Mörder [ COMPLETA ]

By RipleyWylde

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《Cuando tu vida se reduce a matar o morir, ¿qué elegirías?》 FECHA ORIGINAL DE PUBLICACIÓN AÑO 2013 More

Sinopsis
Advertencia
Introducción
Primera parte: prisionera
Capítulo N° 1
Capítulo Nº 2
Capítulo Nº 3 (Parte 1)
Capítulo N° 3 (Parte 2)
Capítulo N° 4
Capítulo N° 5
Capítulo N° 6
Capítulo Nº 7 |Parte 1
Capítulo N° 7 | parte 2
Capítulo N° 8
Capítulo N° 9
Capítulo N° 10
Capítulo N° 11
Capítulo N° 12
Capítulo N° 13
Capítulo N° 15
Capítulo N° 15 | parte 2
Capítulo N° 16
Capítulo N° 17
Capítulo N° 18
Capítulo N° 18 | parte 2
Capítulo N° 18 | parte 3
Capítulo N° 19
Capítulo N° 20
Capítulo N° 21
Capítulo N° 22
Capítulo N° 22 | parte 2
Capítulo N° 23
Capítulo N° 24
Capítulo N° 25
Capítulo N° 26
Capítulo N° 27
Capítulo N° 28
Segunda parte: Libertad
Capítulo N° 29
Capítulo N° 30
Capítulo N° 30 | parte 2
Capítulo N° 31
Capítulo N° 32
Capítulo N° 33
Capítulo N° 34
Capítulo N° 34 | parte 2
Capítulo N° 35
Capítulo N° 36
Capítulo N° 37
Capítulo N° 38
Capítulo N° 39
Capítulo N° 40
Capítulo N° 41
Capítulo N° 42
Capítulo N° 43
Capítulo N° 44
Capítulo N° 45
Capítulo N° 46
Capítulo N° 47
Capítulo N° 48
Capítulo N° 49
Capítulo N° 50
Capítulo N° 51
Capítulo N° 52
Capítulo N° 53
Capítulo N° 54
Capítulo N° 55
Capítulo N° 56
Capítulo N° 56 | parte 2
Capítulo N° 57
Capítulo N° 58
Capítulo N° 58 | parte 2
Capítulo N° 59
Capítulo N° 59 | parte 2
Capítulo N° 60
Capítulo N° 61
Capítulo N° 62
Capítulo N° 63
Capítulo N° 64
Epílogo
Nota de autora
EXTRA: El trato | parte 1
EXTRA: El trato | parte 2
EXTRA: El trato | parte 3
EXTRA: El trato | parte 4
EXTRA: El trato | parte 5
EXTRA: El trato | parte 6
EXTRA: El trato | parte final
EXTRA: Rata | parte 1
EXTRA: Rata | parte 2
EXTRA: Rata | parte 3
EXTRA: Rata | parte 4
EXTRA: Rata | parte 5
EXTRA: Rata | parte 6
EXTRA: Rata | Final

Capítulo N° 14

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By RipleyWylde


Los días que pasaron Erica se sintió extraña, Aaron no la llamó ni le mandó mensajes. Para ella era obvio que haría eso luego de obtener lo que quería, pero por un momento realmente creyó que le gustaba.

Erica no le rogaba a nadie, y si Aaron lo tomaría como una simple aventura, entonces ella haría lo mismo.

Acomodó su ropa en un bolso junto a Celeste, ambas terminaron de guardar sus cosas, ya que era el día 31 y estaban por ser las 07:00 am, ninguna quería llegar tarde y descubrir cuál sería el castigo de Gretchen.

Se habían despedido de sus padres la noche anterior, por lo que ambas se acercaron a su habitación para verlos dormidos. Sonrieron al ver que dormían abrazados, y ambas sintieron mucha angustia al tener que irse y dejarlos de esa forma otra vez.

Erica sacó la moto del garage y se colocó el casco, y mientras esperaba a que su hermana estuviese lista, miró la ventana de Lucas y dejó ir un suspiro triste. Él aún no había regresado, le hubiese gustado despedirse de él y abrazarlo una última vez.

Al llegar a Mörder, ambas descubrieron no ser las únicas en decidir llegar ese día, varios compañeros se apuraban a ingresar y entre ellos pudieron ver a Martín. Caminaba tranquilo por el estacionamiento con una mano en su bolsillo y con su bolso en la otra mano. Celeste se bajó rápido de la moto y se quitó el casco, esta vez fue ella quien silbó fuerte para llamar su atención. Martín giró enseguida y las expresiones de su rostro cambiaron al verla, pasaron de ser oscuras a volverse alegres. Él soltó el bolso y dio un pequeño trote hasta llegar a ambas muchachas y así poder abrazar a Celeste.

Erica los dejó solos, saludó a Martín con respeto e ingresó en las instalaciones con su bolso colgado del brazo. Caminó con tranquilidad hasta llegar al centro, donde Gretchen los esperaba, pero se sobresaltó en el momento en que alguien le dijo «¡Buu!» al oído. Terminó por dar un salto que hizo reír a Chris casi a carcajadas.

—Sos un pelotudo —se quejó ella pero lo sorprendió al abrazarlo—, pero te extrañé mucho.

—Sabía que me amabas —bromeó él y esquivó el golpe que Erica quiso lanzarle.

Aunque Erica quiso decirle algo, no llegó a pronunciar palabra alguna, ya que la voz de Gretchen llenó todo el lugar, que se silenció al instante.

—¡Escuchen! ¡Muchos de ustedes habrán oído lo que pasó! —dijo con su mirada fría y su voz dura—. «¿Qué pasó?» se preguntarán otros. El Estado nos abandonó, estamos solos, dependen de mí ahora. Piero huyó con otros compañeros hacia la sede de mi hermano Julio, así que... —frunció el ceño con odio y habló con asco—: Los que quieran trabajar bajo el mando de Julio, váyanse ahora antes de que los mate, y el que quiera quedarse conmigo, que se quede.

—Bueno, mejor malo conocido que bueno por conocer, ¿no? —susurró Erica en el oído de Chris.

—¡No desempaquen nada! Mañana nos mudamos a la sede de mi hermano Héctor, nos unimos a los otros asesinos de Naemniki, ¿está claro? No desempaquen —Vio la forma en que algunos asesinos festejaban, porque Mörder siempre tuvo buena relación con Naemniki—.  Y arréglense bien, es fin de año y preparamos una buena cena para este día, ¡el último que pasaremos en este lugar! ¡Los quiero arreglados a las 2100 en el comedor! Ahora vayan, hagan lo que quieran.

Gretchen se dio la vuelta y caminó firme con la misma imponencia de siempre, no parecía importarle las miradas enfocadas en sus heridas ni tampoco las dudas que pudieran tener. Todos se miraban entre sí, dudosos de qué hacer, pero los que conocían a Julio aprovecharon que ella volteó para irse sin que nadie los viera, sin embargo todo el resto decidió quedarse. Prefirieron a Gretchen, a quien ya conocían cómo tratarla.

Erica se separó de Chris para ir al gimnasio, deseaba entrenar ya que no se sintió cómoda haciéndolo en su casa. Por su parte, Chris prefirió ir a descansar un rato.

Al entrar al gimnasio vio que casi todo estaba empaquetado en cajas, lo único que estaba libre era la bolsa de golpear, justo lo que necesitaba. Dejó caer su bolso al suelo para poder acercarse, y luego meneó los hombros para calentar un poco. Comenzó a lanzar diferentes golpes, trataba de practicar sus puñetazos, ya que ella era mejor con las patadas.

Tan concentrada estaba en su entrenamiento, que no oyó los pasos que se acercaban a ella hasta que sintió movimiento detrás y giró para lanzar un ataque, el cual fue detenido al instante.

—¡Bueno, bueno! ¡Veo que ambos tenemos pensamientos iguales! Pensaba entrenar, ¿o acaso es que me estabas buscando, engel? —dijo el Loco con una risotada.

—¡¿Quién te va a querer buscar?!

Erica hizo a un lado su puño, viendo a ese inmenso hombre al que no tenía ni idea de cómo derrotar. A pesar de que su musculatura era similar a la de Schulz, sentía una inmensidad de distancia entre las habilidades de uno u otro.

Cuando él quiso tomarla de una muñeca, Erica instantáneamente lo atacó lanzándole un puñetazo que el Loco frenó en un instante. La mantuvo sujeta y luego de un movimiento la volteó para que quedara de espaldas a él.

—Bienvenida a Mörder, mein engel... —le dijo en un susurro al oído mientras le acariciaba la cintura.

—¡Soltame, infeliz!

Comenzó a sacudirse para poder liberarse, luego recordó a Fosa, las enseñanzas que él le había dado y su voz dura regañándola, y no dudó en golpearle la garganta con su mano libre para que la soltara. Eso pareció sorprender al Loco, que comenzó a toser sujetándose el cuello. No esperaba ese movimiento.

Él entonces levantó la mirada para verla y le dirigió una extraña sonrisa que ella no pudo entender, y por ello Erica retrocedió unos pasos y tomó su bolso, para luego comenzar a correr y poder alejarse del gimnasio y de ese hombre que la hacía sentir tan incómoda. Sintió su corazón bombear con fuerza, pero no dejó de correr hasta llegar a su habitación donde arrojó el bolso a un costado y se dejó caer en la cama.

No giró para ver a Chris en la cama de al lado, supuso que estaba dormido.

—¿Cuál es su maldito problema? —dijo Erica en voz baja, jadeante por la corrida.

Se dedicó a observar el techo con manchas de humedad y telarañas que nadie pensaba limpiar. Cerró los ojos, estaba muy nerviosa y necesitaba tranquilizarse, por eso trató de pensar en algo que pudiera darle confort. Se puso auriculares y comenzó a escuchar música, la melancólica voz de Pomme sonaba ahí. Y aunque intentó pensar en sus padres o en Aaron, todo lo relacionado a ellos le causaba ansiedad, fue por ello que la única imagen en su mente que le generó paz era la sonrisa alegre de Lucas. Recordó sus chistes y la forma cuidadosa en que la trataba, y poco a poco pudo calmar sus nervios.

Solo salió de la habitación para poder ir a almorzar, y rogó todo el camino por no encontrarse al Loco. Suspiró con alivio al ver que no estaba, y supuso que continuaba entrenando en el gimnasio. Tenía hambre, pero también tenía el estómago cerrado, y por ello revolvía su comida sin probar bocado alguno. Se sentía muy extraña y también muy sola. Pudo ver cerca a Celeste que almorzaba junto a Martín y Thamma, ella se veía mucho más feliz e incluso más entusiasmada, y al ver la forma en que la trataba Martín no pudo evitar sentir envidia.

Aaron se había acostado con ella, y por varios días no le escribió ni tampoco se había acercado a saludarla. Y aunque se dijo que no le daría importancia, se sintió una completa estúpida.

El resto del día lo pasó en su habitación encerrada, se dedicó a escuchar música y a pensar. Intentaba imaginar cómo sería esa sede a la que irían y qué tenía de diferente de Mörder.

A su lado, en el suelo, se ubicó Chris con la espalda apoyada en la cama de Erica. Leía un libro con mucha atención y Erica se acomodó de tal forma en la cama que su rostro quedara prácticamente sobre el hombro de él.

—¿Qué leés? —preguntó con curiosidad.

—«Abadón el exterminador», de Sábato.

—¿Siempre leés el mismo libro?

—No, leo diferentes cosas. Kafka, Poe, Sábato, Dostoyevski, Hoffmann... —No levantó la mirada del libro, volteó la página y continuó del otro lado—. A vos jamás te veo leer, deberías hacerlo.

—A veces leo, pero no todo el tiempo.

—Calma un poco la agitación de mi alma —dijo Chris casi en un susurro.

Erica se quedó recostada viéndolo leer por un buen rato hasta que decidió comenzar a prepararse para la cena. Gretchen les había pedido que se arreglaran, pero no estaba segura de cuán arreglada debía estar. Decidió concentrarse en su maquillaje, se tomó su tiempo de humectar y preparar la piel, y poco a poco comenzó a corregir sus imperfecciones. Destacó sus ojos, que le gustaban mucho más que el resto de su rostro. Decidió dejarse el cabello suelto, solo lo peinó bien para luego colocarse el vestido blanco que le había regalado Chris. Él ya no estaba en la habitación, a pesar de que podían desvestirse delante del otro sin problemas, solía preferir darle privacidad a su amiga.

Se puso unos zapatos cómodos, que era lo único que tenía allí. De haber sabido que necesitaría zapatos los hubiera guardado en su bolso de la misma forma que hizo con los maquillajes.

Cuando vio pasar por la puerta a un par de chicos y chicas arreglados, miró su reloj, eran las ocho y media de la noche, por lo que decidió salir de allí y caminar junto a los demás hasta el comedor. Sonrió, victoriosa, al ver la mirada interesada que le lanzaban personas que antes se dedicaban a ignorarla.

Al llegar al comedor buscó a Chris, habían muchas personas reunidas y las mesas habían sido acomodadas de tal forma que quedaran solo cuatro mesas larguísimas. Gretchen de verdad parecía querer que fuera una cena «familiar». Se sorprendió de ver a todos de gala, y se alegró de haberse vestido y maquillado de esa forma. Y aunque buscó a Chris por todos lados, no lo podía encontrar, no veía su sombrero, y él claramente no se quitaba el sombrero por nada del mundo.

Caminó por alrededor de las mesas y lo vio de pie apoyado en una de las ventanas con un cigarrillo entre sus dedos, sin su sombrero. Y mientras caminaba hacia él, se sorprendió de ver lo bello que se veía. Estaba vestido de negro igual que siempre, pero tenía una camisa negra con los primeros botones desabrochados y con las mangas arremangadas, tenía una cadenita que caía sobre su pecho marcado. Su pantalón era negro también, algo ajustado y con un cinturón de hebilla grande plateada que acompañaban a las cadenas, también plateadas, que caían sobre una pierna, y junto a sus borcegos y su cabello peinado hacia atrás le daba la imagen de un vampiro nostálgico.

—Epa, qué sexy el amix —dijo ella al acercarse.

Chris apenas si movió su cabeza para verla y terminó por abrir sus ojos con sorpresa.

—¡A la mierda! —dijo, y su gesto fue tan gracioso que Erica terminó por reírse.

—Gracias, vos también te ves bien —le dijo con una sonrisa—. ¿Ahora sí soy tu tipo? —bromeó.

—No, seguís sin ser mi tipo pero estás preciosa —Fumó un poco de su cigarrillo y observó cómo le quedaba el vestido que le regaló, terminó por asentir con aprobación—. Te queda bien.

—¿Y cuál es tu tipo? Nunca me lo dijiste.

—Vas a decir que estoy loco —se rió y miró por la ventana a las personas pasear por la calle—. ¿Cuál es el tuyo? Además de los tipos imbéciles sin dos neuronas que lo único bueno que tienen es su carita linda y sus tatuajes.

—Los tipos imbéciles sin dos neuronas. En fin, siempre me gustaron los tipos rudos, qué sé yo. Si tienen tatuajes ya es un plus, si manejan bien la moto y saben pelear, ya me tienen a sus pies.

Chris la miró con un gesto torcido y algo asqueado.

—O sea que te gusta la mitad de Mörder.

—La mitad no, solo Aaron.

Chris torció aún más su gesto, y su asco fue incluso más notorio.

—Tené cuidado con él, es lo único que te voy a decir al respecto —dijo Chris con un suspiro y se concentró en terminar su cigarrillo—. Para que entiendas qué tipo de mujer me gusta, si a Gretchen la bronceás para que deje de ser tan pálida, tenés a mi tipo.

—¿Las tipas psicóticas que te pueden destrozar el alma y las ganas de vivir?

—Sí —admitió y dejó la colilla del cigarrillo en un cenicero, para luego colocar sus manos en los bolsillos y comenzar a caminar, no miró a Erica al decir—: Si me ahorca ya me tiene a sus pies.

Erica torció sus labios y comenzó a reírse.

—Alto degenerado resultaste ser —dijo ella con una risita al caminar tras él.

Él apenas si meneó un hombro y se detuvo para verla.

—A vos te gusta Sabatini que es alto desquiciado, dejate de joder —dijo él con una risa.

Erica no dijo nada al respecto, solo se rió y tomó del brazo a Chris para poder caminar junto a él y buscar juntos dónde sentarse. Ella quería encontrar un lugar lo suficiente lejos del Loco, o al menos donde no pudiera sentarse a su lado.

—Ahí está tu tipo —dijo Erica en un susurro al oído de Chris.

Él miró donde ella señalaba con la mirada, Gretchen acababa de entrar al lugar con un largo vestido negro que tenía un amplio escote al frente, su pechos resaltaban ahí, firmes. Y una de sus largas piernas sobresalía por un tajo al costado. Chris levantó sus cejas con interés, al menos hasta que escuchó la risa de Erica.

—No puedo creer que en serio te guste Gretchen —le dijo.

—No me gusta Gretchen —se defendió—, pero morir en su cama me parece una genial idea.

Erica se rió, al menos hasta que vio ingresar al Loco, se había apoyado en una de las paredes cruzado de brazos estaba vestido para la ocasión, lo cual era muy diferente a lo usual.

—¿Qué te pasa? —le preguntó Chris al ver la cara de Erica.

—El Loco —susurró para luego esconderse tras Chris.

Él miró hacia donde ella había estado observando, vio al Loco de pie contra la pared, cruzado de brazos. Se veía muy bien con una camisa blanca con los primeros botones desabrochados que enseñaban parte de su pecho marcado, un pantalón beige que le sentaba muy bien y zapatos negros. Chris se sorprendió al verlo porque el año anterior no se había preocupado por su apariencia.

—¿Te sigue molestando? —preguntó con curiosidad.

—No es que me molesta, solo... No lo sé, me mira en silencio y me hace sentir muy incómoda —dijo ella con un suspiro agotado—, a veces intenta tocarme o hablarme, pero me pone muy nerviosa...

—Capaz no me creas —comenzó a decir Chris—, pero él es el único que siempre me trató bien. O sea, no es que me tratara bien, simplemente no me insultaba ni se burlaba de mí, a veces corregía mis posturas. Es más paciente que Gretchen o Sabatini, me sorprende que no tenga más alumnos.

—Pero está loco, por algo le dicen así.

—Sí, está loco —dijo Chris con un suspiro—, a mí no me hizo nada, y si me decís que solo te mira pero no te hace nada, entonces no tengo motivos para odiarlo.

A Erica le vibró el celular, lo tomó con precaución y terminó por chasquear la lengua al leer el mensaje.

Aaron: Estás preciosa, princesa <3

Frunció el ceño con fastidio y estaba a punto de guardarlo, pero comenzó a vibrar en su mano.

Aaron: Te dije que te quiero??

Terminó por enojarse y decidió apagar el celular para no ver sus mensajes si volvía a escribirle. Había estado ignorándola, y eso le molestaba.

La cena fue servida, y todos se sorprendieron al ver el banquete, había de todo para comer y todas las opciones. Erica escogió pollo, ensalada y algunas papas, mientras que Chris a su lado eligió carne y ensalada rusa. Ambos bebieron vino, era un buen vino y no dudaron en hacer bromas al respecto.

Una suave música de jazz se oía en los parlantes, y para ser una cena de fin de año en Mörder todo era demasiado tranquilo, más de lo que Erica creyó.
Lo único que lo volvía diferente a una cena familiar, era que todas las anécdotas «divertidas» que se oían en la mesa eran sexuales o sangrientas, sin un punto intermedio. Incluso Gretchen bromeaba al hacer chistes sexuales, especialmente cuando alguien dijo que ella se veía «pura».

—Salí con el Loco, no hay nada en mí que sea puro —había respondido Gretchen con una risotada.

Erica bebió un trago de vino mientras miraba a su hermana en otra mesa, y al igual que siempre se encontraba junto a Thamma y Martín. Entonces oyó en su oído esa voz que la hacía estremecer.

—¿Por qué apagaste el celular? ¿Por qué me ignorás, princesa?

—Porque no quiero verte —respondió ella con asco.

—¿Qué te hice? Erica, estábamos bien, ¿por qué ahora me ignorás?

—Porque no fuiste capaz de mandarme un maldito mensaje en la semana —dijo y lo miró fijo a los ojos avellana—, ni siquiera viniste a verme en todo el día, y eso que estuve en mi habitación en todo momento.

—Estaba ocupado ayudando a Gretchen, este lugar era un caos, apenas tenía tiempo para dormir, no significa que no haya querido hablarte —dijo Aaron casi en un susurro—. ¡Mierda! Erica, lo siento.

—Está bien, pero vas a tener que ganarte mi perdón.

—Regaladísima —dijo Chris con un chasquido de lengua y bebió su vino.

Aaron lo miró con odio.

—¡Me conformo! —dijo Aaron, para luego tomarla del mentón y besarla frente a Chris, sin dejar de mirarlo, para luego alejarse de ahí.

A unos minutos de la medianoche todos se pusieron de pie y sirvieron sidra o champagne, el sonido de fuegos artificiales comenzó a oírse en el exterior. Había comenzado el conteo regresivo y luego el «¡Feliz año nuevo!» en una voz general. Las copas chocaron, una guerra de copas en un todos contra todos. Y aunque fue sorpresivo, muchos comenzaron a abrazarse y desear un buen año. Gretchen brindó con todos y cada uno de sus asesinos, incluida Erica, a quien miró con frialdad para luego desearle un buen año.

Erica no estaba segura de si era un deseo honesto o una amenaza.

Los líderes debían brindar con todos, eso incluía a Chris, que con fastidio tuvo que socializar con el resto, a Martín que lo hacía con Celeste a su lado, e incluso a Aaron. Pero Erica no vio al Loco por ningún lado y aún cuando debería alegrarse y disfrutar, una voz en su interior le decía que algo no andaba bien.

Decidió servir sidra en dos copas y así poder acercarse a Aaron y brindar con él, sin embargo cuando se acercó a él lo vio sostener de la cintura a una chica, a quien le acariciaba el rostro de manera seductora. Sintió un torbellino de emociones recorrerla, porque claramente él estaba jugando con ella. Salió entonces del lugar con las dos copas en mano y caminó cada paso con odio.

Y mientras caminaba por los pasillos de Mörder para poder ir al gimnasio y lanzar un par de puñetazos a esa bolsa e imaginar que era la cara de Aaron, sus pensamientos se interrumpieron por el sonido de una música que no reconocía, y a la música le acompañaron los sonidos de golpes. Se preguntó quién podría entrenar en fin de año, qué ser podría ser tan solitario como para encerrarse en un gimnasio, rodeado de soledad y melancolía a lanzar golpes a una bolsa. Y no tuvo tiempo de pensarlo mucho cuando al ingresar pudo ver al Loco golpear con fuerza aquella bolsa.
Tenía el torso desnudo, y por segunda vez pudo ver sus tatuajes: las alas de ángel en la espalda.

Sin embargo, incluso con la distancia que los dividía, Erica pudo notar la tristeza en su rostro, sus expresiones transmitían soledad, una soledad inmensa que parecía envolverlo en sombras hasta asfixiarlo, ahogándolo, sin que nadie pudiera oír sus gritos desesperados de dolor.

—¿Qué querés? —gruñó el Loco al lanzar un puñetazo a la bolsa.

La miró de reojo, jadeante y con furia, eso la hizo retroceder tragando saliva.

—Yo... —balbuceó Erica y sintió los fuertes latidos de su corazón por el miedo a él, pero respiró hondo para darse fuerzas y acercarse un poco—. ¿Estás bien?

—Ja, perfectamente —dijo sin darle mucha importancia y volvió a golpear la bolsa.

—No parece...

—¿Desde cuándo te importa lo que le pase a un loco como yo? ¿Eh? ¡¿Desde cuándo?! —su rasposa voz gritando la obligó a mirarlo con compasión en vez de con miedo.

—Desde que sé lo que es sentirse solo.

—¡Sos tan graciosa, princesita! —se rió y lanzó otros golpes—. ¡Todos ustedes son simples idiotas! Todos festejando el comienzo de un nuevo año, ¿qué tiene de distinto al anterior? ¡Nada! Durante todo el año se insultaron, se odiaron, ¡pero en año nuevo somos todos amigos! ¡Cómo no! —se rió con ironía.

—Hay personas que piensan en tener un mejor año que el anterior, festejan esa probabilidad.

—¡Me cago en las probabilidades! —gritó y lanzó un último golpe, para luego girar hacia ella—. ¿Y vos por qué me hablás? Porque es año nuevo y en este día todos son amigos. ¿Acaso mañana te va a importar lo que pienso, lo que me pase? No, jamás, ¡porque soy el Loco!

—¿Por qué tanto odio al mundo? ¿Por qué tanto odio a la vida? —Erica lo miraba con curiosidad, con sus ojos llenos de pena. Sentía pena por él.

—«¿Por qué?» —sonrió de forma irónica para luego reírse a carcajadas moviendo la cabeza con indignación—. Me gusta la muerte, engel. Mientras que todos ustedes gozan de la luz, yo gozo de las sombras que me rodean continuamente. Ustedes piensan que la vida es amor y felicidad, pero la vida es dolor y sufrimiento. En cambio la muerte es predecible, uno sabe que es triste y solitaria, no hay sorpresas tortuosas o hirientes en el camino, porque uno ya sabe que es un camino de dolor... —sonrió de una forma extraña que Erica interpretó como desilusión.

—¿Odiás tu vida, es eso? —se animó a preguntarle.

—Engel, no hay una vida más triste que la de aquel que desconoce la razón de su existencia... —La miró con tristeza, con un vacío en su alma que era muy notorio—. La vida es un gran camino que uno debe recorrer a pie, pero... ¿qué hay de aquel que mira a todos lados desconociendo el lugar donde está? Aquel que siente la desesperación de estar perdido, el miedo, y solo corre sin sentido alguno, esperando algo, alguna señal —suspiró y tomó de su bolsillo un paquete de cigarrillos para poder encender uno—. Vivir sin conocer el motivo de tu vida, sin saber el camino que te depara el destino, el porqué estoy acá, y decime, engel, ¿cómo saberlo cuando tu única amiga es la noche? Ella, que no responde mis preguntas, que no oye mis ruegos. La única respuesta que oigo son sus suspiros que llegan con el viento.

Erica lo escuchó con atención, porque nunca había oído palabras tan hermosas y tan tristes a la vez. Lo miró directo a los ojos celestes que en ese momento, por primera vez, se veían vulnerables. Todo él se veía vulnerable y roto. Miró su piel sudada y los tatuajes que tenía, una cruz en su pectoral izquierdo que tenía un texto escrito en alemán, y en su brazo se apreciaba un hermoso ángel con una espada matando a un demonio, una hermosa obra de arte.

El Loco le dio la espalda para poder acercarse a la ventana, miró la luna rodeada de fuegos artificiales y suspiró, para luego dedicarse a acabar su cigarrillo y beber un trago de vino de una botella que había dejado allí.

Ella lo miró con atención, y al mirarlo pudo ver en él a una persona como las demás. No era en ese momento ese monstruo sanguinario que la atemorizaba, delante suyo no estaba ese asesino que había matado a un compañero con un tenedor. Frente a ella se encontraba un hombre que buscaba una razón a su oscura y pecadora existencia.

No supo por qué, pero le dio pena y sintió que no debía dejarlo solo, así que, tratando de olvidarse del mundo por un instante más, se acercó a él para poder extenderle la copa sobrante en su mano.

El Loco la miró con una ceja levantada, parecía sospechar de ella, quien le sonreía de esa forma dulce y bondadosa que la caracterizaba.

—Feliz año nuevo... ¡por un año mucho mejor! ¡Donde la soledad no sea la única compañera y los caminos se iluminen!

Él la miró con extrañeza pero tomó la copa en su mano y observó su contenido por un instante. Luego se rió, su risa era fuerte y la hacía sentir incómoda, entonces él acercó su copa a la de ella y sonrió con felicidad, eso la tomó por sorpresa, porque sonreía de la misma forma que lo vio hacer con Hund.

Era una sonrisa feliz y honesta.

—Por un año mejor, engel...

Chocaron las copas y bebieron su contenido, mientras que él la miraba fijamente a los ojos con intensidad, era una mirada diferente a todas las demás que le había dirigido anteriormente.

—Lo llevás puesto —dijo el Loco.

Tomó en su mano el collar de oro que le regaló, con ese dije en forma de ángel y aunque lo hizo con cuidado, Erica pudo sentir sus dedos rozarle suavemente la piel.

—Sí, gracias —dijo ella y tragó saliva al bajar la mirada.

—Du bist so schön...

La miró de arriba hacia abajo, con ese vestido blanco y ajustado, y miró su rostro maquillado y las expresiones en su rostro. Se animó, incluso, a correrle con cuidado un mechón de cabello tras la oreja.

—Erica, quería... —comenzó a decir él, sin embargo fue interrumpido por un grito.

—¡¿Qué hacés con el Loco?!

—No hago nada, solo lo saludaba por año nuevo —se quejó Erica con fastidio.

Se alejó del Loco al mismo tiempo que Aaron se acercó y la puso tras él para mirar con furia a ese inmenso hombre.

—¡No te le acerques, enfermo de mierda!

—¿Qué vas a hacer al respecto, pollito? —sonrió con picardía—. ¡Te temo tanto! ¡Voy a llorar llamando a mi mami!

—¡No te metas con Erica! ¡Ella es mía! —lo amenazó con el dedo índice—.  ¡Te quiero lejos de ella!

—¿Tuya? No veo tu nombre en ella. ¿La vas a orinar también? —El Loco clavó en él una mirada divertida.

—No me provoques, lunático —frunció el ceño con odio—, porque no voy a dudar en matarte.

—Dos veces no te va a salir —dijo el Loco con seriedad, con una voz grave y dura muy diferente a la anterior, sus ojos mostraban furia y se veían realmente amenazantes—, conmigo no vas a poder.

Erica los miró con sorpresa, se sintió intimidada por esa guerra entre ambos que no entendía, por las miradas que se lanzaban y las palabras que se decían. Pero cuando Aaron la sujetó con fuerza de la muñeca para llevársela, el Loco la retuvo con suavidad al empujarlo y le susurró a Erica al oído:

—Ich liebe dich, mein engel.

El Loco la miró fijo y apuró el paso para irse de ahí enseguida hacia otro lugar donde pudiera meditar tranquilo, mientras que Aaron tironeaba del brazo a Erica, lleno de odio. Ella lo insultó por ello y comenzó a golpearlo para que la soltara, pero él no se detuvo hasta llegar al patio. Allí la soltó y Erica se refregó la muñeca con dolor.

—¡Me lastimaste! ¡Estúpido!

—¡¿Qué hacías con el Loco?! ¡¿No te dije que es peligroso, que puede lastimarte?!

—Sí, pero no pasó nada, solo hablamos...

—¿Hablaron, y de qué hablaron? —escupió.

—No fue nada, solo me dijo un par de cosas.

—¿Cosas como qué? ¡Erica! ¡Tenés que alejarte de él! Te va a lastimar, está enfermo, psicópata, ¡andá a saber qué mierda de mentira te dijo para que cayeras a sus pies!

—¡No me dijo ninguna mentira! Solo habló de la vida y la muerte, nada más... —chilló Erica, furiosa—. ¡Fui amable con él y él fue respetuoso conmigo! ¿Por qué te molesta tanto? ¡Estuviste ignorándome toda la puta semana y a la primera oportunidad estás coqueteándole a otras! —Lo empujó, llena de odio—. ¡¿Qué te pensás, que no te vi?!

—Princesa, me molesta porque no quiero que te haga daño —La tomó del rostro con cariño y la miró con tristeza—. No quiero te lastime, lo conozco hace muchos años y sé de lo que es capaz...

—¿Qué pasó que viniste a verme, tus chicas no te daban bola o qué, no entregaban? —escupió y corrió las manos de él con fastidio.

—¿De qué hablas?

—¡Te vi! —gritó, con sus músculos tensos—. ¡Te vi coqueteándole a otra en el brindis! Me hacés escándalo si me abraza un amigo o si hablo con el Loco, ¡mientras vos hacés lo que se te canta! —lo empujó otra vez, con sus ojos llenos de lágrimas—. ¡Y no me importa si solo es un garche, pero no me mientas!

—¿Qué? Erica, yo no te mentí, y lo que pasó entre nosotros fue hermoso, no pienses que fue algo del momento porque no es cierto —dijo con un suave tono de voz y acunó entre sus manos las mejillas de Erica—. No pienses eso, por favor.

—¡Dijiste que me querías y desapareciste una semana, y encima coqueteás con otras frente a mí! —dijo Erica con tristeza, mirándolo fijo a los ojos avellana—. He tenido muchos encuentros de una sola noche, pero sin mentiras de por medio, sin sentimientos y sin fingir querer al otro.

—¡No mentí! Te quiero, Erica, y no estaba coqueteando, solo saludaba a mis viejas amantes diciéndoles que ya no estaría con ellas otra vez, diciéndoles... que estaba enamorado de vos —le acarició el rostro con cariño—. Erica, sos la única con la que quiero estar...

—No te creo.

—Princesa... —insistió, acariciándole los pómulos con sus pulgares—. Creeme, por favor. Te estoy diciendo la verdad, me interesás desde la primera vez que te vi, me gustaste desde siempre y me enamoré de vos sin querer, sin planearlo. Me da miedo esto que siento, pero esa es la verdad.

—He salido con muchos tipos rudos —dijo ella, con seriedad y sin dejar de mirarlo—, y todos terminaron por romperme el corazón. Si esto va a ser solo sexual no tengo problema alguno, pero no me mientas con amores y sentimientos.

—No te miento, te juro que no te miento —insistió y la tomó de la cintura para acercarla a él, no dejó de mirarla en ningún momento—, te amo, Erica. Quiero estar con vos, solo con vos.

—¿Vas a hacerme escándalo cada vez que un amigo me abrace?

Aaron frunció el ceño.

—¿Vas a andar abrazando a medio mundo?

—Solo a mis amigos. ¿Vas a hacerme escándalo, Aaron? Porque eso no me gusta —dijo Erica con seriedad—. Ni mis padres me prohibían qué hacer, no vas a ser vos quien me lo prohíba.

Aaron bajó la mirada y dejó ir un suspiro.

—Voy a intentarlo —dijo casi en un susurro—, perdón, princesa, llevo once años viviendo en Mörder y ser «normal» me cuesta un poco...

Erica lo miró en silencio, Aaron se veía diferente esa noche, bajo la luz de la luna. Sus ojos se veían extrañamente culpables pero también algo ansiosos.

—¿De verdad querés salir conmigo? —preguntó Erica con sorpresa—. ¿Por qué? No soy tan linda ni tan buena como las otras, no lo entiendo.

—De verdad, y aunque sé que no merezco tenerte, quiero que estés a mi lado —dijo Aaron mirándola con intensidad—, para mí sos hermosa y muy talentosa. ¿Querés salir conmigo?

Erica lo miró en silencio, él le gustaba mucho y más de lo que creyó que podía gustarle, pero tenía miedo de que todo fuera una mentira. Sin embargo bajó la mirada y aceptó salir con él, pero bajo sus condiciones.

Aaron la besó con felicidad para luego abrazarla con cariño, y se quedaron allí abrazados por un rato, para luego acariciar el cuerpo del otro.


Ja: Sí.

Du bist so schön: Sos tan hermosa.

Ich liebe dicho: Te amo, ángel mío.

Hola, gente bella. Actualizo hoy porque tengo listo el capítulo y así mañana puedo traer otro <3 no olviden dejar comentarios que es lo que me anima, trataré de responder todos, los quiero.

Nota: en el multimedia superior está la música que escuchaba el Loco.

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