"Eres mi extensión, mi ánimo, mi complicidad."
Estuvimos esperando por al menos media hora y Nik todavía no regresaba.
—¿Sabés dónde está Niklas? — preguntó Saskia a Willi.
—No, dijo que iría por un cigarrillo pero no sé. Ya lo llamo—respondió Willi.
Se alejó un poco de nosotras y marcó en su celular.
—Bro, ¿Dónde estás? — preguntó— No, todo está bien...ajá...Sí, queríamos solo saber si todo estaba bien contigo. Bueno, le diré...¿Seguro? — frunció el ceño y miró en mi dirección— hmm sigue aquí...vale, bueno—colgó.
—¿Qué ha dicho?— preguntó la mujer que acompañaba a Saskia, se llamaba Wen y era su hermana.
—Está tratando de contactar al Neurólogo, parece que también lo conoce. Ahora mismo ha vuelto a salir a fumar un cigarrillo, cuándo acabe viene— explicó. Saskia asintió y volvió a sentarse.
(...)
Fui por un café con Melanie y trajimos un poco de agua para la mamá de Niklas, quien no dejaba de llorar.
—Muchas gracias, Salomé— dijo sonriendo. Yo ni siquiera sabía que ella conocía mi nombre.
—No es nada— respondí sonriendo también.
En ese momento mi celular vibró y la pantalla se iluminó indicando que había recibido un mensaje.
— Te necesito. Por favor Salomé, te necesito— Nik
—¿Dónde estás? — S.
—Estoy afuera, detrás de la fuente—N.
Ese era mi momento, para esto estaba ahí, para apoyarlo cuando me necesitara.
Me disculpe e informé que saldría.
Le dije a Mel que me dirigía hacia Nik y ella asintió, era obvio que había notado que entre él y yo las cosas no estaban para nada bien.
(...)
—¿Nik? — dije viéndolo de espalda hacia mí. Volteó a verme y su mirada estaba perdida, vacía. Corrí hacia él y lo abracé, él al principio no reaccionó pero luego se dejó caer en mis brazos.
—Esto es mi culpa Salomé. Maldita sea, ¡Es mi puta culpa! — dijo con furia.
—Nik, ésto no tiene nada que ver contigo. Ha sido solo un accidente— respondí.
—No, no es así. Cuando venía saliendo a fumar un cigarrillo hace un rato, estaban unos policías en la recepción preguntando por mi padre. Les dije que era su hijo y que no había más nadie en este momento que pudiera atenderlos. No quería que mamá se enfrentara a policías ahora ¿entiendes?.
—¿Qué dijeron? — pregunté.
—El accidente no fue sólo un accidente y ya. Ellos están casi seguros de que fue provocado, querían hablar con papá para preguntarle si podría imaginar quien había podido ser pero les dije que papá no había reaccionado aún. Salomé, sé que a Mark hay mucha gente que lo envidia y que él puede llegar a ser un hijo de puta en cuanto al trabajo pero nadie nunca le haría daño porqué saben que se trata de ser profesionales, de hacer el trabajo perfecto...Saben que todo es estrictamente laboral y no personal —dijo finalmente.
—Nik, pero ¿y si hay alguien que no lo ve así?. No creo que tenga que ver con el tal Lukas.
—Salomé, yo sé que fue él —dijo convencido.
—¿Cómo lo sabes?— pregunté tomando su mano para que se tranquilizara. Estaba tenso pero de inmediato se relajó.
—Por qué me envió un mensaje, me dijo que era tiempo de que yo empezara a sufrir—apreté su mano con fuerza.
—¿No tienes miedo?— pregunté.
Bajó la mirada y luego volvió a verme fijamente.
— No, no tengo miedo. Al menos no por mí, preferiría que se metiera conmigo de una puta vez; pero no con mi familia, ellos no tienen nada que ver.
—Nik, lo resolveremos. Todo estará bien— dije tratando de tranquilizarlo.
—No hables de un nosotros Salomé, sabes que no quiero que te metas en esto. Mira lo que le ha pasado a papá, no me lo perdonaré nunca y no me perdonaría si a ti te pasara algo. ¡No es un maldito juego! — se alteró.
—Sé bien que no es un juego, pero no puedo alejarme de ti. Entiéndelo. ¡Simplemente no puedo!— dije alzando también mi voz. Él se puso de pie, dándome la espalda y empuñó sus manos.
—Yo estaba intentando cambiar, ser mejor persona para mi familia. Juro que estoy limpio desde hace meses y desde que inicié mi carrera me drogaba muy poco... —comenzó a hablar— ...ya no tenía necesidad. Había conseguido hacer algo que me gustara y en lo que era bueno. Mi día se resumía a estudiar, ir al Gimnasio de Boxeo y a estar con los chicos, pero, yo sabía que no iba a durarme por mucho tiempo.
—Niklas, mírame—le ordené y él lo hizo. Agarré su cara con mis manos— Yo no pretendo alejarme de ti. No puedo dejarte solo en esto. Por más que quiera no estaré tranquila si no estoy apoyándote.
—Salomé, no me pidas eso—contestó. Su voz era débil — No me pidas ser un maldito egoísta...porqué yo te diré que que sí, te diré que te quedes conmigo. Te diré que te necesito a ti en este momento más que a cualquier otra persona. No sé qué sea esto que estoy sintiendo pero no quiero alejarme de ti —dijo entrecortado.
—Entonces no lo hagas Nik, nadie te lo está pidiendo— respondí— Déjame apoyarte, déjame correr el riesgo.
—Salomé, no me pidas que sea un egoísta, por favor— suplicó.
—No lo seas, dime que no si quieres. Esa será tu decisión, no la mía. Y eso no implica que me aleje de ti, esa...esa es mi decisión. — dije decidida.
Me miró sin poder decir nada y luego se acercó a mí acariciando mi rostro con sus dedos. Estaba frío pero él siempre era delicado. Me miraba sin alguna expresión, sólo me miraba fijamente. Nik me gustaba mucho más de lo que yo pensaba. Era tan bipolar a veces, pero tenía sus razones. Él no era de esos chicos malos que dicen no querer a nadie y solo interesarse por ellos mismo. No, nik se interesaba por todos más que por él y aunque esa no había sido mi primera impresión, ahora que lo conocía sabía que era así. Lo atormentaba más el hecho de ver a su familia sufrir, que sufrir él mismo. No sabía qué había pasado para que ese tal Lukas le intentara hacer tanto daño, no sé qué otras cosas de mierda había hecho Nik; en realidad casi no sabía nada, pero confiaba en él.
«Es frío con los que merecen serlo; es frío por querer defenderse; es frío para no defraudar ni sentirse defraudado; es frío porqué tiene miedo y quiere protegerse a través de esa fachada; es frío porqué aún no se ha perdonado los errores y porqué aún sigue dándole pie a los demonios que lo persiguen. Es frío porqué por naturaleza lo es, pero por naturaleza también es mucho más que eso.
Es una persona lábil, aunque no lo quiera aceptar. Sus cambios de ánimo y su indecisión no son más que una muestra de lo incómodo que se siente él mismo con su vida.»
Él era todo lo que sea, pero eso no me importaba, sólo me importaba darle este beso que él había iniciado, este beso que me pedía a gritos que lo ayudara, que pedía a gritos que no lo dejara solo. Este beso que me demostraba que en realidad me quería ahí, cerca de él.
Se separó de mí un poco para tomar aire y luego volvió a besarme. No me di cuenta en que momento empezó a hacerlo pero eso demostraba lo bien que se entendían nuestras lenguas. Su boca se había convertido en el lugar favorito de la mía.
—Salomé— dijo abrazándomela.
—No te hagas el duro Nik, no conmigo y no con ellos. Por favor llora si tienes que hacerlo. Sea de rabia o de tristeza pero hazlo. Son tú familia, nos importas—comenté mientras él seguía agrazándome.
Nik me abrazó mucho más fuerte y luego volvió a mirarme. Me besó nuevamente pero esta vez el beso fue más apasionado, había más necesidad y sentí una gota caer en mi mejilla.
Abrí los ojos levemente para verlo y noté como lloraba, noté que las lagrimas recorrían su rostro mientras sus ojos estaban cerrados y su boca unida con la mía. Él estaba sacando todas sus sensaciones en ese beso y en esas lágrimas. Yo correspondía el beso tratando de hacerle sentir que yo podía recibir ese dolor por él, quería que supiera que me importaba mucho más de lo que yo me imaginaba, mucho más de lo que debía importarme en ese momento porqué no nos conociamos del todo. Aunque así se sentía, sentía que lo conocía mucho más que muchas personas que lo rodeaban desde hace tiempo. Sentía que podía entenderlo y me sentía con el poder de amortiguar los golpes que él mismo con sus palabras se daba. Nik me gustaba–no, mucho más que eso–me estaba enamorando de Niklas Heine y no me imaginé en ese momento las consecuencias que traería para mí el hecho de aceptar que eso estaba sucediendo.
—Me estás volviendo loco— dijo separándose de mí—Te haré daño, las mujeres que amo siempre salen lastimadas—me dio la espalda—Primero Mamá, luego Leti, Julia y ¿ahora tú?.
—¿Julia? —pregunté.
—Es una larga historia, aún no me siento preparado para contártela.
— Está bien— asentí— ¿Fue tu primer amor?.
—Y el único hasta ahora—respondió volteándose nuevamente hacía mí.
Lo miré y tomé su mano.
Por alguna razón sentí un poco de celos por imaginarme a Niklas queriendo a otra persona, pero era ilógico molestarme por eso, al fin de cuentas él y yo en sí no éramos nada.
—Lo resolveremos Nik, ahora ven conmigo y vamos a dentro que tu madre te necesita— indiqué.
—Gracias— susurró acercándose a mi oído.
Y entramos al hospital agarrados de la mano.
Se sentía bien estar ahí para él, sentía que ese era mi lugar, sentí que justo ahí debía estar.