Stronger Lovers «KaiSoo»

By cafecitoexpress

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🍃Atender a pacientes, ser buen médico e incluso soportar órdenes, se basaba prácticamente su vida. Pero a pe... More

☕Cirugía y Café
❥Beso fallido
❥ Jongin
❀Celos
❥Confesión
❥Visitas extrañas
❥Gracias, JongIn
❥Descuida, lo haré yo
❥Tu turno
❥Buenos términos
❥Rumores
❥Capítulo 13
❥Final

❀Cambios

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By cafecitoexpress

Tal vez un día pueda verte, podamos sonreír y saludarnos, y estará bien. 

Tal vez un día no habrá problemas, podríamos ser solo amigos sin las complicaciones que ello conlleva. 

Cuando empezamos a decir cosas, sí, te hago daño, y tú me haces daño a mí.

Sí, hicimos algunas cosas que nunca podremos retirar.

Y nos esforzamos mucho para arreglarlo, pero lo rompimos más. 

Y supongo que algunas cosas no están hechas para durar.

¿Es mucho pedir?

Dua Lipa - No Goodbyes

KyungSoo tomó entre sus manos una caja llena de bolas de colores, que eran decoraciones para el árbol de navidad que estaban levantando en el centro del hospital. El invierno había caído tan brutamente que ocasionó que los trabajadores se vieran emocionados por las vísperas navideñas. También, a causa del frío aire que golpeó la cuidad, se enfermó mucho más que el "dolor de cabeza por el estrés".

Estaba resfriado. Sus mejillas siempre rojas y con la nariz demasiado sensible, que le daba un toque más enfermo y nauseabundo. La gruesa y rasposa tos de hombre que le insiste al tabaco lo tenía sumamente mal, pero aun así asistía a sus turnos y atendía a sus pacientes sin el menor problema. Estaba bien dentro de lo que cabía, además de que él podía lidiar con la tos sin necesidad de recurrir de otras personas, pero incluso no queriendo, a cierta persona no le bastaba con escuchar un: estoy bien. Dicho médico imbécil creía que comportándose amable con él se le olvidaría el mal momento que le hizo pasar. Tuvo que instalarse en casa de su hermano mayor porque seguir quedándose en lo de BaekHyun era enfermizo debido a que siempre tendía a recordar las duras palabras de JongIn.

Convengamos que KyungSoo no tiene problema con ello, le gustaba conversar con sus sobrinas, ayudarlas en las tareas cuando se sentía un poco bien y éstas siendo muy cuidadosas con él. Las quería un montón. Oía que entre ellas se decían una a la otra secretos de sus enamorados y aunque a KyungSoo le parecía un tanto incómodo presenciar esas platicas, sonreía y le daba algunos consejos de lo que a los chicos le gustaban de las chicas. En esa casa no faltaba las risas y se alegraba de que JungSuk haya formado una gran familia: dos hijas preciosas y una esposa de fuerte carácter, pero muy amigable y hermosa.

Ahora, con respecto a su trabajo y al moreno, no pensaba lo mismo. Había estado ignorando a JongIn desde que cruzó pocas palabras con este para arreglar sus próximos turnos, siempre se la pasaba ocupado o haciendo algo con la idea de no tener ni contacto visual con él. Mantenía un alejamiento equívoco, que provocaba que enfermeras se hicieran ideas equivocadas de lo que ocurrió con ambos puesto que JongIn había dejado de darle ordenes e incluso tratarlo con sequedad porque ahora resulta que podía ser amable y dulce.

Todo estuvo excelente en un buen mes, pero como si KyungSoo tuviera mala suerte o no sabe qué clase de brujería le hicieron para que los problemas lo acecharan, dos días más tardes comenzó aparecer encima de su escritorio el desayuno. KyungSoo era la típica persona que no desayunaba antes de ir al trabajo, y por más que su mejor amigo le insistiera que aquello no era sano, él era terco y no digería nada para dejar lleno su estómago.

Pero cuando vio ese vaso de café y esos rollos de canela, no evitó que su estómago rugiera por recibir tal tentación. Todas las mañanas recibía el desayuno, el cual no llevaba ningún post-It que le aclarara de quién era y por qué se los daba, sin embargo tenía cierto miedo de errar una vez más.

Cuando veía a JongIn sentía que ese maldito hombre tenía algo que ver con esas delicias siempre adornaran y perfumaran su oficina, no obstante, y si fuera así, KyungSoo hacía de cuenta de que no se siente feliz con el hecho de que posiblemente JongIn se estuviera preocupando por él.

O tal vez se sentía mal por haberlo tratado como un «busca polla» -como su hermano les llamaba a todos los que intentaban salir con su mismo sexo-.

—¡La caja! —gritó BaekHyun mientras trataba de poner la estrella en la punta del árbol.

KyungSoo observó a su amigo y luego a la caja, volvió a repetir la acción hasta que Lay decidió acercarse, regalándole una dulce sonrisa, y le agarró la caja. Vio de reflejo el cabello rubio de Joy por debajo del árbol, la mujer parecía ofuscada y desesperada, tocándose su oreja izquierda refunfuñando en voz baja.

El más bajo sacudió en negación y, antes de ir a por ella, sacó un pañuelo y se limpió el moquillo que quería escapar de sus orificios. Sorbió unos cuantos segundos, luego la garganta le comenzó a picar y tosió de nuevo. Cuando el ardor se disipó, ve a JongIn avanzar hacia ellos con luces navideñas rodeándole el cuello, siendo perseguido por MinGyu y dos niños más. El corazón de KyungSoo latió frenéticamente, con pupilas dilatadas y las mejillas rojas debido al alto.

Suspiró enredando los dedos en el borde de la bata del trabajo y avanzó hacia Joy, quien al verlo se le brillaron los ojos. Parecía aliviada de tenerlo ahí.

—Joy, nena, ¿qué haces? —Se acuclilló, ladeando la cabeza. Estaba curioso.

—Doctor KyungSoo, mi arete desapareció... Hace un momento lo tenía puesto, y, y, y ahora ¡desapareció! —dice con voz agitada, rebuscando debajo de algunos paquetes de regalos.

KyungSoo le ayudó a buscar, preguntándole si no hizo algo más después de poner las bolas al árbol, a lo que ella contestó con un berrinche mientras movía su cabello de un lado hacia el otro como comúnmente lo hacía cuando pretendía verse elegante en una situación tan ajena a ella.

—¿No fue usted al baño?

—¡Claro que no!... ¿Por quién me toma? Que sea mujer no quiere decir que esté las veinticuatro horas del día metida en un sanitario. No, no señor.

—Pero podrías haber... ¡achís! —Se avergonzó, mirando hacia otro lado. Los ojos de la mujer lo inspeccionaron con preocupación, mirándolo de arriba abajo, cerciorándose de que estuviera bien. Detrás de ésta KyungSoo logró ver a JongIn mirándole a los lejos, evidentemente molesto. Le hizo un gesto con los labios para hacerle saber que no le gustaba lo que estaba haciendo, a lo que él sonrió con coquetería—. ¡Mierda!

A pesar de que JongIn estuviera varios metros de él, no podía pasar por alto que estaba siendo el centro de atención de sus ojos, cruzando miradas por simple curiosidad por ambas partes. Se cruzó de brazos absorbido por la irritación, rodando los ojos al ver en cómo el moreno le sonreía para después continuar en lo suyo.

—¡El vocabulario! —Escuchó a la mujer regañarlo y no evitó reírse—. Hay que ser decente en la vida.

—¿También cuando estás... enfermo? —Ella le coqueteó tan inocentemente que KyungSoo comenzó a pensar que se veía bonita siendo tan demente. Sacudió su bata tras enderezarse, acomodándose la bufanda roja que cubría su cuello.

—Por supuesto que sí, enfermo o no, el vocabulario es esencial para una vida más bonita... Además, ¿qué hace usted así, en esas condiciones, trabajando? ¿No debería de estar en su casa bien calentito y aprovechando para darse un descanso?... Yo que usted estaría durmiendo toda la mañana, pero como aquí no hay una recepcionista de empeño, pues, mire, soy la más solicitada.

—Comprendo... pero no puedo dejar a mis pacientes... Y lo de la recepcionista es porque eres de buena utilidad. Eres ágil, SooYoung.

Ella frunció el ceño tras escuchar su nombre verdadero saliendo dulcemente de los labios del doctor, sin embargo respondió:

—Eso lo sabía, corazón. —Movió el cabello egocéntricamente, haciendo una mueca divertida cuando KyungSoo blanqueó los ojos, exasperado con la actitud tan despectiva de la mujer—. Tolero SooYoung por usted, doctor. Espero que lo sepa aprovechar.

Se dio por vencida poco después de que vio a KyungSoo tratando de calmar la tos. Decidió poner fin a su búsqueda poniéndose de pies. Bajó las manos por su falda rosa con notable preocupación, arrugando el entrecejo cuando percibió algunas que otras líneas amorfas en la tela.

—Le estaré llevando unos medicamentos para la tos, no me gusta cómo suena su garganta. ¿No ha estado fumando? Sabe que eso es malo también para el corazón...

—Lo sé, sí, pero no... no fumo.

La mujer asintió aun si creerle. Iba a decirle algo más, pero BaekHyun la agarró del brazo.

—Enana, ayúdame de una buena vez y deja de coquetear con KyungSoo —ordenó el ginecólogo, tambaleándose un poco mientras sostenía suavemente a SooYoung del brazo.

—No estamos coqueteando —replicó KyungSoo.

—Bueno, yo sí —confesó la mujer, riéndose cariñosamente y después le guiñó el ojo—. Lo veo después, KyungSoo-shi.

Petrificado se encontraba, no creyendo que Joy fuera tan descarada para admitir tal cosa. La conocía un poco, pero lo suficiente para descubrir que podía dejar de ser una buena mujer, claro, refiriéndose al evidente coqueteo.

Suspiró riéndose y se giró para marcharse al ver que ya quedaba poco para acabar, pero un jaloneo viniendo de abajo le hizo contemplar la opción de quedarse unos minutos más al ver que era el pequeño MinGyu quien le detenía.

—Hyung~ —Ell pequeño parpadeó con una sonrisa; tan adorable—. Innie hyung...

—¿Innie hyung? —MinGyu asintió —. ¿Qué sucede con... Innie?

KyungSoo alzó la mirada intentando buscar a JongIn y lo encontró a unos pasos de él, adornando el árbol muy cerca de Joy, tan cerca que a KyungSoo le agarró esa sensación de miedo. El moreno le susurró algo en el oído a esta y ella frunció el ceño violentamente. Joy cruza miradas con KyungSoo al hallarlo y le sonrió lentamente, después volvió a mirar a JongIn y suspirando asintió, totalmente cansada.

No le gustaba para nada esto y menos que JongIn haya borrado aquel rostro lleno de confianza de un momento para el otro, y convertir su rostro en una amenaza alarmante.

Que no sea lo que estoy pensando... Que Joy no haya dicho algo fuera de lugar... Joder, que Jong In no vaya en contra de ella, por favor.

—Pequeño MinGyu, ¿qué hace Innie con la linda recepcionista a su lado? —Trató de sonar dulce, pero sus dientes de arrastraron con cierta molestia por sus labios que su maldito lado paternal se negó en salir.

El pequeño le sonrió y huyó de sus brazos en cuanto intentó atraparlo cuando se le cruzó la idea de sacarle la información a base de cosquillas. Apretó las manos y sin darle una mirada al árbol ni a BaekHyun quien parecía pedirle ayuda con la mirada cuando ChanYeol entró por la puerta. Ni caso. Estaba molesto y agotado. No podía sentirse bien cuando estaba resfriado y mucho menos al sentirse como si fuera algún objeto. Era odiosa esa sensación de ser parte de algún juego.

¡KyungSooooo! —Escuchó el grito de BaekHyun pero no se volvió y se alejó de la multitud, abriéndose paso por los pasillos e ingresando a su oficina con un poco de agitación.

Su visión captó el mismo desayuno de cada mañana, cuyo regalo sí traía, esta vez, una nota. Decidió no leerla por el momento y se bebió de un sorbo la mitad del café, después mordiendo un bollo de canela con brusquedad.

—Demonios —maldijo, cabreado. Liberó un suspiro de frustración al oír unos toques en la puerta. Carraspeó la voz antes de hablar—. Adelante, por favor.

La señorita SooJung apareció por la puerta con su elegante y poco promiscuo abrigo de color piel, su cabello azabache cayendo como cascada sobre sus hombros el cual acaba con unos bucles en las puntas. KyungSoo en su cabeza intentaba buscar alguna cosa que le quitara lo hermosa y agradable, pero la mujer era inmune a la mugre de no tener belleza, ella sí que era bonita.

Sus tacos resonaron en el lugar y KyungSoo de inmediato se inclinó respetuosamente para después rodear al escritorio y correr la silla para que SooJung pudiera sentarse. Ser maleducado no estaba en su diccionario.

Ella le sonrió agradecida y dejó su bolso sobre el escritorio, se cruzó de piernas mientras se quitaba una pelusa inexistente de su costoso abrigo.

—Es una grata sorpresa tenerla por aquí —dice un poco incómodo de que SooJung se haya atrevido a ir a verlo, pero puede que no lo esté buscando a él sino que a su futuro esposo—. ¿Necesita algo, señorita Jung?

—No, no se preocupe, por favor... Sólo he venido como amiga.

KyungSoo abrió los ojos.

— ¿Amiga?... Uhm, bueno.

—Ya no estoy con JongIn, mi relación con él acabó hace dos meses... bueno, hace un par de días acabó por completo.

—Uh, lo lamento mucho, eran muy buena pareja —dice con una cierta mentira en sus palabras.

SooJung nnegó con manos y cabeza.

—No éramos ni la mitad de perfectos, teníamos muchas cosas en común pero siempre éramos extraños.

—No entiendo.

—Lamento si te incomodé el otro día, es que los celos de amiga y novia te vuelven un poco loca... No quise ser descortés contigo, KyungSoo.

—Está bien, al menos asumes los errores —esbozó una sonrisa llena de sinceridad. Pero se incomodó cuando SooJung lo observó con más atención, parecía como confundida y nerviosa—. ¿Sucede algo?

Estaba seguro de que la mujer lo miraba por algo más. No era común que la ex novia del hombre del cual se enamoró haya dado cara para confesar que una relación de años acabó así sin más. Era extraño, por supuesto, pero a KyungSoo le alivió un poco esa situación.

—Perdón por mi atrevimiento, KyungSoo-shi. —Ella agarró su bolso y se puso de pies, acomodó su abrigo. Se inclinó antes de retirarse—. Gracias por tu tiempo. Prometo no volver a molestar.

SooJung abandonó la habitación tan rápido que le hizo pensar a KyungSoo que era alguna clase de estrella fugaz. Intrigado y petrificado con tal visita, miró el post-It que pavoneaba sobre la madera y con mucha lentitud lo despegó... Tragó pesadamente. Su corazón hinchándose de afecto.

«Esto te mantendrá sano, espero que estés disfrutando de tu desayuno.

JongIn»

Su labio inferior es violentamente destruido por sus dientes y los sorbidos que hacía con su nariz a causa de los mocos le negaban la posibilidad que aire puro llegase a sus pulmones. Apareció SooJung, luego la amenaza impregnada en el rostro de JongIn dirigida hacia Joy, después su estúpido resfrío que no lo dejaba en paz... ¿Qué más le pasaría ese día? Todas esas cosas lo estaban agotando mentalmente, ya no quería más.

La actitud que estaba mostrando JongIn se le hacía tan dulce y protectora que le encantaba, pero intentaba no pensar en esos pequeños detalles, no queriendo ilusionarse una vez más y que después JongIn le dijera que sólo fue un producto de sus juegos o de sus sueños tontos. No.

Treinta minutos más tarde se encontraba ingresando a la habitación de Oh SeHun para corroborar que su salud siguiese tan buena como estaba. Al entrar, la sorpresa que se llevó lo dejó entre perplejo y confundido, el médico Xiao LuHan, el extranjero, estaba tomándole los signos vitales al joven, riéndose junto al adolescente mientras lo ayudaba a reincorporarse en la camilla.

—¿Doctor Xiao? —llamó, confuso, con voz apenas audible del impacto de esa escena. El nombrado, tras parar de reír, los contempló con una ceja alzada. Estaba disgustado.

—¿Qué haces aquí? — LuHan lo examinó de pies a cabeza, levantándose de su cómoda silla para detenerse frente a él—. Es hora de que regreses a casa, KyungSoo, me han asignado a SeHun por motivos de tu propia salud.

LuHan había llegado de China hace un par de semanas, el chino se mantenía ocupado en citas pero no ha tenido que ser el médico privado de nadie, y para KyungSoo era una sorpresa que ahora le asignaran a unos de sus pacientes por su salud.

¿Cómo es que nadie le había comunicado de ello?

—Y no, no, no, me niego escuchar tus quejas, ¿bien? —El mayor lo sostuvo de los hombros y lo empujó fuera de la habitación—. Lamento que te hayan quitado a unos de tus pacientes, pero debes saber que no es bueno para tu salud y menos estando así como estás...

—¿Cómo estoy...?

LuHan intentó hacer algo con las manos pero luego se desistió.

—Así, así tan, tan... perdido. El doctor Kim me ha pedido que tomara tu puesto hasta que te recuperes, pero entre nos... —Se acercó para susurrarle—, él sólo quiere que estés bien.

KyungSoo se alejó de inmediato.

—Pero qué cosas dices.

—Lo que ven mis propios ojos... Sé que no somos amigos, y que apenas nos conocemos desde hace unas semanas, pero cualquier cosa que necesites aquí estoy... No soy el mejor dando consejos, pero al menos soy útil.

—Lo... lo tendré en cuenta —murmuró, asintiendo una y otra vez, ido del momento porque la frase de LuHan quedó grabada en su memoria. Decidió que por su bien debería marcharse y dejar de dar problemas—. ¡Espera!

Observó a LuHan, confundido.

—Espero que no te recuperes pronto.

—¿Qué?

—Sólo... no lo malinterpretes, es sólo que me agrada mucho el chico de allí dentro —señala la puerta —. Es eso no más.

—Uhm, bueno, intentaré enfermarme más, lo prometo.

— ¡Y una cosa más! —Se detuvo justo ante el grito casi histérico del hombre. Lo miró una vez más—. No te molestes con él, que pronto se lo agradecerás.

LuHan sonríe afirmando sus propias palabras y se adentró una vez más a la habitación, dejando a KyungSoo cuestionarse esas palabras. ¿Molestarse? O no, señor, él estaba lejos de estar molesto..., estaba cabreado en el sentido más violento de la palabra.

«Oh, se lo agradeceré, pero con creces»

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