"Nadie excepto nosotros mismos puede liberar nuestra mente"
~Bob Marley.
Salomé Méndez:
—Anda ya Salo, levántate y alista tus cosas que nos vamos— anunció Melanie mientras tiraba de mi sábana.
— ¿Irnos? ¿Para dónde? —pregunté confundida y desganada.
— ¡Es una sorpresa! Levántate ya ¡caray! Mírate pareces a tronchatoro con ese pelo. ¡Vamos, apúrate! Se nos hará tarde. Lleva ropa para todo el fin de semana.
Pasé de estar acostada a estar sentada en la cama de un sopetón y la miré frunciendo el ceño.
— ¿Ropa para todo el fin de semana ? ¿Qué pasa contigo? ¿Quieres que mi madre me mate?— pregunté.
—Eso ya está arreglado. Me costó bastante convencerla pero lo logré, con la única condición de que le contestes el celular cada vez que llame, hablen el día de tu cumpleaños y no hagamos locuras y todo ese bla bla bla que las mamás siempre dicen— respondió torciendo los ojos.
¡Mi cumpleaños!.
Lo había olvidado por completo.
He pasado días acostada en mi cama llorando y recordando las palabras de Nate. Tuve que apagar mi celular para poder evitar sus llamadas y mensajes, al fin de cuentas no salía de la casa y no lo necesitaba para que mamá me llamara y si Melanie quería llamarme, me llamaba directamente al teléfono fijo. Nate intentó hacerlo pero Lilly lo insultó de una manera que yo no era capaz. Les dije que ella podía ser muy ofensiva si la sacaban de sus casillas. Literalmente lo mandó a comer de lo que defecaba. Mamá estuvo presente mientras Lilly decía todas esas barbaridades pero no dijo nada. Creo que al fin estaba orgullosa de que al menos alguien haya sido capaz de mandarlo al pito.
Pero de ahí a que mamá me dejara irme por todo un fin de semana y justo el de mi cumpleaños me parecía muy raro. Ó Melanie me estaba mintiendo o tenía un buen poder de convencimiento y buenos argumentos.
—No, no puedo creer que mamá me deje irme justo antes de mi cumpleaños. Nunca he pasado mi cumpleaños fuera de casa o sin ellos —mencioné
—Salo, te dije que me costó bastante; pero tu mamá quiere lo mismo que yo y es que te levantes de esa cama y dejes de lloriquear. Nate debe estar feliz revolcandose en la cama con la otra perra y tu aquí matandote por él — Odiaba que a veces fuera tan directa. Evité imaginarme a Nate en semejante acto— Vamos ya, te espero en quince Minutos abajo. No discutiré ni aceptaré un no por respuesta—Me miró seria — Simplemente déjame ayudarte— agregó antes de cerrar la puerta.
No tenía ganas de salir, no tenía ganas de nada; pero tampoco tenía ganas de discutir con ella, así que simplemente me vestí rápido, medio me peiné y alisté mis cosas. Sólo me preguntaba a donde me llevaría Melanie, no estaba para sorpresas en este momento.
Bajé las escaleras y me encontré con Melanie y mi madre hablando. Mamá sonrió al verme –porqué por fin salía de mi cueva en la que había estado encerrada los últimos días–le devolví la sonrisa.
— ¿Segura que está bien para ti que me vaya mamá?— pregunté.
—La verdad es que preferiría mil veces que te quedaras, pero eres joven hija y no tienes por qué estar encerrada en tu habitación las 24 horas del día. Sí, sé que lo de Nate dolió, pero créeme cuándo te digo que esa quizás no va a ser la primera vez que te pase algo así–hizo una pausa— Y no quiero que siempre te encierres en tu mundo y te ahogues en llanto. Melanie...— dijo mirándola— ...me convenció, creo que es bueno que salgas un poco y bueno mañana es año nuevo y pasado tu cumpleaños, deberías difrutarlo.
Sabía que lo que decía era sincero y que además tenía bastante razón. Al fin y al cabo sólo había una cosa que ella deseaba : verme sonreír. Así que eso fue lo que hice; sonreí. Aunque no quería hacerlo, lo hice por ella. Y por ella misma y lo que me dijo decidí que no sería tan mala idea acompañar a Melanie a donde sea que nos iríamos.
No me gustan las sorpresas y creo que mucho menos si vienen de parte de Melanie. Será una locura más de su parte, lo sé, pero sé también que no será nada malo porqué lo único que quiere es ayudarme.
—¿Y? ¿Vamos? — me preguntó Mel aún insegura,como si temiera que yo saldría corriendo y subiría las escaleras en dirección a mi cuarto.
— Vamos— respondí decidida.
Me despedí de mamá y de Tobi que eran los únicos que estaban en casa. Lilly estaba donde su amiga Franzi y papá había ido a recogerla. Así que decidí enviarle un mensaje a mi hermana informándole yo misma que no estaría para mi cumpleaños.
Después de muchos insultos de su parte porque estaba molesta por no poder pasar mi cumpleaños conmigo, me confesó que se alegraba en realidad de qué saliera de casa.
(...)
Caminé con Melanie hacia la esquina de mi casa y me preguntaba si tomaríamos un taxi o el bus.
— ¿Y tus cosas? — pregunté al ver que solo llevaba su cartera.
— Esteban las trae consigo. Las alisté antes de venir a tu casa pero como venía en tren, no quise cargar con tantas cosas— respondió.
— ¿Entonces hiciste que tu hermano tuviera que traerte las cosas ahora ? — dije poniendo los ojos en blanco.
Ella rió.
— No tontina...Esteban nos llevará al lugar y se quedará con nosotras— respondió. La miré sorprendida.
¿Para dónde se supone que íbamos?
—No pongas esa cara...Tu mamá no me iba a dejar salir contigo solas, me pidió un adulto responsable; y como mi hermano a sus veintitrés años actúa como un viejo de cincuenta y responsabilidad es su segundo nombre y tu mamá lo sabe, entonces lo sugerí a él y él no tuvo ningún problema en aceptar acompañarnos. Ya sabes, la sobreprotección y todo eso–dijo poniendo los ojos en blanco.
— Oh— Fue lo único que respondí. Sabía que Esteban era muy responsable y también sabía que mamá no nos iba a dejar salir solas — ¿A dónde iremos? —pregunté.
— ¡Sigue siendo SOR-PRE-SA!.— respondió— Mira— dijo señalando un Mustang que venía doblando la calle— Ese es él. ¡Vamos!— Me agarró de la mano y me condujo hacía él.
Nos montamos en el carro y saludé a Esteban. Íbamos escuchando música y Mel iba cantando y gritando–desafinada cómo siempre–
—¡Este fin de semana será una locura!— gritaba eufórica.
Ya me había imaginado que esto sería una locura si viene de parte de una chica cómo ella. No sabía si mis nervios y ánimos estaban de verdad para lo que sea que ella estuviese preparando.
Me acurruqué en el asiento trasero que estaba para mi sola y me quedé dormida.
(...)
Sentí cómo me pellizcaban el brazo y dolía.
— Maldición Melanie, ¿No puedes despertarme como una persona normal? — dije refunfuñando. Ella soltó una carcajada.
— Sí, si durmieras como una persona normal, tal vez—bromeó— Anda, bella durmiente. Hemos llegado...–señaló eufórica, seguidamente me miró a la cara y su expresión cambió— ¡Espera! Tienes baba en la boca, que asco. ¡Duermes cómo camionero!
Me apresuré a limpiarme y luego escuché como reía.
—Caíste— agregó entre risillas.
«Tonta»
Me bajé del auto para encontrarme con una enorme casa en forma de cabaña.
«Wow» pensé.
Vi como se acercaban unos perros a Esteban mientras éste abría la puerta principal.
Al entrar mi boca se abrió mucho más.
Era demasiado acojedora, fina, pero acogedora.
Había una enorme chimenea en medio de la sala. Ocupaba casi la mitad de una pared. Un gran árbol navideño se ubicaba a un costado de aquella sala de estar y un enorme sofá en frente que hacía perfecto juego con el color de las paredes.
Del otro lado de la sala había una pantalla enorme de TV y una mesa de juegos.
Melanie comenzó a enseñarme el lugar.
Abajo habían dos baños y las escaleras eran de madera con tallados de figuras antiguas que –según Mel– eran figuras representativas del pueblo maya; conducían hacía un pasillo con muchas puertas a cada lado.
Una habitación tras otra.
Era increíblemente hermoso.
Llegamos a una habitación al fondo derecho del pasillo y Melanie señaló que ahí dormiría yo.
Me encantó la idea porque al entrar me sentí extrañamente como en casa.
No era muy grande, ni muy pequeña y la cama, aparentemente bastante cómoda, me invitaba a acostarme sobre ella y quedarme dormida toda la tarde. Había almohadas por todas partes y un pequeño balcón que daba a la vista un lago casi de cristal y más atrás pequeñas colinas. Veía las luces de las demás cabañas encenderse, ya que la noche y la oscuridad estaban llegando.
Tomé aire y agradecí a Dios y a Melanie por permitirme disfrutar de esa hermosa vista.
— ¿Y? ¿Te gusta? ¿Lindo no?.
—¿Lindo? Melanie, este lugar es increíble— confesé. Ella dibujo una sonrisa de oreja a oreja llena de orgullo.
— De nada— respondió.—La señora de servicio tiene libre hoy y mañana así que espero que sepas cocinar un poco porqué sino moriremos de hambre— agregó .
—Puedo hacerlo— respondí— Pero tienes que ayudarme—. Asintió.
Preparé Waffels con chocolate caliente y luego decidimos hacer Fondue y disfrutar de Marshmallows en frente de la chimenea.
— Y cuéntame Esteban...¿Te gusta Portugal? —pregunté mientras mordía un pedazo de mi Marshmallow con chocolate Lindt blanco
—Bastante. Es un país hermoso y el idioma se me va muy bien...Ya ves, es muy parecido al español. Alemania me gusta mucho pero prefiero un poco más el calor y la gente de Portugal es muy diferente— mencionó.
—Además mi hermanito está estudiando en inglés Literatura y será mejor que Shakespeare—dijo Melanie.
—¿En inglés? —pregunté
—Bueno, estudié una parte en portugués y ahora estoy estudiando en Inglés. ¿Qué hay de ti?¿Qué quieres estudiar tú?
—Medicina— contesté sin dudar— Siempre he querido ser médico. Mi mamá lo es y siempre la he admirado mucho por ello. Me apasiona mucho la ciencia y quiero tener la oportunidad de ayudar a muchas personas con mi conocimiento.
— Uh, interesante. Aquí en Alemania es muy difícil entrar, pero seguro lo logras. No dudo de eso— respondió.
—Gracias— respondí sonriendo.
El teléfono de Esteban comenzó a timbrar y su semblante cambió al mirar la pantalla. Su cara se iluminó completamente y no pudo dejar de sonreír.
— ¿Me disculpan? — dijo mientras se alejaba.
— Está muy enamorado— secreteó Mel poniendo su mano derecha a un lado de su boca— Es la primera vez que lo veo así. La chica me cae bien, estudia con él y el verano pasado estuvimos todos juntos en Grecia. Fue divertido. Deberíamos ir tú y yo algunas vez.
—Seguro lo haremos Mel— respondí.
El celular de Melanie comenzó a timbrar también.
— Es mamá. Ya regreso— dijo.
Y entonces quedé enfrente de la chimenea, sola, mirándola fijamente.
Mis pensamientos regresaron a Nate.
Un día antes de mi cumpleaños el año pasado, habíamos ido también a una cabaña cerca de la playa con mis padres y otros amigos. No podía creer que un año después me encontraba aquí, sin él y sin mis amigos de siempre. No me quejo de Mel, tengo suerte de haber encontrado a alguien como ella; pero extrañaba mi vida, que Nate solo tuviera ojos para mí. Extrañaba las risas de mis amigos y hablar sobre nimiedades y recuerdos de nuestra infancia juntos,que a la vez nos hacían soltar fuertes carcajadas hasta largas horas de la noche.
Seguía viendo como las llamas se movían de un lado al otro. No se quedaban fijas, a veces subían a veces bajaban y pensé en él, en Niklas; en nuestro beso y en el hecho de que cómo las llamas, él también era un juego entre subir y bajar,era tan cambiante e imprescindible.
Que ironía, el chico que quiero me deja por otra y otro chico sólo me besa para demostrarse a sí mismo que no valgo la pena.
¿Puedo sentirme feliz y contenta después de todo esto?.