Mörder [ COMPLETA ]

By RipleyWylde

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《Cuando tu vida se reduce a matar o morir, ¿qué elegirías?》 FECHA ORIGINAL DE PUBLICACIÓN AÑO 2013 More

Sinopsis
Advertencia
Introducción
Primera parte: prisionera
Capítulo N° 1
Capítulo Nº 2
Capítulo Nº 3 (Parte 1)
Capítulo N° 3 (Parte 2)
Capítulo N° 4
Capítulo N° 5
Capítulo N° 6
Capítulo Nº 7 |Parte 1
Capítulo N° 7 | parte 2
Capítulo N° 8
Capítulo N° 9
Capítulo N° 10
Capítulo N° 11
Capítulo N° 12
Capítulo N° 13
Capítulo N° 14
Capítulo N° 15 | parte 2
Capítulo N° 16
Capítulo N° 17
Capítulo N° 18
Capítulo N° 18 | parte 2
Capítulo N° 18 | parte 3
Capítulo N° 19
Capítulo N° 20
Capítulo N° 21
Capítulo N° 22
Capítulo N° 22 | parte 2
Capítulo N° 23
Capítulo N° 24
Capítulo N° 25
Capítulo N° 26
Capítulo N° 27
Capítulo N° 28
Segunda parte: Libertad
Capítulo N° 29
Capítulo N° 30
Capítulo N° 30 | parte 2
Capítulo N° 31
Capítulo N° 32
Capítulo N° 33
Capítulo N° 34
Capítulo N° 34 | parte 2
Capítulo N° 35
Capítulo N° 36
Capítulo N° 37
Capítulo N° 38
Capítulo N° 39
Capítulo N° 40
Capítulo N° 41
Capítulo N° 42
Capítulo N° 43
Capítulo N° 44
Capítulo N° 45
Capítulo N° 46
Capítulo N° 47
Capítulo N° 48
Capítulo N° 49
Capítulo N° 50
Capítulo N° 51
Capítulo N° 52
Capítulo N° 53
Capítulo N° 54
Capítulo N° 55
Capítulo N° 56
Capítulo N° 56 | parte 2
Capítulo N° 57
Capítulo N° 58
Capítulo N° 58 | parte 2
Capítulo N° 59
Capítulo N° 59 | parte 2
Capítulo N° 60
Capítulo N° 61
Capítulo N° 62
Capítulo N° 63
Capítulo N° 64
Epílogo
Nota de autora
EXTRA: El trato | parte 1
EXTRA: El trato | parte 2
EXTRA: El trato | parte 3
EXTRA: El trato | parte 4
EXTRA: El trato | parte 5
EXTRA: El trato | parte 6
EXTRA: El trato | parte final
EXTRA: Rata | parte 1
EXTRA: Rata | parte 2
EXTRA: Rata | parte 3
EXTRA: Rata | parte 4
EXTRA: Rata | parte 5
EXTRA: Rata | parte 6
EXTRA: Rata | Final

Capítulo N° 15

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By RipleyWylde

En este capítulo habrá todo un diálogo entre dos personas en otro idioma, colocaré el significado en respuesta al comentario (para su entendimiento rápido) y luego en un glosario.

~ • ~

Todos los asesinos de Mörder que nunca habían estado allí quedaron atónitos al ver la enorme mansión alzada frente a ellos, con un jardín de ensueños con fuentes de agua y enormes escaleras blancas que tenían columnas a los costados. Bellas y delicadas esculturas se veían allí, y mientras más se acercaban más maravilloso les parecía.

Caminaron hasta detenerse frente a una enorme puerta doble de madera brillante, y al ingresar siguiendo a Gretchen, quien iba con un paso seguro y decidido, quedaron impresionados al ver los candelabros y las bellas pinturas en las paredes. Y allí, frente a ellos, se encontraba ese hermoso hombre con una sonrisa grande y las manos en los bolsillos.

Héctor Carmichael, segundo heredero Moms, los miraba con una sonrisa, y cuando Gretchen llegó hasta él la tomó de las manos con cariño, agradecido de que hubiese aceptado unir las sedes. Él comenzó a guiarlos por dentro de la mansión, explicó que su padre se encontraba en su oficina, pero quizá más tarde pasaría a saludarlos. Recorrieron los pasillos hasta detenerse frente a cinco puertas de ascensor, donde poco a poco fueron bajando hasta la parte subterránea, donde vivirían y entrenarían los asesinos bajo su mando.

Un largo pasillo unía todas las habitaciones y divisiones del lugar con columnas arqueadas en la parte superior, y todas las paredes eran tonos crema con arabescos grabados de forma delicada. No se parecía en nada a las precarias instalaciones de Mörder.

Héctor les dio un recorrido por el lugar, señaló cada zona importante: el comedor, las habitaciones, el gimnasio, la zona de tiro, enfermería, duchas y baños, y algo impensado, la biblioteca. Todos estaban encantados con el lugar, no solo era más grande, sino que se veía más cuidado y elegante, y la gente parecía más agradable, al menos en la primera impresión. Pero al enterarse de que en los cuartos no se dividían por nivel, sino que estaban todos mezclados por sorteo, se armó un gran revuelo.

—¡Dormirán en los cuartos que se les asignen! —gritó Gretchen para acallar las voces de réplica.

—Por favor, Dios, que no me toque dormir con el Loco... —susurró Erica.

Gretchen y Héctor comenzaron a leer unas listas para poder ubicarlos, mientras que asesinos de ese lugar los escoltaban a las habitaciones, pero cuando Héctor tuvo que leer el nombre del Loco lo buscó con la mirada hasta encontrarlo.

—Wolff, ¡amigo mío! —dijo con una sonrisa.

—Héctor  —el Loco asintió como forma de saludo.

—Sos el líder de los locos, ¿verdad? —dijo al verlo con atención—. ¿Cuántos líderes son, tres?

—Cuatro actualmente, añadimos uno más —explicó Gretchen.

—Para los líderes tenemos una ofrenda de paz muy especial —dijo Héctor y chasqueó sus dedos.

Un grupo de asesinos, tanto hombres como mujeres, se acercaron con sonrisas seductoras y miraron fijo a los cuatro líderes ahí presentes.

—Pueden elegir a quienes quieran —explicó Héctor—, ellos se ofrecieron por la admiración que sienten por ustedes. Elijan y serán suyos por esta noche, ellos los guiarán a sus habitaciones.

Erica giró instantáneamente para ver a Aaron a su lado, él era el líder de los Profesionales, por lo tanto ese era un regalo para él también. En el brillo de su mirada se notaba el interés, por lo que ella chasqueó la lengua al decirle en voz baja:

—Andá si querés, pero luego no te quejes si yo quiero hacer lo mismo.

—No voy a ir, quiero estar con vos —dijo él, ofendido por sus palabras y la tomó de la mano para entrelazar los dedos.

Erica vio a Martín rechazar la oferta, ni siquiera estaba cerca de Celeste y ni siquiera necesitó su hermana decirle algo. Él había rechazado la oferta por voluntad propia. Miró entonces hacia Chris, lo veía dudoso, pensó que quizá no quería quedar mal frente a ella y decidió dejar de mirarlo para no hacerlo sentir incómodo ante la decisión que tomara.

El Loco miró a Héctor con el ceño fruncido, aún cuando fueron amigos en la infancia y la adolescencia no confiaba en él, y menos en sus atenciones inesperadas. Pero al ver una sensual mujer de cabello rojo como rubíes con un cuerpo voluptuoso de grandes senos y caderas que lo miraba con un fuego en sus ojos, no pudo evitar sonreír con interés. Él no tenía vergüenza alguna de quedar mal ante nadie, no le debía absolutamente nada a nadie, y fue por ello que señaló a la pelirroja.

—Vos —le dijo.

Ella se acercó a él contoneando sus caderas, era realmente muy hermosa. Luego el Loco concentró su mirada en el resto, recorrió a cada uno de ellos hasta clavar su mirada en un muchacho que lo miraba con atención, con su cuerpo fuerte que demostraba que era un buen asesino. Su cabello era castaño y su mirada era muy seductora, pero también se veía peligroso con los cuchillos en arneses en las piernas. El Loco le dirigió una sonrisa pícara.

—Y vos —dijo, sin dejar de mirarlo.

Erica se sorprendió al ver que el Loco se alejaba con esa mujer despampanante tomada de su brazo, pero también con ese chico tan sexy. No dudó en mirar a Aaron por ello, quien solo se reía y con un guiño en el ojo le dijo:

—Es el Loco, princesa.

Aaron escoltó a Erica hasta su habitación, había leído las listas gracias a Gretchen, y él conocía muy bien el lugar. Como se alejó de allí con Aaron, Erica nunca supo si su amigo Chris había aceptado o rechazado la oferta.

La gente de Naemniki la miraba con curiosidad y algunos con recelo, pero Erica se alegró de que al menos su cama fuera mucho más cómoda que la anterior, y a diferencia de Mörder la habitación no olía a humedad, e incluso los muebles eran más bonitos.

Desempacó sus cosas y las acomodó en un mueble junto a su cama, una de las mujeres en la habitación le había dicho dónde guardar sus pertenencias.  Cuando terminó de acomodar todo pudo ver a Aaron en la puerta, la había ido a buscar con una sonrisa luego de desempacar sus propias cosas en su habitación.

Sonrió con alegría al verlo y se acercó hacia él, pero una compañera de cuarto le habló:

—Ey, nena, los encuentros amorosos o sexuales están prohibidos en este lugar —le dijo con fastidio.

—¿Qué? ¿Está prohibido que vea a mi novio? —inquirió Erica con sorpresa.

—El amor debilita al igual que el sexo, tenemos que estar fuertes, no débiles.

—¡Es su primer día! Dejala que se despida del pequeño al menos —acotó una mujer de cabello bien corto negro, tenía un cigarrillo en su boca y estaba sentada con sus piernas abiertas de forma perezosa.

—¡Pero Sve...!

—¡Dije que la dejes! —se puso de pie, era alta y su mirada logró intimidar a esa chica.

La mujer de cabello corto y oscuro caminó hacia Erica y Aaron, que se sorprendieron al ver lo inmensa que era, tenía una altura formidable y una presencia que imponía respeto, y aunque era delgada sus brazos fuertes y tonificados se lucían en ella. Vestía de cuero negro, lo único «colorido» que llevaba era un chaleco de jean.

—Soy Svetlana Kolzova, pueden llamarme simplemente Sveta, o «la inmoral» como algunos me llaman —sonrió y sopló el humo de su cigarrillo—. Son los asesinos de Mörder, ¿verdad?

—Así es, soy Aaron Sabatini —se presentó él.

—«El inexorable», oí hablar de vos...

—Creo que te equivocaste de persona —escupió Aaron con asco.

—Oh, no, ¡yo nunca me equivoco, pequeño! —le sonrió y se dirigió hacia Erica—. ¿Y vos, pequeña, cuál es tu nombre?

—Soy Erica Núñez, «la princesa» —gruñó al pronunciar lo último.

—No siempre nos gustan los términos que nos dan, pequeña, pero... ¿te doy un consejo? —se encorvó para poder susurrarle al oído—. Demostrales lo que puede hacer esta princesa, callalos con tus actos y no tendrán de qué reírse.

—Gracias, S...Sv...

—Sveta, bueno, creo que deberías llamarme de otra forma más fácil —sopló el humo de su cigarrillo para luego sonreírle—. Podés decirme «babushka».

—¿Babushka? —repitió Erica.

—Sí, babushka. Bueno, pequeños. Recuerden lo que mi compañera dijo, no pueden verse fuera de los horarios establecidos. Por hoy están perdonados, ¿de acuerdo?

Aaron la miró fijo a los ojos oscuros con el ceño fruncido, no estaba seguro de por qué pero ella no le agradaba. Sin embargo Erica vio en sus ojos negros sentimientos, sintió como si hablara con su propia madre, y por eso se le hizo confiable.

Aaron entonces la tomó de la mano con una sonrisa para luego darle un beso cariñoso, comenzó a contarle sobre su cuarto, le tocó dormir con Profesionales del lugar y a algunos ya los conocía.

Fueron al comedor para poder cenar, y debido a que no habían muchas mesas libres decidieron sentarse junto a Celeste y Thamma, que hablaban con Chris, pero él, al ver a Aaron, dejó de reírse y su rostro se volvió serio. Chris no tardó en tomar sus cosas, se puso de pie para irse de ahí sin dedicarles ni una sola mirada. Erica lo siguió por detrás, preocupada por esa actitud.

—¡Chris! ¿Qué te pasa?

—¿Qué hacés con él? —dijo con asco.

—Estamos saliendo, es mi novio ahora, ¿qué te pasa? No te entiendo.

—Así que tu novio ¿eh? —frunció el ceño y agregó entre dientes—. Cogete a quien quieras, Erica, pero yo no voy a estar ahí. Suficiente mierda es mi vida para que vos la empeores.

Y sin decir más nada, sin oírla ni voltear para verla se fue de ahí. No giró en ningún momento, no le importó el rostro de tristeza que dejó en ella.

Aaron abrazó a Erica de atrás y le dio un tierno beso en una mejilla.

—Te dije que estaba celoso, princesita.

—No, no es eso —Erica se quedó un instante en silencio, ella no entraba en el tipo de mujer que a Chris le gustaba, estaba segura de que no podían ser celos—. ¿Por qué tanto odio entre ustedes?

—No lo sé, ¡preguntale a él! Quizá le gustabas y me odia porque yo te tengo, ¿quién sabe?

No muy lejos de ahí, mientras que ellos se sentaban a cenar, el Loco se encontraba solo alejado de todos, revolvía con su tenedor la «comida» que le dieron, una especie de menjunje similar al engrudo que parecía vómito de perro. Nunca fue exquisito con la comida, así que decidió probarlo pero terminó por escupirlo y comenzó a toser, el sabor era tan repugnante que le daba arcadas. Oyó las risas de muchos hombres y mujeres a su alrededor, miró de reojo a todos lados, vio que todos lo miraban con una sonrisa maliciosa y que solo él tenía ese intento de alimento. Y para no darles el gusto de burlarse de él, lo comió sin poner expresión alguna, soportando las arcadas que le daban.

De lejos, Aaron miraba esa escena y apretó los labios con odio, aún con la mala relación que tenían no le agradaba en lo absoluto que se metieran con él.

—Princesa, somos nuevos acá, tenemos que pagar derecho de piso, y el Loco parece que no es muy querido por estos lares —dijo Aaron sin dejar de mirar al Loco comer

—¿Eso nos van a hacer a todos? —preguntó ella con un gesto torcido

—Quizás, preciosa, pero para eso estoy con vos. Tengo amigos en esta sede y puedo hacer que no se metan con vos... —dijo con un tono de voz suave para poder tranquilizarla.

Erica sonrió de forma forzada, no podía dejar de mirar al Loco ahí sufriendo burlas y bromas de mal gusto. Él era el mejor asesino de Mörder y el más respetado, temía que pudieran hacerle lo mismo al resto, si no le tenían ni una pizca de respeto a alguien como él.

Erica se disculpó con Aaron para poder ir a buscar una botella de agua, caminó entre las otras mesas y pasó cerca del Loco, a quien intentó no mirar. Pudo sentir las miradas posadas en ella como dagas afiladas, y pensó que definitivamente iba a ser difícil estar ahí, porque el respeto que le costó ganar en Mörder acababa de desaparecer.

Tomó una botellita de la heladera y regresó, sonriéndole a Aaron, que la miraba intensamente desde lejos. Pero antes de llegar, en el centro del lugar pasó junto a un muchacho, a quien escuchó insultarla.

Putain —dijo el chico mirándola con asco.

—¡¿Qué dijiste?! —giró hacia él y la miró con odio, el chico levantó una ceja con sorpresa.

Parles-tu français?

—Oui, salaud! —le dijo Erica con asco.

Va te faire foutre, putain —él se puso de pie para hacerle frente.

Nique ta mere! —Erica lo miró fijo, él no la intimidaba.

Ese muchacho era delgado pero se veía fuerte, su cabello era negro y sus ojos celestes, era muy bonito pero no dudó en lanzarle un puñetazo a Erica que ella frenó rápidamente al tomarlo de la muñeca, le aplicó una llave de sumisión que él rompió enseguida al patearle las piernas para hacerla caer. Él no dudó en colocarse sobre ella en el suelo para tomarla del cabello y lanzarle un fuerte puñetazo al rostro, pero Erica enredó sus piernas en su cintura para aplicarle otra llave de sumisión mientras hacía presión en su nuca. Sin embargo el muchacho la golpeó repetidas veces en las costillas para liberarse. No se separaron sino hasta que alguien pateó al chico para alejarlo de ella.

Erica pudo ver a Aaron que se agachó frente a ella para tomarla del rostro y ver su labio partido. Sin embargo, quien tomó al muchacho del cuello y lo levantó un metro del suelo fue el Loco. Lo apretaba con fuerza.

—¿Estás bien, princesa? —le preguntó Aaron con cariño.

—Sí, ¡ese hijo de puta!

—¡¿Por qué le respondiste?! ¡Empezaste una pelea! —la regañó.

—¡Yo no empecé! ¡Él me dijo puta! —gritó ella con odio.

—¡¿Y?! ¡No estamos en nuestro territorio! Hay que evitar problemas.

—¡¿Querías que me dejara insultar?!

—¡Te insultó en otro idioma! Significa que no quería ser oído —dijo Aaron con su ceño fruncido.

—¡No es mi culpa saber francés!

Aaron miró al Loco, Martín se había acercado a él e intentaba convencerlo de que soltara al muchacho, a quien iba a terminar por matar asfixiado. Solo el grito de Gretchen logró poner algo de control allí.

—¡¿Qué pasa acá?!

—¡Esta larva estaba hiriendo a la princesa! —dijo el Loco con asco al bajar al chico, quien cayó al suelo agarrándose el cuello para intentar respirar.

—¡¿Y?! ¡¿Te pensás que me importa?! —se quejó ella y miró a Erica con el labio partido—. Andá hacer que te pongan hielo, princesa.

Gretchen se acercó a ese muchacho en el suelo al que le costaba respirar.

—¿Estás bien, Serge?

—Oui... madame... —respondió con dificultad, con su voz cortada y baja.

—No quiero que lo vuelvas a tocar, este chico es mi protegido —le dijo Gretchen al Loco, con odio—. Si le volvés a tocar un solo pelo te voy a matar, ¿escuchaste?

Gretchen le dio la espalda para poder alejarse, pero el Loco la tomó de un brazo para retenerla.

—Tenemos que hablar.

—No, estoy ocupada, tengo demasiadas cosas que atender y resolver con mi hermano —se excusó ella.

—¡Ahora! —gritó el Loco al apretarle el brazo con odio, pero oyó el sonido de armas cargadas apuntándolo.

A su alrededor, los asesinos de Naemniki lo estaban apuntando con distintas armas de fuego por tocar y amenazar a la heredera Moms.

—Wolff, ¿te olvidás acaso de que soy la heredera Moms y que este es mi hogar? —sonrió con malicia—. Acá mando yo, acá vos no sos nadie.

El Loco chasqueó la lengua con fastidio y la soltó, pero las armas seguían ahí apuntándolo.
Erica no dejó de mirarlo, porque nadie parecía temerle ni respetarlo, y él era alguien demasiado peligroso como para hacerlo enojar.

Los días que pasaron no mejoraban nada, solo empeoraron las cosas. Todos se peleaban entre sí porque los mejores de Naemniki no reconocían a los mejores de Mörder, y los mejores de Mörder tampoco a los de Naemniki.

Las bromas pesadas fueron parte de la rutina, y las víctimas continuas de sus bromas eran los personajes importantes y heroicos de Mörder, como el Loco, Martín e incluso Aaron, aunque el último en menor escala gracias a sus contactos en el lugar. El único que se salvó de esas bromas fue Chris, pero solo por ser un reciente líder al que todavía no lograban reconocer.

Aaron y Erica apenas podían verse, pasaban los días entrenando por separado, y las únicas veces que se pudieron ver fue en el comedor o en los pasillos cuando regresaban a sus habitaciones, donde apenas podían rozarse los dedos de las manos. Una tortura para ambos, que deseaban poder sentir el cuerpo del otro.

Tres semanas luego de la mudanza, el Loco, que en un principio creyó que solo era víctima del pago por derecho de piso, se dio cuenta de que el asunto con él era personal. Llevaba tres semanas comiendo porquerías o sin poder comer, cada vez que quería entrenar le daban excusas estúpidas u órdenes para que no pudiera hacerlo. Cuando le tocó un objetivo, sus cuchillos desaparecieron por horas, haciendo que debiera faltar y dejar ir a su víctima con vida.

Estaba lleno de ira, y no importaron sus quejas con Gretchen o Héctor, una solo le pedía que lo soportara y el otro prometía arreglarlo, sin que nada sucediera.

El Loco, en ese momento, era una bomba de tiempo que ante la menor provocación terminaría por explotar.

A la hora de la cena, todos buscaron su plato de comida y se sentaron tranquilos a comer, y cuando el Loco puso su plato en la barra y vii que le estaban por servir nuevamente ese menjunje raro, frunció el ceño y rechinó sus dientes con odio. Todos a su alrededor comían algo distinto, solo él recibía ese intento de engrudo. Fue por ello que completamente enojado tomó del cuello al cocinero.

—¡Te conviene que me sirvas lo mismo que a los demás, o te vas a arrepentir! —le gritó en la cara, con sus ojos desbordados de ira.

—Lo... siento, Loco, pero esta... es tu comida... —dijo el cocinero con pánico.

—¡Servime lo mismo que a los demás, arschloch! —le apretó el cuello, pero sintió una pistola apuntándole la espalda.

—¡Soltalo! —gritó un asesino de Naemniki.

—Oh, no debiste hacer eso...

Sonrió con esa sonrisa suya completamente fuera de sí, soltó al cocinero y giró para ver a ese hombre que lo apuntaba, a quien le quitó el arma tan rápido que no le dio tiempo ni a pensar. Luego lo tomó rápidamente del cuello levantándoló en el aire y le estrelló la cabeza contra la barra a un costado.

Otro más intentó atacarlo, así que le lanzó un fuerte puñetazo al rostro, tomó una sartén de allí y lo golpeó con tanta fuerza que cayó al suelo rodeado de sangre. Luego tomó en sus manos unos cuchillos que vio en la mesada y los meneó en sus manos mientras observaba a las personas que se acercaban ilusamente a intentar detenerlo. No les permitió siquiera acercarse que les lanzó los cuchillos al pecho a cada uno.

Sintió unos brazos tomarlo de atrás, ese estúpido intentó lo hizo reír, y se impulsó hacia adelante para que el chico que lo sostenía cayera al suelo. Le pisó los genitales y no dudó en arrastrarlo por el suelo del pie, para luego quitar uno de los cuchillos del pecho de uno de los asesinos que mató. Meneó en su mano ese cuchillo y con una ruidosa risa lo colocó en el cuello del muchacho.

—¡Wolff! ¡¿Qué es esto?! ¡¿Atacás a mi gente?! —gritó Héctor al acercarse.

—¡Ya te advertí que si no resolvías las cosas lo iba a hacer yo! —escupió el Loco con odio—. Y te dije que no te gustaría que lo hiciera yo...

—Está bien. Dale algo comestible, por favor... —Héctor miró al cocinero, quien estaba apoyado contra la pared con un rostro lleno de horror.

El cocinero enseguida sirvió en un plato un poco de carne y puré con las manos temblorosas, el cual le extendió a ese inmenso hombre allí parado, y el Loco se lo arrebató con una sonrisa provocadora. Caminó tranquilamente hacia una mesa silbando como si nada hubiese pasado, pero notó que sería peligroso quedarse allí ante tantas miradas y tantas pistolas que no podría esquivar.

Hizo un sonido de desprecio y decidió salir del comedor con el plato en la mano, para luego sentarse en una escalera a comer. Tenía tanta hambre que no le importó devorar esa comida como si fuera un animal salvaje. Y mientras que disfrutaba de esa cena, oyó la voz de Héctor tras él.

—Wolff...

—Te lo advertí, ¡te pedí que hicieras algo porque no te gustaría que yo lo haga!

—Oh, sí, te oí ese día —dijo Héctor con una sonrisa malintencionada—. Pero disfruto de tu tortura.

—¿Qué? Ich verstehe das nicht...

—Mirá, a diferencia de Gretchen yo no entiendo alemán —escupió Héctor con fastidio—. ¡Así que en mi presencia quiero que hables en español!

—Dije que no entiendo —dijo el Loco con su ceño fruncido.

—Ah, ¡pero si es sencillísimo de comprender!

Héctor sonrió de tal forma que el Loco no tardó en ponerse de pie frente a él, le llevaba una cabeza de altura a Héctor y era mucho más musculoso que él.

—¿Fuiste vos? ¡¿Fuiste vos el que ordenó que me mataran de hambre, que no me dejaran entrenar y que arruinaran mi vida?! —le gritó en el rostro.

—Sí, fui yo, Wolff.

—¡¿Por qué?! ¡No te hice nada!

—¡Sí lo hiciste! —gritó con odio—. ¡Aún sabiendo mis sentimientos por Gretchen jugaste con ella como si no valiera nada, alejándola de mí! Y la dejaste sola en el mandato, y por ello terminó siendo atacada.

—¡¿De qué hablás?! ¡Es tu maldita hermana!

—Hermanastra —corrigió con una sonrisa—. Y a menos que salgas de su corazón, deberás acostumbrarte a estos... estos regalos que mi gente te da.

—Sos un enfermo... ¡es tu hermana! ¡¿Y después el enfermo soy yo?!

—Bienvenido a mi mundo, que disfrutes tu estadía, Wolff.

El Loco lo mira alejarse con odio, podría matarlo de un solo movimiento, pero eso solo empeoraría las cosas. No podía solo deshacerse de uno de los herederos con Jonathan Moms tan cerca.

Erica entrenaba en el gimnasio, lanzó patadas y puñetazos combinados. Ya no podía entrenar con Aaron y Chris la esquivaba cuanto podía, así que intentó entrenar con base en sus recuerdos de Gretchen, Fosa y Aaron. Llevaba una hora ahí encerrada, sintiendo las miradas de todos ahí, en especial las de un hombre que la miraba serio, analizaba cada movimiento que daba. Erica se sentía realmente incómoda, porque ni siquiera el Loco la miraba de esa forma.

Decidió irse a bañar, miró la hora en su reloj, eran las diez y media de la noche y pronto no podría pasear por los pasillos sin ser castigada, ahí habían diferentes reglas a Mörder. Así que se apuró a ir a las duchas, subió una escalera donde vio al Loco sentado en la punta con la mirada baja, afilaba su cuchillo negro con grabados en la hoja. Caminó con tranquilidad para pasar junto a él, pero antes de pasarlo él la detuvo al sujetarla suavemente de la pierna.

—Tené cuidado, engel —le dijo casi en un susurro—, acá hay enemigos en todos lados.

—Lo sé —dijo ella con la mirada baja—, no me gusta cómo me miran...

—No bajes la guardia en ningún momento —dijo y la miró fijo—. En tu habitación está la rusa, ¿verdad?

Erica dirigió su mirada hacia él, no tenía ni idea de cómo sabía eso.

—Ella es confiable, engel.

Luego de decir eso la soltó y volvió a su trabajo de afilar ese cuchillo. Erica lo miró un instante más antes de irse a las duchas, no estaban lejos de ahí, así que estaba tranquila de saber que al menos el Loco estaría cerca.

Dejó su ropa a un costado, una mujer se estaba duchando ahí también. Ambas se ignoraron y cada una se dedicó a lo suyo. Erica quería apurarse para poder ir a la habitación, el Loco le había dicho que la Babushka era confiable, se preguntó si en verdad era así, y si en verdad podía creer en la palabra del Loco.

Oyó el sonido de la puerta y se asomó enseguida con su navaja en mano, pero vio que solo era la otra mujer yéndose de ahí. Erica dejó ir un suspiro aliviado, estaba demasiado tensa por el trato que le daban al Loco y por las miradas que le dirigían a ella. Entonces una mano le cubrió la boca, Erica golpeó a la persona detrás para liberarse de los brazos del hombre que la sostenía, pero él la puso contra el suelo y le cubrió la boca, Erica pudo reconocer al hombre que estuvo en el gimnasio mirándola.

—Hola, mi amor, te llaman princesa, ¿verdad? —sonrió con perversión—. ¿Qué tal si jugamos un rato?

Erica lo golpeó al rostro sin dudar y él entonces la sujetó con fuerza del cuello para asfixiarla. A Erica le costaba respirar, pero había practicado mucho cómo defenderse de esos ataques con Fosa, por ello lo tomó del brazo y le pateó una pierna para desestabilizarlo. Se hizo rápidamente a un lado y volvió a patearlo para poder correr y tomar su cuchillo que cayó al suelo. Él la tomó de la pierna y como Erica estaba mojada y el suelo también, cayó enseguida al suelo pero con cuchillo en mano.

—¡Soltame, infeliz! —gritó Erica y volteó para patearle la cara con su otra pierna.

Él se enojó por ello y la arrastró de la pierna para acercarla a él, y Erica no dudó en atacarlo con el cuchillo y cortarle la cara. Él la golpeó con fuerza en el rostro y le tiró el brazo hacia tras hasta hacerla gritar de dolor, su cuchillo terminó por caer, le dolía demasiado el brazo y él volvió a intentar asfixiarla.

—Me gustan sumisas, no rebeldes —escupió él con asco.

—Te equivocaste... de... chica —dijo Erica y levantó su cadera para poder enredar sus piernas en el cuello de él en una llave de sumisión.

Sin embargo el hombre apretó más fuerte su cuello, Erica de todas formas intentó mantener la presión en sus piernas pero estaba comenzando a ahogarse y su brazo de por sí le dolía mucho. Pero aunque Erica creyó que él la dejaría inconsciente, la soltó porque quería disfrutar de sus expresiones faciales. Erica entonces le lanzó un fuerte puñetazo al rostro con su brazo izquierdo y lo insultó con un grito muy fuerte. Volvió a patearlo para poder alejarlo de ella y ponerse de pie.

Tenía su hombro dislocado y le dolía de sobremanera. Ese hombre no era tan fuerte como Schulz ni como el Loco, pero Erica estaba agotada por el entrenamiento y eso la ponía en desventaja. Estaba segura de que en otra situación pudo haberlo matado rápidamente.

Él se arremetió nuevamente contra ella, Erica ya estaba agotada pero se defendió como pudo, tomó el cuchillo con su mano izquierda. Ella era diestra y le costaba manejarse con esa mano, pero igual pudo efectuarle diferentes cortes. Sin embargo él le lanzó otro gran puñetazo que la hizo caer al suelo y golpearse la cabeza.

Erica estaba mareada, y cuando sintió que se desmayaría ahí mismo con él sobre ella, la puerta se abrió de una fuerte patada. La luz entró con esa persona y Erica pudo distinguir, aún con su mirada borrosa, la altísima y enorme figura del Loco, que miraba con odio a ese tipo sobre ella con sus manos enrededadas al cuello de una Erica desnuda. Se acercó enseguida, y cuando el hombre intentó atacarlo con el cuchillo de Erica, el Loco frenó su ataque sosteniendo el filo, no le importó cortarse la mano, y con su otra mano libre le lanzó un puñetazo con fuerza.

Otra persona inesperada ingresó al lugar, Erica no la reconoció, pero sí pudo reconocer su voz.

Govnó! —dijo Sveta al ver a Erica en el suelo, corrió hacia ella mientras que el Loco golpeaba una y otra vez al tipo—. Cyka blyat, Camilo!

—Babushka... —susurró Erica al reconocerla.

—Ya, ya pequeña, ya pasó —le dijo con un suave tono de voz mientras la tomaba en sus brazos.

El Loco clavó el cuchillo en el vientre del hombre y lo lanzó al suelo, miró a Erica en los brazos de Sveta y se acercó a ella, la tomó suavemente del rostro para ver sus heridas. Un gota de sangre resbalaba por su mejilla, por lo que él la lamió con suavidad.

—Mein engel... —susurró al besarle un párpado herido por los golpes, luego dirigió su mirada a Sveta—. Rusa, hacé que la curen. Está malherida.

Se quitó la remera que llevaba puesta para poder cubrir la desnudez de Erica.

—Como digas, alemán... —dijo ella con una sonrisa y miró a Erica—. Vamos, pequeña, vamos a la enfermería.

—Váyanse, ¡ya! Y cierren la puerta...

Dijo al acercarse a ese hombre herido en el suelo, pero antes de salir Erica miró al Loco de espaldas, había tomado del cuello a ese tipo. Luego la puerta se cerró y no pudo ver más.


Babushka: Abuela.

Francés:

Putaine: Puta.

Parle tu français:  ¿Hablás francés?

Oui, salaud: Sí, imbécil.

Va te faire foutre, putain: Que te jodan, puta.

Nique ta mere!: Tu puta madre!

Alemán:

Arschloch: Imbécil

Ich verstehe das nicht: No entiendo.

Ruso:

Govnó: mierda.

Cyka blyat: Vete a la mierda!

Ronda de preguntas:

¿Fue buena o mala idea molestar tanto al Loco?

¿Se merecía un castigo solo por dejar a Gretchen?

¿Creen que si Erica hubiese estado descansada pudo haber derrotado sola a ese tipo?

¿Qué creen que le hará el Loco?

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