Mates (Camren G!P)

Od turningpages97

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El pueblo de Campbellville, Ontario, Canadá siempre ha sido el hogar de Lauren Jauregui, donde dio sus primer... Více

Capítulo 1
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
N/A
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12 (Parte I)
Capítulo 12 (Parte II)
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
¡Mi nuevo libro ya está disponible!
Capítulo 17
Fallas/errores en Wattpad
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25

Capítulo 2

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Lauren's POV

28 de junio de 2016, 11:28 a.m.

Un año y un día habían transcurrido desde que descubrí mi verdadera identidad; Lauren Michelle, alfa del clan Jauregui. Muchos clanes me temen, algunos quizás no tanto, otros prefieren no mantener relación, pero nunca faltan los idiotas envidiosos que desean a toda costa tener todo lo que posees. Básicamente así es la cosa, desde que me transformé debo entrenar todos los días y 'descansar' los fines de semana, entre comillas porque siempre tengo que mantenerme atenta no importa qué día sea. Ser el alfa no es lo más relajado del mundo, casi que debo dormir con un ojo abierto, cualquier cosa podría ocurrir de un momento a otro.

Todo el mundo me conoce. Y cuando digo todo el mundo, me refiero a que literalmente soy conocida tanto en el mundo de los licantropos, como en el de los humanos. Soy Lauren Jauregui, la chica guapa y con dinero del instituto, la que todos aman e idolatran, la que sale a fiestas y molesta a los nerds junto con sus amigos. Siempre he sido así, incluso cuando no tenía ni idea de mis poderes. Mi padre de niña solía decirme que yo había nacido para ser una líder, y ahora por fin sé a lo que se refería.

"¿Tienes mi tarea, perra?" Zayn empujó al muchacho contra los casilleros, sosteniéndolo del cuello de su camisa a rayas.

"N-no todavía, s-sólo me faltan algunos detalles." El pelinegro rió amargamente y escupió en su rostro.

"Si no la tienes para mañana, me aseguraré de que nunca más veas la luz del día." Largué una corta risa, Zayn podía parecer muy peligroso con sus tatuajes, pero esa misma frase la utilizaba con todos los nerds del colegio.

"Ya vámonos, Z, tengo hambre." Dije, y se dio la vuelta, dejando al pobre diablo temblando en el medio del pasillo.

La hora del almuerzo era la única que disfrutaba en ese agujero infernal llamado escuela. Los recesos estaban bien, pero en general Jeremy y Zayn siempre me arrastran debajo de las gradas del campo para espiar las prácticas del equipo de porristas, cosa que no me interesa en lo más mínimo. No necesitaba espiarlas, ellas solas se lanzaban a mí como gatas en celo. Prefería mil veces más escuchar música y relajarme en el patio trasero.

"¿Has oído de la nueva que entró en tu clase de química?" Negué sin siquiera dirigirle la mirada, la verdad es que no me importaba, tenía cosas mejores que hacer antes que preocuparme por la chica nueva.

"Dicen que es una tragalibros, quizás podamos usarla para que nos haga la tarea, cualquier cosa es mejor que ese idiota del tercer año." Dijo, refiriéndose al muchacho que había molestado en los pasillos.

"No lo sé, me da igual." La fila de la cafetería no era algo de lo que tuviésemos que preocuparnos, podíamos sólo adelantarnos y nadie diría nada, por eso fue justo lo que hicimos.

"Lo mismo de siempre, Edna." La cocinera, que estaba en sus tempranos cincuenta, sabía sobre nuestras estrictas dietas carnívoras. No obstante, nadie tenía idea de por qué no teníamos permitido comer cualquier otra cosa.

"Aquí tienes, querida, buen apetito." Me sonrió cordialmente y yo devolví el gesto para luego darme la vuelta y caminar hasta nuestra mesa, la gente la llama 'La mesa negra' por como mismo lo dice su título, ser la única mesa negra en todo el comedor.

Zayn se sentó frente a mí y pronto Jeremy llegó para acompañarnos con sus aburridas anécdotas y chistes infantiles. No me malinterpreten, amo a mi manada, han sido los mejores y más fieles amigos desde siempre, pero son unos verdaderos idiotas.

"Entonces le dije que mi pene medía diecisiete centímetros y ella dijo-" Reí para mis adentros porque el mío era mucho más grande que eso, y yo era una chica. Hice oídos sordos al resto de su historia mientras comía mi almuerzo. Vero llegó justo antes de que Jeremy pudiese terminar de contar su gran hazaña, por lo que fácilmente le tomó la mano al tema.

"¿Y qué tal tú, casanova, has tenido alguna conquista reciente?" Preguntó Vero desde su asiento, junto a Zayn. Me encogí de hombros y metí un trozo de carne en mi boca.

"Salté clases con Keana, la del equipo de porristas." Le quité importancia al asunto ya que realmente no sentía nada por ninguna de las chicas con las que había estado, para mí ellas eran sólo cosa de una vez, quizás dos, pero no más que eso.

"Wooh, ahí la tienen, toda una Jauregui." Bromeó el tonto de Jeremy. Rodé los ojos y me dediqué a terminar con mi comida.

Luego de algunas discusiones, gritos y los tres arrojándose comida, decidí que sería mejor largarme de ahí y salir a fumar. Alguien debió abrir la puerta del patio, ya que una fuerte ventisca ingresó a la cafetería y voló varias cosas de las mesas. Me puse de pie y no pude dar más de cinco pasos cuando una figura chocó conmigo y manchó toda mi ropa con espagueti y salsa de tomate.

"¡¿Acaso no ves por donde vas idiota?!" Solté molesta, mientras observaba el enchastre que eran mi camiseta y pantalones. Toda la cafetería estaba admirando la escena enmudecida.

"L-lo siento, no te había visto venir y sólo me distraje por un segund-" Era una chica, y todavía no se había puesto de pie, así que no alcanzaba a ver su rostro, pero su cabello era oscuro y lucía suave, se podía oler el shampoo de fresas a kilómetros.

"¡Pues fijate bien por donde caminas porque la proxima no-" Se paró, acomodó su blusa y levantó la cabeza, dejando ver su rostro.

"Dije que lo siento. Puedo ayudarte a limpiar eso si quieres." Mi ceño aún estaba fruncido, pero mi mente se encontraba en otro lado. Ya no estaba molesta, estaba absorbida por sus ojos. Probablemente para cualquiera no serían la gran cosa, pero de algún modo me parecían fascinantemente bellos. Un color chocolatoso, que quedaba a la perfección con sus labios, carnosos y de un rosado natural. Era bajita, su cuerpo delgado y sus curvas me parecieron sublimes, aunque algo en su postura y la forma en que me miraba me decía que no sería como las demás, y sinceramente, yo tampoco quería que lo fuera.

Mierda, es bonita. Muy bonita.

"Como sea." Dije, y salí de ahí sin mirar atrás.

-

Camila's POV

Llevaba tres días en la ciudad y ya me estaba adaptando bastante bien a pesar del cambio gigante en el clima. El primer día de instituto jamás es bueno, pero de alguna manera me las arreglé para hacer alguna que otra amiga y no estar completamente sola. Dinah, Ally y Normani, mis compañeras de clase en biología, eran muy divertidas y me ayudaron bastante a incorporarme, lo que agradecí por millonésima vez a la hora de ir por los pasillos, donde todos usualmente te empujan y ni siquiera se paran a pedir disculpas.

"¿A dónde está tu casillero?" Preguntó la polinesia.

"Ese es." Señalé el casillero número 397.

"Woah, qué mala suerte tienes." Alcé las cejas y una alarma de peligro se encendió en mi cabeza.

¿De qué puede estar hablando?

"¿Por qué lo dices?" Las tres intercambiaron miradas y se notaba la lástima que seguramente ya sentían por mí.

"Pues... estás a sólo dos casilleros de la bravucona del instituto..."

Genial, yo sí que soy muy afortunada.

"Ah... Bueno, supongo que si me molesta tendré que ignorarla y ya." Me encogí de hombros y me despedí temporalmente de las chicas, preparándome para mi siguiente clase, que para mi desgracia, no compartiría con ninguna de ellas.

La gente en este instituto era lo suficientemente agradable, excepto por algún que otro bravucón o idiota arrogante, pero a esos simplemente me quedaba ignorarlos. Los profesores que me habían tocado hasta ahora eran estrictos y rectos, como robots, cada uno con su camisa, saco, lentes e impaciencia. No tenía idea por qué sería, pero desde esta mañana, cuando atravesé las puertas principales de vidrio, sentí una descarga eléctrica fugaz, como si hubiese algo en ese lugar que me estuviese intentando llamar la atención y hasta ahora no he podido descifrar su paradero o identidad.

Algo liviano chocó con la parte trasera de mi cabeza y cayó al suelo, ni siquiera tuve que mirarlo para saber que era una bola de papel, y que el culpable de tal estupidez había sido el chico de cabello oscuro y tatuajes. No me di la vuelta, no emití sonido alguno, no hice nada.

Sólo diez minutos más y podrás salir a comer tu almuerzo con tus nuevas amigas.

"Ptss, chica nueva, ¿me pasas la siete?" Rodé mis ojos y crucé mis dedos, rezando por que terminase ya la clase.

"Hey, vamos, no seas así, nena." Sus amigos rieron. Apreté los parpados.

"No me vuelvas a llamar así." Dije entre dientes. Ellos no tenían idea de cuántos malos recuerdos me traía esa simple palabra.

"¿Qué dijiste?" Oí el crujido de la silla contra el piso y supe que había enderezado su postura para estar más cerca.

"Que no me llames así, no me gusta." Dije, firmemente, esta vez sí me di vuelta para observarlo a los ojos.

"¿Y qué vas a hacer si continúo llamándote así, nena?" Sonrió casi diabólicamente.

"Esto." Volví a darle la cara al frente de la clase y alcé la mano. "¿Profesor?"

"¿Sí, señorita Cabello?" Dirigió su mirada hacia mí y el pelinegro gruñó.

"Un compañero, precisamente el que está detrás de mí, me está molestando." Dije, sin miedo a las consecuencias.

"¿Qué ha hecho el señor Malik?" Alzó las cejas y sus anteojos se deslizaron un milímetro por sobre su nariz al inclinar la cabeza.

"Ni se te ocurra." Murmuró el aparentemente 'Señor Malik'.

"Me ha pedido las respuestas de la tarea, y ha insistido cuando le respondí claramente que no lo haría." El profesor escribió algo en su libreta.

"Malik, detención hasta el viernes, comenzando hoy. Lo veré a las 12:30 p.m." El muchacho estampó su puño contra el pupitre y arrugó su tarea, haciendo una bola de papel para luego lanzarla, pero antes de que pudiese moverse, el timbre sonó y como yo ya tenía mis cosas empacadas, salí de ahí lo más rápido que pude.

"¡Camila!" La voz de Dinah hizo que me diese vuelta en medio del pasillo.

"¿Quieres sentarte con nosotras en el almuerzo?" Preguntó algo agitada una vez que llegó a mi lado.

"Claro, vamos." Las cuatro nos encaminamos hacia la entrada del inmenso comedor repleto de mesas blancas, a excepción de una, que era enteramente negra.

"Auch." Otro shock recorrió mi cuerpo al verla.

"¿Qué fue eso?" Cuestionó Allyson, la pequeña rubia adorable.

"No lo sé, desde la mañana que vengo sintiendo escalofríos o algo por el estilo." Hizo una mueca y tocó mi frente con su mano.

"Pues no tienes fiebre..."

"No, no me siento enferma. Debe ser el cambio de ambiente, viví toda mi vida en zonas tropicales..." Asintió creyendo en mi punto.

"Esta es nuestra mesa, siempre que vengas y no estemos aquí aún, sólo siéntate y espéranos." Sonrieron cordialmente y Dinah le dio una palmadita al lugar junto a ella.

"Perfecto, gracias por todo chicas." Devolví la sonrisa y aguardé a que todas tuvieran su almuerzo servido para ir por el mío.

"Enseguida vuelvo." Dije y todas asintieron, por supuesto Dinah ya estaba tragando su sándwich como si fuese el último en el mundo.

Hice la fastidiosa fila y al llegar mi turno pedí amablemente un plato de espagueti a la boloñesa. Una de mis comidas favoritas, después de la pizza y los plátanos.

"Aquí tienes, dulzura." Una mujer de aproximadamente cincuenta años extendió la bandeja con el plato de porcelana blanca, un jugo de naranja en cajita y un par de cubiertos de plástico.

"Muchas gracias." Sonreí y me guiñó un ojo.

Caminé entre las mesas, la gente demasiado absorta en sus propios asuntos como para prestarme atención. De repente, un grupo de chicos abrió la puerta que daba hacia el patio y una gran correntiada de aire ingresó a la cafetería, yo estaba tan ocupada mirando hacia el hecho ocurrido que ni siquiera noté cuando una muchacha se agachó a recoger los papeles que se le habían volado. Tropecé y caí delante de una figura, en la que probablemente había embarrado todo mi almuerzo.

"¡¿Acaso no ves por donde vas idiota?!" Su voz era profunda y rasposa, pero aún así era fácil distinguir que se trataba de una chica. Sonaba extrañamente cálida a la vez que peligrosa. Comprendí su enojo, había posiblemente arruinado su ropa.

"L-lo siento, no te había visto venir y sólo me distraje por un segund-"

"¡Pues fijate bien por donde caminas porque la proxima no-" Me puse de pie, estirando mi blusa para luego fijar mi mirada en la suya. Y ahí estaba, esa sensación distinta a cualquier otra que hubiese sentido. Como si mi cuerpo quisiera advertirme algo, pero yo todavía no lo entendía.

De cualquier manera no fui capaz de quitar mis ojos de los suyos, eran cautivadores, esmeraldas. Su cabello era oscuro y podía jurar que llevaba una colonia para hombres exquisita. Todo en ella lucía y se sentía cálido, cosa que no combinaba para nada con su comportamiento.

No bajes la guardia.

"Dije que lo siento. Puedo ayudarte a limpiar eso si quieres." Ofrecí usando un tono como de mala gana. La misteriosa chica me observó por un momento y luego hizo una cara de molestia.

"Como sea." Se fue sin siquiera responder a mi ofrecimiento.

Alcé una ceja y bajé la otra.

¿Qué rayos le pasa?

Las chicas se acercaron alarmadas por la situación.

"¿Estás bien, Mila?" Sonreí ligeramente al apodo.

"Sí. ¿Quién era esa chica?" Por alguna razón me gustaba la idea de ponerle un nombre a su rostro.

"Esa era Lauren Jauregui, la bravucona que tiene el casillero cerca del tuyo."

Bueno, al parecer estaré cruzándome con ella seguido.


Nota: Estoy feliz porque por fin terminé las clases así que tendré más tiempo para escribir y darle toda mi atención a mis fics. Subiré el capítulo 18 de SH muy pronto, estén atentos! ;)

Si les gustó, por favor voten, comenten sus opiniones, compartan con más Camren shippers y tengan un muy buen día (o noche.)

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