Kiss me, baby (KMB Libro #1)

By ReynaCary

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León ¿Qué pasaría si un día encuentras una caja fuera de tu puerta con un bebé dentro? Sí. Un bebé. Ah y una... More

Kiss me, baby #1
Un vecino con urgencia
Una caja de cartón
Por él
Discusiones
Nerviosa
Nos descubrieron
Muy cerca
Mi mejor amigo y mí... lo que sea
Una dedicación
El juego del beso
Lo que no sabías de mí
Una tarde de secretos...
Hoy no me gusta
Una ventaja
Padres...
Mucho para un día
Me gusta León
Problemas, truenos y problemas
En la boca...
Soy feliz
Cumpleaños (Parte 1) 1 año
Cumpleaños (Parte 2) 18 años
Volveremos juntos
Toda la noche...
Perdóname... y adiós
¡La última!
Epílogo
Extras
No prometo nada
Especial de besos
Una pregunta
¿Si salen dos líneas?
Te quiere. Tú amiga Mer.

¡Esa niña!

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By ReynaCary

Capítulo 20

León

Una gota de sudor cayó de mi frente, concentré toda mi atención en la portería y suspiré profundamente.

En el fondo se escuchaban gritos, aplausos, porras y otras cosas para animar al equipo pero el público no sabía que eso nos estresaba demasiado, sobre todo a mí que tenía la fortuna tanto buena como mala, según la ocasión, de ser del que dependía el tiro de la victoria.

Podía hacerlo, todos confiaban en mí y yo sabía que tenía altas posibilidades de anotar el gol que marcaría el desempate con el equipo rival, en cualquier otra ocasión no me habría detenido a pensar tanto pero justo en ese momento había otras cosas en mi cabeza y todas giraban en torno a una persona.

Gia.

Ella estaba entre el público, usando la playera del uniforme del equipo de la universidad que aparte tenía mi nombre y número de jugador en la parte de la espalda, estaba junto a toda mi familia como si perteneciera a ella desde siempre y la acababa de besar unas horas antes.

Un contrincante me bloqueó el paso haciendo un esfuerzo inútil por impedir que anotara el gol. Pero simplemente fue inútil porque para ese momento había pateado el esférico con todas mis fuerzas directo hacia la portería del equipo rival.

Cuando el marcador del tiempo extra que sostenía el árbitro llegó a ceros la pelota ya había pegado en la red de la portería. Había anotado el gol, éramos campeones y seguía sin comprender el tipo de relación que Gia y yo teníamos.

Levanté mi mirada hacia el público para ver como Alissa y Gia se abrazaban amistosamente mientras saltaban de la felicidad. Mi papá y mis hermanos se volvían locos como si de verdad se tratara de un juego de futbol profesional y por suerte no se quitaron la camiseta como en otras ocasiones. Mi mamá cargaba a Ethan en sus brazos e intentaba cubrirle los oídos para que el ruido de las personas no lo molestara, Brisa y Fernanda aplaudían con grandes sonrisas en su rostro.

Gia y Alissa bajaron corriendo de las gradas, ambas llegaron hasta mí. Para mi suerte estaban juntas lo que significaba que no tenía que estar a solas con Gia y por otra parte estaba sorprendido de ver a Alissa en el juego tomando en cuenta que los últimos días ni siquiera nos habíamos visto.

—Felicidades, León —me dijo mi amiga dándome un abrazo. Se alejó de mí con una sonrisa en el rostro—. ¿Qué pretendías al hacerte el distraído en el juego? —me reclamó.

Al parecer no había podido disimular mi distracción tanto como pensé.

Gia se acercó a mí y también me dio un abrazo, me tomó desprevenido por lo que no pude reaccionar rápidamente para devolverle el abrazo.

—Sí, claro, todos a abrazar a León cuando fui yo quien anotó el primer gol y le dio el pase a León para que anotara el último —se quejó Adrián.

Gia le sonrió y caminó hasta él para abrazarlo, mis ojos no pudieron alejarse de ellos dos durante el tiempo que estuvieron juntos. Adrián la abrazó, después la elevó unos centímetros del suelo y al dejarla de nuevo con los pies en el suelo le besó la parte superior de la cabeza, también pude distinguir como la playera de Gia se levantaba ligeramente dejando ver un poco de la piel de su cintura.

Me estaba volviendo loco.

—Los besos de la suerte sí que tienen su efecto en los juegos —habló mi amigo.

Alissa se aclaró la garganta y mi vista viajó hasta ella que apretaba los labios en una fina línea y levantaba una ceja a mi dirección.

—Hey ¿Por qué tu blusa se parece a la de León? —preguntó Adrián girando a Gia sobre sus talones para ver con detenimiento la parte trasera de la playera.

—Eso se debe a que es mi playera —contesté por ella—. Hubo un accidente con nuestra ropa y la playera terminó de su tamaño.

Gia asintió con una sonrisa. Se acercó a mí quedando frente, cuando le iba a hablar su sonrisa se desvaneció y me apartó bruscamente para correr hacia su frente, cuando volteé a verla ella estaba en los brazos de su mamá y su papá estaba hablando amistosamente con el mío.

—No sabía que estarían aquí —les dijo Gia completamente emocionada. Ahora su papá la estaba abrazando.

—Yo los invité —habló mi papá aun cerca de ellos—, pensé que sería bueno convivir entre nosotros en la parrillada que haremos esta tarde.

¿Parrillada?

Eso fue una sorpresa hasta para mis hermanos.

En el camino a casa mamá me contó que habían decidido hacer una parrillada después del juego como celebración del partido de futbol. Habían invitado a Gia unas horas entes pero ella no sabía nada sobre la invitación que les habían hecho a sus papás. Habían decidido dejar en secreto esa parte ya que temían no poder asistir por el trabajo y no querían dejar a Gia triste por su ausencia.

Habían llamado esa misma mañana para confirmar que sí asistirían pero que llegarían tarde al juego.

Me sentía bastante incómodo puesto que la casa de mis padres no era ni poco parecida a la de los padres de Gia, seguramente se sentirían incómodos al ver el poco espacio, también estaba seguro de que ellos no comían hamburguesas al aire libre o cualquier cosa que nosotros hiciéramos.

O probablemente todo era una excusa para ocultar lo que verdaderamente me preocupaba y era que había besado a su hija esa misma mañana.

Me sorprendió como se dieron las cosas para la parrillada, mis padres congeniaron perfectamente con los de Gia. Mi papá y el de Gia se encargaron de preparar la carne, mi mamá y su mamá se encargaron de poner la mesa en el patio y ayudaban de vez en cuando con la comida pero en general estaban casi todo el tiempo haciéndole cariños a Ethan.

En cambio mis hermanos, sus novias, Alissa, Adrián y Gia intentaban jugar baloncesto en la cancha pequeña que teníamos cerca de la casa de Scappy. En ese momento me di cuenta de que Gia era muy buena en el deporte y aun seguía usando la playera del equipo.

—Piensa rápido —alguien gritó y la pelota cayó en mi cara.

Tomé la pelota con mi mano sacudí mi cabeza para aclarar mi vista.

—¿Quién fue? —les pregunté avanzando hacia ellos.

Todas las manos apuntaron hacia Gia que ya había empezado a ver hacia otro lado como una criatura inocente. Me acerqué a ella lentamente al mismo tiempo que ella retrocedía.

—Tu tuviste la culpa, estabas estorbando —dijo retrocediendo un par de pasos los mismos que yo avanzaba hacia ella—. Si te acercas más te golpeo —amenazó.

—Hazlo —dije y cuando estaba por tomarla con mis manos su padre nos llamó a todos diciendo que la comida estaba lista, esa fue su excusa para salir corriendo.

Me acerqué a la parrilla en donde había diferentes tipos de carnes, brochetas y algunas verduras asadas, Alissa se acercó a mí y empezamos a charlar mientras llegaba nuestro turno para servirnos, aun se sentía incómodo hablar con ella por eso estaba dejando que hablara por los dos mientras servíamos la comida en nuestros platos. Por suerte la parrilla era bastante larga y podíamos caminar mientras elegíamos nuestra comida, así no tuvimos que permanecer quietos en un mismo sitio.

A un lado de Alissa escuché a Luis y a Brisa reírse como tontos enamorados y juguetear a hacerse cosquillas. Debí haberles prestado atención.

Gia estaba detrás de ellos esperando su turno cuando la escuché gritar.

—¡Cuidado! —inmediatamente volteé para ver como empujaba a Brissa hacia un lado dejando su cintura y su brazo derecho pegados al asador.

Inmediatamente su cara se arrugó por el dolor de la quemadura y se alejó rápidamente con los ojos cerrados. Sin importarme en donde dejaba mi plato corrí hacia ella y en unos segundos ya estaba en mis brazos.

—Tranquila —la recargué en mi pecho y ella asintió sin verme.

Corrí hacia el interior de la casa hasta que llegamos al baño, la dejé de pie a un lado de mí y tomé una toalla para mojarla con agua fría y envolverla en su brazo, empecé a buscar el botiquín de primeros auxilios por todos lados hasta que lo encontré en uno de los cajones del mueble del lavabo.

—No te preocupes, busca con calma —la escuché decir con voz entrecortada—. No moriré por una pequeña quemada.

Suspiré y abrí el botiquín, sabía que ahí teníamos una pomada para quemaduras. Mientras la buscaba escuché como el grifo del agua se abrió nuevamente, levanté la vista para ver como Gia levantaba la playera y colocaba la toalla en su cintura, de nuevo su rostro se arrugó por el dolor y me apresuré más para buscar la estúpida pomada.

—¿En dónde te quemaste? —le pregunté para intentar calmarme.

—Sólo en la cintura y en el brazo, aunque, maldición —se quejó—, la playera también se quemó.

—Eso no importa ahora —dije con mi vista clavada en el botiquín.

—Para mí sí, siempre intento conservar los obsequios durante mucho tiempo, así no podré usarla más…

—Rayos, te daré otra. Si quieres al rato lavamos esta —señalé a mi playera que aun tenía puesta—, y la dejamos en la secadora para que se haga pequeña, será casi lo mismo.

—Uff, por favor sigue hablándome —dijo—, siento que el dolor disminuye más rápido de esa manera.

—Bien… me gusta como se ve esa playera en ti —la escuché reír y por fin encontré la pomada, también tomé un par de vendas. Cerré el botiquín y lo arrojé a alguna parte, creo que quebró algo pero no me importó. Dejé las vendas en el lavabo y sólo me quedé con la pomada en las manos.

—Tal vez no debí de haberla usado hoy, no necesitaste suerte después de todo —se quitó la toalla y dejó salir un suspiro.

—Tonterías, no hubiera metido ese último gol de no haber sido porque la tenías puesta —abrí el frasco con la pomada y tomé una considerable cantidad en mis dedos, después lo dejé en el lavabo—. Bien, bien. Déjame ver la quemadura…

Apenas terminé de hablar ella apartó la toalla y dejó al descubierto la quemadura en su cintura, se veía muy mal, eran casi 10 centímetros de color rojo y no sabía si ponerle la pomada para quemaduras la ayudaría mucho.

—¿Se ve muy fea? —preguntó al ver mi expresión—. No he querido verla porque temo que se vea peor de lo que se siente.

—Tontita, no debiste de haberlo hecho —acerqué mi mano, en la que tenía la pomada, a su cintura y me quedé congelado—. Sería más cómodo si te quitaras la playera ¿no crees?

—Gracioso.

—Escucha, tal vez te duela un poco pero se pasará el dolor rápidamente, si te duele demasiado me dices para no frotar tan fuerte o detenerme —ella asintió—, puedes abrazarme si necesitas apoyo —le sonreí e intentó hacer lo mismo pero podía notar el miedo en su rostro.

Quedamos frente a frente, ella sostenía la playera con manos temblorosas dejando al descubierto la quemadura y yo con mis dedos temblorosos acerqué la pomada a la herida, al primer contacto Gia se estremeció. Empecé a deslizar mis dedos sobre la línea roja de la quemadura lentamente, mi vista estaba al pendiente de su rostro y de la herida, no sé cómo pude poner atención a ambas cosas.

—Duele —murmuró con voz quebrada.

—Lo siento —le susurré al oído.

Ella se acercó más a mí hasta que su frente pudo descansar sobre mi pecho, con mi mano libre acaricié su brazo izquierdo de arriba abajo para poder tranquilizarla. Seguí esparciendo la pomada y tomé un poco más para que quedase completamente cubierto.

La escuché sorberse la nariz y me di cuenta de que estaba llorando, sentí como su mano izquierda se aferraba a mi playera.

—Lo siento —dijo y su voz fue amortiguada en mi pecho—. Creo que estoy exagerando con mi reacción… es sólo que nunca me había quemado y… —no dijo nada más y siguió llorando.

—No te preocupes —mis labios ya estaban pegados a su oído a esas alturas—. Sé que duele. Tranquilízate —mi mano aun seguía haciendo caricias  su brazo—. Necesito ponerte la venda para proteger la quemadura.

Gia asintió y lentamente apartó su rostro de mi pecho. Tomé la venda del lavabo y deshice el rollo rápidamente, por un momento había olvidado que su brazo también tenía una quemadura. Me apoyé en mis rodillas en el suelo del baño frente a ella y con la venda empecé a cubrir la quemada dándole varias vueltas por su cintura, hasta ese momento me di cuenta de la cintura tan delineada de Gia, adrede rocé un par de veces mi mano en su piel desnuda…

Cuando terminé esa parte seguí con su brazo el cual no se veía mejor. Una vez que terminé Gia levantó su rostro hacia mí, sus ojos llorosos me hicieron atraerla a mi pecho nuevamente. La abracé fuertemente contra mí y besé su cabello, ella apoyó sus manos en mi pecho.

—Por un momento recordé la explosión —susurró en mi pecho—, tuve la misma sensación de calor que aquél día.

—Todo pasó —mi mano hacía caricias circulares en su espalda—. Estás bien y no es necesario que te preocupes. Estoy aquí.

—Lo sé, pero aun así me dio miedo —sus manos fueron deslizándose de mi pecho hasta mi cuello tan lentamente que casi pasó desapercibido.

Ahora mis manos estaban en sus caderas y sus manos en mi cuello, en mi experiencia con las chicas esa era una posición perfecta para un beso, pero con Gia era diferente, era la pose perfecta para empezar a ponerme nervioso y dudar hacia donde era correcto dirigir la mirada. Cuando ella levantó su rostro y nuestros ojos conectaron casi pierdo el control.

Mi incliné rápidamente para poder cortar la distancia entre nosotros pero…

—Creo que será mejor que la llevemos al hospital —dijo una voz en el pasillo.

—No creo que sea para tanto…

—Es mi hija, yo creo que sí es para tanto.

Los pasos aumentaron de volumen conforme se acercaban. Suspiré y subí mis manos hasta los hombros de Gia, ahora su vista estaba dirigida hacia la puerta esperando el momento en que irrumpieran en el baño. Esta vez sí noté como sus manos se alejaron de mí.

—Chicos —tocaron la puerta.

—Está abierto —dije.

—Gia, vamos al doctor —entró su padre con los nervios de punta—. Será mejor que te revisen.

Gia negó con la cabeza.

—Sólo fue algo leve —retrocedió un paso—. No es necesario que vayamos al hospital.

—Te lo dije, cielo —ahora habló su mamá—, fue una quemadura de primer grado y Gia es fuerte.

—Y León ya me ha atendido —habló Gia de nuevo.

Su padre me lanzó una mirada no muy amistosa y aunque no quise desvié mi mirada de él para ver a mis padres fuera del baño con rostros preocupados.

—Está bien —les avisé y ambos asintieron.

Después de que sus padres verificaron con sus propios ojos que su princesa estaba bien salieron de nuevo al patio para continuar con su comida. Gia y yo subimos hasta mi habitación —sin que nuestros padres se dieran cuenta, por supuesto— para buscarle una nueva playera.

Ella se sentó en mi cama y yo busqué en mi armario algo que pudiera usar.

Gia debería considerar cargar con ropa extra cuando cada vez que saliéramos juntos, o mínimo cuando viniera a esta casa.

Encontré una camiseta negra que era un poco más pequeña que las demás y se la extendí a Gia. Ella la aceptó y se quedó viéndome, al principio tenía una sonrisa en su rostro y después sus cejas se fueron levantando como si me estuviera diciendo “¿Qué rayos haces aquí?

—¿Se te perdió algo? —me preguntó.

—¿Qué? —fue lo único que pude decirle. Por alguna razón estaba fuera de mi mismo mientras le veía.

—Si no te vas a salir de la habitación mínimo voltéate para que pueda cambiarme —movió la camiseta en su mano y comprendí.

—Aaa, claro. Me volteo —dije y le di la espalda.

Logré escuchar cómo se levantaba de la cama y daba un par de pasos, supuse que se estaba girando para darme la espalda también.

—Si volteas te golpearé —amenazó.

—Tranquila, no lo haré…

Se hizo el silencio en la habitación y escuché como hacía rápidos movimientos, en cuanto escuché como cayó el pedazo de tela al suelo eché un rápido vistazo sobre mi hombro, no pude soportarlo. Cometí el error de dejar las luces apagadas y la luz de la tarde que entraba por la ventana no fue suficiente para poder ver la silueta de Gia.

Dios. Gia. Dios.

Volví a girar mi cabeza hacia el frente.

No podía creerlo. Me estaba enamorando de Gia.

—Listo, puedes voltear —habló.

Pero ya no quería voltear.

Respiré profundo listo para sacar el tema de conversación que me rondaba por la cabeza desde la mañana.

—Oye, Gia —dije al mismo tiempo que giraba hacia ella—. Sobre lo que pasó en esta mañana…

Su rostro se volvió serio y empecé a caminar hasta ella, de nuevo estábamos frente a frente, sus manos estaban a sus costados y movía sus dedos como si buscara. Creo que era justamente la misma reacción que yo estaba teniendo.

—Luis me dijo —habló ella.

—¿Qué te dijo Luis? —pregunté confundido.

Rodó los ojos y de repente el nerviosismo que parecía tener se desvaneció y dejó un ceño fruncido y un par de labios apretados en su rostro, se cruzó de brazos y creo que retrocedí un paso.

—Mientras jugabas mencionó que parecías un poco distraído y dijo algo como: Seguramente no besó a ninguna de aquellas porristas —oh, no—. Al parecer siempre besas a alguna chica antes de iniciar un juego ¿no?

—Bueno, algo parecido… pero…

—Claro, pero esta vez ibas tarde y me besaste…

—Gia, espera, yo…

—… y no fue lo suficientemente bueno para que fueras el jugador estrella como siempre…

—… déjame hablar

—… eres un desvergonzado, ni si quiera debiste de haber hablado sobre eso, estábamos bastante bien antes de que abrieras tu bocota.

—¿Quieres callarte?

—… así que mejor nada de esto pasó —guardó silencio al mismo tiempo que yo me callé, nos quedamos así y cuando tenía la intención de hablar para aclarar todo ella levantó un dedo para advertirme que no abriera la boca—. No. Silencio.

Levanté mis manos al aire y las dejé caer a mis costados nuevamente.

Ella empezó a caminar hasta llegar a la puerta, la abrió y salió azotando la puerta.

Me quedé de pie sin entender lo que había pasado.

¿Había sido una pelea?

—¡E… esa niña! —dije molesto.

Durante la tarde Gia actuó como si no hubiera pasado nada entre nosotros, hablaba normalmente conmigo. Lo bueno fue que también parecía haberse olvidado de la quemada y del recuerdo que eso produjo en cuanto a sus padres biológicos.

Alrededor de las 7 de la tarde los padres de Gia se marcharon, media hora más tarde se fue Alissa y a los 15 minutos Adrián, diciendo que no quería estar entre parejitas, le dije que Ethan tampoco tenía pareja y que podía jugar con él pero no quiso hacerla de niñero. Casi a las nueve de la noche Gia y yo nos despedimos de mi familia, Brisa se disculpó con ella por centésima vez y mis padres le pidieron que volviera pronto junto con sus padres.

Camino a  casa Ethan se quedó dormido en el portabebés del asiento trasero del auto y después Gia siguió su ejemplo. Al llegar al campus tuve un gran problema porque ella tenía un sueño muy pesado, tuve que subir a Ethan primero y luego bajar por Gia. Al no tener la llave de su dormitorio la llevé al mío.

La recosté en mi cama, al lado de Ethan, y acomodé una almohada debajo de su cabeza. La observé dormir y después la besé.

* * * * * * * * * * * * * * * * * * * *

Hola. Tanto tiempo de no estar por aquí.

Espero que les haya gustado el capítulo, aun tengo muchas cosas que cambiarle pero igual espero que haya sido de su agrado.

Respecto a la fecha del siguiente capítulo me temo que no puedo darselas ya que me he quedado sin computadora y no tengo otra forma de subir los capítulos aquí. Espero tener de vuelta mi computadora pronto, (aunque ya llevo dos semanas sin ella T^T). Les pido paciencia, si no es mucho pedir ;)

Besos y muchas gracias por seguir apoyandome! :)

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