Happiness (oneshot Yoonmin)

By Bxxpsxx

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"felicidad Del lat. felicĭtas, -ātis. 1. f. Estado de grata satisfacción espiritual y física. 2. f. Persona... More

Dedicatoria

Happiness

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By Bxxpsxx

Era probablemente la noche más gélida de ese invierno en Seúl. No por el clima, irónicamente. Sino por aquella escena que lo hacía sentir a un miserable Min Yoongi aún más frío de lo que aparentaba ser. La imagen era tan asquerosamente cursi que se encontraba al borde de ser sacada de una película romántica demasiado cliché.

En una de las mesas del restaurante donde trabaja, tiene el placer de observar a su (relativamente reciente) ex novio con lo que parece ser su actual pareja.

La belleza de Taehyung, Yoongi pensó, seguía siendo la misma, e incluso parecía irradiar con más intensidad que de costumbre. Que cuando estaba con él.

Sacudiendo ese tortuoso pensamiento de su cabeza, por fin se armó de valor para dirigirse a tomar su pedido, deseando que la tierra de una vez por todas se compadeciera de él, se abriese de par en par y lo tragase.

Quitándole las arrugas al delantal de su uniforme y dando pasos excesivamente lentos, se dio cuenta de que Taehyung lo había divisado. La expresión del menor era la mezcla perfecta entre sorpresa y confusión. "¿Yoongi hyung...?" Y la de su novio se relajó al escuchar esas palabras, como si supiera de quién se trataba de antemano, y Yoongi maldijo internamente porque, claro, era obvio que Taehyung iba a contárselo, demonios.

"Buenas tardes," carraspeó porque a su voz se le dificultaba salir normalmente (probablemente gracias al nudo en su garganta). "Aquí tienen los menúes. ¿Qué desean ordenar?"

"¡Qué sorpresa verte de nuevo!" el chico, de cabello ahora rubio, exclamó con interés. "¿Trabajas aquí?"

El sujeto en cuestión tuvo que morderse la lengua para no contestar sarcásticamente. "Sí... Se hacía difícil pagar las cuentas con un solo trabajo," respondió amargamente, pasando sus dedos entre su cabello negro azabache.

Desde que Taehyung se mudó del apartamento que compartían, el precio ya no estaba dividido en dos (como el corazón de Yoongi) y era casi imposible llegar a fin de mes con el sueldo del delivery de pizzas solamente.

El menor asintió en entendimiento, y repentinamente cambió su energía, haciendo un ademán en dirección al hombre sentado frente a él. "Oh, por cierto, éste es Hoseok," el de cabello oscuro tragó saliva. "Hoseokie hyung, él es Yoongi hyung," explicó, ahora señalándolo a él, y Yoongi pudo confirmar que evidentemente el nuevo novio de Taehyng estaba enterado de quién era por el aire de complicidad que pudo percibir. Sintió una puñalada en el pecho.

"Encantado," dijo el tal Hoseok y sonrió en forma de corazón tan resplandecientemente que el mayor quiso hacerse una bola y rodar hacia la nada.

"Lo..." la situación era realmente ridícula, "mismo digo."

Lamentó (o quizás no) no poder devolverle al sujeto la sonrisa, pero después de verlo sonreír, el azabache no pesó que la suya se pudiese comparar.

"¿Sigues rapeando?" la grave voz de su ex novio volvió a sonar y el reflejo de cerrar sus ojos para oírlo más atentamente se hizo presente antes de que pudiese pararlo. Sólo asintió en respuesta después de un segundo.

"Lo imaginé. Eras muy bueno como para dejarlo," agregó calmadamente. Esas palabras tuvieron un efecto en el azabache que él mismo denominaba El efecto Taehyung. Esto es cuando algo te hace sentir contento y a gusto, como estar sentado frente a una fogata escuchando tu música favorita. Lamentablemente, y en éste caso se aplica, la abstinencia de dicho sentimiento hace que cuando lo sientas de nuevo, el impacto sea mayor.

El mayor se removió en su lugar, incómodo, y a la vez disfrutando de ese sentimiento. "¿Saben que quieren ordenar?"

"Pediré Bibimbap, y una Coca Cola."

"Yo Japchae, y una soda de pomelo," concluyó quien el chico llamaba Hoseokie hyung.

El mesero anotó los pedidos desprolijamente, y se dirigió a la cocina con prisa.

Se planteó (casi) seriamente conseguir cianuro y sazonar la comida con él procurando que el chef no se diese cuenta, pero reflexionó que nada ganaría con eso.

Taehyung ya no era parte de su vida.

Ahora formaba parte de la de Hoseok.

Sus adorables sonrisas no serían un regalo para él, sino para el estúpido que le sostenía la mano y lo hacía carcajear como idiota. Un idiota feliz.

Una de sus compañeras interrumpió los muy felices pensamientos que estaba teniendo, prácticamente mandándolo a que atendiera una de las mesas que acababa de ser ocupada hacía unos diez minutos porque ella y los demás estaban ocupados y él se había demorado más de lo normal.

Sin ganas de contrariarla y sin siquiera fuerzas para insultarla por lo bajo, dio pesados pasos hacia el lugar, sosteniendo el menú que le había arrojado. Allí se encontraba un chico de cabello plateado brillante, al parecer más joven que él, esperando pacientemente.

"Buenas tardes," trató de que sonara amable, pero su voz salió más como un susurro cansado. "¿Qué desea ordenar?" preguntó en modo automático, deslizando el menú en la mesa para que estuviera al alcance del cliente.

El chico lo tomó con sus pequeñas manos lenas de anillos de plata, y se lo devolvió. "Gracias, pero no lo necesito," rió un poco apenado, mientras Yoongi, sorprendido, aceptaba el menú de vuelta. "Verás, siempre que voy a cenar a un lugar por primera vez le pregunto al mesero que me recomienda," explicó con entusiasmo. El azabache parpadeó, inexpresivo. "Es tradición," agregó el chico, y sólo le faltaba el por favor.

"No sé, nunca he comido aquí," Yoongi se esforzó para no rodar los ojos.

"¿Trabajas aquí y nunca has probado la comida que sirven? Oh, vaya," volvió a reír de una manera melodiosa el de cabellos plateados y al azabache extrañamente le estaba contagiando un poco de la energía que irradiaba. Era un poco extraño.

"Sólo ordena, uhm, tu comida favorita o algo."

"¿Mi comida favorita, eh? Bueno, ¿qué dice la gente del Bibimbap de aquí?"

El corazón de Yoongi se detuvo por una fracción de segundo al recordar el pedido de su ex novio. "Dicen que es bueno."

"Genial. Pues eso," canturreó juntando sus manos, "y una Coca."

Pequeñas coincidencias.

El mayor asintió mientras anotaba y volvió a la cocina, donde dejó el nuevo pedido. Se tomó varios minutos para salir afuera y fumarse un cigarrillo (que se convirtió en cuatro, de hecho) antes de que le entregaran el pedido para la parejita feliz.

Con un poco más de tranquilidad (o eso creía), colocó los platos y cubiertos en la mesa, mientras abría las botellas y les servía en los vasos al compás de un par de gracias.

"Ah, ¡cierto!" exclamó el rubio, que pareció de repente acordarse de algo. "Yoongi hyung, recuerdas a Jungkook, ¿verdad?" Claro que lo recuerdo, idiota, pensó Yoongi. Jungkook era el mejor amigo de Taehyung. Iban a la misma escuela de arte juntos. Nunca lo admitiría, pero había estado celoso de ese chico unas cuantas veces por la cercanía que tenía con su novio. "Bueno, tenemos una muestra de arte el sábado, y me gustaría que vinieras." El azabache no estaba seguro de si el chico pudo ver la avalancha de sentimientos que se formó dentro suyo, pero no pareció notarlo porque sonreía en esa manera tan peculiar y adorable suya. "¿Qué dices?" Antes de que siquiera pudiese reaccionar, el menor agregó algo crucial, "ah, y lleva a tu novio contigo, van a pasarla bien."

El mesero realmente no estaba seguro de haber escuchado bien. Quizás había cambiado de dimensión por un segundo y no lo había notado. "¿N-novio?" Podía de hecho ser otra dimensión, porque él nunca tartamudeaba.

"Sí. No creas que no te vimos hablando con aquel chico," rió descaradamente el menor de los tres.

"Yo, eh..." Por más que tratara, el azabache no podía decir nada. Se sentía tan abrumado. Y no ayudaba que Taehyung era una persona muy terca.

"La manera en que te habla, te sonríe, se ríe. Incluso la manera en que te mira, hyung." observó mientras iba listando con los dedos. "Nos dimos cuenta enseguida, ¿verdad?" codeó a su novio para reafirmar su punto.

"Claro, se ven muy bien juntos," agregó Hoseok con su maldita sonrisa incandescente.

Yoongi se había jurado por casi un año que, después de padecer el abandono de Taehyung, nunca volvería a siquiera pensar en él. Pero, ¿qué eran esas ganas repentinas e irreprimibles de verlo una última vez más? Seguro nostalgia.

Por esta misma razón no pudo impedir que las siguientes palabras salieran de su boca con decisión: "allí estaremos."

Un milisegundo después, cuando se dio cuenta de que acababa de meterse en un desastroso lío, casi se da la cabeza contra la mesa repetidas veces. Quizás eso lograría sacarlo de su estado de estupidez momentánea. ¡¿Por qué demonios le había dicho eso en vez de aclarar las cosas y cortar su maldita obsesión de una buena vez?!

"¿En serio? Realmente creí que dirías que no," Taehyung, que creía conocerlo bastante bien, no salía de su asombro. "¿Has cambiado, hyung?" río melodiosamente.

Listo. No había vuelta atrás. No podía quedar como un idiota y decir: "no, en realidad es la primer vez que veo a esa persona en mi vida, de hecho me encantaría golpear al mugroso con el que viniste porque nunca pude olvidarte, gracioso, ¿no?"

Tenía que ingeniárselas para llevar a cabo un plan que deje contentos a todos. O mejor dicho, tenía que tragarse su orgullo, enterrar su dignidad mil metros bajo tierra y...

"¿Tienes algo que hacer el sábado?"

Yoongi había meditado unos quince minutos completos e inhalado el humo de cuatro cigarrillos mientras cocinaban los platos de ambas mesas que había atendido para prepararse mentalmente para lo que acababa de hacer, y el descarado frente a él sólo se rió. Consideró tirarle encima el plato de comida caliente que acababa de traerle, pero se contuvo.

"¿No vas a preguntar mi nombre primero, al menos?" El chico de hermoso cabello color plata se veía divertido.

El mayor se maldijo internamente; debería haberlo planeado mejor. Debería haber planeado no nacer, pero para eso ya era muy tarde.

"¿Lo estás o no?" volvió a preguntar después de un bufido.

El menor dejó de sonreír para enarcar una ceja. "Depende. Si vas a ser así de grosero, no lo creo."

El azabache suspiró pesadamente y pasó los dedos entre su cabello en frustración. "Mira, esto no es tu culpa, ¿si?" trató de ser lo más amable posible para que todo pudiese acabar rápido, "sólo no tuve un buen día."

El chico relajó un poco su expresión. "Espera, estás actuando algo extraño," observó, y posó su mirada en Taehyung y Hoseok, quienes se encontraban compartiendo la comida de sus platos muy románticamente. "¿Tiene algo que ver con esos dos individuos de allá?"

A Yoongi se le cortó la respiración por unos segundos. ¿Cómo mierda sabía él eso?

"Por tu silencio veo que sí," dijo después de volver a mirar al mayor. "Soy bastante intuitivo," una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro.

Yoongi se debatió internamente si debía seguir con su plan de ocultarlo todo y usar al chico, o contarle sus verdaderas intenciones. Le echó un rápido vistazo a su ex novio y dejó bajar su guardia una vez más. "Necesito tu ayuda."

Jamás en su vida había pensado que iba a decirle eso a alguien (o por lo menos después de dejar su casa a los diecisiete años de edad), y menos a un completo desconocido.

El de cabello plateado abrió sus pequeños ojos en sorpresa, pero aún así asintió, reflejando en ellos amabilidad. "¿Qué ocurre?"

"Necesito que te hagas pasar por mi..." Yoongi tragó saliva, "pareja. El sábado, en una muestra de arte."

El chico inclinó su cabeza hacia un lado. Parecía estar pensando algo. Observó al mayor un momento, volvió a perderse en sus pensamientos unos segundos, y volvió a mirarlo. "Sólo si me cuentas la historia detrás de esto," dijo finalmente, antes de leer el cartel con su nombre en el frente de su uniforme, "Yoongi-sshi."

El mencionado procedió a contarle vagamente la historia, en derrota, y rogó por que realmente todo terminara lo más pronto posible porque ya sentía la inminente migraña venir.

El chico escuchó atentamente y pareció comprender, por suerte para Yoongi. "Lo haré," dijo con decisión al final de su relato.

"¿Estás seguro?" preguntó el azabache, aunque sintió que era una pregunta más para sí mismo que para el menor.

"Sí," sonrió, y Yoongi no había notado la manera en que los ojos del chico prácticamente desaparecían cuando lo hacía. "Y, por cierto, soy Jimin."




Yoongi no podía creer que justo ese, de todos los días, el idiota de su compañero de trabajo del turno siguiente llegaba tarde. En el restaurante tenían estrictas órdenes de sus jefes de cubrir bien los horarios, y no podía irse aunque sea si dejaba sin cubrir unos cinco minutos porque no quería correr el riesgo de ser despedido.

Por suerte, después de la enésima maldición y el arribo de su compañero, por fin llegó a su casa, se duchó a la velocidad de la luz. Considerando que era una muestra de arte, se las arregló para elegir la ropa que menos lo hacía lucir como vagabundo.

Ya en el metro, chequeó la hora en su teléfono y vio una notificación.

Jimin:

Ya estoy aquí.

18:52

Jimin:

Todavía no entré, pero el lugar parece muy elegante desde afuera y eso.

18:53

Yo:

Voy en camino. Mi compañero de trabajo se atrasó.

19:04

Jimin:

No hay problema, hyung.

19:05

Jimin:

Eres mayor, ¿verdad? ¿Puedo llamarte hyung?

19:05

Yo:

Como quieras.

19:06

Jimin:

Bueno, asumiré que sí entonces, hyung.

19:06

Bueno, el tipo era pesado. Le recordaba a Taehyung. Pero todo le recordaba a Taehyung, así que no era la gran cosa.

Al llegar al maldito sitio acordado, el azabache se sintió un completo estúpido. El chico que iba a fingir ser su novio se había arreglado de tal manera que parecía saludo de un desfile de alta costura. No, mejor tachen eso. Parecía un príncipe salido de un puto castillo de la Edad Media. Llevaba puesto un saco negro calado con detalles blancos, sobre una camisa negra y debajo un pantalón de vestir blanco. Su cabello plateado resplandecía bajo la luz del alumbrado público más de lo que debería, y el pañuelo con volados acentuaba su cuello.

Yoongi había tratado de arreglarse, pero a su lado se sentía insignificante y sucio, de alguna manera, por la pureza que emanaba el menor.

"Te ves bien," le comentó risueño, y el mayor casi ríe por la ironía. Jimin era el que se veía bien, no él. Aunque no iba a decírselo, claro está.

"Supongo que no verme con un uniforme mejora mi aspecto," espetó amargamente, ignorando el cumplido.

"Lo que veo es que el uniforme no cambia tu actitud. ¿Entramos?"
Yoongi se paralizó en su lugar. No recordaba haber tenido tanto miedo desde que tuvo que tuvo que enfrentar irse a vivir solo de adolescente. En serio, ¿en qué estaba pensando cuando se había metido en esto?

El menor notó la tensión en el cuerpo del otro, y colocó una mano en su hombro izquierdo con asertividad. "Puedes hacerlo. Por mi parte, prometo que voy a dar lo mejor de mí."

Eso de alguna manera logró calmarlo, y asintió, antes de indicarle al chico que se dirigieran hacia adentro.

Jimin tenía razón. El salón era majestuoso por dentro. Estaba lleno de pinturas y esculturas prolijamente distribuidas por las paredes color crema, iluminadas por luces con la intensidad justa, y en el centro se encontraba una escalera bellísima que llevaba al segundo piso, donde continuaba la muestra.

Los dos jóvenes comenzaron a recorrer el amplio espacio, viendo cada trabajo.

Lo que para Yoongi había comenzado como un tortuoso camino hacia su muerte, se convirtió de a poco en un tour bastante llevadero, hasta agradable. Todo gracias al constante parloteo de Jimin, quien parecía estar, de hecho, muy interesado en la expresión a través del arte, y halagaba cada obra con admiración. El mayor aprendió bastante, para su propia sorpresa. Además, le gustaba escucharlo hablar con tanta pasión.

La tranquilidad pronto se vio en peligro cuando, ya por la segunda sala del tercer piso, varias de las pinturas estaban firmadas por Kim Taehyung, y el mayor pudo divisar una conocida nuca rubia, junto a una castaña y una naranja.

"Carajo, carajo, carajo."

"Creo que deberías cambiar tu mantra," susurró Jimin en tono de broma. "No creo que ese te traiga buenos resultados."

Al parecer había insultado en voz alta de lo nervioso que estaba. ¿Y si todo salía mal? ¿Y si se daban cuenta de que el de cabello plateado no era su novio? ¿Y si se daban cuenta de que nunca había podido superar a Taehyung y se reían del perdedor que era?

Yoongi clavó su mirada en el suelo y apretó los puños.

"Yo me encargo, ¿sí?" le oyó decir al más bajito, y pudo sentir a los otros tres acercarse.

"¡Vinieron!" exclamó el rubio con entusiasmo. "Jungkookie, mira, es Yoongi hyung," le contó al castaño a su lado, quien le regaló una pequeña sonrisa.

"Ha pasado tanto tiempo."

El azabache asintió. Le estaba costando hablar.

"¿Qué tal? Me llamo Jimin. Soy su novio," se presentó el más bajito de todos (para salvar la situación antes de que Yoongi pudiera arruinar todo) con un carisma envolvente, que tuvo el efecto deseado.

Los tres jóvenes lo saludaron y también se presentaron.

Unos minutos después Taehyung y Jungkook les mostraron las obras de su autoría en exposición con una detallada explicación, acompañada por preguntas que hacía Jimin, quien escuchaba atentamente.

Luego, al finalizar, el de cabello plateado y los dos estudiantes de arte comenzaron a meterse en una entretenida charla sobre el expresionismo abstracto que había disparado una de las preguntas.

Yoongi se asombró de lo bien que iban las cosas. Una vez más, Jimin no mentía cuando dijo que él se encargaría. Se permitió sonreír y confiar en él.

Hoseok, quien no entendía mucho de artes visuales porque era más de la música (al igual que Yoongi, sorpendentemente), se acercó al mayor y antes de darse cuenta, ellos también estaban teniendo una conversación bastante interesante. Quién lo diría.

En algún momento indeterminado, Jungkook propuso ir a recorrer la sala que les faltaba, y se dirigieron allí como un grupo. Hacía mucho que el mayor de todos no se sentía parte de un grupo. Es más, hacia mucho que sinceramente no disfrutaba de hacer algo. Y no era sólo porque su ex novio estaba allí, sino que había otra cosa que simplemente lo hacía sentir bien y no podía distinguir qué era.

Pasar entre la gente por el pasillo era un poco dificultoso y sin realmente saber cómo, la mano de Yoongi y la de Jimin terminaron entrelazadas para no separarse y que uno se llegase a quedar en el camino, perdido entre tantos cuerpos. El gesto fue tan natural, que cuando se dieron cuenta no fue raro o incómodo, y se quedaron así hasta que los tres chicos, entre risas y gritos, se despidieron de ellos porque tenían que irse.

El rubio insistió para que intercambiasen números de teléfono así podían juntarse los cinco de nuevo porque había sido muy divertido y Yoongi no tuvo el corazón para decirle que no, una vez más.




"¿Sabes? Ese Hoseok parece un buen tipo," observó el mayor de manera ausente mientras encendía un cigarrillo, sin enterarse que lo había hecho en voz alta.

Él y Jimin se encontraban fuera, en la vereda de la entrada del museo, echando vaho por la boca debido al frío.

"Sí. Creo que Taehyung-sshi está en buenas manos," la respuesta de más bajo lo alertó de repente. "No te preocupes."

"Espero..." se sentía raro hablar de esto con Jimin, o con cualquier persona, en realidad, pero su inconsciente ya había hablado por él, así que no importaba. "Espero que lo trate como se merece."

"Yoongi hyung," dijo el menor después de un silencio donde pareció pensar. "¿Puedo hacerte una pregunta?"

El mayor soltó el humo del cigarro, pero sonó como un suspiró cansado. "Dos."

"¿Por qué se separaron?"

Yoongi lo miró algo sorprendido, y luego dirigió su mirada hacia el suelo. "No sé, ¿Por qué se separa la gente?" volvió a exhalar más humo.

Jimin lo observó, incitándolo a que continuara.

"Supongo que se acabó el amor... O se transformó. Lo que sea que haya pasado lo hizo alejarse de mí."

"¿Alejarse?"

"Sí, en el sentido de estar distante, aun si estábamos juntos en el mimo lugar. Simplemente ya no era lo mismo."

Jimin asintió, mientras veía atentamente como el mayor fumaba con ansiedad el cigarrillo, por lo que éste se iba consumiendo rápido, y creyó entender una cosa.

"¿Eres muy demandante?" preguntó con confianza, y el joven en cuestión casi se atraganta con su propia saliva.

"¿Qué?"

"Que si le demandabas mucho a Taehyung. Ya sabes, si le ordenabas cosas y el tenía que hacerlas rápido, si le pedías que pasara tiempo contigo y tenía que estar lo antes posible, y cosas así," aclaró el menor, listando con sus pequeños dedos.

Yoongi frunció levemente el ceño, mientras miraba hacia ningún punto en particular. "Pues, no sé, supongo que normal" dijo, aunque sonó más a pregunta, y le dio otra pitada al cigarro. "Él es una persona muy... desordenada. Despreocupada y desordenada. Si bien yo también soy un poco así, Taehyung es... Es," el mayor vaciló unos segundos para encontrar la palabra correcta, "muy libre. Y tiene tanta energía, que todo eso junto puede resultar caótico."

"Entiendo. ¿Eso te abrumaba?"

Si hubiese sido cualquier otra persona, el azabache se hubiera sentido en una sesión de psicoterapia y habría tratado de terminar la charla lo antes posible, pero con Jimin era todo más relajado y natural.

"Al principio no, claro. Cuando recién comienzas a conocer a alguien estás en modo te acepto como eres y te intriga descubrir sus cualidades más y más. Pero después de un tiempo vas dejando esa mágica etapa atrás y ya no todo es color de rosa. Esas cosas que creías soportar comienzan a molestarte más de lo normal, y es como si te estuviesen poniendo a prueba," el mayor se había guardado todo eso por tanto tiempo que tenía mucho para contar, mas el chico de cabello color plata escuchaba con atención, registrando cada una de las palabras para jamás olvidarlas. "Aún así, yo seguía amando a Tae, por más que no le tuviese la misma paciencia que antes. Pero supongo que al fin y al cabo, si algo no tiene que ser, no es," justo cuando el mayor pensó que iba a terminar con su desahogo, una última frase emergió sola para concluir. "Me pregunto si ya había conocido a Hoseok durante nuestros últimos meses..."

"Es lo más posible, sí."

Yoongi estaba a punto de ponerse su segundo cigarrillo en la boca para darle una pitada cuando se lo ofreció al menor, pero éste ladeó la cabeza de un lado a otro, rechazándolo.

"Eso es malo para ti, pero supongo que ya lo sabes," el chico lo regañó suavemente, a lo que el azabache sólo se encogió de hombros.

"Muchas cosas son malas y la gente aún las hace."

El más bajito rodó los ojos por la rebeldía del otro. "Eso no es excusa." De repente, se le ocurrió algo. "¿Cuándo comenzaste a fumar?"

"Técnicamente a los diecisiete," el mayor se rascó la cabeza. "Pero lo dejé dos años después, cuando comencé a salir con Taehyung. No recuerdo cuando comencé otra vez. Creo que más o menos hace un año..."

"Cuando ustedes terminaron," completó la frase el de cabello plateado. "Pero ahora lo volviste a ver, y está todo bien, ¿verdad?" Jimin volteó a ver al otro, quién se encogió de hombros y asintió a la vez. "Bueno, si pudiste hacer borrón y cuanta nueva con él, ¿qué tal si también lo haces con esto? Que sea un mal hábito que se va con una mala etapa," sonrió el menor, y Yoongi no sabe bien si fue por lo adorable de su expresión, la sabiduría de sus palabras o el tono de su voz que le transmitía seguridad, pero se encontró tomando una de las manos del menor entre las suyas. Si bien hacía frío, la calidez no tardó en aparecer y el azabache sonrió de costado perezosamente.

"Es una buena idea," contestó mientras levantaba la mano del chico para estudiar sus dedos desde diferentes ángulos, "pero..."

"Pero, ¿qué?" el menor estaba un poco sorprendido por lo extraño que estaba actuando el más alto, pero estaba disfrutándolo. Era bastante divertida la escena del siempre gruñón Yoongi hyung observado su mano con detenimiento.

"¿Qué obtengo a cambio? Necesito motivación."

Jimin carcajeó mientras ladeaba su cabeza. "¿Qué tal...?" comenzó con su propuesta mirando a los ojos al mayor, "¿... un beso por cada cigarrillo que no fumes?"

El rostro del azabache se contorsionó en una mueca extraña y tuvo que girar su cabeza. El menor volvió a reírse melodiosamente en burla, y Yoongi dejó salir un ahogado trato hecho cuando se hubo recuperado un poco de la vergüenza que había pasado.

"Bien, trato hecho," repitió el de cabello plateado, tomando el cigarrillo que Yoongi estaba por encender de entre sus dedos y dejándole un delicado y cálido toque de labios en su pálida mejilla.




"Namjoon hyung y Seokjin hyung ya deberían haber llegado con las cosas, ¿dónde están y por qué demonios se tardan tanto?"

"¿Quieres que te explique, Jungkook?" comentó el azabache con ironía, recibiendo una mueca que rodaba los ojos proveniente del menor de todos, y se escucharon las carcajadas de Taehyung y Hoseok en el fondo. "No sé si hacer que tu mejor amigo y mi mejor amigo se conocieran fue una buena idea," medio-bromeó, ahora dirigiéndose al chico de cabello plateado a su lado, quien también rió.

"No le veo lo malo. A mí me parecen tiernos," le contestó mientras trazaba círculos sobre la tela que cubría el hombro derecho del mayor.

"Mmh," gruñó de manera ausente con los ojos cerrados, perdiéndose en la sensación de las caricias del menor. "¿Sabes quién me parece tierno?"

"Uhm, no lo sé..." fingió pensar, y con su mano libre comenzó a acariciar los mechones oscuros del más alto, "¿Jungkook?"

Yoongi abrió los ojos y giró su cabeza hacia atrás para poder mirar hacia arriba, encontrándose con un mentón que conocía bien y una sonrisa juguetona. "¿En serio, Jimin? Qué manera de arruinar mi momento cursi," lo regañó.

El de cabello plateado contuvo la risa, ya que prácticamente se estaría riendo en la cara del otro. "Es que no me pude resistir."

"Bueno, vas a tener que hacer algo para remediarlo," volvió a bromear el azabache, arreglándoselas en la incómoda posición para tomar al menor por ambos lados de su mandíbula.

Jimin sonrió como el ángel que era y se inclinó para besarlo suavemente.

A sus veintitrés años de edad, Min Yoongi creía jamás poder volver a disfrutar de un momento cotidiano. Jamás creyó poder volver a tener amigos. Jamás creyó poder volver a sonreír.

Pero a sus veinticuatro, ahora puede decir (aunque no quiera admitirlo) que si bien sus monótonos días no cambiaron demasiado, al menos están llenos de momentos especiales que lo hacen ser feliz.

Felicidad. Esa es una palabra que nunca se imaginó que podía tener un significado mayor para él, pero ahora estaba seguro que podía definir bien.

Todo gracias a una cierta persona de cabello color plata, pequeñas manos, ojos en forma de media luna y sonrisa de ángel.

Felicidad era cada instante de risa con sus amigos, cada propina en su trabajo, cada vez que se subía a un escenario en Hongdae, cada vez que recibía un mensaje de buen día, cada vez que escuchaba música, cada vez que inhalaba aire fresco, cada beso que recibía por no fumar, cada cosquilleo de cabellos ajenos rozando su cuello, cada vez que se iba a dormir pensando en éste tipo de cosas y mucho más.

Felicidad era Jimin.

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