Luego de tomar una ducha corta, se vistió con la ropa deportiva que solía utilizar; camiseta blanca sin mangas, sudadera roja, shorts negros, zapatillas del mismo color y una gorra cualquiera que le protegiera del sol, prosiguió a arreglar una mochila pequeña con lo justo y necesario, finalmente salió de su casa despidiéndose de su madre, y prometiéndole que tendría cuidado de ver por donde iba, pese a que ya tenía sus diecisiete años cumplidos, la mujer le seguía protegiendo de sobremanera, pues sabía cuan despistado podía llegar a ser.
Como todas las mañanas de sábado, a paso lento, el rubio salía trotando en dirección al parque más cercano, con sus audífonos puestos y celular en mano, esta vez corriendo al ritmo de "View" de SHINee, uno de sus grupos musicales favoritos, que casi siempre le solían acompañar en sus travesías matutinas.
Todo esto ya se había vuelto una rutina para él, disfrutaba de la sensación del viento chocando contra su rostro, las verdes vistas que le otorgan la naturaleza y lo tranquilo que era su barrio en aquellas horas. En los meses que llevaba haciendo aquello, había encontrado varios senderos por los cuales ir, todos tenían su propio encanto, pero sin duda, su favorito era aquel que pasaba junto a un lago de cristalinas aguas, con muchos sauces que daban una buena sombra a su alrededor, generalmente ahí es donde se detenía a descansar, tomar un poco de agua y quitar el sudor de su frente, sin embargo, esta vez había sentido que sus piernas le daban para más, por lo que continúo con su trote. Se detuvo por fin cuando llegó a una gran pista de cemento que tenía el parque, donde ya se veían adolescentes y niños jugar, ya fuera con bicicletas, patines o skateboards.
Se sentó en una banca cercana para descansar, tratando de apaciguar su agitada respiración. Sacó la botella con agua de su mochila y bebió cuanto pudo, acompañando aquel líquido con unas cuantas barras de cereal de fruta que compensaban el desayuno que no había acabado de comer. Comenzó a observar sus alrededores sin mucho que hacer, no quería perturbar aquel ambiente enfrascandose en su celular, quería disfrutar al máximo el exterior. A esas horas transitaban algunas parejas, o personas que trabajan incluso en sus fines de semana, posó su mirada en los niños que felices jugueteaban con sus padres, recordando con nostalgia su agradable infancia en Canadá, donde dejó a varios de sus primeros amigos.
Entre tantas risas y parloteos, algo más logró captar su atención, hipidos y gimoteos lastimeros que parecían provenir de uno de los menores, paseó una vez más su mirada por el extenso lugar, intentando ubicar el provenir del llanto, y así lo hizo unos segundos más tarde, cuando vio unos negros cabellos asomarse ligeramente de un arbusto, supuso que sería un niño, quizá estaba perdido. Se acercó hasta él sin saber muy bien porqué, quizá sintiendo lástima de aquel angelito que era ignorado por los demás.
—Hey...- Llamó. Con suavidad y cuidado de no asustarle, apoyó una de sus manos en los pequeños hombros del niño, que ocultaba su lloroso rostro entre sus piernas recogidas, tembló ligeramente ante el repentino tacto.
Mark sintió su corazón encogerse cuando el menor alzó su rostro cubierto de lágrimas, tenía la nariz colorada, y ni hablar del polvo que manchaba sus mejillas. En circunstancias diferentes, podría asegurar que era adorable.
—¿Qué te sucedió, pequeño?- El pelinegro le observó unos instantes con desconfianza, sus padres le habían dicho infinidades veces que no hablase con desconocidos pues era peligroso, pero aquel chico que estaba frente a él no parecía malo, ni mucho menos traer malas intenciones, es más, en sus ojos podía ver preocupación, cosa que terminó de convencerlo.
Sorbió su nariz limpiado con la manga de su suéter su rostro —M-me... me caí d-de mi patineta...- Apuntó débilmente hacia un lado, donde a unos metros se podía ver claramente el objeto volteado. La tierna vocecita del menor desconcentró al rubio por unos momentos, ese niño parecía derrochar azúcar por todos lados —Con la caída raspé mis rodillas... y duele mucho...- Se quejó. Quitó sus brazos de donde antes había estado apoyado, dejando ver dos heridas sangrantes y cubiertas de tierra. Para desgracia del menor llevaba shorts, que cubrían hasta un poco más arriba de la zona afectada, obviamente sus rodillas no iban a salir ilesas.
Una mueca de horror se instaló en el rostro del mayor, podía entender porqué el niño lloraba —¿Me dirías tu nombre?
Hubo un poco de duda en el pequeño, pero enseguida asintió —Ji-Jisung... señor...- Dudó, no sabiendo como dirigirse al mayor.
—Muy bien Jisung, yo soy Mark y te ayudaré, pero necesitaré de tu cooperación y que confíes en mí, no quiero hacerte daño ¿si?
—Sí... hyung- Sonrió al escuchar el sufijo.
—Tengo cosas aquí que me servirán...- Habló para si mismo, comenzando a buscar en su mochila vendas, el alcohol y el paquete de toallitas húmedas que siempre traía consigo, ya que, que digamos, él tampoco estaba a salvo de caídas cuando salía a correr, ni de las plantas espinosas que había encontrado en lo que buscaba nuevas rutas. Desde que llegó a su casa herido, su madre prácticamente le había obligado a llevarlas.
Jisung abrió los ojos aterrado cuando vio aquellos objetos —Mark-hyung... ¿Me va a doler?- Preguntó en un hilo de voz.
—No te voy a mentir, quizá duela un poco, pero es preferible desinfectar la herida, si quieres puedes sostenerte de mí ¿bien?
—Bien- Afirmó regalandole una pequeña sonrisa.
—Primero limpiare la tierra y la sangre. Estira las piernas y no te muevas mucho...- Al instante el niño obedeció, aferrándose a la espalda del mayor cuando sintió el helado toque de la toallita húmeda pasearse con suavidad por su herida, el ardor no tardó en llegar, solo pudo apretar su ojos con fuerza, intentando no derramar más lágrimas, no quería que su nuevo hyung le viera como un debilucho.
Pudo respirar ya menos tenso cuando el mayor terminó de limpiar la otra pierna, preparándose nuevamente esta vez para soportar el alcohol.
—Solo rociaré un poco en ambos raspones, así que sigue aguantando así, eres muy valiente Jisung- Felicitó. El nombrado se alegró por ello, soltando una risita en el acto. Que se esfumó de inmediato cuando el alcohol hizo contacto con la carne expuesta.
Soltó un pequeño gritito de dolor, tensando su cuerpo y encogiendo la pierna que ya había sido rociada, lo mismo pasó con la que seguía. Finalmente, Mark rodeó la zona con el trozo blanco de tela, acabando con el sufrimiento de menor.
—Ya está, ¿se siente mejor?- El pelinegro estiró y dobló las piernas repetidas veces.
—Sip~ ¡Muchas gracias hyung!- Sin pensárselo mucho, se lanzó al cuello del mayor abrazándole, se sintió cálido cuando los grandes brazos le rodearon.
—¿Por qué fue que te caíste, Ji? ¿te tropezaste?
Frunció sus labios en un adorable puchero, que hizo estremecer el corazón de Mark —No... la patineta fue un regalo por mi cumpleaños número catorce, y hoy había salido para probarla, pero como ve... terminó mal, perdí el balance y acabé en en el cemento, luego me arrastré hasta aquí, estuve un buen rato, hasta que usted llegó.
—¿Cómo?- Preguntó con incredulidad — ¿nadie te ayudó antes? ¿qué hay de tus padres?
—Nop, fuiste el primero, estaba esperando a que el ardor se pasara un poco- Río —Y respecto a lo de mis padres... tengo catorce... creo que ya estoy grande como para salir solo- habló con orgullo.
—¿Oh sí? pues éste niño grande de catorce se ha caído ¿no? Además... se podría decir que pareces menor...
—¡Estoy en crecimiento! ¡usted es muy cruel, hyung!- Ofendido sacó su lengua, Mark soltó una carcajada que provocó un nuevo puchero en los labios del chico.
Tuvo una gran idea para animar al niño cuando vio pasar un carrito de golosinas cerca de donde estaban.
—Jisung, ¿te parece si comemos algunos dulces?- Ofreció.
—¡Algodón de azúcar! ¡es mi preferido!- Chilló con euforia. El rubio estaba seguro de que los ojos cafés del menor se habían iluminado por un momento, y que brillitos habían aparecido a su alrededor.
—Claro, lo que tú quieras, pero primero nos iremos a sentar a la banca- Miró en dirección al lugar donde antes se había sentado, al parecer, seguía sin ser ocupado.
Asintiendo contestó —¡Entendido Mark-hyung~!- Rápidamente intentó levantarse, con prisa por la emoción, lamentablemente una punzada en su rodilla izquierda le detuvo, soltando un agudo quejido de dolor volvió a caer, pero antes de siquiera tocar el suelo, fue atrapado por los brazos del contrario. Emitió un respingo de sorpresa.
—Uff...- Suspiró de alivio —¿Estás bien?- El niño aún estaba inmóvil sobre su regazo.
—S-Si...- Salió de su mini-shock —Aunque, no creo que pueda levantarme aún...- Bufó molesto por aquello.
—Puedo cargarte...- Sugirió, y sin dejarle siquiera responder, lo alzó en sus brazos —Vamos princesa- Bromeó con diversión. Al menor no le hizo ninguna gracia, volvió a bufar e infló sus mejillas —¿De qué color quieres tu algodón?- Preguntó una vez que ya había dejado a Jisung en la banca.
Olvidando lo anterior, sonrió —¡Celeste, me encanta el celeste! no, ¡mejor rosa! También me gusta ese... ¿o quizá... ?- Sujetó su mentón dando a entender que pensaba —Aish...- Suspiró frustrado tirando de sus cabellos.
—Mmm... ¿y si compro los dos?
Vio directamente los ojos del mayor —¿En serio haría eso? No quiero ser una molestia... ya ha hecho mucho por mí...
—No lo eres, y no te preocupes, si lo digo, es porque puedo pagarlos- Metió su mano en un pequeño bolsillo lateral de la mochila, sacando el dinero que traía —¿Ves? con esto será más que suficiente- Aseguró.
—¡Eres el mejor hyuuuung~!
—Me halagas Ji- Revolvió los negros cabellos del menor —Vuelvo enseguida, no te muevas de aquí- Rió tirando de una de sus mejillas.
—Retiro lo dicho- Cruzó sus brazos por sobre su pecho.
Poco tardó el rubio en volver, llevando consigo tres algodones de diferentes colores, un tercero verde para él, si bien no era muy fanático del azúcar, algo dulce de vez en cuando no le haría mal.
Luego de agradecer, el menor comenzó a comer de su dulce con ganas, sin exagerar, hundiendo su rostro en el pegajoso algodón.
—¿Por qué no quitas el algodón con tus manos?- Preguntó el mayor, viendo curiosamente la manera de comer del otro chico, su cara estaba pegajosa por el azúcar que se deshacía.
—Es más divertido así- Jisung dejó ver su nariz que tenía pequeños trozos de dulce adheridos.
—No entiendo como puede ser tan fácil ensuciarse para los niños- Sacó una toallita y la pasó con lentitud por el rostro del oji-café, limpiado con suavidad la nariz, mejillas, y boca.
—Hyung... no soy tan pequeño como para que haga eso...- Desvió su avergonzada mirada, acompañada de un leve sonrojo.
—Si tú lo dices...- Empezó a comer de su algodón quitandolo con la mano de a poco, al mismo tiempo, intentando no reír por la manera de comer del otro, que había decidido que era más entretenido comer de los dos dulces al mismo tiempo —"Genial, doble manera de ensuciarse- Pensó con ironía.
Jisung observó a Mark por unos momentos, ladeando su cabecita —Hyung...- Habló. Mark centró su atención en él —Le he estado llamando así, pero... aún no sé cuantos años tiene... ¿me diría?
—Diecisiete, así que sigues siendo mi dongsaeng- Le sonrió.
—Woah, ¿Entonces va a la universidad? ¡Debe de ser genial!- Exclamó con su boca llena.
—En realidad me estoy preparando para ir este año, pero no creo que sea genial como dices, más bien, es un poco ajetreado- Finalizó encogiéndose de hombros.
Jisung se quedó viendo un punto fijo en el suelo. Mark se extrañó y le picó una mejilla —Hyung ahora me ha quitado las ganas de crecer- Hizo un puchero y el rubio no pudo contener una carcajada, abrazando al pequeño por los hombros.
—Tranquilo, no es que sea malo crecer, porque... ya sabes, hay algunas... ventajas- Titubeó.
—Uhm, ¿En serio? no parece muy convencido hyun.
—Hhm- Se encogió de hombros, mejor sería desviar el tema —¿Cómo está tu algod...? espera, ¿y tu algodón?
—Pues... ah... me los comí...- Jugueteó con sus manos en su regazo.
Vio su algodón, que aún no había sido terminado —¿Quieres el mío?
—¡Siii!
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—Hyung, muchas gracias por haberme ayudado.
Luego de que Jisung acabase rápidamente con el otro algodón, se habían quedado charlando un rato. Ji habló de la secundaria a la cual asistía, y de sus amigos, Mark le había mencionado que venía de Cánada, y el pelinegro, emocionado insistió con saber más de aquel país que le era casi desconocido, penosamente, el tiempo pasaba rápido, y Ji debía volver con su familia para el almuerzo, al igual que el mayor, que tuvo que cargar con el peso del niño y su patineta la mitad del camino.
—Y bueno, también por los algodones de azúcar y demás... —Me divertí mucho hoy, y espero podamos vernos alguna otra vez- Sonrió ampliamente.
—Por mi encantado, puedo invitarte cuantos dulces quieras- Guiñó un ojo, y el más bajo sintió su corazón acelerarse sin saber muy bien el por qué.
Se puso en puntitas cuidando el no caer otra vez, y con timidez, besó la mejillla del rubio, apresurándose por entrar a su casa, claro, no sin antes despedirse con un; "Le quiero hyung, nos vemos".
Mark quedó estático en su lugar, tocando con su palma por donde los suaves labios de Jisung habían pasado.
¿Por qué su corazón había comenzado a latir de aquella manera?
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Espero les haya gustado sta kosa. <3
Ni yo sé de donde salió la idea;; Pero tenía que sacarla de mi cabeza.
Jisung cumplió ya sus 15 años🎈🎉 Un paso más hacia la legalidad.😂
Recuerden seguir apoyándolos en su próximo y ya muy cercano Comeback💖👌
Gracias por leer~ disculpen errores.💞
Bye-bye~♡