chico castaño sale tras ella —. ¡VERA!
—¡NO ME SIGAS! —Veo a mi hermana subir a su auto y la preocupación golpea mi pecho. No está bien.
—¡VERA!
La observo arrancar la camioneta e irse sin mirar atrás. ¿De verdad le han hecho tanto daño?
—Vera...
Antes de que mi hermana se vaya más lejos. Enciendo mi camioneta y le sigo hasta alcanzarla, una vez cerca mantengo mi distancia. Está en una muy mala condición que puede costarle todo. No puedo creer el daño que pudo causarle ese hombre, de no ser porque debo mantenerme oculta, iría y lo acabaría.
Voy tan sumida en mis pensamientos que no noto lo que tengo en frente hasta que veo a Vera saltar hacia el acantilado. Todo pasa tan rápido que apenas logro frenar y saltar del auto. Lo siguiente que veo es la explosión y con ella mi oportunidad de acercarme a Vera.
Despierto totalmente aturdida gracias a la explosión. Lo único que logro recordar es a mi hermana saltar y a mí con ella.
Mi hermana...
Me levanto de golpe y la busco con la mirada. Vera no puede estar muerta, no puede estarlo. —Vera... —la busco con desesperación y comienzo a llorar. No vine hasta aquí para perder lo único que me queda de mi familia.
—¡Vera! —la diviso al final de un pequeño río y mi corazón parece detenerse. Su cabeza sangra.
Me agacho frente a ella y pongo su cabeza en mi regazo. Necesito saber como salvarla.
—¿¡HOLA!? —una voz masculina me hace subir la mirada hacia la colina y le veo.
Un chico castaño y delgado está tratando de apagar el incendio a la vez que intenta ver algo. Es mi oportunidad de salvar a mi hermana.—. ¡AYUDA! —grito con todo lo que tengo—. ¡AYUDENME POR FAVOR!
Parece que logro llamar su atención porque su vista se posa inmediatamente en mí —. ¡ESPERA, YA VOY!
Le toma aproximadamente tres minutos bajar hasta donde me encuentro con Vera.
—¡¿Qué ha pasado!? —sus ojos se abren con sorpresa al ver el estado de mi hermana.
—¡No lo sé! —lloro—. ¡Necesito que me ayudes a sacarla de aquí!
—Llamaré a emergencias.
Si llama a emergencias, su ex novio la encontrará. —. ¡No! Por favor no. Ayudame a sacarla de aquí.
—¡Morirá si no llamamos una ambulancia!
—¡No lo hará si me ayudas! —comienzo a sentir su pulso más débil y las lágrimas no tardan en salir.
Dios mío por favor no te la lleves.
—¡Por favor! —suplico mientras escucho las sirenas de los autos acercarse.
Hay duda en sus ojos. —. ¡BIEN!
Con mucha dificultad, logramos subir a Vera por la colina. Sin embargo para mi mala suerte, un paramédico ha llegado.
—¡¿Están bien!? —debo hacer esto por Vera.
Antes de que el paramédico diga algo más, dejo ir un leño contra su cabeza dejandole inconciente.
—¡Vamonos ahora!
El chico sube a Vera a su camioneta y yo subo del lado del copiloto. Una vez que arranca el auto, le pido que nos lleve lejos.
—¿Qué haremos con ella? —él me mira preocupado y yo suspiro.
—Salvarla.
—¿Y luego qué?
—Necesito que tú la cuides por mí —susurro.
—Ese día regresé al lugar del incidente...
Leah me mira atonita y suspiro. —. Yo me hice pasar por Vera para que nadie la descubriera.
—¿Hiciste todo eso para cuidarla de Christian? —sus ojos se empañan por las lágrimas.
—Sabía que él no era bueno para Vera, que le traería problemas, y no me equivoqué.
—¿Por qué huíste? —la rabia comienza a adornar su mirada —. ¿Por qué no te quedaste a su lado?
—Leah dejáme explicarte... —ella estalla.
—¡No hay nada que debas explicarme! —grita —. ¡Eres una cobarde así como Christian!
Sin más, ella sale por la puerta dejandome con la culpa sobre la muerte de mi hermana.
Leah
Camino nuevamente por la calle abrazandome. Realmente esto se está volviendo una muy mala costumbre.
No me detengo aun con las obsenidades que me gritan los hombres, me siento tan dolida que es lo que menos me importa. Me siento tan confundida respecto a todo, Derek y Theo, Christian y su inexplicable comportamiento, su estúpida madre, el pasado de la mía. No comprendo como es que de repente todo el pasado de Vera Williams vino a repercutir en mi presente. ¿Será una maldición? Mi madre trajo el pasado de sus padres con ella y ahora...
Yo traigo su pasado conmigo.
De repente, llego a donde menos espero...
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¡De verdad lamento haberles hecho esperar tanto! Tuve tantos problemas en mi mundo personal que no alcancé a escribir capítulo. Espero puedan entender y me den una estrellita si les gustó :) Pronto vendrán más sorpresas!!