"Nadie puede mentir, nadie puede esconder nada, cuando se le mira directamente a los ojos".
~Paulo Coelho.
Estaba asustada, no quería estar ahí.
Vi como el chico bajaba mi pantalón y me sonreía perversamente. Le gritaba y rogaba llorando que me dejara en paz, que no me hiciera daño pero el sólo reía. Estaba vestido completamente de negro y nos encontrábamos en una habitación totalmente oscura.
—¡Ayuda! ¡Por favor ayudenme! — grité desesperadamente.
—Grita todo lo que quieras, nadie te escuchará. Sólo estamos tú y yo. Te haré lo que me plazca las veces que quiera— dijo besando mi cuello. El asco que sentía no podía compararse con nada.
—¡Suéltame por favor! ¡Suéltame!— grité una y otra vez. No podía dejar de llorar— ¡Me das asco!
—Tú a mí me produces de todo menos eso. Y ahora cierra la maldita boca— ordenó.
—¡No! ¡Déjame por favor! ¡Déjame maldito cerdo! — grité aún más fuerte.
—¡Cállate la puta boca!— gritó. Y yo seguía forcejeando. Vi como empuñó su mano para pegarme. Cerré los ojos preparándome para lo peor.
—¡¡NO!!! —grité. Abrí los ojos y estaba al lado de Niklas, me miraba preocupado.
Todo fue un maldito sueño.
Lo miré y él de inmediato me abrazó.
—Tranquila, tranquila...Yo estoy aquí, no ha pasado nada, solo fue una pesadilla— susurró. Más que sus palabras era su abrazo el que me daba tranquilidad.
—Lo siento— dije entre sollozos separándome de sus brazos y mirándolo fijamente— No quise despertarte.
—¡No! No tienes que disculparte por nada. Intenté levantarte pero no reaccionabas, seguías gritando que te soltara— bajó su mirada— Soy yo él que lo siento, por mi culpa ha pasado todo esto. Nunca debí dejarte salir sola de aquí— dijo cabizbajo. Yo negué con la cabeza. No era su culpa. Él intentó evitar que yo me fuera pero yo no hice caso; sino fuera por él, no sabría que hubiese pasado.
Como si hiciera esto desde hace mucho tiempo, me incliné hacia él y rocé sus labios.
Él no intentó separarse; quería besarme tanto como yo a él, así que uní sus labios con los míos y sentí de inmediato como todo mi cuerpo se relajaba y el suyo también.
Me agarró del cuello para tomar el control, como siempre lo hacía. Comenzó a levantar mi Hoodie pero sólo para poder tocar mi espalda con sus manos. Sus manos eran frías pero suaves a la vez; la forma en la que mi piel reaccionaba ante él, era algo que nunca había sentido–ni siquiera con Nate–se separó de mí por un segundo y me miró fijamente.
—No sé qué estás haciendo conmigo. No puedo controlarme cuando estoy a tu lado — susurró y luego volvió a unir sus labios con los míos.Yo dibujé una sonrisa mientras nos besábamos y él también lo hizo. Me senté sobre él, quien ahora permanecía sentado a la orilla de la cama, abrí mis piernas y rodeé con ellas su cuerpo. Él seguía acariciando mi espalda con sus manos. Luego las sentí de nuevo en mi cuello y nuestros besos se intensificaban más y más. Respirábamos con mucha dificultad por la adrenalina que recorría por nuestro cuerpo.
—Espera— dijo el separándose de mí.Lo miré confundida— Debemos parar. Si seguimos en esto estarás en cuestión de segundos desnuda en mi cama, créeme quitaría tu ropa sin que te dieras cuenta.Y no me gustaría que tu primera vez fuera tan improvisada— dijo sonriendo.
Tan directo como él era.
¿Cómo sabía que aún no había tenido mi primera vez?
¿Era tan obvio?
Yo ahora sonreí pero de vergüenza. Él me miró divertido.
—¿Tienes pena?— preguntó. Sin decir una palabra yo solo asentí. Su sonrisa ahora era más grande— No tiene que darte pena. No entiendo cómo pudo estar el idiota de tu ex-novio tanto tiempo contigo y lograr no llegar más allá — dijo besando mi frente— ahora me parece muy divertido todo esto— continuó. Le di un leve golpe en su hombro— ¡Auch!— exageró tocando su hombro— Casi me matas— bromeó.
Yo fruncí el ceño exagerando un poco mi gesto.
—Idiota— musité.
—Ya me había sorprendido el hecho de que tuvieras un par de horas sin insultarme— rió.
Me levanté de la cama y abrí la puerta.
— ¿A dónde vas?— preguntó en un tono preocupado— ¿He dicho algo malo?
—Todo— respondí tratando de sonar ofendida y a punto de llorar. Dándole la espalda me reí para mí misma. Se levantó de inmediato de su cama y me volteó hacia él. Al darse cuenta de que me estaba aguantando una carcajada frunció el ceño—caíste— reí.
— No me da risa— dijo tratando de no reír aunque yo sabía bien que él quería hacerlo— en serio pensé que había dicho algo malo. Pensé que querías irte.
— Solo quiero ir por agua Nik— puse los ojos en blanco.
— Si, ya. Bien. —respondió y se volteó regresando a su cama.
Fui a la cocina y me serví un poco de jugo.
Me quedé pensando en lo loca que había sido esa noche. Me había acercado tanto a él y todo entre nosotros había sido tan íntimo, tan irreal. Era como si el tiempo con él pasara volando.
Si me ponía a analizar, habíamos hablado por primera vez ya casi ocho meses atrás, lo volví a ver de la manera más extraña después de un par de semanas y terminó ayudándome, cosa que no esperaba de él y luego pasaron meses para volverlo a ver en un lugar y en un día en el que jamás imaginé hacerlo. Ese día que me besó por primera vez ocasionando un enredo en mi cabeza y sensaciones que nunca había sentido, al menos no de esa manera.
Siempre que veía a Niklas algo cambiaba en mí, o al menos eso sentía. Me gustaba estar a su lado, me gustaba en lo que se convertía mi mundo cuando estábamos cerca el uno del otro. Me gustaba él y mucho.
¿Por qué no podía ser todo sencillo?
¿Por qué no podía simplemente contarme todo lo que tiene para contarme?
Yo lo apoyaría, estaba segura de eso.
Miré el reloj de la cocina de Niklas y señalaba las 5 y 39 am. Me dirigí de nuevo hacia la habitación de Nik, quien ahora dormía esparranado sobre su cama. ¿En dónde me tenía que acostar yo? Bueno, estuve durmiendo en la cama con Nik pero fue sólo por qué me quedé dormida llorando en sus brazos, pero ¿y ahora? No podía simplemente acostarme a su lado y abrazarlo ....¿ó sí?...Quería hacerlo pero me daba pena. Lo miré un segundo más y tomé una de las almohadas y una sabana que estaba en un sillón, volví a abrir la puerta para irme a dormir en el sofá de la sala.
—¿Para dónde vas? — dijo Nik entre dormido. bostezó— Ven a acostarte conmigo— ordenó con los ojos cerrados.
— Eh..Nik..Yo...Bueno, quería ir a acostarme en el sofá— indiqué. Él de inmediato abrió sus ojos.
—Déjate de tonterías, has dormido estas horas conmigo ¿y ahora no quieres hacerlo? — dijo algo irritado.
—Es que...No sé — contesté insegura. En verdad no sabía.
—Ven aquí, nena— dijo extendiendo sus brazos y parpadeando— Si no lo haces me iré a dormir yo contigo al sofá, y allá tenemos menos espacio— musitó— Aunque pensándolo bien...si tenemos menos espacio, dormimos más pegaditos el uno al otro.
—¡Nik!— chillé.
—¡Dormiremos en el sofá!— bromeó.
—Ya, ya me acuesto a tu lado— respondí— me fui a la cama y me envolvió en un gran abrazo. Me quedé mirando el techo y descubrí uno de mis lugares favoritos en el mundo: Una cama, Nik y sus brazos.
Después de algunos minutos escuché a Nik roncar y me aguanté una carcajada.
«Creo que dormir con la persona que te gusta no es tan romántico como lo cuentan». Roncaba tan fuerte que tenía ganas de meterle un calcetín en la boca.
Me acurruqué más a él y puse mi cabeza sobre su pecho. Escuché los latidos de su corazón y concentrada en ese armónico ritmo, me quedé dormida.
~•~
Abrí los ojos y estiré mis brazos en busca de él. No estaba. Intenté mantener los ojos abiertos más de dos segundos, parpadeé y cuando sentí que no se cerrarían más, miré a mi alrededor. Efectivamente nadie estaba ahí, él no estaba a mi lado.
Me puse de pié y salí del cuarto hacia la cocina; mientras caminaba por el pasillo escuchaba cada vez más fuerte Body Moves de DNCE. Seguí caminando para encontrarme a un Nik bailando de un lado a otro mientras cocinaba un Omelette. Lo miré divertida y él seguía cantando con una cuchara como micrófono–si alguno de los chicos lo viera haciendo esto, haría un video y lo subiría sin dudar a Internet para joderle la vida–.
Yo solo disfrutaba de su función.
Él no se daba cuenta de que yo estaba en la puerta tratando de aguantar la risa. Carraspeé un poco y de inmediato se volteó hacia mí con el ceño fruncido. Levanté mi mano derecha y moví mis dedos en señal de saludo mientras articulaba un "Hi" con mis labios.
—Sigue...no pares, he disfrutado mucho del show— reí.
—¿Hace cuánto estás ahí parada? —preguntó.
—Lo suficiente para disfrutar de tu talento—dije.
—Se supone que siempre es el chico el que encuentra a la chica haciendo eso — contestó divertido.
Saqué mi celular del bolsillo de la sudadera y lo miré entrecerrando mis ojos y sonriendo— Me pregunto que dirán los chicos cuando les muestre el video que hice— bromeé— A lo mejor lo suben a Internet y te descubre un cazatalentos — reí.
—¿Me has grabado? — Abrió sus ojos con sorpresa—Naaaa, no te atreverías— dijo indiferente.
—10% para que el video se envíe a Gabriel— señalé la pantalla de mi celular. De inmediato dejó la cuchara que tenía en su mano en la mesa de la cocina y se lanzó hacia mí intentando quitarme el celular. Yo no podía parar de reir.
—¡Dame ese maldito celular, Salomé Méndez!— decía riendo. Empezó a hacerme cosquillas y esas eran una de mis mayores debilidades. No me pude contener y logró quitarme el celular. Lo desbloqueó, miró mi WhatsApp y mi Galería y se dio cuenta de que no había ni mensajes ni video para Gabriel.
¿De donde diablos sabía él la contraseña de mi teléfono?
— Me estabas jodiendo— respondió frunciendo el ceño— eres terrible— rió.
—No, tú lo eres— respondí— ¿De dónde sabes la clave de mi celular?.
—Salomé, el 70% de las personas ponen su fecha de cumpleaños como contraseña. No me la sabía... — dijo encogiendo los hombros — ..sólo tuve suerte de que tu hagas parte de ese 70%.
—Idiota— contesté riendo.
Se acercó a mí y puso sus manos sobre mi cuello. Sentí una electricidad recorrer mi cuerpo tras su toque y luego besó mis labios con delicadeza.
—Buenos días— susurró— ¿Desayunas?
—¿Le has echado algún veneno?— pregunté frunciendo el ceño.
—Sí—rió—es un somnífero que conseguí en la clínica en una de mis prácticas. Lo utilizo para dormir a chicas como tú para que se queden conmigo todo el día y disfruten de mi día libre.
— ¿A chicas como yo?— respondí levantando una ceja.
—Sí. ¿Sabes? Esas chicas que controlan cada uno de tus sentidos sin tan siquiera pedirte permiso— respondió.
—Ah— dije. No sabía que decir, me ponía nerviosa— ¿Cuántas veces lo has usado?.
—¿El somnífero?— preguntó. Asentí— Hmmm... Ni una sola vez— respondió—Jamás me había cruzado con una chica así, hasta que te conocí.
Mi estómago se contrajo de los nervios que sentía al escuchar esas palabras.
Nik podía ser el chico más arrogante a veces pero a la vez podía llegar a tener su lado tierno. Le dí un pequeño beso en sus labios y le regalé una sonrisa.
—Entonces desayunemos— dije
—¿Te quedarás conmigo todo el día?— preguntó.
Me quedé pensando por un momento. La verdad es que no tenía nada planeado. Aún me quedaba una semana más de vacaciones antes de entrar al College así que sólo debía pensar en lo que le diría a mamá.
—Tendré que ir por ropa fresca a mi casa, pero luego de eso podemos ir a dónde tú quieras— respondí. Él dibujo en su rostro una sonrisa amplía para luego asentir satisfecho.
Había tomado la decisión de decirles ese día a mis padres que saldría con Niklas. Creía que era mejor que supieran quien era, sabía que igual no me pondrían problema alguno y así tampoco quería mentirles.
Niklas sirvió el desayuno y un poco de jugo y nos fuimos a comer en la mesa de comedor que estaba al lado de un ventanal, la vista de la ciudad era hermosa, ayer no me había dado cuenta de eso.
Nos sentamos a comer y a hablar. Reímos mucho y la verdad es que el Omelette estaba muy rico, tenía olivas y varios tipos de queso. Al parecer Niklas podía cocinar... al menos un Omelette.
Mientras él me contaba algunas historias de locuras que había hecho con Willi cuándo estaban más jóvenes, su teléfono móvil comenzó a vibrar una y otra vez. Le hice señas para que contestara.
—Vamos, debe ser importante— dije. Miró la pantalla de su celular y vio que tenía un mensaje.
Lo abrió.
Su expresión cambió totalmente al leerlo, se levantó de la silla y miró hacia todos lados buscando algo...o alguien. Miró hacía el ventanal y bajó las persianas.
—¡Maldición! — Se quejó.
—¿Qué sucede? — pregunté confundida.
—Nada, nada. — contestó fríamente.
—¿Cómo que nada? Mira como has reaccionado. ¡Dime que pasa!.
—Te dije que no pasa nada. ¿Porqué no puedes conformarte con eso?.
—Porqué sé que es mentira. ¡Dime que pasa Nik!.
—¡Qué cabeza hueca eres!. ¿Quieres saber que pasa?—preguntó. Yo asentí lentamente y el me dio su celular con rabia— ¡Eso pasa! Te dije que lo mejor era alejarme de ti. ¡Maldición! —seguía maldiciendo una y otra vez. Miré la pantalla de su teléfono celular y había un mensaje de un número desconocido.
¿Así que Niklas Heine ahora desayuna con las putas con las que se acuesta? ¿O es que acaso esta puta es especial? Sería un desperdicio hacerle daño a una chica tan bonita. Buenos gustos siempre has tenido, maldito Heine. Si te importa cuídala, lamentaría que ella pagara por toda tu mierda. ¿Ya sabe la clase de basura que eres?.
Nik me miraba intentando entender lo que se me pasaba por la cabeza. Yo no sabía que pensar. Una mala sensación recorrió mi cuerpo; me acerqué a él y lo abracé. Al principio dudó pero luego correspondió mi abrazo.
—Tienes que alejarte de mí, Salomé— susurró a mi oído y yo sentí una presión en mi pecho y un nudo en la garganta.
Me negaba a alejarme de él, ya era muy tarde, mi corazón ya había decidido por mí.