RETROSPIRAL © (Terminada) ( #...

By rosalinagmoya

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*Ganadora de los Wattys 2018 en la categoría "Los Héroes"* Por accidente, Zaid descubre una espiral que lo tr... More

*
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20 | Cristal
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42 (borrador)
Epílogo
¡Aviso!
Agradecimientos
¡Wattys 2018!
¡Wattys 2018! [-Parte 2-]
¡Premios PGP2021!

Capítulo 4

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By rosalinagmoya

Francisco no podía creerlo. Zaid había tocado esa cosa, hubo una luz muy potente y así, sin más, se había ido hacia adelante, no como si se hubiera arrojado, sino como si algo lo hubiera succionado desde el otro lado; se había ido con una velocidad impresionante, como si esa cosa hubiese sido una aspiradora gigante.

—¡Zaid! —Había gritado con fuerza su nombre, pero el eco le devolvió el sonido.

Se llevó ambas manos a la boca y luego tiró de su cabello hacia atrás y sin importarle el miedo que había tenido al principio, trepó la verja como había hecho su amigo y llegó hasta la puerta de la casa. Pero además de un extraño frío gélido impropio de la estación, no había ni rastro de él. «Esto no está pasando... no está pasando, no está pasando», pensaba con insistencia Francisco.

—¡Zaid! —Gritó de nuevo con todas sus fuerzas, pero nadie respondió. Su corazón latía desbocado contra su pecho.

¿Qué diablos era eso? ¿Cómo traer de vuelta a su amigo, si él mismo desconocía qué carajos era esa luz azul? ¿Era algo paranormal... algún fantasma o... un demonio? Pensar en eso, le erizó los vellos del cuerpo. ¿Qué haría ahora? Para comenzar, no estaba seguro de si alguien iba a creerle lo que había pasado. La primera persona que vino a su mente para pedir ayuda fue Sanja. No, primero intentaría llamarle a su mejor amigo a su celular y ver qué pasaba. Quizás fuese capaz de responderle en dondequiera que estuviese.

Con manos temblorosas, se llevó la mano derecha a la bolsa delantera de su pantalón y sacó el celular. Lo desbloqueó y marcó de memoria el número de Zaid.

«El número que usted marcó está fuera del área de servicio, favor de intentar más tarde», dijo la voz de la operadora automática. Volvió a intentarlo, escuchando el agitado pulso en los oídos.

«El número que usted marcó...» Francisco colgó y volvió a intentarlo con la misma respuesta.

—¡Carajo! —dijo entre dientes—. Si tan sólo me hubiera escuchado, ¡Zaid idiota! —Comenzó a sollozar— ¿Qué carajos voy a hacer ahora?

Al muchacho le temblaba el labio inferior. Luchaba con todas sus fuerzas para mantenerse con algo de calma, pero era muy difícil controlar sus emociones en ese momento. Cuando sus padres peleaban mientras él era un niño, en lugar de llorar, se hacía un ovillo en la cama y se chupaba el dedo pulgar hasta que se quedaba dormido. Su inconsciente deseaba hacer eso; era Zaid el valiente, era su amigo quien afrontaba todas las cosas por él. Pero ahora necesitaba reunir todo el valor del que fuera capaz y resolver esto como fuera para hacerlo volver... o aparecer.

Sabía que era poco probable que su novia le creyese, pero aun así decidió intentarlo.

En la lista de contactos, fue al nombre de Sanja y dudó un poco, pero al final presionó la pantalla sobre su nombre. Al tercer tono respondió.

«¡Hola, guapo! ¿ya me extrañas?», dijo ella del otro lado de la línea, con esa voz cantarina que la caracterizaba.

—Hola, linda... Mmm —dudó. ¿Cómo iba a decírselo?—... Nena, tengo un problema... —Ella pareció notar su angustia.

«¿Que pasó, estás bien?» preguntó alarmada.

Francisco no quería preocuparla en vano, pero sabía que necesitaba una cabeza fría que lo ayudara a pensar.

—¿Podrías venir a verme? Es algo urgente —anunció.

«Claro, voy para tu depa», respondió ella con sentido de urgencia.

—Sí... ¡No! No estoy ahí, estoy... en la casa vieja que está cerca de mi departamento.

«¿La que está abandonada

—Sí.

«¿Francisco, por qué estás ahí?»

—Te cuento cuando llegues. Nena, necesito que vengas lo más rápido que puedas —y sin saber muy bien por qué, añadió:—. Trae tu cámara.

🌀🌀🌀🌀🌀

Cuando la chica recibió su llamada, supo que algo andaba mal. La voz de Francisco siempre era juguetona y despreocupada, pero ese día sonaba muy tenso y... agobiado. Ella imaginó cosas terribles, como que algún conocido había muerto o que se había metido en problemas con la ley, hasta pensó que había tenido un accidente... Luego, él le había pedido que llevase su cámara a esa casa vieja y las cosas dejaron de tener sentido para ella. Nada de lo que imaginaba incluía esa casona horrible a la que Francisco le tenía miedo —no es que él se lo haya dicho antes, pero la forma en que su novio cambiaba de acera al pasar por esa casa se lo corroboraba—.

Había tomado su cámara, las llaves de su coche y algo de dinero antes de salir de casa. Mientras conducía, le dio mil vueltas al asunto hasta que, al final, concluyó que Francisco podría estar asustado por algo que había creído ver, como un fantasma o algo por el estilo. Ella no creía en esas cosas, así que aunque acudió rápido a verlo, no estaba preocupada y mucho menos asustada. Estaba decidida a tranquilizarlo y llevarlo a su casa.

Al llegar, su novio estaba dentro de la propiedad abandonada, sentado a los pies de ese sauce. Ella lo había llamado por su nombre y él, al verla, se levantó apresuradamente para acercarse a ella. Sanja lo vio a través de los barrotes de la verja, mientras lo escuchaba balbucear muchas cosas incoherentes. Entre sus balbuceos, logró captar «Zaid»... «¿Qué voy a hacer?», «se fue», entre tantas otras palabras a las que ella no les encontraba ningún sentido. La voz de Francisco se quebraba al hablar.

—¿Qué? —preguntó Sanja totalmente desesperada, mientras miraba que él se mordía las uñas de modo casi inconsciente.

Al ver que Francisco no respondía a su pregunta, Sanja comenzó a trepar con cierta dificultad la verja, no sin antes mirar a todas partes para asegurarse que nadie los veía invadiendo propiedad privada. El muchacho le había ayudado a bajar y en cuanto ella puso sus pies sobre el suelo, él le echó los brazos al cuello buscando consuelo. Sanja se deshizo del abrazo suavemente y tomó el rostro de su novio entre sus manos blancas como el papel.

—Mírame —le impuso.

Francisco llevó sus ojos cafés hasta los grises de la muchacha, no tuvo que agacharse para observarla, ella y él eran casi de la misma estatura.

—Francisco, cálmate —continuó ella con voz segura y firme—, necesito que me digas qué le pasó a Zaid. Comienza desde el principio y sin ponerte histérico.

De alguna manera, Francisco pudo calmarse un poco, aunque tenía los ojos llenos de lágrimas. Ella percibía su angustia, pero insistió.

—¿Qué ocurrió?

El aludido suspiró.

—Zaid y yo pasábamos por aquí y... —sollozó como un niño pequeño— vimos algo muy raro ahí —con su dedo señaló hacia donde estaba el árbol—. Zaid se cruzó de este lado para ver mejor qué era y... —sorbió por la nariz e hizo un puchero— él... desapareció.

No esperaba que su novio le diera una explicación como esa. Si ella había decidido estar tranquila, ahora ya no lo estaba tanto.

—¿Cómo que desapareció? ¿Quién se lo llevó? Francisco... ¿ustedes andan en malos rollos? Dime la verdad.

El chico la miró como si no entendiera nada. Luego, sacudió la cabeza.

—No, no, no —su voz empezó a elevarse— Nada de malos rollos, sabes que no... pero esa cosa, Sanja... la luz azul... Se lo tragó. ¡Se tragó a mi amigo!

—Francisco —dijo con la voz tan firme como pudo—. No esperas que crea algo así, ¿verdad?

El chico no respondió. Apretó los dientes con impotencia y le sujetó con fuerza la mano —sin hacerle daño—, arrastrándola a donde, según él, había pasado todo. Ella nunca lo había visto así, estaba desesperado, algo... feroz. Su instinto le decía que su novio no mentía, pero su mente le hacía ver que esa conversación no tenía sentido.

—Esa luz estaba aquí, tienes que creerme, Sanja. Era una luz azul. ¡Estaba justo aquí! —con ambas manos dibujó en el aire un círculo grande— Tienes que creerme, tienes que creerme —suplicó, mirándola a los ojos.

—Te creo, amor, pero no te entiendo. Dices que había una luz aquí, que era azul y que se tragó a Zaid.

Él asintió con la cabeza.

Okay —continuó ella—, pero ¿cómo una luz va a tragarse a tu amigo? —Ella estaba intentando entenderlo, de verdad que sí, pero las palabras de él eran tan... increíbles, que aún dudaba si él y Zaid le estaban gastando una broma de muy mal gusto.

—¡Se lo tragó! ¡Igual que las aspiradoras cuando se llevan las migajas de pan que hay en el suelo!—él hablaba gritando, estaba visiblemente desesperado.

—Francisco, te juro que si estás bromeando yo te...

—¡¿Bromeando?! —explotó el muchacho, interrumpiéndola— ¡¿Cuándo te he hecho una broma pesada?! ¡Jamás bromearía con la desaparición de mi mejor amigo, Sanja, nunca, jamás haría algo como eso!

Ambos guardaron silencio. El chico, cansado, le dio la espalda y, sin importarle el polvo y suciedad que había sobre el suelo de las escaleras de la entrada, se sentó ahí. Llevó sus manos al rostro y se cubrió con ellas. Sanja, aun incrédula, se acercó a su novio y, aún de pie, le acarició los cabellos castaños y revueltos. Ciertamente, la historia de Francisco no tenía sentido, pero ella decidía creerle. Hasta ese momento, él siempre había sido honesto con ella y su padre le había enseñado una regla muy importante: «Nunca desconfíes de alguien hasta que esa persona te dé los motivos para hacerlo». Lo único que sí sabía con certeza es que el baterista había desaparecido, o Francisco no se encontraría en ese estado. Quizás él no había visto bien qué le pasó a Zaid, tal vez creyó ver algo que en realidad no ocurrió y sucedió de otra forma, pero no iba a dejarlo solo en esto.

—De acuerdo, amor... Lo siento. Es increíble, pero te creo —bajó la voz para hacer que él se calmara.

El chico alzó los ojos hacia ella. Sanja vio su agradecimiento en ellos. Francisco se levantó y la abrazó con fuerza, susurrándole las gracias al oído.

—Intento convencerme a mí mismo de que esto no está pasando, pero nada cambia —Francisco deshizo su abrazo, pero no se alejó de ella—. Zaid sigue desaparecido y yo, más desesperado. Ya le llamé a su celular un millón de veces y ni siquiera entra la llamada. Estoy muerto de miedo, no sé qué hacer.

—Creo que debemos ir con la policía —sugirió ella.

Francisco la miró como si ella le estuviera diciendo algo en croata.

—¿Y qué carajos les voy a decir? ¿Que unos aliens se robaron a mi mejor amigo? Y, de hecho, creo que es más creíble decir que unos aliens bajaron a llevarse secuestrado a mi amigo, que lo que realmente pasó, al menos la gente conoce a los aliens en las películas. Esto es algo inexplicable, ¿sabes qué harán conmigo si voy a contar esto a un policía? ¡Me van a llevar a un manicomio, eso van a hacer! Tú difícilmente me crees, si es que me crees. La policía jamás va a tomar mi declaración como algo real, por eso te llamé a ti. Necesito saber qué hacer, necesito... que mi hermano vuelva.

Sanja le echó los brazos al cuello para consolarlo en silencio. Él le devolvió el gesto. Después de unos momentos, ella lo apartó con suavidad para verlo a los ojos.

—No se me ocurre qué podría haberle pasado a Zaid, amor, pero te voy a ayudar a resolver esto para traerlo de vuelta, te lo prometo.

Sanja se escuchó a sí misma diciendo esto, aunque rezó para que el corazón de Francisco no se rompiera si ella no podía cumplirle lo que acababa de prometer.

🌀🌀🌀🌀🌀

—¿Para qué me pediste que trajera mi cámara? —Preguntó Sanja a Francisco, quien estaba observando el lugar en el que había desaparecido Zaid. El muchacho la miró, un poco distraído. Ella comprendió y agitó el maletín de la cámara para que él lo viera.

—Ah, la cámara... Pensé que quizás podíamos tomarle fotos a esta parte de la casa —hizo señas con las manos refiriéndose al sitio en el que el resplandor azul había estado antes— tal y como está, para tener una referencia. No sé... quizás sea estúpido.

—No, no, no —se apresuró a negar ella, mientras sacaba la cámara de su estuche—, creo que es buena idea. Podemos analizar detenidamente las cosas, incluso nos pueden servir como pruebas en un futuro. Tuviste una gran idea.

Sanja tenía la cámara entre sus manos y comenzó a tomar fotografías. La luz del flash lo iluminaba todo por un segundo, pero los dejaba aún más sumidos en la oscuridad que antes. Cuando Sanja decidió que había tomado suficientes fotografías, le sugirió a Francisco que fueran a su departamento a trazar un plan. Recogieron sus cosas y, cuando se cercioraron de que no hubiese gente pasando por la acera, el muchacho ayudó a la fotógrafa a trepar la verja y luego él la siguió. Subieron al auto de prisa y se pusieron en marcha.

Habían cuidado muy bien que nadie los viera en la calle, pero jamás se percataron de ese par de ojos que lo miraban todo detrás de una ventana del edificio de en frente.

🌀🌀🌀🌀🌀

N/A: ¡Gracias de nuevo por estar aquí! Mi corazón se alegra cada vez que algún conocido me dice que leerá esta historia, y cuando desconocidos leen, me siento aún más emocionada porque sé que mi historia está yendo aun más lejos. Gracias por el apoyo, por el amor, los votos y comentarios, todo esto es increíble, ¡mi sueño hecho realidad!
🌀Quiero dedicar este capítulo a mi nueva lectora AbrilVillegas8, quien me ha dicho que es fan de mi historia y comenta todo lo que puede. ¡Gracias por el apoyo, Abril! Te quiero mucho ♥️
(Si quieres que te dedique un capítulo, comenta tu nombre aquí) 😄
🌀¡Buenas noticias! El Capítulo 5 es muy, muy corto, de modo que hoy lo subiré también, para que estén pendientes.
⭐️Recuerda: si te gustó el capítulo, ponle estrellita y también que todos sus comentarios los leo, ¡son muy importantes para mí!
De nueva cuenta, gracias, ¡los espero en el capítulo 5!

—RosalinaG⭐️♥️

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