El diario

By NataliaTrujilloRodrg

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Se trata de la traducción del fic francés Le journal escrito por Mel DoCaire Benaim. Cuando Henry hace a Emm... More

Prólogo
Pero, ¿dónde está Henry?
Una llave encontrada, otra desaparecida
Almuerzo familiar
La siesta
Interrogatorio
En Granny's
Esto comienzo mal
Pero ha terminado bien
Desayuno
Día en el parque
Descubrimiento
Se busca y se encuentra
Perdida
Confesión
Velada en casa de Snow
Kathryn quizás esté viva
Confesión con Caperucita Roja
Misión Gold
Primer beso
Maldición rota
Rescate
Reencuentro
Mamá Snow White
Kathryn
David
Velada a solas
¡Allá vamos!
Reunión
La magia está de vuelta
Por fin en casa
Vuelta a la normalidad
Epílogo

Desayuno en la cama

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By NataliaTrujilloRodrg


El despertar del día siguiente se hizo en la calma más absoluta, ese tipo de despertar que sueño vivir todos los días. Regina dormía aún, su cabeza en el hueco de mi cuello, su respiración lenta y regular, una expresión feliz y tranquila en su rostro, ¡Dios, cómo amaba a esta mujer!

Habiendo decidido que un desayuno en el cama no estaría mal, salí lo mejor que pude de debajo de las sábanas sin despertar a la bella durmiente de mi lado. Cogí la camisa de ayer que encontré en suelo al lado de mis zapatos, y no pude evitar que un flash de la noche anterior se insinuara en mi mente, Regina quitándome la camisa, Regina sembrándome el vientre de ligeros besos, Regina que me encendía como nunca nadie lo había hecho antes, Regina que, sencillamente, me amaba.

Moviendo la cabeza para volver al presente, entré en la cocina buscando con qué llenar un bandeja de desayuno. Encontré el paquete de café que Ruby había deslizado en mi bolsa ayer, y me dirigí a una cafetera de último modelo instalada en una esquina de la pequeña cocina.

Mientras el café se hacía, fui a la nevera, al otro lado de la cocina, y miré qué había dentro. Los restos de la cena, que no iban a ayudar mucho, una botella de leche, huevos, mantequilla, bien, con un poco de suerte encontraré harina por algún lado. No me acordaba de lo que Ruby había podido meter en la bolsa que había traído ayer por la mañana, así imposible acordarme si había harina o no.

Abriendo todos los armarios, acabé por encontrar la harina. Poniéndome manos a la obra, comencé la preparación de tortitas, lo único que me salía más o menos bien de plato dulce.

Al entrar en la habitación hundida en la penumbra, dejé la bandeja a la entrada antes de dirigirme a la cama en la que aún dormía Regina. Me deslicé bajo las sábanas y la estreché de nuevo contra mí respirando su perfume de manzana al que me había enganchado.

Dejando un beso en sus labios, la escuché suspirar antes de que hundiera su cabeza en mi cuello, farfullando algo que no comprendí.

«Arriba, mi pequeña marmota»

«Sueño...»

«Lo sé, mi amor, pero he preparado el desayuno, debes probar mis tortitas. Es una de las pocas cosas que puedo cocinar sin riesgo de intoxicación alimenticia»

«Así que, es necesario que me levante, ¿es eso?»

«No forzosamente, solo que te despiertes, el desayuno hoy será en la cama»

«Interesante, déjame buscar mi camisa»

«¿Por qué? Estás muy bien así» le respondí haciéndola enrojecerse

«¡No empieces!»

«¿Empezar qué?» pregunté inocentemente

Sin responder a la pregunta, Regina salió de la cama, desnuda como vino al mundo, dejando vía libre a mi imaginación, era sublime, no se daba cuenta de hasta qué punto.

«Hm, hm...»

Al salir de mis pensamientos, encontré los ojos marrones de mi morena, que se había puesto una camisa y unas braguitas mientras yo estaba perdida en mi imaginación.

«¿Decías?»

«Nada, pero quería sacarte de tus pensamientos»

«Lo siento» sonreí, aunque no lo sentía, y agarré su mano para tumbarla a mi lado

«Vamos a hacer como si creyera en tus excusas, pero solo porque tengo hambre»

«Voy a buscar la bandeja» respondí levantándome después de haber besado su mejilla. Cogí rápidamente la bandeja y me uní a la morena en la cama, colocándome confortablemente a su lado «e voilà la obra»

Cogiendo una de mis tortitas, Regina se la llevo a la boca y la mordió, antes de cerrar los ojos. Ok, le gustara o no le gustara, solo esperaba no haberla fastidiado con la receta. Finalmente, después de unos treinta segundos, que me parecieron horas, abrió los ojos y con una ligera sonrisa sencillamente me dijo

«Realmente no está mal, te autorizaría incluso a entrar en mi cocina para hacerlas otra vez»

Dejando escapar un suspiro de alivio de mis labios, la vi ahogar una risa.

«¿Estás segura de que no me has dicho que están buenas solo para agradarme?»

«No, te prometo que te digo la verdad»

«Genial» dejé escapar con una gran sonrisa mientras ella volvía a darle un mordisco.

«Ahora come antes de que se enfríe, sería una pena estropear un plato logrado por Emma Swan»

«¡Hey! ¡Eso no ha sido simpático!» exclamé dándole un ligero golpe en el hombro

«¿Quién te ha dicho que yo soy simpática, Sheriff Swan?» me preguntó ella, con su ceja derecha ligeramente alzada, haciéndome sonreír antes de acercarme para darle un beso en los labios.

«Yo lo digo, así como digo que te amo»

«¿Te he dicho ya que te transformas en una cursi en este momento?» susurró ella moviéndose ligeramente para poder mirarme a los ojos con sus dos orbes marrones que desbordaban malicia

«Pues entonces quiero transformarme en una cursi para siempre si eso me permite pasar momentos como este contigo»

«Interesante...»

«Yo también lo creo, Dearie» le respondí quitándole la tortita que ella se iba a meter en la boca, y dándole un mordisco

«¡Hey!» exclamó ella intentando cogerla, pero no se lo permití. Me empujó sobre la cama, y ella se subió encima para recuperar su posesión, pero no pensaba dejarla ganar tan fácilmente, y me la llevé a la boca mordiendo un trozo antes de que se abalanzara sobre mis labios, mordiéndome ligeramente mi labio inferior, haciéndome gruñir de dolor y de excitación al mismo tiempo. Me gustaba cuando la hacía enfadar, era más intensa, estaba bien saberlo «harías bien en dejar de robarme lo que me pertenece o...»

«¿O qué Señora Alcaldesa?»

«Podría hacerle mucho, mucho daño, sheriff Swan»

«¿Ah sí?»

«Sí...No me tiente para que se lo muestre...»

«¿Por qué? No tengo miedo de usted, Señora Alcaldesa» le respondí con una ligera sonrisa divertida

«¿No tiene miedo? Vamos a ver eso en seguida» me replicó descendiendo sus labios por mi cuello, mordiéndome la piel, haciéndome suspirar de placer y dejándome seguramente una marca que por el momento decidí ignorar, sobre todo cuando sus dedos se engancharon en la cremallera de la camisa para quitármela

«Continúa» susurré pasando mis manos por sus cabellos antes de escuchar un teléfono sonar, gruñendo por ello, «déjalo sonar»

«Es el tuyo» me respondió posando sus labios sobre los míos de nuevo

«Entonces, voy...sencillamente...a ...dejarlo...sonar...»

«Buena idea, sheriff Swan» susurró ella mordiéndome el lóbulo de la oreja

Pero mi teléfono sonó de nuevo haciéndome protestar.

«Debe ser importante, voy a tener que cogerlo»

«Rompes todo el ambiente» refunfuñó quitándose de encima de mí

«Créeme, me hubiera gustado de verdad continuar con esto, pero parece que el universo conspira contra nosotras» suspiré yo cogiendo el teléfono «¡Swan! ¡Ya debe ser muy, muy importante!»

«Oh, estabas...»

«Ruby, no quiero que acabes la frase, ¿qué quieres?»

«Saber cuándo piensas venir, Henry te espera»

«En una hora, más o menos, terminamos de desayunar y salgo, no vine en coche ayer»

«¿Quieres que te vaya a buscar?»

«¿Por qué no?»

«Ok, dime solo dónde»

«Espérame delante del cementerio, yo te busco, oh, y una última cosa, si pudieras llamar a David para que reúna a todos los habitantes en el ayuntamiento, para más o menos a las cuatro de la tarde»

«¿Por qué?»

«Porque quiero hablarles a todos, me gustaría tantear el terreno para hacer que Regina pueda salir»

«Ok, en todo caso sabes que puedes contar conmigo para hablarles»

«Lo sé Rub, y te lo agradezco»

«De nada, buen fin de desayuno y hasta luego»

«Has luego Rub» le respondí antes de colgar y girarme hacia mi morena que se había puesto a comer mientras me escuchaba.

«¿Y?»

«Era Ruby, quería saber lo que hacía porque Henry estaba impaciente. Va a venir a buscarme frente al cementerio en una hora y va a pedir a David que organice la reunión»

«Ok, ¿podemos continuar con el desayuno?»

«Hm, hum, solo el desayuno, lo otro lo retomaremos más tarde si lo deseas»

«Lo acepto, por el momento» me respondió ella cogiendo una tortita y dándomela «Toma y no intentes quitarme la mía»

«No prometo nada» repliqué mientras la cogía y me llevaba un trozo a la boca con una sonrisa en los labios.


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