El Prometido del Príncipe Cue...

By MindyC89

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"Los hijos pagaran por los pecados de los padres" Cuando JongIn nació, los espíritus festejaron con algar... More

♥Para comenzar, un pequeño aviso♥
Capítulo 1 - El trato con el Dios Cuervo
CAPÍTULO 3 - NUESTRO DESTINO.

Capítulo 2 - El Palacio de los cielos.

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By MindyC89


-¿Dónde estoy?

Lo último que recordaba el chico era ser capturado por unos hombres de apariencia extraña. Sea por el susto o algún artificio de sus secuestradores, no alcanzó a resistirse por mucho tiempo antes de perder la conciencia.

La habitación en la que se encontraba podría llegar a ser más grande que la casa en la que vivía, y la cama sobre la que descansaba era tan cómoda, como si estuviera hecho de mullidas nubes.

Se abrió paso entre los doseles de seda y abandonó el amplio lecho. Observaba con asombro los lujosos muebles decorados a tono, dignos de la realeza. ¿Quién tendría con tales comodidades a su prisionero? ¿Quién? Además se trataba tan solo del hijo de una humilde familia de campesinos.

Se sorprendió al ver que sus prendas habían sido reemplazadas por una túnica de lino, tejida delicadamente con hebras dorados. Notando la ligereza sobre sus hombros, llevó las manos hasta su cuello, reparando con pena en que le habían despojado el primer obsequio de su madre; su preciada bufanda.

Buscando con la mirada una manera de escapar, se topó con unas enormes puertas talladas, al parecer, en marfil. Se dirigió con prisa, aliviado por poder abrirla al girar las perillas, cruzó el pórtico encontrándose tras él con un amplio jardín de flores.

Las gardenias eran protagonistas con su belleza y fragancia característica, como si abriesen sus pétalos ante la presencia del joven, dándole la bienvenida. El chico de piel de oro elevó la vista con asombro ante el imponente palacio, el cual se erguía más allá de las nubes. Un lugar al que solo las aves podían llegar.

Exploraba los extensos corredores de la mansión, tratando de dilucidar dónde se hallaba y cómo podría retornar a su hogar desde la cumbre de las montañas.

Sus pasos se detuvieron de golpe cuando notó a escasos metros de él a los hombres alados que lo habían sometido en el bosque. Caminaban en dirección al chico, que estaba demasiado asustado para notar el desinterés de los extraños, hasta que lo cruzaron sin siquiera verlo.

Petrificado y todavía temblando por ello, necesitó unos minutos para reaccionar. Comenzando a sospechar que aquel palacio era una prisión sin rejas, en el que sus captores tenían tal confianza para mantenerlo retenido que no había necesidad de vigilarlo.

Su madre siempre le narraba la fantástica historia de su nacimiento, de cómo los espíritus del bosque bajaban de la montaña para ver al pequeño y del maravilloso futuro que le habían predicho.

De haber sabido que aquel futuro brillante se vería trucado de esa forma, nunca se habría adentrado al bosque en busca de moras. Se reprochaba aquel pedido por su cumpleaños y se culpaba por la desolación que sus padres estarían sintiendo.

Caminó por un par de minutos hasta llegar a los límites del palacio. Abriéndose paso entre cortinas de helechos, descubrió un escenario muy distinto a las demás áreas del jardín flotante. En ese lugar el mismo sol brillaba con rayos de plata, como si fuese una eterna noche de luna llena.

Allí, rodeado de pensamientos, se encontraba un joven de baja estatura y complexión delgada. El blanco de su tez contrastaba con el carmín en sus lacios cabellos, y el negro en sus vestiduras.

El joven se encontraba de pie, con los ojos cerrados y los brazos extendidos, movía los dedos de sus manos como si disfrutara de una brisa inexistente y al fijarse en su rostro, los gruesos labios en forma de corazón dibujaban en él la más bella de las sonrisas.

Poco después el pelirrojo guió una de sus manos hacia el cielo y recibió en ella a un cuervo de tres patas y ojos de fuego quien camino por su brazo y descansó calmo sobre uno de sus hombros.

-No deberías estar aquí...- apuntó el joven que antes parecía no notarlo.

-Lo... lo siento... de hecho no sé cómo llegué aquí...- se excusó el joven.

-¿Qué hace un humano como tú en el palacio de los cielos?- increpó sin siquiera voltear.

El más alto se acercó con cuidado seguido muy de cerca por la mirada fija del ave de oscuro plumaje. -... ¿El palacio de los cielos?- replicó.

Los orbes del más bajo estaban cubiertos de niebla, no pudiendo ver por sí mismo al joven mortal. Aun así, percibía cada gesto del chico a su lado. –Situado más allá de las montañas, bajo la mirada protectora de la luna, este es el templo del Dios Cuervo... Ahora que sabes dónde estás, dime ¿cómo llegaste aquí?

El chico de labios de corazón poseía un temple sereno y dulzura al hablar, aquello era suficiente para ganar la confianza del más joven.

-Unos hombres me trajeron a este lugar, no sé bien cómo, solo recuerdo sentir mucho cansancio después, todo se volvió oscuro... y desperté aquí.

El más bajo guardó silencio mientras el mortal narraba sus peripecias, un discurso bastante breve a decir verdad. -...Eres esa persona...

-¿Esa persona?... ¿Tú... me conoces? ¿Sabes que es lo que quieren de mí?

El bajito simplemente sonrió. –Dicen que puedes curar al hijo del rey, el... fue víctima de un hechizo hace cien años... la luna lo castigó por la arrogancia de su padre.

-Si logro sanar al heredero... ¿podré volver a casa?

-¿Cómo te llamas?- preguntó mientras el ave abandonaba su hombro para posarse sobre un muro de piedras de poco más de un metro, que bordeaba frente a ellos los límites del palacio.

-JongIn...

-JongIn...- repitió el bajito. -...El mío es KyungSoo.

El joven entendió que KyungSoo no respondería a su pregunta, quizás, porque lo desconocía o tal vez, porque no lo tenía permitido. Sea cual sea el motivo, ese hecho no cambiaría.

-¿Y quién es él?- preguntó refiriéndose al cuervo de tres patas.

-Él es... Mis ojos... -Respondió con nostalgia, suspirando en algunas palabras. -...mis alas, y a veces, hasta mis garras... Él, soy yo en otro ser...

KyungSoo era diferente a los otros hombres que habitaban el palacio, no solo en apariencia, ya que era más pequeño en comparación con aquellos imponentes seres, sino también difería en gran medida de la actitud presumida y arrogante que demostraban los otros seres.

El bajito no solo tenía la voz más dulce que alguna vez acariciaron sus oídos, sus palabras, sus acciones, todo él transmitía compasión y empatía.

Todos los días JongIn iba a visitarlo a aquel jardín oculto. En medio de su abatimiento, encontraba en el pelirrojo un consuelo, aunque se tratase apenas de un par de horas.

-JongIn... ¿Aún te desagrada pasar tu tiempo aquí?- preguntó en voz baja mientras descansaba sobre una gran roca.

-No es eso... es solo que no puedo dejar de pensar en mis padres. Me separé de ellos tan abruptamente... si mi destino ya fue decidido, al menos me hubiese gustado despedirme... deben de estar tan preocupados... Si puedo curar al hijo del rey, podré pedirle volver con ellos, ¿cierto?

-Pero allí abajo... te lastimarían...- alegó con tristeza. –Por tu don... serían capaces de hacerte daño... JongIn... si estuviste a salvo hasta que te trajeron fue porque el Dios Cuervo envió ciervos a custodiar los terrenos de tu familia, sin esa protección no se qué hubiera pasado.

-Pero no soy más que un prisionero aquí... seré libre de pasearme por el castillo y tendré todo lo que mis labios pidan, pero eso no cambia mi realidad aquí... Será lujosa, pero no deja de ser una jaula. Pensé que entre todos eras el único que podría comprenderme Kyung...- reprochó antes de salir de los jardines, dejando solo al chico de cabellos de fuego.

Fue cuando retomó el rumbo por los pasillos hacia su cuarto que fue interceptado por los guardias reales quienes le informaron que el rey solicitaba su presencia en el salón principal.

Como no estaba en posición de negarse a las imposiciones del Señor, fue escoltado. Allí, sentado en un trono de terciopelo rojo con detalles en oro, se encontraba quien había decidido por su vida aún antes de haber nacido: El gran Dios Cuervo.

-Estoy seguro que conoces el motivo por el que te mandé llamar hoy. Fuiste bendecido por los dioses desde tu nacimiento con el único fin de dar paz a mi reino. Como habrás oído en los pasillos, mi hijo, mi único heredero, fue víctima de una maldición. Toda su energía espiritual le fue arrebatada condenándolo a una forma insignificante, tan débil. Con tu don, es mi deseo que le devuelvas aquello que le fue despojado.

JongIn oía las palabras del hombre sintiéndose nervioso por las altas expectativas que tenían en su persona. No estaba seguro de poder lograrlo, tenía ni la más remota idea de cual era don que lo condenaba a vagar en ese palacio.

Cuando el Rey mandó llamar a su hijo, el moreno solo podía pensar en sus padres, hasta que el heredero se hizo presente. Sus ojos se abrieron a más no poder tras descubrir la identidad del joven inmortal.

-KyungSoo...- murmuró solo para él, mientras el chico se acercaba apenado.

-Lo lamento JongIn... todo por lo que tuviste que pasar... fue por mi culpa...- se disculpó en voz baja una vez estuvo frente al moreno.

-¿Tú... eres el Príncipe Cuervo?- podría verse muy obvio ya que entre todos los hombres del palacio, KyungSoo era el único que asemejaba una apariencia humana.

-Te lo dije la primera noche... -susurró señalando al cuervo sobre su hombro. -... Él soy yo... mi energía espiritual, hecha un ser. Un cuervo.

-Yo... no sé cómo curarte... todo suele ocurrir sin darme cuenta... - JongIn, desde que fue arrebatado de sus padres, se había sumido en la tristeza. Su alma no estaba en paz y de esa forma, no podría sanar.

-¿ESTÁS DICIENDO QUE NO PUEDES HACER NADA?- soltó el dios cuervo encolerizado. -...Todos estos años, velando por tu pueblo, cuidando que tu miserable familia no muera de hambre... ¿FUERON EN VANO?

-Yo... lo siento... -musitó con lágrimas en los ojos, temeroso por la ira del dios.

-¡SÁQUENLO DE MI VISTA!- vociferó el inmortal. -...No quiero que permanezca en estas tierras un minuto más.

-¡Padre! ¡Lo estarás condenando!- la voz del príncipe se oyó quebrada. Si JongIn era privado de la protección de los cielos, sería vulnerable ante los demás demonios que habitaban las montañas.

-No me interesa qué pase con un simple humano, no perderé un segundo más con él.- impuso haciendo un ademán a los guardias reales para que echen al humano de su presencia.

A pesar de los intentos del heredero, los ciervos del rey exiliaron al más joven, dejándolo a su suerte en el bosque de donde lo habían secuestrado.

Una vez en la tierra, JongIn corrió en dirección a lo que antes era su hogar, con las emociones divididas entre su familia y el joven príncipe que no alcanzó a salvar.

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Disfruten del capítulo mis amores♥

si les gustó no olviden dejarme sus estrellitas y comentarios^^

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