Pasó un poco más de un mes desde la fiesta de Savannah, todo había vuelto a ser como en las primeras semanas. Excepto por Cristian, Tom y Arthur que se notaban distanciados del grupo, los últimos dos siempre juntos, lo que comenzaba a levantar tensión en el grupo, era obvio que escondían algo, el misterio era dicho secreto.
Aquella tarde de sábado habían planificado una de sus usuales salidas, esta vez eligieron un parque de diversiones. Toda la tarde estuvieron divirtiéndose como si un hubiese ningún problema entre ellos, todo iba bien, en calma. Todos corrían hacía una de las atracciones, como si fuesen niños, no les importaban las miradas, ellos sólo reían.
Savannah fue quien se detuvo al sentirse ligeramente mareada, cerró sus ojos y volvió a abrirlos, pero no había mejorías. Chase fue quien se dio vuelta, y volvió a ella con preocupación y desconcierto.
— ¿Qué pasa, Sav? —le cuestionó mientras tomaba una de las manos ajenas.
La castaña pensaba responder, pero antes de que pudiera hacerlo, unas enormes ganas de vomitar la invadieron y con rapidez se acercó a uno de los cestos de basura cerca de ella, donde devolvió lo que tenía en el estómago, al menos la mayoría de lo que había comido en el día.
Chase le sostenía el cabello, además de frotarle la espalda con suavidad, para después guiarla a una de las bancas del lugar. Sus amigos se habían acercado y Lilly, quien estaba sentada a su lado, le ofrecía agua.
— ¿Crees que algo que comiste te hizo mal? —cuestionó la pelirroja, más como una sugerencia.
—No lo sé... —fue la respuesta de la castaña mientras rememoraba lo que había ingerido en el día, no recordaba nada que pudiese ser alarmante.
Aquel malestar había sido el desconcierto de todos, la mayoría sugería que la habían mareado los juegos, hablaban entre sí, pero Chase estaba en silencio, mirando a la nada. Había recapitulado el almuerzo, buscando respuestas en alguno de los alimentos, ahí fue cuando recordó a Sav comiendo más de lo usual, había comenzado a hacerlo algunos días antes. Apetito. Nauseas. Chase lo supo sin siquiera cuestionarlo, aunque no estaba seguro de los otros síntomas, él lo supo. Sentía su corazón apretado en su pecho, el nudo en su garganta, aun así se esforzó por hablar.
—Estás embarazada.
Aquel comentario fue como un balde de agua fría para todos, ahora estaban en silencio, mirando con duda al inglés, sin poder creérselo. Ni siquiera Savannah había pensado en esa opción, pero que Chase lo hubiese soltado sin ninguna anestesia la había hecho pensar y le había alojado temor en el pecho. Lo único que le impedía volver a vomitar, era el vació de su estómago. Se quedó en silencio mientras analizaba la situación, buscando en sus archivos mentales la última fecha de su ciclo menstrual.
— ¿Cuándo se supone que pasó esto? —habló Tom, quien mantenía su ceño fruncido y sus puños apretados, el enojo era evidente en él.
—En la fiesta —masculló Sav, quien no salía de su pequeño trance.
— ¿Qué piensas hacer ahora, Chase? ¿Cómo piensas hacerte cargo del bebé? —Cuestionó el castaño sin un ápice de empatía, se acercaba al pelinegro con una mirada retadora.
—Déjame en paz, Tom, no es tu asunto —aquella fue la respuesta del mayor, quien lo miraba de mala manera, sin moverse de su lugar.
Antes de que pudiese pasar algo más, Arthur fue quien los separó, llevándose a Tom a unos metros de distancia. Savannah sentía la frustración del momento, no dijo nada antes de levantarse y caminar hacia la salida. ¿Qué iba a hacer? ¿Cómo iba a continuar la universidad? ¿Qué le iba a decir a su madre? Las preguntas revoloteaban en su cabeza, estaba aún tan impactada, que las lágrimas no hacían su aparición.
Pudo escuchar los pasos de sus compañeros tras ella, pero sus ganas de conversar no existían en aquel momento, sólo quería saber la respuesta a sus problemas, quería solucionar todo. Sintió a Chase tomarla del brazo, y se detuvo, vio como todos pasaron junto a ellos, dejándolos atrás a ambos.
—Todo va a estar bien, Sav —la consoló, antes de abrazarla, pero ella se separó al instante.
— ¿Bien? ¿Te parece que estamos bien, Chase? —Cuestionó ella con ironía, sentía la rabia recorrerla y salir con cada una de sus palabras—. Acabamos de empezar la universidad, tu banda acaba de iniciar su carrera, ¿crees que estamos en condiciones de tener un bebé, sinceramente? —El de ojos azules no dijo nada, en el fondo sabía que la muchacha tenía razón—. Quizá tú no le veas importancia, pero para mí, no hay nada bien.
—Lo vamos a resolver.
—Tengo mucho que pensar —respondió ella antes de seguir su camino.
—Tenemos. No es sólo tu hijo —musitó él, antes de seguirla en silencio, no había mucho que decir.
***
Los murmullos entre ellos no de detuvieron, Chase y Savannah no eran participes de estos, aunque sabían que el tema principal era el reciente embarazo de la castaña. Arthur no tardó en abrazarla en el trayecto, en un intento por calmar la angustia ajena. Cuando estuvieron en la institución, no dudaron en ir a la habitación de las chicas, donde continuaban las posibles soluciones.
La tensión y el miedo estaban presentes en la habitación. Todos eran conscientes de las reglas que habían roto, y sabían que los expulsarían. Organizar una fiesta fuera de la universidad. Dormir fuera de la institución. Tener y encubrir un embarazo.
Savannah no pudo contener mucho más las lágrimas, estas corrían por sus mejillas a causa de la frustración, la duda, el miedo. Lloraba en silencio, pero aquello no pasó desapercibido para Lilly.
—Vamos a encontrar una solución, Sav. Tranquila —la consoló mientras la abrazaba, sin ver diferencias en la más baja.
—Nos van a expulsar a todos —musitó Tom, pasándose las manos por la nuca—. A menos que abortes.
Tras ese comentario, se ganó la mala mirada de todos y uno que otro empujón por parte de sus compañeros.
—Cállate, Tom. Esa no es la solución —discutió la pelirroja, negando con su cabeza.
Savannah lo pensó varios segundos antes de negar con su cabeza, a pesar de todo no mataría a un bebé, un humano sin culpas de nada.
—Con permiso, iré a recoger mis cosas para cuando nos expulsen —habló Tom nuevamente.
— ¿Cuál es tu problema? —cuestionó Chase, quien se había levantado para encarar al menor, lo estaba hartando.
— ¡Basta! —Exclamó Savannah, a quien se le había agotado la paciencia—. No están ayudándome y si no lo harán, mejor no estorben con sus peleas ridículas.
Unos segundos después era ella quien salía de la habitación a toda prisa, no tenía ganas de hablar, mucho menos de escuchar discusiones a causa del embarazo. Cuando dio con un lugar tranquilo en el campus, se sentó a pensar en silencio, disfrutando de la brisa que lograba calmarla al menos un poco. Aquello no duró, vio a Chase aproximarse a ella.
—Oye... Lo siento por lo de allá adentro —se disculpó él, a la vez que se sentaba a su lado—. Tiene que verte un especialista —murmuró con toda la calma que pudo, mirándola en espera de una respuesta.
—Tengo que pensar que haré con el bebé —fue lo único que ella dijo.
Arthur se acercaba a ellos, siendo la salvación de Savannah sobre el tema, aunque no del todo.
— ¿Nos das un minuto, Chase? —cuestionó el rubio cuando estuvo frente a ellos.
—Claro —asintió el aludido, antes de levantarse e irse.
— ¿Me cuentas que ha pasado el día de la fiesta? Creí que no se hablaban, estoy algo confundido —expresó Arthur, tomando el lugar de Chase junto a la muchacha.
Savannah le habló de todo, de la discusión, de cada sentimiento. Le habló de cada pequeño coqueteo en la fiesta, y como fueron a parar a la universidad a medianoche. Arthur sólo asentía mientras escuchaba, no pensaba juzgarla, tras aquello, decidió que no necesitaba complicarla más. Pasaron unas horas entre bromas, que a ella le subieron el ánimo.
***
Tom estaba hecho una furia cuando entró a su habitación con un portazo, lo primero que hizo fue golpear con fuerza la pared a su lado, liberando un quejido de frustración. ¿Estaba embarazada, por eso le había pedido dejar todo así? Se tiró del cabello, sin saber qué hacer. Jodido Chase, jodida Savannah.
Se sentó en su cama, sosteniendo su cara entre ambas manos mientras recordaba el momento en el que Sav decidió terminar con todo.
***
Sólo tres días habían pasado desde la fiesta de Savannah, ella le había pedido reunirse para hablar, no sabía que sucedía pero presentía que no era nada bueno.
Le sonrió cuando se acercó a ella en el campus, la sonrisa de ella fue mucho más leve, ambos se sentaron en el césped, él frunció el ceño ante el silencio.
— ¿Qué pasa, Sav?
—Tom, eres un chico genial, me encanta pasar tiempo contigo... —él ya sabía lo que venía, suspiró mientras se preparaba mentalmente—, pero aún tengo sentimientos por Chase, no creo que sea justo para ti que yo...
—Lo sé, lo entiendo..., está bien —la interrumpió antes de acercarse, le dejo un beso en la frente antes de volver a caminar a su habitación.
***
Maldijo en voz baja un par de veces más antes de acostarse, cubrió sus ojos con su antebrazo, sólo le quedaba aceptarlo.