Paralelos (#1 Líneas)

By paolabcourt

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Viviendo bajo el cuidado de unos estrictos, fríos y calculadores padres, Halle Price no ha tenido una vida de... More

Sinopsis.
ACTUALIZAR (2021)
Epígrafe.
Prólogo: El comienzo.
1. Dodge Charger.
2. El almacén.
3. Dulces dieciocho.
4. Camuflaje.
5. Invitados.
6. Mentiras en exhibición.
7. Chocolates y algo más.
8. El color favorito de Lucifer.

9. Las mentiras de los Moore.

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By paolabcourt

Las mentiras de los Moore.


Halle y Zoe decidieron no pensar más en la repentina aparición de la mujer de vestido rojo. Ciertamente para ambas resultaba algo extraño que teniendo años asistiendo a todo tipo de eventos y fiestas, leyendo sobre familias influyentes, conociéndolas, hasta ese momento jamás hubiesen escuchado sobre una tal Kim y al menos Halle no recordaba haberla visto nunca, ni en las documentos que le daba Mindy para estudiar antes de cualquier evento.

Ambas sintieron que estaba demasiado cansadas para sentarse a sobre pensar en ello y en el hecho de que Kim parecía conocer o identificar a los Price.

La noche transcurrió aburrida y Kim no apareció nuevamente. Zoe se fue por su lado acompañada de sus escoltas mientras recibía una llamada de Gemma que la felicitaba por los excelentes comentarios que había recibido de ella esa noche.

Halle pensó tristemente en Jessica, la hermana menor de Zoe, quien tenía solo quince años y casi tres que no aparecía por esos lares. Jess había tomado la decisión abrupta de querer partir a Escocia a estudiar en un internado prestigioso. Allí pasaba las navidades, vacaciones y no iba a visitar nunca a su familia.

Todo se había dado de esa manera porque Jess quería. Sabía que Gemma la extrañaba cuando miraba sus fotografías de tanto en tanto en la sala de su casa o cuando la veía hacerle videollamadas cortas cada tanto.

Jess se había desahogado con Halle justo antes de partir, le había dicho que detestaba sentir que tenía que competir con Zoe por la atención de sus padres y que tener que actuar en sociedad no se le daba para nada bien. Ella tenía solo doce.

Desde entonces no se oía mucho de la menor de los Terrence. Zoe era demasiado rebelde y despreocupada para prestar atención de más al asunto de su hermana y ciertamente sus padres tenían un favoritismo muy marcado.

Halle nunca quiso juzgar a Gemma ni a Patrick, les dieron todo a sus hijas y por más que le daban más atención a una, eran una familia y las amaban. No cabía duda de ello, ¿pero Jess lo sabría?

La llamada que recibió Zoe esa noche era algo que jamás hubiese recibido Jess, y algo que jamás recibía ella tampoco. Halle entendía perfectamente el sentirse poco querida y el no encajar en sociedad.

Se agotaba de fingir, pero tenía que hacerlo, porque como había le había dicho a aquella mujer, el trabajo con la familia nunca acababa. Siempre iba a ser una Price y eso la sentenciaría a esa vida.

Mandy y Joel se adentraron de primeros a la limusina para ir de regreso a la mansión y Halle estaba desesperada por llegar, quitarse los zapatos y acostarse a dormir.

En todo el camino Mandy le estuvo dirigiendo miradas extrañas, mientras Joel miraba por la ventana con los dedos en el mentón y el cejo levemente fruncido, a veces le miraba de reojo y la arruga de su frente se marcaba más. Pero ninguno de los dos dijo nada.

Llegaron a la mansión Price y ambos subieron sin decir una palabra, Halle corrió a su habitación y cantando victoria se durmió vestida y maquillada sobre las sábanas.

A la mañana siguiente, batalló para quitarse el rímel corrido de los ojos y la sensación de cansancio le acompañó hasta que puso un pie en el comedor.

El desayuno ya había comenzado a ser servido y Mandy y Joel ya estaban en sus respectivos asientos con sus atuendos impecables y caras serias. Halle se sentó donde siempre y automáticamente una de las trabajadoras colocó un plato blanco frente a ella que comenzó a llenar con huevos revueltos, pan francés y frutas.

Su padre engulló su desayuno de mal humor y los hombros de Mandy estaban tensos. Halle sabía que desde la noche anterior había algo que les estaba molestando, pero lo curioso era que no emitían palabra al respecto y más bien estaban más callados que de costumbre.

Comenzó a saborear su desayuno cuando Joel recibió una llamada y se levantó de la mesa para irla a atender a la sala. Mandy aprovechó para dirigirle una rápida mirada a su marido y luego a Halle, quien estaba sentada frente a ella. Halle, por el contrario, centró la vista en Becca, quien en ese momento se asomaba por la puerta de la cocina y le echaba un vistazo con el semblante preocupado.

Halle le envió y sonrió leve y esta le devolvió la sonrisa, pero un poco tensa.

Estaba tan distraída que aunque escuchó los pasos de Joel venir tras ella, no esperó a que este estrellara una revista de farándula encima de su plato, salpicándole de comida y botando el vaso de jugo sobre la mesa.

Todo quedó en un silencio tenso. Mandy, quien se había sobresaltado, miraba seria la revista sobre el plato de Halle y todos los trabajadores se habían quedado estáticos sin saber qué hacer; arreglar el desastre o esperar lo peor para la menor de los Price.

Halle pestañeó sorprendida, tenía el rostro lleno de trozos de huevo revuelto. Miró la revista y palideció con la imagen de la portada... Era la casa de Zoe.

¡ALERTA! Zoe Terrence y su sorpresa número 18. ¡Ups! ¡No es tan perfecta como creíamos!

Halle leyó una y otra vez lo que decía la portada. Quiso leer lo que decía el artículo, pero no tuvo la fuerza para tomar la revista en sus manos y ojearla, porque estaba demasiado nerviosa aún sintiendo la presencia de Joel tras ella, que respiraba aceleradamente, furioso.

Joel se inclinó sobre Halle, quien intentó esconderse en ella misma. Él acercó su cara a su oído y con voz contenida siseó:

— ¿Quieres explicarnos qué coño pasó? —su voz era furiosa y Halle sintió los ojos arder. Joel se alejó de ella, tomando la revista con fuerza y estrellándola en otra parte de la mesa—. ¡Teníamos que enterarnos por personas más influyentes que nosotros! ¡Todos lo sabían, Halle! ¿Sabes qué comentarios recibimos ayer sobre ti? ¿Sabes lo que la gente estuvo insinuando sobre tu crianza por esa maldita fiesta? ¡¿En qué demonios pensabas?!

—Lo sien...

— ¡Cállate! —le interrumpió.

—Fue humillante —susurró Mandy, indignada, antes de mirar a Halle a los ojos—. ¿Sabes de quién era el evento de ayer?

—Por supuesto...

— ¡Katie Gallagher, Halle! ¡La madre de Maisie! —le gritó Mandy—. Ah y cómo le encantó burlarse de mí por tener una hija que no podía controlar, que se juntaba con drogadictos y que muy probablemente ella también fuese una.

— ¡Yo no...! —empezó Halle.

—Cállate, Halle —advirtió Joel y pareció ser la última vez antes de que algo realmente malo sucediera, así que Halle cerró la boca de golpe. Él apoyó su mano a la derecha de Halle—. Al menos fuiste lo suficientemente inteligente como para no salir en ninguna maldita foto.

— ¡Pero todos la vieron, Joel! —replicó Mandy—. ¡Maisie estuvo ahí y le contó todo tipo de barbaridades a Katie!

Joel endureció la mirada y parecía hacer un gran esfuerzo en controlarse.

—No hay fotos y mientras no haya evidencia, ningún Price estuvo en esa fiesta de mala muerte —dictaminó él—. Y espero que jamás vuelvas a ver a Zoe Terrence.

— ¿Qué? —Halle se sobresaltó.

—No te quiero con ella nunca más.

—Pero Zoe es mi única amiga —miró a su padre desesperada con las lágrimas deslizándosele por las mejillas.

—Vaya amiga la que tienes —dijo y sonrió con ironía. A Halle le parecía una sonrisa cínica—. Harás lo que te digo a no ser que quieras que recurra a un castigo peor.

Halle calló y Joel rió satisfecho, yendo a su puesto para tomar de un sorbo lo que quedaba de su jugo y limpiarse los labios.

—Y no te quiero en el equipo de porristas de Maisie Gallagher. ¡Te sales! —exigió Mandy.

A ese punto, Halle no sabía qué decir ni cómo arreglar las cosas. Se quedó sentada llorando, incluso después de que sus padres se retiraran a sus cuartos, estuvo unos minutos ahí, llorando. La servidumbre la miraba con pesar mientras limpiaban el desastre, pero nadie se atrevió a hablarle o hacerle un gesto, ni siquiera Becca quien se limpiaba las lágrimas con el delantal.

—Por cierto, Halle, tu padre y yo viajaremos hoy. Estaremos dos semanas fuera, quizá un poco más. No lo arruines —dijo Mandy por última vez, asomada en el marco, antes de marcharse definitivamente.

Halle miró en silencio el camino recorrido por su madre antes de echarse a llorar con más ganas.

¿Algo en su vida podría ir peor?



Justin entró al almacén el lunes en la madrugada de mal humor. Tiró su chaqueta de cuero encima del sillón y contuvo las ganas de tirar la lámpara y estrellar su puño contra la pared.

Respiraba pesadamente y tenía esa increíble rabia en el pecho que no dejaba de crecer.

Robert y él habían intentado seguir investigando el caso de su padre, pero no daban con absolutamente nada. Y era imposible hacerlo, porque él estaba en medio de la nada: no sabía quién era, cómo se llamaba, cómo se veía, no sabía absolutamente nada. ¿A partir de dónde podría iniciar una investigación si no tenía ni el punto de partida?

Intentó entender los motivos que podía tener su madre para ocultarle algo de tal magnitud, o peor, para mentirle respecto a ello y hacerle creer por veinte años que aquel hombre era su padre. Pero no conseguía entenderlo y cada vez que lo pensaba, se molestaba más y más con ella.

— ¿Cariño? ¿Qué sucede? —era la voz de su madre, adormilada, que le había estado esperando en el sillón con las luces apagadas.

Kelsey se preocupó inmediatamente al ver respiración acelerada de su hijo y cómo este despeinaba su cabello con desespero. Se arregló la bata de dormir y se preocupó aún más cuando su hijo giró para encararla y tenía los ojos chispeantes de rabia.

—Justin. ¿Qué pasa? —su voz era grave y exigente en esta oportunidad.

Kelsey podía sentir y escuchar su corazón acelerado en su pecho.

— ¿Qué pasa? —preguntó él sorprendido.

Ella arrugó la frente.

— ¿Por qué estás tan enojado? ¿Qué sucedió? —continuó preguntando ella, desesperada, enviándole una rápida mirada al reloj—. Son las tres de la mañana.

— ¿Que qué pasa? —repitió él, ignorándola—. ¿Alguna vez me lo ibas a contar?

— ¿Qué...?

Él la interrumpió rebuscando algo en sus bolsillos, hasta que sacó una vieja fotografía arrugada y la tiró con furia al piso.

— ¿Por qué me mentiste todo este tiempo?

Kelsey miró la foto en el piso antes de agacharse a tomarla en manos y desdoblarla. Sus manos temblaron.

— ¿De qué hablas? ¿Qué haces con la foto de tu papá...?

— ¡Él no es mi papá!

Ella lo miró atónita.

—¡¿Qué dices, Justin Moore?!

Él rió amargamente.

— ¿Me vas a seguir mintiendo? ¡Descubrí la verdad y piensas seguir mintiéndome!

— ¡Yo no te estoy mintiendo!

— ¿Ah no? Porque ese hombre que ves ahí lo conoce la mitad de Estados Unidos con un portarretrato, ¡menos yo! ¡Porque ese no es mi papá!

A Kelsey le temblaban los labios y Justin podía jurar que se echaría a llorar en cualquier momento.

Sus abuelos aparecieron, encendiendo las luces, despiertos por los gritos y el ruido. Los dos no preguntaron nada, se quedaron observando la escena expectantes, alternando la vista entre Justin y su hija Kelsey.

— ¿Entonces? ¿No piensas decirme la verdad?

Kelsey comenzó a negar con la cabeza mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas. Se llevó una mano a los labios, como intentando contener un sollozo y se giró, caminando de un lado a otro.

— ¡Tú no tenías que saberlo! —susurró-gritó ella, como más hablando para sí misma.

Justin inhaló, furioso.

—Dime la verdad, mamá.

—No, no, no —susurró ella, negando con la cabeza sin dejar de caminar por todas partes.

— ¡Mamá!

— ¡No! —estalló ella, mirándolo—. ¡No!

— ¡¿Por qué no?!

— ¡Porque no y punto! —sollozó—. Las cosas siempre debieron de ser así. Tú, mamá, papá y yo y un padre muerto que nunca supo de ti ni tú de él. ¡Así deben de ser las cosas!

— ¡Pero no son así! —gritó él frustrado—. Ya dime la verdad. ¿Quién es mi papá?

Kelsey negó con la cabeza antes de acercarse a él, temblorosa, furiosa y determinada.

—Olvídate de tu padre. No existe y punto —dijo, con voz grave y los ojos llenos de lágrimas.

Sin decir más, se dio la vuelta y desapareció, encerrándose en la improvisada habitación.

Justin se quedó allí, respirando con dificultad, maldiciendo por lo bajo. Volvió a tomar su chaqueta e ignorando los llamados de su abuela salió nuevamente de casa.

Había pasado alrededor de una hora, Justin se había refugiado en el viejo taller de los Tyker mientras bebía una cerveza tras otras, cuando Grace irrumpió en el lugar, con un viejo suéter arropándola, unos joggers de dormir y sus viejas pantuflas. Se veía cansada y preocupada cuando tomó asiento al lado de Justin.

— ¿Te pidió Kelsey que vinieras?

—No. Fue tu abuela quien llamó, está preocupada.

Justin suspiró.

—Dile que estoy bien, que regresaré en la mañana.

Grace negó con la cabeza.

—Me contó lo que sucedió —anunció, ignorando lo anterior—. No voy a preguntarte por qué no me lo habías comentado antes, porque lo entiendo. Pero deberías intentar entender a Kels.

— ¿Respecto a qué? ¿A que no es capaz de decirle la verdad a su propio hijo? Prefirió mentirme durante años y seguirme mintiendo aún cuando ya sabía la verdad.

—No, Justin, ese es el problema, que no sabes la verdad. ¿Crees que tu mamá te ocultaría algo tan grande si no lo hiciera por un buen motivo?

—Eso es lo que quiero saber, Grace, el motivo.

—Probablemente estés mejor no sabiéndolo.

—Pero eso no lo decides tú ni lo decide ella, lo decido yo. Y lo que decido, es saberlo —la miró—. No me importa qué sea, quiero saber la verdad. ¿Nunca me quiso, fue un idiota que abusó de ella?

Grace inhaló con tristeza.

—Ojalá pudiese yo responderte esas preguntas.

Justin suspiró.

—Deberías ir a casa. No dejes a Mel sola —dijo él, queriendo cortar la conversación de repente.

Grace asintió.

—A esta hora estoy haciéndole el desayuno para la escuela. Pero tú también deberías ir a casa —dijo y cariñosamente apoyó su mano en su brazo y lo acarició—. No solo preocupas a tus abuelos, también a mí.

Justin inclinó la cabeza hacia ella.

—Lo siento.

Entonces Grace elevó la mano y le acarició el cabello, enredando los dedos en la mata lisa y rubia como solía hacerlo antes.

En algún momento, un poco antes de que Halle llegara por primera vez al Dodge junto con Zoe, Justin y Grace eran mejores amigos... Y algo más que eso. Tenían momentos íntimos como aquel, donde ella le acariciaba el cabello y él se recostaba en su regazo por horas.

Todos solían decir que estaban enamorados, que lo sabían, pero ninguno de los dos se atrevía a decir nada.

Y había sido así hasta que Halle Price se atravesó en el camino. Grace estaba celosa, dolida, sintió que de repente Justin había perdido por completo su interés en ella y ahora solo su mirada se iluminaba cuando Halle entraba en la misma habitación que se encontraba él.

En un impulso, Grace tomó el mentón de Justin entre sus dedos fríos, giró su rostro hacia ella y le plantó un suave beso en los labios. Y él le correspondió.

El corazón de Grace pegó un brinco, pero se decepcionó al verlo fruncir el ceño segundos después y suspirar. Él giró la cabeza nuevamente, desasiéndose de su agarre y volvió beber de su cerveza.

Grace tragó.

—Lo siento, yo...

—No, está bien, Grace. Es solo que no tengo cabeza para algo más ahorita. Discúlpame —dijo él tranquilamente, mirándola de reojo.

—Bien —dijo ella, incómoda y dolida de repente. Él no dijo más y ella sintió que debía regresar a casa—. Descansa.

Ella salió de ahí apresuradamente, sintiendo una mezcla extraña de emociones. ¿No tenía por qué sentir el corazón roto en ese momento, cierto? Él le había regresado el beso. Pero...

No. Todo estaba bien, y se intentó convencer de ello en todo el camino de regreso hasta que al pasar por la puerta de su casa encontró a la pequeña Mel en el marco de su puerta, restregándose un ojo por una mano y sosteniendo su peluche de oso en la otra.

— ¿Dónde estabas? —preguntó, con su tierna voz.

—Con Justin. Pero ya estoy acá, ¡y te haré tu desayuno favorito!

Mel sonrió entusiasmada. Le faltaba un diente.

Cuando Justin regresó a casa eran las cuatro y cuarto de la madrugada, y su abuelo lo esperaba en la cocina improvisada, bebiendo un café caliente. Se levantó en cuanto lo vio y Justin se sintió avergonzado de que él hubiese sido partícipe de su pelea con su mamá... Que le hubiese visto tan furioso y descolocado.

Su abuelo se paró frente a él y suspiró.

—Todos estos años me quise convencer de que no era mi asunto y que Kelsey tenía que hacerle frente a esta situación ella sola. De hecho, debe de hacerlo. Ha cargado con esto desde los dieciséis, un problema que parece no tener fin y porque ella misma no se lo pone —comenzó, desconcertándolo—. Es ella quien debe contarte la historia, la verdadera —lo miró—, pero sé que quieres saberlo y que igual harás lo que sea para descubrirlo...

—Abuelo, ¿qué...?

—El nombre de tu papá es Drew Hoovie. Sería mejor que jamás lo conocieras ni nada sobre él o su familia... Pero es tu familia también. Solo... Ten cuidado, Justin.

El abuelo lo había dejado con las palabras en la boca y ahora un nombre dándole vueltas en la cabeza.

Ya tenía un punto de partida y todo gracias a su abuelo, pero no supo si avanzar o no, porque allí estaba la advertencia latente de él.

Suspiró y se resignó, mensajeó a Robert, dándole el nombre con el cual iniciar la investigación y cuando estuvo a punto de quedarse dormido su celular vibró de nuevo.

El nombre de Halle relució en la pantalla.

¿Estás despierto?

Él leyó su mensaje cinco veces, sorprendido.

Si, que haces tu despierta??

Mensajeó de vuelta.

No podía dormir... Quería hablar con alguien

Él se extrañó.

Y Zoe???

Esperó unos minutos. Pareció que no iba a responder más hasta que el celular vibró en respuesta nuevamente.

Quería hablar contigo

Él sonrió sin poder evitarlo y sin pensarlo demasiado le marcó. Ella respondió al primer repique.

—Hola —saludó ella, en un susurro.

—Hola. ¿No puedes dormir?

—No... ¿Te desperté?

—En lo absoluto.

— ¿Podemos hablar entonces?

—Claro.

Ella suspiró.

— ¿Tú por qué no has dormido?

Él se removió incómodo en su cama.

—Tuve una discusión con mi mamá —se sinceró él—. ¿Y tú?

—También... Algo parecido.

— ¿Quieres hablar de ello?

—No realmente.

Justin asintió aunque ella no le podía ver y sonrió, de repente muy alegre y olvidando todos los problemas del día.

— ¿Quieres que te cuente lo más vergonzoso que me pasó a mí y a Andrew en la secundaria?

Ella rió mucho antes de que él iniciara y él supo en ese instante que Halle tenía el don de hacerle olvidar.

Olvidó sus problemas, a su padre, a Grace, sus abuelos, su madre y todas las mentiras de los Moore.

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