Escribo desde la soledad de mi encierro mental constante.
Un encierro que provocaste cuando mataste mi amor por ti, ese amor que era puro y sincero pero tu, con tus aires de superioridad, con tus humores cambiantes como una hoja suspendida entre aires fuertes y violentos.
Tal vez siempre fuiste así y mi amor por ti me puso una venda en los ojos que me fue imposible sacarme hasta hace tan poco tiempo, tal vez cambiaste cuando nacieron esas dos hermosas niñas que tenemos o cuando nos casamos.
Eso igual ya no importa porque asesinaste todo los sentimientos que existían en mi interior para dejar solamente un miedo y una tristeza que reinan mi vida.
Ya no parezco un ser humano, ya no soy yo, me convertí en una cascara pintada de violeta y azul sin alma.
Dentro de ti hay una guerra entre un ángel y un anticristo, una jugada de ajedrez donde el demonio con su sonrisa malvada tiene en jaque mate a Dios.
Una moneda con dos caras que cambia cuando el sol se pone. De noche un ser humano borracho que pide a gritos perdón de rodillas y de día el monstruo de mis pesadillas nocturnas.
Tantos insultos que me dirigiste solo para controlarme por ese maldito miedo obsesivo, para que no me vaya. Pero tu peor pesadilla está por cumplirse porque me iré a un lugar donde no me encontraras, donde podre cumplir mis sueños.
Un lugar donde tu alma no podrá entrar porque tienes un alma oscura llena de accesos y obsesiones. Tú, amor mío, serás la mano izquierda del diablo.
Ya no podrás abrazar por las noches a esta cascara.
Vida mía te amo como si fueras el día después al fin del mundo y te odio como Dios odio a Eva por eso la desterró del paraíso.
Un cuerpo vacío lleno de dos sentimientos.
Hasta nunca amor.
Hasta nunca monstruo.
C.