"Las atracciones más interesantes son entre dos opuestos que nunca se encuentran."
Frases de Andy Warhol
— No estoy precisamente aquí por ti, si eso es lo que quieres saber— respondió sarcásticamente mientras sacaba del bolsillo de su pantalón una caja de cigarrillos.
«Súper, también fumaba, un motivo más para no caerme bien»
—Cómo sea — contesté mientras ponía mis ojos en blanco. Estaba fastidiada y que este chico estuviera aquí me ponía aun más de mal humor.
—¿Nadie te ha dicho que torcer los ojos es de mala educación?— agregó a la vez que dejaba salir el humo de cigarrillo de su boca. «Sexy» pensé...¿Pero que pitos estaba diciendo? «Asqueroso,sí, era asqueroso»
— ¿Y a ti nadie te dijo que meterte dónde no te han llamado es también de mal gusto?— respondí cabreada–Además odio que fumen en mi presencia, así que apaga ese cigarrillo o lo pondré justo en tu ojo —dije fastidiada.
— No malgasteré un cigarrillo por un capricho tuyo, lo acabo de encender así que lo fumaré hasta el final— respondió decidido.
«Idiota»– pensé
Pero no me dieron ganas de decirlo en voz alta. Lo último que necesitaba en este momento era a este chico del que ya ni recordaba su nombre.
Me levanté de dónde estaba sentada y caminé tratando de alejarme de él.
Segunda cosa que odio de Alemania: Aquí casi todo el mundo, incluyendo mujeres, fuman, y no me molesta que fumen, cada quien hace lo que le parezca, pero aquí en casi todos los lugares está permitido fumar.
El chico cuyo nombre no recordaba,también siguió caminando en mi dirección.
«¡Joder!»
¿No entendía que su presencia me molestaba?.
— Mira tú como te llames, en serio no es momento de que vengas a fastidiar, estoy teniendo un pésimo día, aunque el día en sí ni siquiera ha comenzado; no necesito conversar contigo, ¡no quiero! No me nace y te agradecería que si vas a estar sentado fumando en este parque lo hagas lo más alejado de mí que sea posible —agregué.
— Ya va, ¿Así que la princesa está teniendo un mal día? ¿Qué hacés aquí a esta hora? ¿No deberías estar en el Kindergarden?—preguntó mientras una sonrisa irónica se dibujaba en su rostro.
«Kindergarden sus pelotas»
— Debería estar en mi Language School, pero ni siquiera sé dónde estoy parada, me distraje un poco y al final me he perdido—dije sin ganas.
No había ni terminado de hablar y ya estaba soltando una carcajada.
«Éste tonto»
¿Pero qué esperaba? ¿Que me agarrara de la mano y me llevara directo a la escuela de idiomas ? Éste tipo no tenía manías, era un cerdo de persona.
Después de aproximadamente cinco minutos —al menos lo sentí así de largos—de escuchar sus inútiles carcajadas, me moví de nuevo y decidí caminar a no sé donde, sólo alejándome de él.
— ¡Ey, espera!— le escuché decirme detrás mío— ¿Es en serio lo que dices?¿De verdad estás perdida? — asentí y nuevamente soltó una carcajada. Pusé mis ojos en blanco y solté un fuerte resoplido. Al mismo tiempo, volví a voltearme en la misma dirección en la que me disponía a caminar antes.
«Es definitivamente un imbécil»pensé.
De pronto sentí como tomaba mi muñeca y me volteó a la fuerza hacia él. «Bendito sea San Martin» y si ese no es un santo entonces pónganle ustedes el nombre que quieran, yo no sé de eso. Sentí su olor más cerca mío, era como una mezcla de cigarrillo y menta y por sorpresa me gustaba.
Acercó un poco más su cuerpo al mío y seguidamente volvió a reír.
—¿Te he intimidado?— preguntó.
«Pendejo» pensé.
—¿Qué? ¿Me has llamado pendejo? — ¡Mierda! Lo dije en voz alta.
Luego de eso reaccioné y me liberé de su mano.
Di un paso hacia atrás y luego otro.
—Nicolás, Norman o como sea que te llames, si no me vas a ayudar y lo único que harás es fastidiar entonces déjame en paz, date la vuelta y sigue en lo tuyo, ¡Simplemente no me hables!— grité cabreada.
—¡No, espera! Pensé que bromeadas. Dime, ¿Qué persona del siglo veintiuno se pierde así simplemente? ¿No sabes que existe el Internet, GPS,Google Maps?....Espera, ¿Eres una de esas personas que no usa Smartphones con la excusa de que nadie los necesita? Porque déjame decirte, que ¡SI LOS NECESITAS ! ¡JUSTO AHORA!
— Ya cállate, claro que tengo, simplemente olvidé mi teléfono en casa.
Por unos segundos ni él ni yo dijimos una sola palabra, así que miré a mi alrededor y decidí seguir caminando. Seguramente en otra calle habría más gente a quien pudiera preguntar. El reloj marcaba las 8.23 am,ahora sí que llegaría tarde. Sólo deseaba ir a casa. Caminé unos tres pasos más hasta que Norman dijo algo más.
—Esto, si quieres me puedes decir a dónde vas. Yo conozco esta ciudad como la palma de mi mano. Quizás podría ayudarte — ¿Me estaba ofreciendo ayuda?.
— ¿Ayudarme? ¿Tú? No pareces un chico que esté dispuesto a ayudar a alguien así por que sí—respondí sinceramente.
— No es que sienta el deseo inmenso de ayudarte, pero tampoco soy tan mala persona como crees, así que lo tomas o lo dejas. No tengo todo el día para esperar a que te decidas—respondió fastidiado.
Suspiré. No tenía otra opción.
—¿Conoces la pastelería que queda cerca de Potsdamer Platz? ¿Esa con un gran muñeco de un pastelero afuera? A tres casas de ahí vivo yo, ¿Sabes cómo llegar allá ? — pregunté.
— Claro, pero pensé que querías ir a tu curso de idiomas.
—¿Ya para qué? , llegaría casi 30 Minutos tarde, prefiero decir que estaba enferma y no quedar como impuntual —respondí.
— ¿Qué escuela de idiomas es? ¿Cómo se llama?— Su tono era un poco más tranquilo, más amable.
— Pro-language Institut, ¿Lo conoces?
Asintió.
—Tengo amigos que han estudiado alemán o inglés ahí, aún alcanzas a llegar. ¿Es el primer día no?— asentí— Entonces aún tienes tiempo de llegar, el primer día hacen siempre algo así como un "acto de bienvenida" y dura aproximadamente cuarenta y cinco minutos. Si llegamos antes de 9 am estarás más que puntual.
Fruncí el ceño dudosa.
— ¿Cómo es que yo no sabía de ningún acto de bienvenida? — dije confundida, preguntándome más a mí misma que a él.
El chico me contó qué por lo general la escuela lo hacía para sorprender a sus estudiantes y darles una 'linda' bienvenida. También dijo que no me había perdido de nada, que lo que hacían era "la basura más aburrida del mundo", cito.
—¿Sabes manejar bicicleta? —preguntó.
— Sí,claro...¿Por qué lo preguntas? — lo miré confundida.
Tomó mi mano a la vez que de su boca salía un "Perfecto, apresúrate" y como por magnetismo simplemente lo seguí.
Llegamos a una esquina dónde estaban parqueadas varias bicicletas. Sacó unas llaves de su bolsillo y abrió el candado de dos de ellas.
— Iremos en bicicleta, es mucho más rápido— dijo señalándome una de las bicicletas.
—¡Espera! Hmm...¿No son robadas, cierto?— El muy mugroso soltó una carcajada.
¿Qué acaso era su payasa, que de cada cosa que decía se reía?.
— De verdad que eres tonta, ¿Tendría las llaves de los candados si las estuviera robando ahora mismo? —Giré mi cabeza de un lado a otro indicando que no.
—Creo que no— respondí— Pero deberías de dejar de decirme tonta, deja de ser tan patán— añadí. Me dio la espalda se montó en la bicicleta y me dijo "Apúrate".
Seguidamente me monté yo también en la otra bicicleta, no pude contener una sonrisa. La bicicleta era muy alta para una persona como yo, no soy alta ni bajita, soy de un tamaño normal pero creo que estos aparatos estaban aquí hechos a medida de alemanes, ante los alemanes me sentía como uno de los enanitos de la cenicienta...¿O era Blanca nieves? ¡Da igual! Era molesto manejar con esa bicicleta.
El chico cuyo nombre no recordaba y no había preguntado, llamémoslo „Norman" , iba manejando delante de mí, traté de alcanzarlo pero el asiento de la bicicleta de verdad que maltrataba mi entrepierna.
Después de pedalear unas treinta veces por segundo sin avanzar mucho, me acerqué un poco más a él. En ese momento el semáforo cambió a rojo y nos detuvimos.
«A mi entrepierna le gusta esto»
—¿Puedo preguntarte algo? — dije
— Lo acabas de hacer— respondió. Puse mis ojos en blancos y proseguí.
— ¿No tienes algo que hacer en este momento? Digo,¿Escuela o algo?
— No es importante, igual no pensaba ir. Y, es a la universidad... —respondió.
— ¿Vas a la universidad? Wow. ¿Qué estás estudiando? — pregunté sorprendida. Que este patán tenga cerebro para ir a la universidad me sorprende. A la vez me pregunté que edad tenía, aquí en Alemania se entra a la universidad mínimo con 18 años, muy pocos con 17 y son tipo genios. ¿En qué semestre está?De repente sentí las ganas de saber más de él, no sé porqué pero de igual manera no quise lanzarle tantas preguntas de una.
—Dije que no es importante. ¿Puedes dejar de preguntar tanto y simplemente seguir pedaleando? El hecho de que te acompañe ahora no quiere decir que quiera ser tu amigo o que tenga que contarte mi vida. A mí la tuya no me interesa. Sólo te acompaño porqué me diste lástima... después de hoy, tú sigues tu camino y no nos vemos más. Ya, punto final. Así que sigue pedaleando y no fastidies.
¡Imbécil, mil veces imbécil!
«Salomé contrólate y no vayas a cometer la locura de romperle la cara a este pendejo», era todo lo que pensaba.
¿Lástima? Pufff... Si de verdad no necesitara su ayuda en estos momentos juro que tiraría esta bicicleta, le diría un par de verdades en su cara y me iría, así de simple. Pero si antes no sabía donde estaba, ahora si que menos. Sabía que al llegar a la escuela de idioma podía llamar desde allá y pedirle a mamá que me fuera a recoger.
— ¡Ten cuidado! ¡Dobla hacía la derecha! —le escuché gritarme detrás de mí ¿Detrás de mí?¿Desde cuándo yo voy adelante? ¡Joder! Me distraje una vez más con mis pensamientos, miré al frente y vi como un camión gigante venía justo en mi dirección, doblé hacia la derecha tal como el chico me lo dijo y caí encima de un gran arbusto. Escuché al gran camión pitar y pasar justo por el lugar donde yo me encontraba hace 2 segundos. ¡Dos malditos segundos que me hubieran costado la vida o un par de huesos!.
— ¿Estás bien? ¡Dios mío, estás loca! —vi como se bajaba de su bicicleta y me daba la mano. Su tono era de ¿preocupación?.
Varias personas se acercaron a mí a preguntarme cómo estaba. Mi codo estaba sangrando y mi cabeza dolía muchísimo.
« ¿PUEDE SER PEOR ESTE DÍA? »
Llena de frustración empecé a llorar, no pude contener mis lágrimas aunque me sentía patética, mientras decía en voz alta "¡Estoy bien!", luego lo repetí en inglés para la gente que intentaba ayudarme. Sólo quería que las personas me dieran un poco de espacio y aire. Tomé la mano de Norman y me puse de pié. Él dijo algo en Alemán a las personas que estaban ahí y seguidamente se dirigió a mí.
—¿En qué estabas pensando? ¿Querías suicidarte o que? ¿Porqué simplemente no me seguiste y ya?— preguntó casi gritándome, aún así podía sentir preocupación en su tono de voz —Tu codo está sangrando, déjame verlo— Tomó mi brazo y observó mi codo mucho más de cerca–No es tan grave como parece, pero maldición, ¿En qué estabas pensando?.
— ¡No lo sé! — Oh Dios, mi cabeza daba vueltas — ¡Estoy bien! —repetí, creo que para convencerme a mí misma de que de verdad lo estaba. Giré mi cabeza de un lado a otro buscando mi mochila— Ahí en mi mochila...ahí tengo unas curitas, isodine y algodón— señalé.
Sin pensarlo dos veces él levantó mi morral y comenzó a buscar las curitas hasta que las encontró en una pequeña cajita que yo tenía. Quise quitárselo de las manos pero él se negó.
— Yo lo haré — dijo sin darme tan siquiera paso para discutir. Él sabía exactamente lo que tenía que hacer, no hubo ni un solo segundo en él que yo sollozara de dolor, no sentí nada, ni siquiera me di cuenta cuándo había terminado.
—No es una herida grave, pero creo que te has maltratado un poco la articulación, y te has raspado,por eso sangras; seguro más tarde se inflamará un poco, con un poco de hielo y desinflamatorios seguro se pondrá bien en menos de lo que canta un gallo...¿Te duele algo más?— preguntó. Su voz, su forma de expresarse era tan diferente, estaba de verdad tratando de ayudarme.
—Un poco la cabeza, pero ya se me pasará, gracias— respondí.
—¿Estás segura de que quieres que te lleve a la escuela de idiomas? Digo, tienes aún tiempo para llegar pero si te duele mucho la cabeza o el brazo... es mejor que llamemos un taxi y vayas a casa — sugirió.
Negué con la cabeza, de verdad quería llegar a mi primera clase.
— Allá seguro hay una enfermería o primeros auxilios, preguntaré por una pastilla si es necesario, en serio quiero llegar...¿Podemos seguir o el tiempo no nos alcanza?
Asintió dándome a entender que aún era suficiente para llegar a tiempo. Levantó mi bicicleta–bueno, su bicicleta que me había prestado–y la revisó para saber si se había dañado algo por el golpe.
—Todo en orden. ¡Vamos!–dijo.
Nos dispusimos a seguir manejando.
Mi cabeza ya no dolía tanto y mi codo—gracias a él—había dejado de sangrar. Sus gestos cambiaron y solo veía su cara relajada mientras pedaleaba a mi lado. Sonrió y que me perdonen Dios y Nate, pero ha sido la sonrisa más hermosa que me habían dado en años y algo me decía que de verdad era una sonrisa completamente sincera.
¿Cómo es posible que la persona más arrogante que había conocido en toda mi vida, lograra tener la sonrisa más hermosa que nunca antes había visto?.