Hermione se metió distraída por sus indeseados recuerdos bajo el chorro y no pudo evitar un grito agudo cuando el helado chorro golpeó su cuerpo
— Granger, ¿estás bien? Voy a entrar
— ¡No Malfoy no entres!
— Alohomora
Hermione gritó una vez más y tomó una pastilla de jabón y la lanzó con fuerza sobre él
— Dije que no entraras, idiota, ¿eres sordo?
— ¿Por qué gritaste? Me asusté
— Porque el agua está congelada, ¿estás loco acaso?
— Ah... eso... — dijo él sonriendo divertido
— Sí, eso... dame mi varita para ajustar la temperatura
— No. No confío en ti. Yo lo haré
— ¡No! ¡No vengas! ¿Estás loco a caso?
— ¿Por qué?
— Porque estoy desnuda aquí dentro
Oh oh... cierto... pero fingiendo indiferencia le dijo
— ¿Y qué? No es como si no te hubiera visto un millón de veces antes, déjame pasar
— ¡Que no! ¡Malfoy vete de aquí!
— No te daré tu varita Granger déjame pasar o báñate con agua fría
Después de unos segundos ella contestó
— Está bien
Y él inmediatamente comenzó a empujar de nuevo la puerta de la regadera
— ¿Pero que haces?
— Tú dijiste que...
— Dije: está bien, pero no me dejaste terminar... me refiero a que voy a bañarme con agua fría
— Te enfermarás, no seas necia
— No me importa Malfoy y si no me importa a mi, menos debería importarte a ti. Así que sal de aquí de una vez y déjame tomar mi baño en paz
Dicho esto, lo escuchó mascullar un par de maldiciones y luego cerrar la puerta tras de sí. Ella al fin pudo respirar de nuevo y entonces tomó aire para entrar al chorro helado. Lo maldijo otras mil veces, ¿por qué demonios tenía ajustada la temperatura tan baja?
Él salió de ahí y casi se alegró de que Granger hubiera preferido el agua helada, después de todo, él había tenido que tomar esa ducha fría por su culpa, lo justo era que ella sufriera lo que él. Porque de haberla visto ahí temblando desnuda todo su autocontrol se habría ido a la mierda y las cosas estarían sumamente calientes ahí dentro...
Sacudió la cabeza y se dirigió al closet, donde todavía había ropa de Hermione y escogió un par de prendas para que usara después del baño mientras pensaba en lo irónico de la vida. Él había pretendido volver loca a Hermione y el que había acabado vuelto loco era él...
Caminaba arrastrando los pies por los pasillos del ministerio. Se sentía como un condenado rumbo a recibir el beso del dementor. Después de todo, nadie le aseguraba que no fuera a ser así. Atado como un animal, sin su varita, sin esperanzas de nada. Estaba seguro que lo iban a condenar. La guerra recién acababa de terminar, y a nadie le iba a importar que él sólo fuera un chico de 17 años al que habían castigado con una misión para que muriera, todo lo que la gente iba a escuchar sería: asesino, mortífago. Casi podía sentir la marca palpitar con violencia en su brazo. Si no estuviera amarrado como cerdo se frotaría el brazo, pero atado con las muñecas muy juntas y esos grilletes apretandolas sería imposible.
Siempre había caminado por la vida con la cabeza bien alta y con una sonrisa altiva, mirando a todos por debajo del hombro. Eso se acabó a los 16 años. En ese entonces el chico que debería estar preocupándose por sus estudios, quidditch, chicas o cualquier otra estupidez, estaba mortalmente preocupado porque tenía una misión imposible, de cuyo éxito dependía la vida de su madre y la suya. Entonces dejó de mirar a todos. Caminaba con la mirada perdida, casi arrastrando los pies. Podría jurar que le salió una arruga en la frente de tanto fruncir el ceño. Y después de eso fue peor. Su fracaso le había acarreado todavía más verguenza a su familia y de repente se encontró cuestionando quien estaba más loco: Voldemort o los que le seguían idiotizados, como su tía Bella.
Potter había ganado. Wu-ju. El mundo estaba en paz. Ahora la gente quería sangre. Venganza. Retribución. Los mortífagos que habían tenido el infortunio de sobrevivir habían sido cazados, uno a uno por los aurores para traerlos ante la justicia y comenzar con la carnicería. Los Malfoy habían sido de los primeros en ser arrestados. Los tres. Porque esta vez ni Narcissa ni él estuvieron al margen como durante la primera guerra. Ahora su padre no podría excusarse con eso de la maldición imperio, su madre y él no podrían alegar haber sido una mujer embarazada y un bebé pequeño respectivamente. Serían juzgados juntos. Draco estaba asustado. No quería morir y estaba muy seguro que esa sería su condena. Él no había matado a Dumbeldore, pero sí había introducido a los mortífagos en la escuela, para realizar el ataque donde efectivamente el viejo y querido director había terminado muerto. Además llevaba la marca. Eso era todo lo que importaba. Que ese loco marcaba a la gente como ganado de su propiedad y ahora estarían condenados por ello.
Cuando por fin llegó a la sala donde se llevaría a cabo el juicio, y lo sentaron en medio de dicha sala en forma circular, donde alrededor todos podrían juzgarlo y lanzarle su desprecio, comenzó a temblar involuntariamente. Apretaba los puños pero su cuerpo se sacudía levemente y sus dientes castañeaban a pesar de que apretara la mandíbula hasta que le doliera. No había visto a sus padres desde que los arrestaron, no sabía si ya los habían juzgado o no, por un momento recorrió con la vista el auditorio buscándolos. Pero que tontería ¿no?
Lo que no esperaba era que los murmullos de la gente disminuyeran y luego notó en sus expresiones... ¿lástima? ¿tan patético se veía que le inspiraba lástima a la chusma enfurecida que se supone clamaría por su sangre?
- Silencio - llamó al orden el jefe supremo del Wizengamot - Draco Lucius Malfoy, se le acusa de haber introducido al colegio Hogwarts de magia y hechicería a un grupo de mortífagos con el objetivo de matar al director, Albus Dumbeldore, ¿cómo se declara?
Draco tragó saliva y habló con voz entrecortada y rasposa
- Culpable
Un murmullo generalizado se levantó en la sala
- Silencio, ¡orden! - una vez que los murmullos se calmaron continuó - También se le acusa de portar la marca tenebrosa. No necesitamos una declaración de usted sobre esto. Descubranle el brazo - ordenó y un fornido auror se acercó a el y desgarro su camisa desde el hombro para dejar su brazo desnudo y luego con demasiada violencia le torció las manos para que la marca fuera visible para el público. Una nueva ola de murmullos estalló en la sala.
- ¡Orden! - exigió el jefe del Wizengamot por tercera vez y luego los murmullos se acallaron - Los mortífagos son tratados como prisioneros de guerra. Como tales, no tienen derecho a un abogado. Sin embargo, si algún testigo desea hablar acerca de los crímenes imputados al acusado, de los cuáles él mismo se ha declarado culpable, que sea ahora.
Y aquí es donde muero... Adiós mamá. Adiós papá. Draco cerró los ojos con fuerza para evitar que las lágrimas escaparan de sus ojos. No les iba a dar la satisfacción de llorar y verse aún más patético para su diversión. Pero entonces una voz muy familiar se alzó en la sala
- Yo hablaré - todos se giraron y encontraron a la profesora Minerva McGonagall levantándose y la ola de murmullos se generalizó. "Genial", pensó Draco, "seguro esta vieja sólo viene a echarle más leña al fuego, no es como si yo hubiera sido su alumno favorito"
- Tengo en mi poder un recuerdo del profesor Severus Snape donde se prueba que el profesor Dumbeldore y el mismo profesor Snape estaban al tanto de la misión que el innombrable le dio al señor Malfoy. Además, prueba que el director le pidió al profesor Snape que lo ayudara y que llegado el momento, él realizara su tarea.
- ¿Qué? - fue la pregunta generalizada, que incluso el mismo Draco formuló
- Además - alzó su voz la profesora nuevamente - tengo aquí un recuerdo del señor Harry Potter, de la noche del asesinato de Albus, que prueba que el señor Malfoy bajó su varita al final, y además, otro recuerdo más donde el señor Malfoy se negó a reconocer a Potter frente a Bellatrix dándoles así tiempo para escapar antes que ella llamara al innombrable.
Jodido San Potter. Le debía otra. Suerte que no había decidido entregar el recuerdo de la sala de menesteres, donde él hizo otro débil intento por reivindicarse ante el lado oscuro y fallado nuevamente. Así en medio de una conmoción generalizada, se revisaron ambos recuerdos y después de deliberar, el jefe del Wizengamot volvió a llamar al orden
- Después de analizar la evidencia proporcionada por la directora Minerva McGonagall, hemos llegado a un veredicto. - Draco cerró los ojos otra vez. Tenía algo de esperanza. Quizá el beso del dementor estaba fuera de la mesa, pero le darían unos... ¿50 años en Azkabán? - Se encuentra al acusado de los cargos de conspiración, intento de asesinato y portar la marca tenebrosa, culpable - una nueva ola de murmullos arrasó la sala. Draco sintió como titilaban luces de flash en su dirección. "El mortífago derrotado es enviado a Azkaban", casi podía leer los titulares en el profeta - ¡Orden! Sin embargo, dada la evidencia de que la muerte de Dumbeldore fue planeada por él mismo y Severus Snape, que el señor Malfoy efectivamente había bajado su varita, aunado al hecho de que cuando sucedió todo esto, él aún era menor de edad y debido a la cooperación que le prestó a Harry Potter cuando éste estuvo cautivo por los de su bando, esta corte lo sentencia a 5 años de servicio comunitario, de los cuáles por lo menos la mitad, se llevará a cabo en el mundo muggle. El acusado es libre. Los detalles del servicio que llevará a cabo se le comunicarán vía lechuza. Es obvio que le prohibe dejar el país, por lo cuál utilizará un rastreador todo el tiempo que dure su condena. Se levanta la sesión.
Draco no lo podía creer. El auror robusto que le había arrancado la manga de su camisa se acercó de nuevo a él y con un toque de varita, cayeron sus grilletes. Se frotó las manos y se sentía como en un sueño. ¿Era libre? Se sentía como un zombie. Perdido. Solo. Sus padres, ¿dónde estaban? Cuando salió del ministerio, con el conocimiento que sus padres serían juzgados al día siguiente, se encaminó hacia su casa con la determinación de levantarse de las cenizas. Dejaría de ser un patético chiquillo flacucho y asustado. No quería ver esa estúpida mirada de lástima en la gente nunca más.
Con esa determinación, vivió desde aquel día sin dejar su porte elegante, y una máscara de indiferencia, por ningún motivo jamás. Aún cuando estuvo más de dos años en ese mugrero muggle llamado "Refugio para indigentes de Londres" llevando comida, mantas y limpiando a los asquerosos vagos muggles, su determinación sólo creció. Sólo le faltaba la mitad de su condena. Y entonces sería libre. Libre por fin. Libre realmente. Pero cuando llegó al ministerio a recibir su tarea de servicio comunitario en el mundo mágico, su determinación casi falla. "Departamento de leyes para el trato igualitario de criaturas mágicas." ¿Es en serio? Eso de atender a criaturas de intelecto semi humano podría ser peor que los indigentes muggles, no estaba seguro. Y además, la encargada (y única colaboradora en ese departamento) no era otra que Hermione Granger. Doble genial. Estaba ahí para limpiarle la baba y ayudar en todo a la jodida Hermione Granger. Lo único bueno fue que ella estaba igual o más infeliz que él con la noticia.
Como Malfoy que era había aprendido a sacar provecho de cualquier situación. Y así estuviera cubierto de mierda de indigente haría algo provechoso con ello. Por ello cuando escuchó a Granger parlotear con esas dos secretarias que le lanzaban risitas y lo tocaban demasiado con cualquier excusa tonta, una luz se encendió en su cabeza
- ...que no era tremendamente popular en el colegio?
- Emm, pues popular no es la palabra que yo diría, más bien, digamos que se encontraba entre los chicos más guapos del colegio - dijo Granger sonando ¿nerviosa?
- ¡Ya ves! ¿y aún así dices que no eres afortunada de trabajar con él?
- ¡Absolutamente no! - y ahí estaba la sabelotodo arrogante - dije que era considerado de los más guapos, no que no fuera un dolor en el culo todo el tiempo
- Oh bueno, ¿qué tan malo puede ser? Yo siempre lo encuentro tan callado...
- Eres afortunada, cuando estábamos en la escuela JAMAS estaba callado y todo lo que salía de su boca no eran más que sapos y culebras
- ¿Qué? - le dijeron ambas y Draco tuvo que reprimirse de no preguntar lo mismo
- Es un dicho muggle, significa que sólo hablaba cosas negativas, ¿entienden? insultos, burlas, intrigas, cosas así. Creo que jamás de los jamases lo escuché decir si quiera un comentario neutral, ya no digamos algo bueno...
- Si bueno, pero tienes la oportunidad de convivir con él ahora que ya ha madurado. Ya sabes que los hombres son idiotas, trogloditas e inmaduros hasta que llega un punto en que pueden comportarse, y entonces, si se ven así como tu compañero Malfoy... Merlin... que afortunada - repitió una de las secretarias
- Bueno supongo que algo debió haber madurado ya...
- ¡Lo ves!
- Pero no por eso voy a invitarlo a salir Loraine
- Pues deberías, harían una muy bonita pareja Hermione, tu eres bonita y mereces que un chico te haga feliz y creo que él sí que podría arrancarte una sonrisa o dos si se lo propusiera
- Lo único que Draco Malfoy querría arrancarme Sarah sería la cabeza, si pudiera, pero soy demasiado lista para él
¿Ah sí? Pues quizá haría ambas y luego la dejaría en ridículo... Espera... no es mala idea... dejar destrozada a la amiguita de San Potter... digamos que sería como una venganza silenciosa hacia él. Además, quien sabe, quizá Granger pueda sonreír y sorprenderme...
Sonriendo maliciosamente se alejó de ahí con una nueva meta en mente: meterse en la cabeza, corazón y por último, la cama de Hermione Granger.