La mamá de mi mejor amiga - C...

By xArdepapix

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¿Por qué nos enamoramos siempre de la persona menos correcta? Lauren Jauregui, una adolescente de 18 años des... More

Prólogo
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Epílogo
Another one

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By xArdepapix

Lauren POV

Ser oncóloga es complicado... puede ser una de las mejores experiencias de tu vida o una de las más terroríficas y traumantes experiencias que jamás te hayan pasado.

Por una parte está la satisfacción, alegría y orgullo que viene cuando logras curar el cáncer de una persona. Sus vidas cambian por completo al igual que la tuya. Es inexplicable la explosión de alegría que es darle tan gratificante noticia a mis pacientes. Es lo mejor de mi trabajo. Sus rostros se iluminan y esperas que continúen siendo felices en lo que les resta de vida, que prosperen y cumplan sus metas que antes se veían limitadas por el tan horrible cáncer.

Pero por otro lado, está lo oscuro. Esa parte de mi trabajo que odio, esa en la que tengo que decirle a uno de mis pacientes y a su familia completa que el cáncer es irreversible e inevitablemente van a morir en un par de años, meses, semanas o en el peor de los casos en tan solo días porque yo no fui capaz de detener el avance de la enfermedad o cualquier otra variable. Me parte el alma ver cómo cualquier rastro de esperanza en sus corazones es aplastada por mis palabras que intentan ser lo más suave posibles pero que de igual forma son duras como el mármol para ellos. Esa es la peor parte de mi trabajo... tener que dar las malas noticias.

Apenas llevaba 3 meses de haber terminado mi carrera y comencé a ejercer de inmediato en un hospital de Miami. Llevaba pocos casos porque era primeriza pero esa era exactamente la razón de por qué todo esto era tan difícil para mí aún. No estaba acostumbrada a lo difícil que eran las cosas en el mundo real, en donde las personas morían de cáncer y sus familias sufrían.

Esperaba que con el tiempo dar las malas noticias no fuera tan difícil como lo era ahora. Esperaba acostumbrarme a ello y a ser más fuerte. En mis clases de sicología en la universidad me advirtieron sobre esto, sobre el lazo sentimental que yo podía crear con mis pacientes, que era mejor no tener mucho apego con ellos con tal de protegerme a mi misma, pero es que era inevitable no sentirse conmovido con las historias de todos ellos y yo siempre intentaba hacer lo mejor a pesar de lo difícil que fuera la situación, me gustaba saber de sus vidas y como llevaban todo el asunto, estaba haciendo todo lo que me recomendaron no hacer en la universidad... y me estaba arrepintiendo de ser tan sensible, porque ya llevaba semanas sin dormir por la pena que invadía mi corazón y las lágrimas que no paraban de salir.

No entendía cómo es que existía tanto sufrimiento en este mundo y cómo es que un dolor de cabeza o un dolor de estómago sencillo podían convertirse en una de las peores enfermedades del mundo, el cáncer, y que tu vida diera un drástico giro.

Es por eso que quise ser oncóloga, porque sé lo desgraciada que es esta enfermedad y me fascina la idea de que si hago bien mi trabajo, pueda devolverle la salud a una persona y que así puedan continuar con su vida sin los límites de una enfermedad.

Ahora ya tenía dinero de sobra y fui capaz de comprar mi propia casa con la ayuda de mis hermanos que ahora vivían conmigo. No soportaban más vivir con nuestros padres por lo que apenas pude, los saqué de ahí y los traje conmigo a esta nueva casa. Ellos también trabajaban por lo que entre todos manteníamos nuestro hogar.

Ellos por supuesto intentaban consolarme todo lo que podían cuando llegaba triste luego de una jornada laboral, pero era en vano. Siempre llegaba agotada del trabajo, tanto física como mentalmente.

La última semana había sido la más pesada. A mis manos había llegado un niño de tan solo 16 años que buscaba una segunda oportunidad porque su tratamiento anterior no dio frutos. Le realicé exámenes y hable con él para que se sintiera cómodo. Le gustaban las historietas y leer libros de ciencia ficción, además de jugar fútbol, actividad que debió dejar debido a un tumor cancerígeno que apareció en su estómago cuando tenía a penas 14 años.

El cáncer de estómago es uno de los peores por ser el más doloroso y no me podía imaginar por lo que debía estar pasando y por lo que pasó durante estos dos años. Su historial era bastante complicado. Los intentos por extirpar o parar el crecimiento del cáncer habían sido en vano y yo no tenía muchas opciones pero quería intentarlo aunque las posibilidades fueran pocas. Era un chico adorable que tenía mucho por vivir. No quería que se fuera...

Le realicé millones de exámenes, ecografias y radiografías pero... no había caso. El cáncer ya estaba muy avanzado y había llegado a su cerebro y corazón. No podía hacer nada y solo me quedaba prolongar su vida con medicamentos y mitigar su dolor con otros, no podía hacer más que eso. Aún no me explicaba cómo es que a tan corta edad, fuera víctima de un cáncer tan agresivo como el que él tuvo.

Digo 'tuvo' porque esa misma tarde me habían informado de su fallecimiento... no fui capaz de ir a ver a su familia, me sentía avergonzada por no poder haber hecho nada por él, un muchacho que era lo más dulce de este mundo y no se merecía la vida que tuvo. Me había roto tanto el corazón saber que duró tan poco en mis manos.

Ahora estaba en la sala de mi casa  sentada en el sillón con un plato de pasta que hizo mi hermana pequeña en el regazo mientras mi mirada estaba clavada en el suelo. No podía parar de darle vueltas a todo lo ocurrido esta semana y no paraba de buscar algún error o falla en mi diagnóstico que quizás explicara lo sucedido... quizás yo había hecho algo mal y lo había condenado a morir...

"Lauren... ¿estás bien?" Me preguntó Chris sentándose a mi lado con un plato de pasta también en sus manos y mirando mi rostro pálido y de mirada perdida.

"Si.. si estoy bien... es solo que... hoy... hoy murió el chico ese al que le gustaban las historietas... y... bueno..." no pude terminar cuando ya estaba llorando. Chris dejó nuestros platos en la mesa de centro frente a nosotros y me envolvió en sus brazos para consolarme.

"Shhh... está bien Lauren... estas cosas pasan. Por favor no te culpes. Estoy seguro de que hiciste todo lo que estuvo en tus manos" acarició mi espalda y dejó besos en mi cabeza mientras yo me aferraba a él intentando gobernarme pero no podía. El dolor era demasiado.

"Pero... él era tan joven... y dulce... no lo merecía Chris... la cagué" exclamé entre sollozos con impotencia. Maldita sea mi trabajo.

"No Lauren... no la cagaste. Sabes que tu trabajo es así. No te sientas mal por ello. Diste lo mejor de ti pero a veces las cosas no resultan como queremos... a veces la gente muere antes de tiempo porque Dios piensa que son demasiado buenos para estar en este mundo de mierda..." yo era atea pero sus palabras me brindaron paz de todas formas. Esperaba que ese fuera el caso de este muchacho y que ahora estuviera en un mejor lugar donde esta enfermedad de mierda no lo limitara.

"Gracias Chris... te quiero" le dije ya más calmada mientras limpiaba mis lagrimas con mis manos temblorosas.

"Yo también Laur... no es nada. Sabes que puedes contar con nosotros cuando lo necesites. Habla todo lo que quieras y desahógate. No te hace bien guardar cosas, en especial en estos meses en los que te acostumbras a tu trabajo nuevo..."

"Lo sé y gracias de nuevo... sé que puedo contar con ustedes... es solo que como tú dices, esto ha sido más difícil de lo que esperaba. De todos mis casos, tan solo la mitad han resultado exitosos. Nunca pensé que fuera tan duro..." le conté y él asintió en comprensión mientras limpiaba la humedad que aún estaba en mis mejillas.

"Te acostumbrarás, lo prometo. Tan solo no dejes que esto te consuma, debes ser fuerte y pensar en que todo saldrá bien porque eres la mejor... y si bueno... al final no todo sale como lo esperabas, eso está bien también porque sabes que a pesar de todo tú hiciste todo lo que estuvo en tus manos"

"Si... espero acostumbrarme... tan sólo... necesito tiempo..." concluí por último para luego recoger nuestros platos y comenzar a comer mientras veíamos una película de comedia. Luego Taylor se nos unió y terminamos los tres riendo como focas con la película. Necesitaba eso... y bastante.

Por lo menos podía estar feliz por tenerlos a ambos conmigo. Los amaba demasiado y no me cabía en el corazón la alegría que era poder sacarlos de esa casa por mis propios medios. Como ya ambos eran mayores de edad no hubo problemas con que se vinieran conmigo. Amaba tenerlos porque entre los tres nos protegíamos y cuidábamos del bienestar del otro. Por fin podía darles el amor y la tranquilidad que se merecían.

Esa era mi vida ahora después de la universidad. Ahora hacia lo que más me gustaba en un lugar en donde me pagan bien. Solo me quedaba acoplarme a los nuevos aires y rutina.

Tenía a mis hermanos, una casa, comida, trabajo y salud... que más podía pedir.

                                •~•

Otras tres semanas habían pasado desde mi quiebre con mi hermano por la muerte del chico de 16 años y me encontraba recién llegando a mi consulta. Hoy comenzaba un mes nuevo y con ello una nueva Lauren. A pesar de que tan solo habían sido 3 semanas, ahora ya me encontraba mucho mejor, ya no me afectaban las cosas tanto como antes, estaba más preparada.

Mi consulta no pasaba mucho tiempo con gente ya que al ser nueva, no me llegaban muchos casos, pero si los suficientes como para estar de todas formas todo el día ocupada.

En este hospital habían otros 3 oncólogos ya que era bastante grande y me aceptaron de inmediato a mi porque bueno... venía de una buena universidad y mis profesores me habían recomendado bastante. No me costó encontrar una oferta de trabajo en mi ciudad natal.

Una pila pequeña de archivos con posiblemente mis nuevos casos descansaba en mi escritorio de vidrio. Me puse mi bata blanca sobre mi vestido burdeo que llevaba ese día y puse mi gafete con mi nombre y profesión anotados en él, sobre mi pecho al lado derecho.

Me senté en la silla y troné mis dedos y mi cuello para comenzar a trabajar. Tomé el primer archivo. Era de una señora llamada Rose de 46 años que tenía cáncer al pulmón diagnosticado hace poco más de 2 semanas y quería tomarse exámenes para obtener su primer tratamiento. Programé una cita con ella para mañana mismo luego de llamarla personalmente y cuando ya tuve todo agendado, pasé al siguiente archivo. Tenía solo 2 horas antes de que iniciaran las visitas. Hoy tenía solo 3, cosa que agradecía porque ya era jueves y estaba algo cansada. Si hacía todo bien y rápido quizás podría irme un poco más temprano.

El segundo archivo era esta vez de un señor anciano de 74 años con cáncer al esófago que ya no tenía posibilidades de curarse del cáncer y solo buscaba medicamentos para el dolor, era un paciente terminal. No quería un tratamiento, solo mitigar el sufrimiento. Este tipo de casos también eran comunes en mi trabajo y no los encontraba tan fuertes como otros en los que yo si podía hacer algo pero de todas formas las cosas  terminaban mal.

Un vaso de café rodaba por mi mano libre mientras hablaba con la hija del señor para agendar una cita que sería para mañana igual que la anterior. Mi oreja y hombro mantenían el teléfono en su posición mientras con la otra mano anotaba la hora, nombre de la chica y otros datos en mi libreta con un lápiz azul. Me despedí de la chica amablemente y revisé haber anotado bien todo.

Por fin había llegado al ultimo archivo. Luego de esto tendría unos minutos de descanso antes de las consultas así que lo tomaría con calma. Abrí el expediente y...

Carla Emilia Morgan Cabello. 26 años, diagnosticada con cáncer a la tiroides. Tumor albergado en el lóbulo izquierdo de la glándula tiroides de carácter cancerígeno. No se le han realizado ningún tipo de tratamientos ni exámenes, solo la ecografía que confirmó la existencia del tumor y su ubicación.

Oh mierda... ¿era esta la misma Carla que yo conocía? Mi corazón se paró por un momento mientras leía desesperada una y otra vez esa hoja en busca de algún error o algo que me dijera que solo era una broma.

Mis manos temblaban mientras leía todo el puto informe como por milésima vez. Todo estaba en orden... el archivo era real. Carla tenía cáncer. Mi Carla...

De todas las personas en el mundo por qué tenía que ser ella.

No podía explicar las vueltas de la vida. Justo su caso había llegado a mis manos y no podía odiar más mi trabajo que en este preciso momento. Las cosas siempre se pueden poner peores.

No quería ni imaginar cómo estaban Camila y Lucas con esta noticia, mucho menos Carla. Daría mi vida con tal de librarla del cáncer.

Por una parte me sentía feliz de ser yo la encargada de tener su caso en mis manos porque haría todo lo posible por ayudarle, pero por otra parte deseaba no ser yo la encargada de hacer esto porque tenía un lazo sentimental muy fuerte con ella y si el tumor era agresivo y yo no era capaz de hacer nada... las cosas se pondrían feas.

Con mis manos aún temblorosas y mis ojos llorosos, marqué el número en la información y jugué nerviosa con el lápiz mientras esperaba a que me contestara. Al segundo tono lo hizo.

"Hola...¿quién es?" Preguntó con voz un tanto harta, creo que había despertado recién. Una sonrisa invadió mi rostro al escuchar su voz. La extrañaba bastante.
Seguía igual de impaciente que siempre.

"¿Hay alguien?" Volvió a preguntar al no escuchar respuesta de mi parte pero es que había quedado sin palabras al escucharla después de tanto tiempo. No hablaba con ella desde hace años. Lo último que supe es que estaba estudiando teatro por sus publicaciones en sus redes sociales.

"Emh... si si.. lo siento. Llamo desde el hospital de Miami porque usted pidió una cita con un oncólogo... su nombre es Carla Morgan ¿es correcta la información?" Pregunté siguiendo el protocolo de siempre. Ella soltó un 'oooh' en señal de entendimiento y carraspeó antes de volver a hablar.

"Si... pero yo pedí una consulta con un oncólogo en especial... su nombre es Lauren Jauregui y creo que es nueva..." informó algo dudosa y yo sonreí. Me había buscado a mi para recibir un tratamiento. Confiaba en mi. Un sollozo escapó de mis labios al escucharla.

"Te extrañaba idiota..." le dije como pude mientras dejaba las lágrimas correr libremente por mis mejillas. Mi corazón volvió a romperse como por milésima vez en poco tiempo al caer en cuenta de que ella llamaba para tratar su cáncer...Carla tenía cáncer.

"¿Lauren?... oh Lauren... yo también te extrañé..." soltó ella también ahora llorando al percatarse de que era yo al otro lado del teléfono. La emoción y tristeza invadiendo nuestros pechos. No esperaba que nuestros reencuentro fuera en estas circunstancias.

"Esperaba que esto fuera una broma... no sabes cómo odio mi trabajo en estos momentos..." le conté y ella soltó una risa entre sus llantos. Mi voz sonaba temblorosa y floja.

"Lamento dar las malas noticias... pero tengo cáncer y quería que tú me trataras. Confió en ti y te busqué en internet. Por suerte trabajas aquí en Miami. Sabes que yo siempre era la que le daba el dramatismo a nuestras vidas ¿qué tal lo hice ahora?" Bromeó y yo reí por su inmadurez, seguía igual de infantil como siempre, quitándole seriedad a los momentos más importantes.

"Lo hiciste horrible Carla... no debería estar hablando contigo en estos momentos, pero de todas formas haré todo lo posible para que todo salga bien. Te quiero..." le aseguré y ella suspiró flojito. Sabía que esto era difícil para ella, por más que intentara quitarle seriedad al asunto, no podía evitar el hecho de que estábamos en una situación bastante grave.

"Yo también te quiero y confió en que en tus manos estaré bien... nos veremos mucho en los próximos meses..."

"Si... necesito que vengas mañana a eso de las 3 de la tarde ¿puedes venir a esa hora?" Le pregunté mientras ahora anotaba eso en mi libreta y retomaba un poco la compostura. Debía seguí el protocolo independiente de quién fuera la otra persona al otro lado de la línea.

"Si, si puedo... estaré ahí..." me aseguró con voz más triste ahora.

"Todo estará bien Carla... haré todo lo que está en mis manos para que salgas libre de cáncer de aquí... lo prometo..." le dije con seguridad, pero la verdad es que yo no sabía la gravedad de su cáncer. Se lo dije de todas formas porque ambas necesitábamos fé. No quería perderla.

"Lo sé Lauren... confió en ti. Lamento haberme enfermado... soy un asco" río con amargura al otro lado de la línea.

"No... no lo eres. Esto le puede pasar a cualquiera... tú solo tuviste mala suerte, nada más y como ya te dije, haré todo lo posible, tú solo no te asustes, todo estará bien" le volví a decir mientras mi voz se quebraba al final porque ni yo ni nadie era tan fuerte como para sobrellevar esta situación.

"Nos vemos Lauren..." se despidió por último mientras escuché un último sollozo de su parte y colgó.

"Nos vemos..." hablé a la nada mientras apretaba con fuerza el teléfono en mi mano intentando reprimir mi impotencia. Estaba tan enojada por esto. Lancé el teléfono lejos con furia mientras me paraba empujando la silla a un lado y caminaba de un lado a otro por la oficina.
Lágrimas calientes de rabia que limpiaba furiosa con la manga de mi bata se resbalaban de mis ojos.

Por qué tenía que pasarme esto a mi.

Por qué tenía que pasarle esto a ella.

Que hicimos para pasar por tan semejante barbaridad.

¿Y si no podía hacer nada para que se mejorara?

¿Cómo estará Camila con todo esto?

Nunca había odiado mi trabajo tanto como hoy. De verdad que sentía que mi cabeza iba a explotar. Este era como el peor de los casos por el que podía pasar.

De alguna u otra forma me sentía un poco más calmada después de hablar con Carla pero no le quitaba el dolor a esto. Ni si quiera me cabía en el pecho todos los sentimientos encontrados que me invadían.

Recordaba nuestros años de amistad y todas las risas y consejos que compartimos, recordaba los buenos y malos momentos, como nos hicimos amigas, como nos separamos, como nos llevábamos antes de todo el caos en nuestras vidas, etc. No me imaginaba llegar hasta donde estoy sin la ayuda de Carla, la misma que me brindó su apoyo y amistad en momentos que lo necesitaba y que me impulsó a seguir mis sueños y ser una mejor persona, la misma que me protegió y aceptó que estuviera en una relación con su madre. No existe persona más comprensiva y empática que ella.

Le debo el haberme hecho conocer a mi primer amor, Camila, a pesar de todas las circunstancias y le debo el haberme dado todos esos bonitos años de amistad.

Y quería devolverle su salud para recompensarlo.

Con ese pensamiento en mi cabeza, seguí con mi día ya que no había más tiempo para poder procesar las últimas noticias.

Atendí a mis citas con toda la concentración que pude acumular. Mi mente volando en otros lugares me estaba haciendo difíciles las cosas.

Quién pensaría que un par de papeles y una llamada podrían cambiar tanto tu vida.

La verdad es que tenía miedo de ver mañana a Carla porque no sabía qué haría si es que su cáncer era muy agresivo.

No me perdonaría jamás ser la responsable de su sufrimiento.

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