Déjame Odiarte ©

cleergd09

99.9K 6.4K 2.5K

Kimberly Grey no ha tenido mucha suerte en su vida. Con tan solo diecisiete años ha pasado por situaciones mu... Еще

Déjame Odiarte©
Prólogo
Déjame Odiarte [01]
Déjame Odiarte [02]
Déjame Odiarte [03]
Déjame Odiarte [04]
Déjame Odiarte [05]
Déjame Odiarte [06]
Déjame Odiarte [07]
Déjame Odiarte [08]
Déjame Odiarte [09]
Déjame Odiarte [10]
Déjame Odiarte [11]
Déjame Odiarte [12]
Déjame Odiarte [13]
Déjame Odiarte [14]
Déjame Odiarte [15]
Déjame Odiarte [16]
Déjame Odiarte [17]
Déjame Odiarte [18]
Déjame Odiarte [19]
Déjame Odiarte [20]
Déjame Odiarte [21]
Déjame Odiarte [22]
Déjame Odiarte [23]
Déjame Odiarte [24]
Déjame Odiarte [25]
Déjame Odiarte [26]
Déjame Odiarte [27]
Déjame Odiarte [28]
Déjame Odiarte [29]
Déjame Odiarte [30]
Déjame Odiarte [31]
Déjame Odiarte [32]
Déjame Odiarte [33]
Déjame Odiarte [35]
Déjame Odiarte [36]
Déjame Odiarte [37]
Déjame Odiarte [38]
Déjame Odiarte [39]
Déjame Odiarte [40]
Déjame Odiarte [41]
Déjame Odiarte [42]
Déjame Odiarte [43]
Déjame Odiarte [44]
Déjame Odiarte [45]
Déjame Odiarte [46]
Déjame Odiarte [47]
Déjame Odiarte [48]
Déjame odiarte [49]
Déjame Odiarte [50]
Déjame Odiarte [51]
Déjame Odiarte [52]
Déjame Odiarte [53]
Déjame Odiarte [54]
Déjame Odiarte [55]
Déjame Odiarte [56]
Déjame Odiarte [57]
Déjame Odiarte [58]
Déjame Odiarte [59]
Déjame Odiarte [60]
Epílogo.
Capítulo extra
Déjame Amarte
Palabras Ocultas

Déjame Odiarte [34]

1.2K 84 9
cleergd09

—¿Y si no quiero alejarme?

Su pregunta me deja atónita y más nerviosa de lo que ya me encuentro.
¿De verdad me está hablando enserio? Will me sigue mirando muy fijamente, seguramente, esperando mi reacción. Pero yo no tengo ni idea de cómo demonios contestar a eso, ¿qué se supone que tengo que hacer? ¿qué quiere que diga?

Sin esperar mucho más tiempo, Will acaba sonriendo intensamente y, al final, acaba por apartarse lo suficiente como para poder respirar tranquilamente.
Ambos seguimos manteniendo en silencio, sin cortar nuestra intensa conexión visual. Al cabo de unos cuántos segundos —que para mi son horas— Will acaba soltando una leve risa sin dejar de mirarme.

¿Acaso se está riendo de mi?

—¿Y ahora qué te pasa? —acabo preguntando algo molesta por su reacción.

—Deberías haberte visto la cara. —añade entre risas.

—¿Perdona?

Él sigue riendo sin ni siquiera molestarse en contestar. Pasan unos segundos, los suficientes como para acabar de encajar las piezas.

Will se está burlando de mi.

—¡Eres un imbécil William Evans! —y sin esperar más, salgo de esa incómoda situación en la que me encuentro.

Cuanto más lejos de él, mejor.

—¡Ey espera! ¿a dónde vas? —oigo que exclama mientras yo me acerco a la puerta para poder irme de aquí.

—¡A mi casa! —le contesto de la misma manera.

Como siempre acaba haciendo, consigue alcanzarme y agarrarme del brazo para después acabar girándome hacia su dirección. Y otra vez, ha vuelto a invadir mi espacio personal.

—¿No piensas darme las gracias por curarte? —pregunta aún con su tono burlón, como si hace tan solo unos cuantos segundos no hubiéramos estado en un situación bastante incómoda.

—¿Siempre vas a preguntarme lo mismo? —contraataco.

—No me respondas con otra pregunta.

—¿Por qué?

Will adopta una mueca de desagrado que me hubiera hecho gracia si no estuviera molesta con él.

—No me gusta. Además, evitas mi pregunta.

—Y tú la mía. —respondo. Él suspira resignado.

—Kimberly, así no llegamos a ninguna parte.

—Tranquilo, ya me voy.

Me giro nuevamente para retomar el camino hacia la puerta pero, otra vez, Will vuelve a girarme. Genial, nos encontramos más cerca todavía.

—¿No prefieres tomar el camino hacia mi habitación?

Sus palabras me sorprenden todavía más que sus actos. En un principio, pienso que no lo está diciendo enserio, pero al clavar mi mirada en esos ojos tan intensos, sé que no hay ninguna pizca de gracia en ellos. ¿Pero que le pasa hoy a todo el maldito mundo?

—¿Acaso tu también te has dado un golpe en la cabeza? —coloco mis manos a cada lado de su cara para verlo a los ojos. Tal vez, había bebido y yo no me había dado cuenta hasta ahora.

—Dios Kimberly, que no me respondas con otra pregunta. —vuelve a repetirme, cambiando nuevamente su estado de ánimo. Yo solamente me dedico a sonreír. Me encanta ser la causante de sus repentinos cambios de humor.

Hay un breve silencio, el cual Will rompe enseguida.

—Tienes una sonrisa muy bonita. —susurra lo bastante alto como para poder oírlo. Inconscientemente frunzo el ceño.

—¿De verdad no estás borracho?

—¿Carter te decía que tenías una sonrisa muy bonita? —acaba preguntando.
Y si, cómo molesta que te contesten con otra pregunta.

—William, por ahí no sigas.

Me alejo de él cuando por fin me doy cuenta de lo que me ha preguntado.

—¿Y ese repentino cambio de humor? ¿acaso no es tu ex-novio? —sigue preguntando realmente intrigado. Mis ganas de salir de esta situación aumentan por momentos.

—Sí, lo es. ¿Acaso te importa por alguna razón en especial?

Dios, esta conversación es demasiado irritante.

—No, para nada —ahora el que cambia su estado de humor, nuevamente, es él—. Pero tengo una duda, ¿se puede saber cuál fue el motivo por el cual no estáis juntos?

Y sigue preguntando, genial. Si antes ya no me encontraba de humor por la estúpida pelea con Amber, ahora estoy a punto de matarlo solo para no seguir escuchándolo.

—Sinceramente William —noto en su rostro cómo le molesta que le llame por su nombre completo—, no creo que te importe.

—Pues te equivocas, Kimberly. Así que, contesta. Te escucho. —se cruza de brazos, esperando una respuesta que no pienso darle.

—¿No era que te molestaba que te hiciera muchas preguntas? Se acabó este estúpido interrogatorio, no sé hasta dónde quieres llegar. —doy un paso al frente, encarándolo. Si piensa que por presionarme pienso rebajarme, está muy equivocado.

—Sólo intento saber un poco más de ti.

—Pues interésate en otras cosas, no vuelvas a meter a Carter en ninguna de nuestras conversaciones.

En el rostro de Will se puede distinguir perfectamente su cara de sorpresa, tal vez no se esperaba esa contestación. La verdad, hasta a mi me ha sorprendido lo que acabo de decirle. Me gustaría retirarlo, pero ya es demasiado tarde.

—Pues creo que va a ser bastante difícil —sentencia en el mismo tono que yo—. Tal vez deberíamos dejar de hablarnos, seguramente así, evitaremos el tema. —añade, sorprendiéndome todavía mucho más. ¿A que ha venido eso? Vuelvo a mirarlo muy seriamente, parece enfadado, y ni siquiera sé el motivo.

Antes de que pueda contestar, la puerta por la que debería haber salido hace tiempo, se abre mostrándonos la figura de una mujer castaña con unos ojos azules intensos.

Malditos ojos.

—¡Anda Kim! ¡qué sorpresa verte por aquí! —exclama al verme mientras empieza a caminar hacia mi, acción que deja de hacer cuando se detiene de golpe. En su rostro, adorna una bonita cara de horror— Pero.. ¿qué te ha pasado querida? —pregunta retomando su camino. Cuando llega, me coge la cara firmemente y me observa mejor.
Ah verdad, las heridas— ¿Qué te ha pasado? ¿estás bien?

—Si, si, estoy bien. —me limito a contestar sin querer dar muchos más detalles.

—¿Quieres que te las revise?

—No tranquila, señora Evans. Estoy bien —hago una pequeña pausa antes de añadir:—. Además, Will ya se ha encargado de eso, ¿verdad? —me giro hacia él, desafiante— Gracias William. —Noto como aprieta la mandíbula nuevamente.

Ël se limita a apretar la mandíbula sin añadir nada más. Así que, sin esperar ni un segundo más, me despido de Myriam y salgo de esa casa, la misma en la que cada vez que entro me acaba pasando algo que termina por marcarme.

Con mil dudas en la cabeza, empiezo a andar hacia casa. Las clases aún no han terminado, por lo que espero que nadie se encuentre en casa todavía. Al llegar por fin a mi ahora, tan querido hogar, suelto un gran suspiro cuando me doy cuenta de que estoy sola. Y menos mal. Hace más o menos dos semanas desde que papá le había comunicado a casi todo el personal que íbamos a carecer de sus trabajos, por los que solo venían y se quedaban el fin de semana. Y por suerte, no estábamos en fin de semana.

Subo rápidamente a mi habitación. Cuando llego, todo está en silencio. Un silencio que me incomoda bastante, por lo que no lo pienso mucho y pongo el equipo de música a todo volumen.

Así no puedo ni escuchar ni mis propios pensamientos, perfecto.

Me tumbo en la cama e intento relajarme lo máximo posible. No tengo nada de hacer, por lo que me quedo ahí bastante más tiempo de lo debería. Los minutos pasan, las horas también. ¿Qué hago? ¿Qué es lo que debo hacer? Algo en mi interior no está del todo tranquilo. Muchas dudas pasan por mi cabeza, mientras una grande incógnita se hace presente. Pero no quiero plantearme la pregunta, ni de coña, vamos. ¿Por qué? ¿Por qué él puede hacerme sentir así?

Nos vemos, Val.

Después de despedirme de mi querida amiga, retomo mi camino a casa como ahora casi siempre suelo hacer. Han pasado unos cuántos días desde la pelea con Amber. Y también, unos cuántos días desde la última vez que he hablado con el idiota de Evans. Porque no, no he vuelto a hablar con él.

Estos últimos días han sido bastante ajetreados, en todos los sentidos. Tengo que reconocer que me he estado saltando algunas clases, por lo que ahora me arrepiento, ya que los exámenes no perdonan a nadie. Sí, la chica estudiosa que no se saltaba ninguna clase ahora lo hace bastante a menudo.

California me está cambiando.

Sin saber cómo, llego a casa en un abrir y cerrar de ojos. Resoplo al darme cuenta de lo que me espera. Digamos que mi "familia" no está en su mejor momento.

¿Los motivos? El hecho de que mi padre tenga una novia que tenga el síndrome de "ahora pienso convertirme en tu nueva madre" y esté todo el rato controlándote, no es para nada divertido. ¿Qué se piensa? ¿qué por estar con mi padre eso la convierte en alguien que me importe? Pues desde luego que no. De hecho, me encantaría verla lejos de aquí, a ella y a su querido y psicópata hijo. Porque Carter tampoco se queda atrás, pero de él prefiero ni hablar. Solo de pensarlo me entra dolor de cabeza.

La tensión instalada entre mi padre y yo podría cortarse fácilmente con un cuchillo. Si alguien dice que la gente cambia, no tiene ni idea. Sí, ellos han pasado de ser mi familia a ser un gran dolor de cabeza. Por lo que ahora me entenderéis si os digo que casi nunca estoy en casa.

Abro la puerta lo más silenciosamente posible, ya que lo que menos me apetece ahora es hablar con alguien. Y como si ya se hubiese hecho rutinario, me dirijo a mi habitación. Sin embargo, no pasan ni cuarenta y cinco minutos hasta que una voz muy potente me llama desde abajo. La reconozco al instante, claro. Y sé de sobra que no me llama por algo precisamente bueno.

Venga, qué he hecho mal esta vez.

Bajo tranquilamente las escaleras sin ningún tipo de preocupación, provocando que se impaciente todavía más.

—¿No tienes nada que contarme, jovencita? —pregunta con una voz realmente irritante.

—¿Qué se supone que tengo que contarte, papá? inquiero empleando su mismo tono.

—Tal vez, lo mucho que estás faltando a clase. —va dirictamente al grano mientras espera pacientemente mi reacción. ¿Cómo se ha enterado? Si casi siempre está trabajando y nunca tiene tiempo. Maldita sea— El director me ha informado personalmente de todas las faltas. Ah, pero espera, ¡que también me he enterado de que mi hija se dedica a meterse en peleas! —exclama elevando la voz. Yo ahora mismo estoy más pálida que un papel— ¡Cómo se te ocurre Kimberly! ¡Y no solo eso, si no que luego te vas con el hijo rebelde de mis socios! ¿No podrías pensar por una vez en los demás y dejar de centrarte solo en ti? ¿Acaso no te das cuenta de la mala imagen que estás dando de esta familia?

Basta. Esta ha sido la gota que ha colmado el estúpido vaso. ¿Se entera de que me he peleado y ni siquiera me pregunta ni el motivo ni cómo me encuentro? ¿en serio? Que si, que tampoco ha estado bien pero... ¿qué se espera de una adolescente?

—¿Pensar solo en mi?—repito más que nada para poder entenderlo mejor—Bueno, pasando por alto el hecho de que ni siquiera te importo lo más mínimo, ¿acaso no escuchas lo egoísta que estás siendo? Perdona si en mi lista de prioridades no tengo ni tu trabajo ni tu reputación ni siquiera en el último punto.

Es imposible que mi boca deje de escupir todas estas palabras, pero estoy cabreada. Cabreada de verdad. Igual que él, obviamente; sólo tengo que observar cómo su cara se va tornando a peor con el paso del tiempo.

—Kimberly, te estás pasando con tu padre. —interviene su estupenda novia en un tono de advertencia que sólo provoca que quiera reírme en su cara. A su lado, Olivia intercambia su mirada de un lado a otro como si estuviera observando un partido.

—Ah, perdona, doña delicada. ¿Yo me estoy pasando? —vuelvo a repetir para ver si así sus palabras cobran sentido. Pero no, siguen siendo igual de inútiles— Vamos, no intentes adoptar el papel de mi madre: te informo de que jamás podrás aspirar a estar a su altura.

—No estoy intentando sacarle el puesto a tu madre, querida.

Su tranquila respuesta provoca que quiera arrancarle esas extensiones de un solo tirón.

—Tranquila cariño, ni aunque lo intentes.

—Kimberly —interrumpe Marc—. No sé qué es lo que te ocurre, pero estás muy equivocada. Nadie quiere quitarle el puesto a nadie, esto no va a si. Y Priscila no tiene la culpa de que te hayas saltado las clases y hayas empezado en meterte en problemas. ¿Acaso te están insistiendo en que lo hagas? ¿un chico quizás?

—Estás bastante rara desde que no paras de juntarte con William.

Opina Olivia en bajo justo cuando todos nos quedamos en silencio, provocando que se le oiga perfectamente. Genial, justo ahora tiene que nombrarlo.

—¡Vamos Olivia! No tiene nada que ve. —pero mi recriminación parece aparentar todo lo contrario.

—¿Tu crees? —me observa incrédula como si tuviera ella toda la razón—No eres la de siempre, has cambiado. Y todos sabemos que William no es una muy buena influencia.

Empleando su mismo tono desagradable, decido contestarle sin callarme nada. No debería estar defendiendo a Will. Pero venga, si vamos por ese camino... Esta conversación tampoco debería estar teniendo lugar.

—Así que he cambiado —afirmo, cruzándome de brazos—. Tal vez siempre he sido así. Y, ¡vamos! No eres la indicada para hablar: te molesta que me preste más atención a mi.

Ríe sin una pizca de gracia. Sé que está llegando a su límite de auto-control. Igual que yo.

—¿Acaso insinúas que estoy celosa? Vamos, hermana. Lo conozco mucho mejor que tú, te lo puedo asegurar. Eres una ingenua, incapaz de darte cuenta de cómo es. ¡Abre los ojos! Te está engañando.

—¡Que tú te lleves mal con él no significa que yo tenga que hacerlo!

—¡Basta! —interviene esta vez el hombre de la casa—. No quiero oíros discutir más sobre el tema de ese rebelde.

—No lo llames así. No tiene la culpa de nada —frunzo el ceño al darme cuenta de que lo estoy defendiendo demasiado. Por dentro me siento como una auténtica tonta—. Esto tiene que ver con vuestra maldita obsesión de tener una vida perfecta, como la de un cuento de hadas. ¿Sabéis? Prefería que siguierais actuando como si no existiera en vez de estar todo el día pendiente de mi culo.

—Kimberly, no te permito que hables así. —se acerca a mi de una forma que impone autoridad. Pero al haber soltado todas esas palabras, me siento con fuerza para ir contra todo.

—Tarde. Ya lo he hecho.

Sin inmutarme ante sus gritos, salgo de casa casi a la misma velocidad de la luz. Una ráfaga de aire hace que me de cuenta del frío que está instalado en la calle, sin comentar de lo escuro que se ha vuelto el día. Genial, ya es de noche y ni siquiera había reparado en ello antes de salir pitando de eses lugar. Por un segundo, me replanteo la idea de volver a entrar en casa; pero mi orgullo es demasiado grande como para tragármelo, por lo que elimino de mi cabeza la idea de retroceder y volver a entrar.

Sigo caminando sin un rumbo fijo, lo único que necesito es despejarme un poco de todo. Tengo demasiada tensión acumulada, y la única persona que puede ayudarme y comprenderme se encuentra a miles de kilómetros de aquí.

Estoy pasando por un callejón cuando noto cómo tiran de mi hacia dentro. Suelto un grito que queda retenido en la mano de la persona que me acaba de coger. Cuando escucho su voz, un escalofrío intenso me recorre toda la médula.

—Hola Kimberly —susurra Carter en mi oído.

Camina conmigo hacia el interior del callejón mientras yo intento soltarme de su agarre.
Cuando por fin lo consigo, se me queda mirando sonriente.

—¿Estás loco? ¡podría denunciarte por secuestro! —grito retrocediendo unos cuantos pasos para mantener cierta distancia.

—¿Secuestro? —ríe— Que yo sepa, no te estoy reteniendo aquí: puedes irte cuando quieras —dice mientras se acerca a mi. Y sin esperar ni un segundo más, intento alejarme de él. Pero cuando pretendo volver a la calle principal, su brazo vuelve a agarrarme y a empujarme contra él—. Pero espera, preciosa. Tenemos que hablar.

—¿Hablar? —una risa nerviosa delata el estado en el que me encuentro— Estás de coña, ¿no? Tú y yo no tenemos nada de que hablar.

—¿Acaso no te das cuenta de que estamos predestinados a estar juntos? El destino no parará de juntarnos hasta que terminemos con lo que hemos comenzado —sus ojos verdes me examinan de arriba abajo—. Es inútil que intentes evitar este momento.

—Estás loco.

Y eso es lo único que puedo decirle antes de que acabe por empujarme contra la pared, acorralada por completo por su cuerpo. Para mi sorpresa, suelta su agarre, quedando ambos cara a cara. Sé que debería reaccionar, pero el miedo que siento ahora mismo impide que pueda realizar el más mínimo movimiento.

—No voy a hacerte daño. —asegura realmente convencido.

—Me encantaría creerte.

Продолжить чтение

Вам также понравится

33.8K 1.5K 45
LIBRO I & II Un amor de esos que todos buscamos, de esos que te dejan un buen sabor de boca pese a todo lo malo que alguna vez pasaste. Kat y Charlot...
18.5K 1K 63
¿Qué pasa si un día te enamoras de la persona que jamas te lo ivas a imaginar? ¿Qué pasa si de un día para el otro comienzas a sentir cosas por esa p...
CRECER AGRIDULCE © Elizabeth Wine

Подростковая литература

248 50 40
¿Recuerdas a tu primer amor? ¿Tu primer beso? ¿Tus primeros amigos? Amores platónicos... Danna es una chica enamorada del amor. Tiene problemas para...
El camino hacia ti... Flor Verón

Подростковая литература

88.8K 4.5K 53
Eva, una talentosa fotógrafa en ascenso, y Jase, un apuesto modelo, se cruzan en una fiesta caótica donde Jase, tras beber en exceso, cuenta con la i...