Ella había tragado pesadamente y su mirada había perdido el hermoso brillo que tenía solo segundos atrás.
-Lo sé y yo tampoco puedo estar siempre contigo. Pero no quiero pensar en eso, no ahora. Lo hablaremos en su momento.-Limpió una lagrima traviesa y besó mi frente.-Ahora tenemos algo importante que hacer.-Sonrió mordiendo su lengua como siempre lo hacía.
-¿Qué cosa?-Fruncí el ceño confundida, no habíamos planeado nada.
-Pensé que querías besarme toda la tarde.-Se mordió el labio.
-Oh eso, ¿sabes? me dio un poco de sueño, mejor lo dejamos para después.-Me acosté fingiendo acomodarme para dormir.
-Bien, entonces me iré a mi habitación.-Dijo tratando de bajarse de mis piernas. La detuve y la sujeté del trasero.-Ve más lento Jauregui.-Dijo riendo mientras me veía a los ojos.
-¿Quieres esperar a que nos conozcamos mejor? Porque déjame decirte que te conozco mejor de lo que crees.-Dije sarcásticamente y ella rió.
-Sorpréndeme.-Dijo alzando una ceja.
-Bien. Cuando haces algo malo y yo lo sé, sonríes y chupas tus dientes, alzas tu ceja cuando quieres desafiarme o también cuando estas celosa, cuando mientes te pones roja, además de que cuando estas molesta te pones cortante y seria.-Comenté sonriendo porque ella sabía que tenía razón.
-¿Y por saber eso crees que tienes derecho de agarrar mi trasero?-Mordió su labio inferior.
-Es mío, ¿por qué no agarrar lo que es mío?-Levanté una ceja, ella abrió su boca sorprendida y empezó a reír, amaba escuchar su risa. La acompañé por un momento y dejé un beso sobre su cuello.
-Ya, bésame de una maldita vez, Jauregui.-Tomó mis mejillas y las apretó. Me acercó rápidamente a ella y me besó suavemente, sentía un zoológico dentro de mi estómago, era una sensación escalofriante, cada rose de sus labios me hacían más adicta a sus besos, si hubiera sabido que sentiría esto al besarla hubiera mandado todo a la mierda y lo habría hecho desde mucho tiempo antes.
Mis manos seguían en su trasero el cual comencé a apretar lentamente, empezaba a quejarse un poco pero no me detuve, sus piernas se enrollaron alrededor de mi espalda acercándose más a mí. Nuestras respiraciones empezaban a agitarse, saqué mi lengua con un poco de miedo a su reacción, acaricié su labio inferior con ella para después introducirla lentamente, pensé que se apartaría pero me sorprendí al escucharla ronronear un poco. Oh no, no podía excitarme, no ahora. En cuanto la escuché apreté su trasero con más fuerza, fue entonces cuando el beso se volvió más apresurado. Hizo que me recostara sobre la cama, abrí mis piernas para que ella se pudiera colocar entre ellas y que no estuviera tan incómoda.
Sus manos bajaron de mi nuca hasta mi cuello, acariciándolo suavemente, de un momento a otro las sentí en uno de mis pechos, luego lo apretó provocando que abriera mis ojos, la miré con los suyos cerrados y una pequeña sonrisa sobre mis labios porque al parecer se había dado cuenta. Sus labios descendieron hasta mi cuello pasando su lengua por el lugar, estaba realmente sorprendida de que ella estuviera haciendo eso.
-Camz...-Hablé con dificultad.
-¿Si?-Susurró sobre mi oído empezando a besar el punto bajo mi oreja.
-¡Joder, Camila!-Suspiré y nos di la vuelta rápidamente. Quedé encima de ella, tomé sus manos y las coloqué sobre su cabeza dejándola inmóvil. Empecé a besar su cuello mucho más rápido y duro que ella, no pude evitarlo y dejé una marca en el lugar, la escuché gemir casi inaudiblemente y ya empezaba a subir la temperatura. Con mi mano libre apreté su trasero nuevamente, no iba a negarlo siempre me encantó. Sus caderas se elevaron lo que provocó que su centro se presionara un poco con mi pierna, fue entonces cuando me detuve.-No juegues así conmigo, Cabello.-Susurré y mordí el lóbulo de su oreja.
-Lo siento.-Dijo con la respiración agitada. Di la vuelta y me acosté a un lado de ella...
-¿Quieres hacer algo?-Pregunté tomando su mano y jugando con sus dedos.
-No lo sé, quiero que nos quedemos aquí hablando de cualquier estupidez. O podemos jugar videojuegos, o podemos pedir algo de comer, o podemos dormir, o podemos seguirnos besando... lo que sea, pero juntas.-Acarició mi mejilla.
-Sabes que esto es demasiado extraño, si esta mañana nos dijeran que por la noche estaríamos de esta forma me hubiera reído realmente fuerte.-Tomé la mano con la que me acariciaba y le di un suave beso.
-La verdad yo también. ¿Sabes? Ahora hay demasiadas cosas que tienen sentido.-Dijo con su mirada perdida.
-¿Cómo cuáles?-Fruncí el ceño.
-Como tus celos, el hecho de que los chicos ni siquiera me saludaban cuando estaba contigo, los matabas con la mirada... pobrecitos.-Negó riendo.
-Oh claro, pero tú no te quedas atrás. ¿Por qué me has dejado de hablar cuando estaba todo el asunto de Keana?-Entrecerré los ojos, nunca conocí la razón por la cual lo había hecho.
Keana iba en mi grupo, era muy bromista y no iba a negar que era bonita, ella decía que nosotras teníamos algo y fingía ponerse celosa de Camila, cuando la veíamos cerca Keana se abalanzaba sobre mí para abrazarme o hacerme gestos cariñosos, hasta que un día yo fui detrás de ella, la tomé del brazo y la giré preguntando si no se despediría de mí a lo que ella rió y se fue después de besar mi mejilla, lo que yo no vi fue que Camila estaba sentada cerca esperándome para irnos juntas con otra de nuestras amigas, Ally. Evidentemente habían visto todo y al momento de verla a ella solo levantó su ceja, sabía que estaba molesta pero no tenía idea del porqué. La abracé pero ella no correspondió del todo bien, esos días había estado distanciada de mí, y nuestras pláticas por la tarde no las respondía, estuve deprimida, no me sentía bien y eso siempre pasaba cuando estaba así con ella. Para mi buena o mala suerte en ese entonces Lucy me hacía insinuaciones sexuales distrayéndome un poco, cuando le comenté eso a Camila se distanció aún más.
-Bueno, estaba demasiado celosa, no quería ni mirarte, siempre dejaba pasar las cosas porque veía que tú no correspondías o era ella quien te abrazaba pero esa vez me sentí mal porque tú lo hiciste, la viste como si te gustara.-Hizo un puchero y yo sonreí.
-Lo entiendo pero cuando ya estábamos casi bien volviste a distanciarte... ¿por qué?-Pregunté con el ceño fruncido.
-Pues porque estabas pensando en acostarte con Lucy, por Dios, en ese entonces ella ya no tenía novio y pensar que podía tenerte de esa forma me hacía hervir la sangre.-Sentí como apretó sus manos.
-Bueno, tal vez debiste considerar que yo no tenía idea de lo que sentías, si lo hubiera sabido te aseguro que jamás habría hecho ninguna de las dos.-La miré a los ojos.
-Tampoco quería que lo supieras. Pero bueno, tal vez si somos un poco celosas...-Se encogió de hombros y yo la miré divertida.-Bien, muy celosas.-Escondió su rostro en mi cuello.
-Por lo menos lo admites.-Ambas reímos.-¿Quieres que vayamos a cenar? ¿o quieres que te traiga la cena?-Di una media sonrisa. Me apretó más contra ella.
-No lo sé... ¿Qué has hecho?-Dijo con su mirada escondida, sentía cosquillitas en mi cuello.
-Mi especialidad.-Solté con una pequeña risita porque sabía cuál sería su reacción. Se levantó quedando sentada en la cama con la boca abierta.
-¿Por qué no me habías dicho? Vamos...-Me tomó la mano jalándome una vez de pie en el piso.-Anda Laur, date prisa.-Dijo desesperada, salimos a tirones por parte de ella. Minutos después la veía saborear un taco de los que había preparado, sabía que eran sus favoritos.-Sé que en tu mente te estas burlando de mí.-Dijo cubriendo su boca. No pude evitarlo y solté una carcajada...-No le encuentro la gracia, esto sabe delicioso.- Simplemente volví a reír. Después de cenar fuimos al sofá a ver una de nuestras series favoritas, estábamos abrazadas con una manta encima, ni siquiera sentíamos el frio que hacía.-¿Sabes?-Empezó a hablar y yo fijé mi mirada en ella.-El día que supe lo de mi padre, tú me dijiste que no era suficiente tenerte conmigo...-Comentó casualmente.
-Lo recuerdo, tú respondiste que yo estaba equivocada.-Fruncí el ceño confundida.
-Exacto, tú eras lo único que necesitaba en ese momento. Tus palabras, tus abrazos... a ti. No quería a nadie más que no fueras tú pero tampoco quería molestarte por eso no te llamé, cuando te vi ahí, tan preocupada y dándole poca importancia al clima, yendo hacia mí con la intención de apoyarme y hacerme sentir mejor supe que esto que siento es real, y totalmente desconocido para mí.-Su mirada parecía perdida, como si hasta ese momento estuviera descubriendo lo que decía.
-No entiendo como llegaste a pensar eso, siempre voy a estar para ti, no importa cuánto tiempo nos quede juntas, en las buenas y en las malas.-Dejé un beso en su frente, miré sus labios, tenía demasiadas ganas de besarla, al parecer se dio cuenta porque escuché una pequeña risita de su parte.
-Me siento tan afortunada de tenerte a mi lado. Siempre lo he sentido, te has esforzado tanto por conocerme, nadie había hecho algo así por mí... ¿sabes? Las personas se alejaban de mí al ver que yo me cerraba a ellos, que no hablaba de mí y no mostraba mis sentimientos. Pero apareciste y todo cambió. Luchaste tanto, y siempre estuviste ahí sacándome lo que querías, no fue fácil, yo lo sé. Jamás te rendiste, esa es otra de las cosas que me hicieron enamorarme de ti... tu paciencia y tolerancia.-Ella siempre me repetía esas palabras y yo no me cansaba de volver a escucharlas, es gratificante que me considerara tan importante, a diferencia de la última vez que tuvimos este tipo de conversación sus ojos parecían querer fusionarse con los míos, fue entonces cuando pensé que no podía mirar algo más bello que la profundidad de sus ojos, sentí que ya nada podía parecerme más hermoso que el color café brillante que sus estos desprendían.
-Siempre supe que valdría la pena conocerte y no me equivoque. Tienes una mente maravillosa, me encantas y todo lo que hice fue por eso, para conocerte.-Dije con una media sonrisa.
-¿Qué pasará ahora?-Su mirada se perdió por un momento.
-Estar juntas. Sabemos que esto no puede ser tan largo como yo quisiera pero... el dolor del final no podrá compararse con la felicidad del proceso.-Hice que me mirara nuevamente, sus ojos estaban brillosos pero esta vez por las lágrimas que estaba segura; no soltaría.
-Jamás me había enamorado... jamás había estado con una persona que me hiciera sentir como tú... no quiero arruinar esto, hacer algo mal o lastimarte.-Confesó con una mirada triste.
-Solo sé tú... esa chica linda e inocente que siempre has sido y de la cual me enamoré tal vez desde que la vi sonreírme por primera vez.-Le di un pequeño beso en la mejilla.
-Te quiero, Laur.-Sus palabras eran sinceras, lo sabía porque la conocía a la perfección.
-Y yo a ti, princesa.-Sonreí.
-Hazlo, Jauregui... yo también quiero.-Dijo cuándo clavé mi mirada en sus labios. Solté una pequeña risita y me acerqué hasta juntar mis labios con los suyos, no podía si quiera comparar los besos de Camila con los de alguien más, sabían tan bien, se movían con precisión y de una forma muy dulce y provocadora a la vez. Tomé sus manos, entrelacé nuestros dedos y las acaricié delicadamente. Ella estaba con su espalda sobre mi estómago sentada entre mis piernas y con su cabeza volteada para poder besarme mientras sujetaba sus manos, pero eso no duró mucho, ya que cuando el beso se volvió un poco más apresurado se dio la vuelta quedando así sentada a horcajadas sobre mí. Mis manos instintivamente soltaron las suyas y se fueron directo a su trasero, la escuché reírse entre el beso pero no se apartó, le dio una fuerte succión a mi labio inferior y fue entonces cuando se separó.-Jamás pensé que se sentiría tan bien que una chica tomara de esa forma mi trasero.-Susurró en mi oído empezando a besarlo lentamente.
-Así que sientes bien ¿eh? Pensé que te incomodaría.-Comenté apretando los ojos ya que sus besos no se detenían.
-Con cualquier otra persona lo haría pero no contigo, me parece muy...-Empezó a ronronear y yo presentía que mi cordura se iría a la mierda si seguía jugando de esta forma, sin embargo me sorprendió que hiciera eso.
-¡Camila Cabello! ¿La chica inocente y de conducta impecable está tratando de seducirme?-Exclamé dramáticamente con una pequeña carcajada.
-Es probable.-Susurró sin detenerse.
-Estás jugando con fuego Karla, y te puedes quemar.-Advertí sin moverme.
-Tal vez eso es lo que quiero...-Siguió con su tono seductor y yo no soportaría más tiempo, era demasiado tentador y yo muy sensible ante esto. Gracias a Dios el timbre sonó haciendo que nos separáramos algo agitadas.-Vas tú, Jauregui.-Se quitó de encima empezando a reír.
-Vas a pagar por esto.-Amenacé y caminé hacia la puerta.