Decisiones

By JongDi

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Para Kim Kibum, la opción era clara; Choi Minho podría no querer a su bebé, pero él sí, aún si eso significa... More

El comienzo
Dos años después
Miedos
Bebé
Preguntas
Paso a paso
Bo Ah
El camino a casa
Epílogo

Doloroso pasado

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By JongDi

Key tuvo una mala noche, no pudo dormir; a pesar de que no había esperado dormir bien, tampoco había esperado yacer despierto durante horas, mirando fijamente el oscuro techo y doliéndole físicamente ante el espacio vacío a su lado. Minho había pasado muchas noches lejos de él antes, en sus numerosos viajes de negocios, y él siempre se las había arreglado para dormir, esto, sin embargo, era diferente, un vacío del alma así como de espacio, había sabido que sería difícil, pero no había sabido que le dejaría este distorsionante, enorme dolor en su interior. A pesar de sus esfuerzos, había llorado hasta que su cabeza había empezado a palpitar, e incluso entonces no había podido detenerse, era puro agotamiento lo que finalmente había terminado las lágrimas, pero no el dolor, estuvo con él, sin menguar, a través de las largas y oscuras horas.

Si así era como sería el futuro, no sabía si podría soportarlo, aún con el bebé, había pensado que su hijo, inconmensurablemente precioso, le traería cierto consuelo por la ausencia de Minho, y sin embargo eso podría estar tan lejos en el futuro que era una vacío consuelo ahora. No podía sostener a su bebé en sus brazos ahora mismo, y pasarían cinco largos meses antes de que pudiera.

Se levantó hacia el amanecer sin haber dormido en lo absoluto, y preparó una jarra de café descafeinado. Hoy de todos los días necesitaba el puntapié de la cafeína, pero su embarazo lo prohibía, hizo el café de todas formas, esperando que el ritual engañara a su cerebro a un estado de alerta, luego se sentó ante la mesa de la cocina con una gruesa bata puesta por comodidad mientras sorbía el líquido caliente.

La lluvia goteaba sigilosamente por las puertas de vidrio de la terraza y saltaban en diminutos chapoteos sobre las empapadas piedras, tan bueno como había sido el día anterior, el caprichoso clima de abril se había vuelto frío y húmedo como un tardío frente frío que entraba rápidamente. Si Minho hubiera estado allí, habrían pasado la mañana en la cama, acurrucados en la calidez de los cobertores, explorando perezosamente los límites del placer.

Tragó dolorosamente, luego inclinó su cabeza hacia la mesa cuando la pena brotó abrumadoramente otra vez, a pesar de que sus ojos se sentían arenosos y en carne viva de tanto llorar, parecía que aún había lágrimas, todavía tenía una inexplorada capacidad para el dolor.

No oyó que la puerta se abría, pero el sonido de pasos sobre el piso de baldosas lo hizo ponerse de pie de un tirón, enjugándose el rostro precipitadamente con el dorso de las manos. Minho permaneció ante él, su oscuro rostro desolado y marcado por el abatimiento, aún llevaba la misma ropa que tenía el día anterior, notó él, a pesar de que se había echado encima una chaqueta como protección contra la lluvia, evidentemente había estado caminando, porque su cabello negro estaba pegado a su cabeza, y arroyuelos de humedad corrían por su rostro.

"No llores," dijo con un crudo, anormal tono.

Key se sintió avergonzado porque lo hubiera descubierto llorando, siempre había procurado esconder cualquier asalto de emoción de él, sabiendo que lo harían sentir incómodo. Ni lucía su mejor aspecto, con sus ojos hinchados y húmedos, su cabello aún despeinado por una noche inquieta, y envuelta desde el cuello hasta los pies en una gruesa bata. Un querido siempre debía estar bien arreglado, pensó irónicamente, y casi estalló en lágrimas nuevamente.

Sin desviar su mirada de él, Minho se quitó la chaqueta y la colgó sobre el respaldo de una silla. - "No sabía si te habías quedado," dijo, la tensión aún evidente en su voz. "Esperaba que te hubieras quedado, pero..." Entonces, bruscamente, se movió con esa escandalosa velocidad suya, levantándolo en brazos y llevándolo rápidamente dentro del dormitorio.

Después de un alarmado gritito, Key se aferró a sus hombros, Minho se había movido así la primera vez, como si toda su pasión hubiera estado inflamándose debajo del dique de su control y el dique finalmente hubiera cedido. Lo había cargado y bajado en el suelo de la oficina casi en el mismo movimiento, luego se había derrumbado sobre él antes de que su sorpresa pudiera dar paso al regocijo. Key lo había alcanzado con un deseo que creció rápidamente para igualar el de él, y habían pasado horas antes de que lo soltara.

Podía sentir la misma clase de ferocidad en su abrazo ahora mientras lo colocaba sobre la cama y se inclinaba sobre él, aflojando la bata y extendiéndola a lo ancho, debajo de esta, vestía una fina prenda de seda, pero evidentemente aún eso era demasiado. Silenciosamente levantó la mirada a su absorto rostro cuando él lo alzó para dejarlo libre de la bata, luego tiró la otra prenda sobre su cabeza. Su respiración se aceleró cuando yació desnudo ante él, y sintió como sus pezones se contraían bajo su mirada, tan caliente como cualquier contacto, un cálido, opresivo pozo de sensaciones empezó en la parte baja de su cuerpo.

Él abrió sus muslos y se arrodilló entre ellos, dándose visualmente una fiesta con su cuerpo mientras luchaba a tientas con su cinturón y cremallera, bajando sus pantalones lo suficiente para liberarse. Entonces su gatuna mirada relampagueó hacia arriba para encontrar el anegado terciopelo marrón de la suya.- "Si no quieres esto, dilo ahora."

Él no podía negarlo, y a sí mismo, más de lo que podía voluntariamente haber dejado de respirar. Levantó sus esbeltos brazos en invitación, y él se inclinó hacia adelante con aceptación, enfundándose tanto en su cuerpo como en su abrazo con un único movimiento. Minho gimió en voz alta, no solo por el increíble placer, sino por el cese del dolor, por ahora, con su esbelto cuerpo sujeto firmemente debajo de Minho, y el mismo sujeto igual de firmemente dentro de él, no había distancia entre ellos.

Key se retorció bajo el golpeteo de un salvajemente intenso placer, el choque de su fría, húmeda ropa sobre su cálido cuerpo desnudo, lo hacia sentir más desnudo de lo que alguna vez se había sentido. El único punto de contacto de piel desnuda, entre sus piernas, lo hacia sentir más sexual, lo hacia dolorosamente consciente de su masculinidad mientras se movía sobre él y dentro de él. Era demasiado abrumador para mantenerse, y se arqueó en él clímax al poco tiempo, demasiado pronto, porque quería que durara para siempre.

Minho se calmó, manteniéndose profundamente en su interior para su placer, sosteniendo su rostro y sembrando persistentes besos sobre él. "No llores," murmuró, y hasta entonces Key no había sabido que había lágrimas escurriéndose por sus ojos. "No llores, no tiene que terminar ahora." Había hablado en voz alta, comprendió, había expresado su desesperación ante el rápido clímax.

Él trajo todas las habilidades y conocimientos de dos años de intimidad a su acto de amor, encontrando el ritmo que era lo bastante rápido para hacerlo desear otra vez, pero lo suficientemente lento para evitar que alcanzaran la satisfacción. Había una satisfacción distinta en las pausadas caricias, en el continuo enlace de sus cuerpos, ninguno de ellos quería que terminara, porque mientras estuvieran juntos así no tendrían que enfrentar el espectro de la separación. La retirada, ahora mismo, significaría más que el final de su acto de amor; sería una despedida que ninguno podría sobrellevar.

La ropa de él se convirtió ya no un placer sensual, sino una intolerable barrera. Rasgó los botone de su camisa, queriendo la húmeda ropa fuera del camino, necesitando la presión de su piel sobre la suya. Minho se levantó lo suficiente para sacar sus anchos hombros fuera de la prenda y la tiró a un lado; luego bajó su pecho, y Key gimió ante el roce de sus pectorales sobre sus sensitivos pezones.

Él ahuecó ambas manos sobre sus nalgas y las apretó, al mismo tiempo que flexionaba su cabeza para dejar caer ligeros besos sobre los contraídos pezones. Estaban un poco más oscuros, notó él, signos de su bebé creciendo dentro de su plana barriga, se estremeció con inesperada excitación ante el pensamiento, ante el conocimiento de que el mismo acto que estaban realizando ahora había dado como resultado esa pequeña vida.

Tuvo que apretar sus diente en un esfuerzo por evitar llegar al clímax en ese mismo momento. ¡Su bebé! Parecía que conocimiento no era realmente lo mismo que comprensión, y recién había sido golpeado por la total comprensión de que el bebé era suyo, parte de él, de que compartía sus genes, sangre de su sangre, hueso de su hueso, mezclado inseparablemente con Key, una parte viviente de ambos. Sintió una oleada de pertenencia física como nunca antes había conocido, como nunca había siquiera soñado que existía. ¡Su bebé! Y su Key, dulce como la miel, suave piel cálida y serenos, tiernos ojos oscuros.

La cima había sido aplazada demasiado para ser negada por más tiempo. Se abatió rápidamente sobre ellos, primero absorbiéndo a Key, luego a Minho, sus estremecimientos interiores fueron demasiado para que el pudiera soportarlos, se lanzaron juntos en un paroxismo de placer, exclamando, padeciendo la muerte de la individualidad y emergiendo dentro de las mansas repercusiones.

Yacieron entrelazados, ninguno de ellos dispuesto a ser el primero en moverse y romper su unión. Key deslizó sus dedos dentro de su cabello húmedo, amando el tacto de su cráneo debajo de sus dedos. "¿Por qué volviste?" susurró. "Fue bastante malo verte partir la primera vez. ¿Tenías que hacerme pasar por esto otra vez?"

Lo sintió tensarse contra él, antes, Key nunca le hubiera dejado saber sus sentimientos; habría sonreído y se hubiera replegado dentro de su rol del querido perfecto, nunca haciendo demandas. Pero había dejado ese escudo atrás, dejándose al descubierto con su declaración de amor, y no había vuelta atrás, no iba a negar aquel amor otra vez. Minho rodó sobre su costado, llevándolo con él, envolviendo sus brazos alrededor de su cadera para mantenerlo en su lugar. Key cambió de posición automáticamente, levantando su pierna más alto alrededor de su cintura para mayor comodidad, Minho se movió más cerca para hacer más profunda su tenue penetración, y ambos emitieron infinitesimales suspiros de alivio.

"¿Tienes que irte?" finalmente preguntó Minho. "¿Por qué no puedes sencillamente quedarte?"

Key frotó su rostro contra su hombro, sus ojos oscuros tristes, "No sin ti, no podría soportarlo."

Key sintió el esfuerzo que le costó decir, "¿Que ocurriría si... que ocurriría si me quedo, también? ¿Qué ocurriría si simplemente seguimos como antes?" levantó su cabeza para mirarlo, estudiando sus amadas facciones en la luz oscurecida por la lluvia. No era inconsciente de lo que le había costado hacer semejante oferta; Minho siempre había sido tan diligente en rehuir incluso la apariencia de afecto, no obstante ahora estaba verdaderamente tratando de alcanzarlo, pidiendo los lazos de emoción. Necesitaba ser amado más que cualquier hombre que él hubiera visto alguna vez, pero no sabía si Minho podía tolerarlo. El amor traía responsabilidades, obligaciones, nunca era libre, sino que exigía un alto pago en la forma de compromiso.

"¿Puedes?" preguntó Key, la tristeza tan evidente en su tono como en sus ojos. "No dudo que tratarías, ¿pero puedes quedarte? No hay vuelta atrás. Las cosas han cambiado, y nunca serán lo mismo otra vez."

"Lo sé," dijo Minho, y la sombría mirada en sus ojos lo hirió, porque podía ver que el realmente no creía que podía tener éxito.

Key nunca antes había fisgado en su pasado, igual que nunca antes le había dicho que lo amaba, pero su insular pequeño mundo se había desentrañado con atemorizante velocidad y vuelto las cosas al revés, a veces, para ganar, tenías que arriesgarte.

"¿Por qué me preguntaste si arrojaría a nuestro bebé?"

La pregunta quedó suspendida en el aire entre ellos como una espada, lo sintió sobresaltarse, vio su pupilas contraerse con conmoción, Minhose habría apartado de él entonces, pero Key apretó sus piernas a su alrededor y aferró sus hombros con su mano; Minho se detuvo, a pesar de que podría fácilmente haberse movido si hubiera querido poner su fuerza contra la de él, se refrenó solo porque no podía renunciar a su contacto. Kibum lo sujetó con su ternura cuando la fuerza no podría haberlo sujetado.

Cerró sus ojos en un instintivo esfuerzo de prohibirle la entrada a la memoria, pero no se alejó, no podía alejarse con la pregunta de Key sin contestar. Nunca había hablado sobre esto antes, nunca había querido hablar sobre esto, era una herida demasiado profunda y en carne viva para que fuera fácil "discutirlo". Había vivido con el conocimiento su vida entera, y había hecho lo que había tenido que hacer para sobrevivir, había sellado fuera esa parte de su vida, era como desgarrar sus entrañas responder ahora, pero Key merecía al menos la verdad.

"Mi madre me arrojó," finalmente dijo en un tono gutural; luego su garganta se cerró y no pudo decir nada más, sacudió su cabeza impotentemente, pero sus ojos estaban aún cerrados, y no vio la mirada de pronunciado horror, rápidamente seguida por una compasión que devastaba el alma, en el rostro de Key. Bummie lo miró a través de un velo de lágrimas, pero no se atrevió a doblegarse y empezar a llorar, o cualquier otra cosa que lo interrumpiría, en cambio acarició delicadamente su pecho, ofreciendo consuelo táctil en lugar de verbal; sentía que las palabras no eran adecuadas para la tarea, y de cualquier forma, si trataba de hablar, perdería la batalla contra sus lágrimas.

Pero cuando el silencio se extendió a minutos, comprendió que no iba a continuar, tal vez no podía continuar sin instigación. Key tragó y trató recobrar la compostura; era una proeza, pero finalmente fue capaz de hablar con una voz que, si bien no era de lo más normal, era aún suave y lleno del amor que sentía.

"¿Cómo te arrojó? ¿Fuiste abandonado, adoptado... qué?"

"Ninguno de los dos." Minho se retorció fuera de él entonces, para yacer de espaldas con su brazo echado hacia arriba para cubrir sus ojos, él sintió su pérdida, pero le dio la distancia que necesitaba. Algunas cosas tenían que ser enfrentadas solo, y tal vez esta era una de ellas. "Ella me arrojó a la basura cuando nací, mo me puso en la escalera de una iglesia o me dejó ante un orfanato para que pudiera construir pequeñas historias sobre cómo mi madre realmente me había amado, pero había estado realmente enferma o algo y había tenido que entregarme para que pudieran cuidar de mí. Todos los otros chicos podían construir historias como esa, y creerlas, pero mi madre se aseguró condenadamente bien de que jamás fuera tan estúpido. Se deshizo de mí dentro de un cubo de basura cuando tenía unas pocas horas de vida, no hay manera de que puedas confundir una acción como esa con amor maternal."

Key se curvó en una pequeña pelota sobre su costado, su puño empujado dentro de su boca para ahogar los sollozos que seguían brotando, sus fluyentes ojos fijos sobre su rostro. Él estaba hablando ahora, y aunque había querido saber, ahora tenía que luchar contra el deseo de poner su mano contra la boca de Minho. Nadie nunca debería tener que crecer sabiendo semejante fealdad.

"Ella no solo estaba tratando de desembarazarse de mi," continuó Minho con una voz sin emoción. "Trató de matarme, era invierno cuando me arrojó, y no se preocupó en envolverme en algo. No sé exactamente cuando es mi cumpleaños, 9 o 10 de diciembre, porque fui encontrado el 10, casi morí por la exposición al frío de todas formas, y pasé casi un año en un hospital de caridad con un problema tras otro. Para el momento en que fui colocado en un orfanato, era un niño que empezaba a andar que había visto tantos extraños ir y venir que no tenía nada que hacer con la gente. Supongo que es por eso que no fui adoptado. La gente quiere bebés, criaturas aún envueltas en mantas, no un delgado, enfermizo niño que ya caminaba y que gritaba si ellos intentaban alcanzarlo."

Él tragó y bajó el brazo de sus ojos, los cuales se quedaron mirando sin ver hacia arriba. "No tengo idea de quienes o que son mis padres. Ningún rastro de mi madre fue encontrado jamás. Fui llamado de acuerdo a la ciudad en la que fui encontrado.  Un infierno de tradición para llevar adelante, después de unos años fui ubicado en una serie de casas de crianza, la mayoría de ellas no muy buenas, era pateado de un lado a otro como un cachorro callejero, el servicio social se volvió tan desesperado por ubicarme que me dejaron con esta misma familia incluso a pesar de que siempre estaba cubierto con una variedad de cardenales cuando el asistente social venía de visita. No fue hasta que el tipo me pateó en un par de costillas que me sacaron de allí, tenía diez años, creo, finalmente encontraron un medianamente buen hogar adoptivo para mí, una pareja cuyo propio hijo había muerto. No sé, quizás pensaron que sería capaz de tomar el lugar de su hijo, pero no funcionó, para ellos o para mí, ellos eran amables, y eso era todo lo que yo quería. Terminé la escuela, me largué y nunca miré atrás." 

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