Warrior

By DarkPurpose

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Capítulo I: "Te prometo que volveré"
Capítulo II: "I've lost everything"

Capítulo III: "Teach me how to fight"

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By DarkPurpose

Capítulo III: "Teach me how to fight"


          —Bueno. Algo más sé... —Di media vuelta y me lo encontré sentado en el borde de la mesa, con un gran libro abierto sobre sus piernas. A ver qué me cuenta.


          —Te escucho. —Avancé escaleras abajo hasta la mase donde él estaba sentado para adoptar la misma postura que él.


          —Verás. Lo principal ya te lo dijo él, pero no entró en detalles, ¿no? —Negué— Bien, pues verás... Cada cincuenta años nacen mujeres y hombres con ese símbolo. Por eso no solo hay una pareja, hay decenas en el mundo pero no son fáciles de encontrar por la ubicación. La criatura que te dijo con un poder sobre natural, se conoce como el alma de un hombre. Es difícil de creer, pero es así. Es un dragón que solo se despierta cuando esa marca entra en ese determinado lugar, el cual es una esfera de sombras. —Abrió un libro sobre la mesa y durante un tiempo estuvo pasando páginas hasta llegar a una con varios dibujos— Esto es lo que te acabo de explicar.


          —¿Este es el alma del hombre que me acabas de mencionar? —Contemplé con atención el dibujo. Todo estaba detallado y explicado con exactitud a ambos lados de las hojas, mientras que el dibujo estaba en el centro.


          —Sí. Pero como pareces interesada, te dejo que investigues por ti misma. —Me dio unos golpecitos en el hombro para despedirse de mí. Lo siguiente que oí fue el chirrío de la puerta y un golpe, lo que indicó que se había ido.


          Al quedarme sola en la enorme sala, comencé a devorar libros, uno tras otro, prestando especial atención a los que aportaban información útil, ya que la mayoría de las páginas eran historias de miles de años atrás. Había libros que hablaban sobre runas místicas e históricas, otros sobre las criaturas que habitaban este planeta, desde metales, hasta hierbas, e incluso hechizos. Quedé fascinada por la enorme variedad de cosas que estaba aprendiendo. Me levanté del sillón donde estaba y subí unas escaleras metálicas en espiral que conducían al resto de plantas de la biblioteca. Mi curiosidad me llevó a la última planta, en ella había muy pocos libros, algo que me llamó la atención. Avancé por el pasillo y divisé las estanterías. En cada una, había como máximo seis libros. Pero la última solo uno. Cogí el libro aislado y lo posé sobre la barandilla del pasillo. Pasé mis dedos sobre la carcasa llena de polvo, limpiándola un poco y dejé al descubierto adornos en oro y una pequeña chapa del mismo material en la que estaba escrito "Magia negra". Frunciendo mis cejas un poco juntas, lo abrí con indecisión. Le eché un vistazo por encima, hablaba sobre hechizos y criaturas. Mis ojos se detuvieron en un extraño dibujo que observé a conciencia, fijándome en el mínimo detalle de él.


          La puerta de la sala se abrió haciendo que el corazón se me disparase. Tal susto me llevé que sin querer golpeé el libro, haciendo que cayese desde la última planta al suelo de la primera. Llevé mis curiosos ojos a la puerta de la sala para ver quién entró e hizo que el libro cayese y mi sorpresa llegó cuando vi que esa persona era el rey. El golpe que provocó el ejemplar desencadenó una serie de ecos que llevó a los ojos del rey hasta mí. Mis mejillas adquirieron un rojo pálido.


          —Ah... Yo... Lo siento mucho. —Corrí por el pasillo y bajé la escalera lo más rápido que pude hasta llegar al salón y recoger el libro que momentos antes cayó desde la última planta.


          —¿Qué estás haciendo aquí pequeña? —Se aproximó a mí con las manos a la espalda y se paró justo enfrente mía. Me quitó el libro de las manos y lo observó con unos ojos extraños— ¿Qué haces tú con un libro como este? ¿Es que no sabes que la magia negra está prohibida?


          —¿Entonces por qué lo tiene en la biblioteca? —Mi respuesta lo dejó en silencio por unos segundos.


          —Porque se supone que a esta sala solo puede entrar personal con mi autorización, y tú no la tienes... —Se llevó el libro bajo su brazo y se dio la vuelta con una mirada de asco en sus ojos. No podía irse sin más. Necesito leerme ese libro y lo voy a hacer.


          —¿Por qué Camila y Scott debían morir? —Mi pregunta hizo que se parara en seco y volviese su cabeza hacia mí— Sé que no lo hizo por gusto. Necesito una razón e intento buscar respuestas.


          —Como ciudadana, eso no tiene que ver contigo. —Intenté sacarle algo más tocándole un poco las narices, con cuidado de que no sospeche de que yo también tengo una de esas marcas— Eso es asunto de líderes.


          —¿No es capaz de hacerle frente ni de proteger su reino y ni siquiera lucha por sus ciudadanos? —Solté una pequeña carcajada— Me parece algo patético... —Hice una reverencia para despedirme de él y volver a mi "habitación" — Buenas noches, su majestad... —Y salí de allí dándole la espalda con todo mi orgullo.


          Tras cerrar la puerta, unos pinchazos llenos de dolor comenzaron a aparecer en el interior de  mi estómago. Hice una mueca y continué decidida hacia la habitación donde me desperté. El comportamiento hacia el rey podría traerme problemas, pero intenté quitarme la idea de la cabeza y pensar en mis propias conclusiones, lo que me lleva a... ¿Por qué ha tenido ese comportamiento conmigo? Siempre sonó amable, esto de desconcierta un poco...


          Antes de darme cuenta, llegué a la habitación, era tarde y procuré no hacer ruido al abrir la puerta para no despertar a nadie. Una vez en completo silencio, me senté en la cama y me quité los zapatos. Me tumbé con cuidado en la cama, cubriendo mi cuerpo con las sábanas y miré al techo. La criatura que vi en ese libro era... Siniestra... Si daba miedo el dibujo, no me puedo imaginar en la realidad. Sobre lo poco que había podido leer de esas amarillentas páginas, descubrí que esas criaturas se crean a partir de seres humanos, bien por hechicería o bien por posesión. No tiene que ser agradable que un demonio sustituya tu alma. Te conviertes en una persona completamente nueva, tus recuerdos desaparecen, tus sentimientos cambian. Sentimientos. Una palabra que al pronunciarla en mi cabeza despertó miles de dudas. ¿Podría Ethan llegar a ser uno de esos? ¿Sería lo suficientemente débil para dejarse dominar por una cosa así? Sacudí mi cabeza. Es imposible. Él jamás haría eso. Él debe volver. Lo prometió. Creo en él.


          Unas sacudidas me sacaron de los brazos de Morfeo. Despegué mis párpados y una brillante luz me cegó. ¿Ya había amanecido? Busqué con mi mirada a la persona que me agitó segundos atrás. Mis ojos estaban empañados cuando detecté una mancha a la izquierda de mi cama. Forcé mi visión para enfocar la distorsionada imagen y contemplé un rostro familiar.


          —¿Arthur? ¿Qué haces aquí? ¿Qué hora es? —Levanté mi cuerpo y lo apoyé sobre mis codos para no caer.


          —Hey. ¿Por qué tan nerviosa a estas horas tan tempranas? ¿Has tenido alguna pesadilla? —Negué— ¿Entonces? —Echó mis piernas a un lado y sentó en el borde del colchón.


          —No, no es nada. Solo me levanté algo cansada. Anoche me acosté tarde. —Respondí mientras me frotaba los ojos y el puente de la nariz. Tengo que contarle la extraña reacción del rey Arthur, tal vez tenga alguna idea.


           —En ese caso es mejor que te levantes, hay que desayunar ya. Los ciudadanos que el rey acogió van al comedor y si no vamos nos quedaremos sin comer. —Se levantó del colchón y avanzó hasta la puerta, pero antes de salir se detuvo— Te espero aquí fuera, no tardes.


          Tras oír el sonido de la puerta, me quedé paralizada, mirando a la nada. Cuando por fin reaccioné, me levanté algo confusa. Abrí la cómoda que había en frente de la cama y busqué alguna prenda que no tuviese un diseño hastiado. Por suerte había unos pantalones vaqueros de color gris apagado. No encontré ninguna camiseta, por lo que tuve que ponerme la de ayer. Llevaba algunas salpicaduras de sangre, pero me daba igual. Ni loca me pongo una de esos ropajes. Salí de la habitación. Mi hermano estaba apoyado en la pared cabizbajo, pero en cuanto oyó la puerta cerrarse, la levantó en mi dirección y sin dirigirme la palabra avanzó hacia el salón. ¿Qué le pasa hoy?


          Estuvimos andando por un largo rato. Recorrimos kilómetros antes de llegar al salón. Jamás pensé que el palacio pudiese llegar a ser tan grande... Cogimos uno de los pocos asientos que quedaban libres. Yo me ofrecí a quedarme para cuidar de los asientos mientras Arthur iba a por las bandejas de la comida. Durante  el tiempo que estuve esperando, me dediqué a observar los detalles del mantel que cubría el centro de la mesa. Siluetas bordadas en hilos de oro lo decoraban. Eran extrañas y me resultaban familiares. Giré la cabeza al oír mi nombre. Mi hermano se sentó y me ofreció la bandeja. En ella no había mucha comida: un zumo de naranja y un pequeño bollo artesanal. Comí sin rechistar, aunque me extraña que con la riqueza que posee el rey haya tan poca comida.


          —¿Cómo te fue anoche en la biblioteca? ¿Aprendiste algo más? —Comentó comiéndose de un bocado la mitad del bollo.


          —Bueno, estuve leyendo sobre muchas cosas; hierbas, metales, runas... Y también le eché un vistazo a un libro que trataba sobre magia negra, pero el rey entró y me echó. Tuvo una actitud extraña. ¿Sabes de algo que haya pasado recientemente que no me haya enterado aún? —Fruncí mis cejas curiosa, pero obtuve un no por respuesta.


          —Entiendo que te hubiese echado, aún más si tenías un libro prohibido en las manos. Debes aprender a diferenciar lo que está bien hacer y lo que no.  —Acabó su bollo y se lamió los dedos. Yo en cambio aún no había empezado a comer— Aunque no tiene por qué enterarse de que los lees.


          —¿Qué insinúas? ¿Pretendes que los robe? —Él asintió con energía— ¿Estás loco? Ya le reté anoche dándole la espalda con orgullo. ¡No puedo jugársela!


          En ese mismo instante, todas las personas que convivían hace unos minutos con nosotros se levantaron de golpe arrastrando las sillas y salieron al exterior de palacio. Me asomé por la ventana más cercana para ver a dónde se dirigían. En el exterior seguía lloviendo sin cesar, las gotas hacían un ambiente espeso. Se oyeron varios relámpagos. Todos se pararon pocos metros más delante de la escalera principal. ¿Acaso esperaban algo? Tardó unos minutos en aparecer, pero a lo lejos pude distinguir un carro de madera con un soldado del reino conduciéndolo. La gente comenzó a moverse y empezó a cargar los cuerpos sin vida de ciudadanos al interior del carro. Mi cuerpo se estremeció al ver el de mis padres siendo arrastrado por el barro. Me volví a sentar, incapaz de seguir observando. Arthur me miró con melancolía.


          —Oye, sé que es duro de asimilar todo esto de una sola vez, pero tienes que superarlo lo antes posible. Ellos no querían esto, y tampoco querían que fuésemos infelices. —Comprendía cada palabra que mi hermano me había dicho, pero no podía evitar pensar en lo que encadenó toda esta masacre.


          —Pero si Scott no se hubiese ido nada de esto habría pasado. —Cerré mis ojos intentando aguantar mis lágrimas. Pero no pude evitar que una se me escapase.


          —No le eches las culpas a él. Puesto que Camila murió, ya no tienen chica para entregar y necesitan otra. Si el chico se escapa tendrían que seguirlo porque no es fácil encontrar a una persona con esa marca. Es más sencillo coger a uno y buscar a otro que dejar escapar uno y luego tener que buscar a dos. —Cogió una de mis manos y frotó los nudillos con sus pulgares— ¿Aún no has entendido que todo lo que hizo es para protegerte?


          Mis ojos se abrieron como platos al oír eso último. Mi boca se abrió un poco puesto que iba a decir algo, pero se me olvidó hablar y no salían las palabras. ¿Todo esto fue por mantenerme a salvo? ¿Entonces sabían que este momento llegaría tarde o temprano? ¿Entonces mis padres murieron con el mismo objetivo? ¿Protegerme?


          —Cundo te fuiste con él, el caballero empezó a liquidar el pueblo. Ellos se quedaron allí para defenderlo, ellos sabían que estabas allí... —Me levanté de la silla incapaz de creerme lo que estaba escuchando.


          —¿Cómo sabían ellos dónde fuimos? Se supone que ese lugar es secreto...

          —No es tan secreto si te lo encuentras por ahí y se aleja de las calles transitadas para irse a la parte de atrás de palacio. En tu lugar me entraría la curiosidad y le seguiría. Lo averigüé y se lo conté a mamá y a papá por si algún día llegáramos a tener alguna urgencia. —Hubo un momento de silencio— Sabía que ahí estabas a salvo, por eso no fui en tu busca.


           —¿Y cómo sabías que estaba ahí? —Contemplé las gotas de agua estrelladas contra el cristal de la ventana, sin prestar atención en lo que estaba sucediendo al otro lado de ella.


           —Scott no es tan estúpido como para dejarte en medio de esa matanza. Él te quiere, y quiere que vivas.


          Todo comenzó a cobrar sentido después de esta conversación. He odiado a mucha gente después de lo de ayer, pero ahora me doy cuenta de que ese odio era por hacerme bien. Estaba siendo injusta sin saber nada... La ira comenzó a apoderarse de mi cabeza, solo pensaba en venganza por haber arruinado mi vida y la de la gente que amo.


          —Arthur —comencé diciendo en un tono bastante serio— Necesito que me enseñes a luchar. —Continué. Hasta aquí hemos llegado. Voy a vengar todo lo que el infierno me ha arrebatado.

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