Yoongi rompió la regla que su mamá le había dicho.
Decidió acercarse al piano mientras su mamá no estaba, sabía que no tenía que hacerlo porque su mamá le había dicho bien claro: "Hijo, no quiero que te acerques al piano mientras yo no estoy, tengo miedo de que rompas algo", si bien su mamá tenía algo de razón, Yoongi era un poco torpe. Él no podía evitar querer acercarse a ese piano y tocar las teclas blancas y brillantes como lo había hecho el primer día en el que lo vio.
Pero había algo más que llamada la atención de Yoongi, o mejor dicho, alguien más. No podía verlo, pero podía sentirlo, podía escucharlo. Pareciera como si el piano lo estuviera llamando. Una voz suave y linda, según Yoongi.
-Puedo hablarte ahora que no está mama.- Yoongi le sonrió al piano y ya cerca de el, puso sus manos sobre las teclas pero no toco.
-Traté de preguntarle a mamá si se podía amar sin ver, pero ella no entendió mi pregunta. Pensó que estaba hablando de las personas que no pueden ver, cuando en verdad, estoy hablando del piano... Hablando de tu voz.- Yoongi hizo una pausa y miró el color marrón profundo del piano, le hacía recordar al otoño tranquilo que transcurría afuera de su casa. Pero él prefería estar adentro, con el piano.
-¿Puedes escucharme piano...? ¿Puedes entenderme?
Yoongi salió corriendo cuando escuchó el ruido de llave proveniente de su mamá abriendo la puerta de la casa.