POV Ciel.
La anterior noche, Sebastian se había comportado totalmente diferente, no me había cogido como antes; con deseo y lujuria. Parecía como si quisiera ponerme en un altar y que si me llegara a tratar con un poco de fuerza me rompería. No me disgustaba pero se me hacía algo raro, no era normal en él. Sin embargo acabamos agotados porque él es una bestia, y eso no lo cambia ni la técnica ni nada.
–Ciel... –Entró despacio a mi despacho y se paró a un lado del escritorio, lo miré.
–¿Sí? –Pregunté, estaba serio, más de lo normal.
–Alois Trancy... –Dijo en voz baja esas dos palabras, que en verdad contenían demasiados secretos.
–¿Qué pasa con él? –No me caía demasiado bien ese tipo, le tenía cierta desconfianza por ciertos asesinatos que tendían a haber surgido en su macabra mansión.
–Le... –Abrí los ojos al escuchar eso, me iba a tratar de nuevo de "usted" ¿Qué le pasaba? Él rápidamente se retractó y sonrió fingidamente– Te invitó a un día de campo, un picnic.
Me lo pensé, lo miré fijamente, estaba raro, no era mi mismo demonio sexy que me acompañaba todos los días y me hacía desearlo tanto.
–¿Crees que debo aceptar? –Sebastian me miró fijamente tal como lo estaba haciendo antes, algo me dio miedo, sus ojos estaban más fríos de lo que me acostumbré. No me iba a dar ningún consejo, de eso estaba seguro.
–No lo sé, tal vez –. Su respuesta me dejó anonadado, no entendía esa actitud, pero por el momento solo me debía preocupar en esa reunión que tendría con Alois, él tenía demasiadas cosas a mi favor; podría hacer varios contratos con él y así tener un aliado más para la compañía.
–Vete. –Traté de actuar igual de frío que él, hizo una reverencia y se fue, me quedé mirándolo hasta que cuando ya iba a salir, me miró de reojo; eso me dejó petrificado.
Era medio día, ya habíamos almorzado, subí a mi habitación rápidamente, esperando que mi frío demonio me siguiera para probablemente; coger un rato y luego vestirme para irnos.
Pero no me siguió.
Lo tuve que llamar varias veces hasta que subió.
– ¿Sebastian? ¿No me escuchabas, cariño? –Sí, fue un error implementar esa última palabra, sus ojos se abrieron demasiado y no pude ver ningún sonrojo, eso fue decepcionante.
–Lo siento, ¿Quieres que te vista ahora?
Hice una mueca, ¡No! Quería que cogiéramos, pero ahora lo estaba arruinando todo. Se estaba comportando totalmente diferente que anoche, que aunque no me había tratado con la pasión que solía tener, me había hecho suyo de igual manera.
Me acerqué a él y desabotoné coquetamente dos botones de su organizada y limpia camisa.
–Por qué... –Me empiné y mordí el lóbulo de su oreja, ahora sí pude ver su sonrojo, eso me animaba más– ¿No jugamos un rato?
Me alejé de él para mirarlo desde abajo de nuevo, y dirigí mi vista hacia su pantalón. Me agaché hasta quedar al nivel de su cadera y desabotoné rápido este, solo dejé su bóxer, jugué con el ligero de este y lo bajé por completo. Fruncí el ceño... ¿Por qué aun no estaba erecto?
Miré hacia arriba y lo único que pude ver fueron sus ojos fríos mirándome fijamente, pero no de una manera tierna, sino despiadada. Me alejó con cuidado y se vistió de nuevo.
–Alistaré tu ropa, por favor, llámame cuando hayas salido para vestirte, estaré al pendiente. –Y salió de la habitación, ¿Por qué eso había sonado como una aburrida carta? ¿Dónde habían quedado sus tiernos besos que me daba hasta cuando iba al baño a hacer mis necesidades? Me dejó con el corazón en la mano y lo único que pude hacer fue recuperar la decencia y pararme para dirigirme al baño.
Sólo...
**
Salí, me sequé y lo llamé, inmediatamente llegó.
Me empezó a poner cada prenda en sumo silencio, se estaba haciendo cada vez más incómodo, lo único que se escuchaban eran nuestras respiraciones y yo podía sentir mi corazón bombeando rápidamente.
–El carruaje vendrá por nosotros en un santiamén –Me extendió el brazo para que lo tomara y bajara con él. No sabía si tomar eso como un acto de pareja o solo lo hizo porque era mi mayordomo y se veía prácticamente obligado.
Bajamos las escaleras mientras los otros nos veían y se despedían de nosotros.
Salimos por la puerta principal subimos al carruaje.
Lo miré todo el camino, tratando de que me mirara también.
Pero no lo hacía.
Y cuando sentía que nuestras miradas se cruzarían, él la evadía completamente, solo dirigiéndola hacia la ventanilla y pensando en quién sabe qué.
Suficiente.
Ya no iba a aguantar más eso.
–Sebastian –. Lo llamé en tono serio, tratando de sonar lo más seco posible cuando en verdad estaba teniendo una revolución de sentimientos en mi interior– ¿Qué te pasa?
–Nada... –Por lo menos me tenía que mirar, aparte de nuestra relación "romántica" Él era mi mayordomo y habíamos firmado un contrato; me tenía que respetar.
–Mírame a los ojos cuando te habló–Volteó su mirada hacia mí sorprendido, y luego de unos pocos segundos mirándome, sonrió, demasiado fingido para mi gusto.
–¿Qué se te ofrece? –Habló aun sonriendo se esa manera, me molestaba.
–¿Qué es lo que tienes? ¿Por qué me has estado evadiendo? –Me senté a su lado rápidamente y tomé su mano– ¿Ya no me quieres?
Su mirada se quedó fija en mis ojos y solo sonrió.
–Oh mira, ya llegamos –Maldije el carruaje y todo lo existente, fue demasiado oportuno para él que hubiéramos llegado justo en ese momento.
Bajé de mala gana y miré cómo él bajaba, ni siquiera dejé que me ayudara, sé que sonaba infantil pero ahora quería hacerlo sufrir.
–Vámonos rápido.
Caminamos con prisa hasta el punto de encuentro, en un lindo campo de yerba fresca y verde, en el que pudimos divisar a lo lejos, un chico rubio junto con un hombre de traje, sentados sobre un mantel de cuadros y con una canasta acompañándolos.
–Son ellos –Murmuré, Sebastian asintió y caminamos hacia allá.
En cuanto nos acercamos, Alois se lanzó hacia mí y empezó a llenarme de besos, qué asco.
–¡Agh! ¡Quítate! ¡Sebastian! –Lo llamé, pero él no hizo nada, solo miró a Alois y se acercó lentamente a él.
–Te agradecería que te quitaras de mi amo, gracias.
El rubio se despegó lentamente y con cautela de mí para correr a sentarse donde estaba antes.
–No se sienten aun –Dijo el mayordomo de el chico– Alois quiere hacer un juego.
Miré a Sebastian, su mirada era totalmente pérdida y fría, como si no hubiera ni una pizca de vida en su ser.
–¡Juguemos! –El pequeño chico se acercó de nuevo y me tomó de la mano para llevarme un poco lejos de la manta, miré a Sebastian a lo lejos y él solo nos observaba alejarnos.
–¿A-a dónde me llevas? –
–Acá. –Nos detuvimos en seco en un punto del campo, Sebastian y el mayordomo se acercaron y Alois corrió hacia el otro extremo del lugar. Los mayordomos se alejaron de nuevo, pero entonces me sorprendí cuando sentí las manos de Sebastian en mis hombros.
–¡Tenemos que dar vueltas! –Gritó Alois– ¡Luego buscaremos algo que está escondido en un punto específico! ¿¡Ok!?
–¡Está bien! –Respondí, aunque eso no me daba demasiada mala espina, todo estaba siendo muy raro empezando desde el hombre que estaba a mi lado.
–¿Esto es seguro Sebastian? –Pregunté tímidamente y él solo empezó a darme vueltas sin dejarme si quiera pensar sobre nada, ya me empezaba a marear.
–¡3! –Alois empezó una cuenta regresiva desde tres, yo supuse que él también estaba dando vueltas.
–¡2! –Me sentía mareado, mi estómago se estaba revolviendo junto con todo mi entorno. Sentí que Sebastian se alejó, traté de detenerlo y buscarlo con mis manos, pero todo era borroso y confuso. De nuevo me sentí solo.
–¡Bam!
Sentí una gran punzada en mi abdomen, me habían disparado, entre mi mareo solo pude ver un poco de sangre, y sentir dolor, pero no tanto el dolor por que me habían disparado sino... Porque me sentía traicionado y abandonado.
De nuevo.
Todo se volvía negro y solo me sentí caer.
N/A:
Jolas :v
Las amoooo, ya somos tantas, pos, no tenía inspiración, qué les puedo decir, de milagro saqué esto y no me dejó muy convencida, me estaba agobiando de borrar y reescribir palabras y casi quise botar todo por la borda.
Por eso ustedes son las que me animan a seguir.
¡Las quiero! <3 Y pos espero que también me quieran a mí :'v