Paralelos (#1 Líneas)

By paolabcourt

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Viviendo bajo el cuidado de unos estrictos, fríos y calculadores padres, Halle Price no ha tenido una vida de... More

Sinopsis.
ACTUALIZAR (2021)
Epígrafe.
Prólogo: El comienzo.
1. Dodge Charger.
2. El almacén.
3. Dulces dieciocho.
4. Camuflaje.
5. Invitados.
6. Mentiras en exhibición.
7. Chocolates y algo más.
9. Las mentiras de los Moore.

8. El color favorito de Lucifer.

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By paolabcourt

El color favorito de Lucifer.


Halle y Zoe habían tomado asiento una al lado de la otra en medio de la fogata improvisada. Justin había quedado a la derecha de Halle y Andrew a la izquierda de Zoe, muy nervioso y con una distancia prudente.

Halle supo que algo había pasado entre ambos y que Zoe no le había contado todo lo sucedido en su cumpleaños, porque ambos estaban actuando de una manera muy extraña e incómoda. Pero no le sorprendió, porque esa tarde cayó en cuenta de que su mejor amiga le había estado ocultando más cosas de las que creía y eso le dejaba un sabor amargo en la boca.

Los problemas de Zoe con las drogas iban de mal en peor, al punto de tener que mentirle a Halle sobre bombones falsos enviados por su amor platónico de la adolescencia, cuando realmente solo contenían cocaína. Ella no tenía ni idea de quién podría tratarse, además de Bryce no conocía a otro posible sospechoso, aunque quién podría saber... La vida rebelde de Zoe la había llevado a conocer a demasiadas personas, buenas y malas —más malas que buenas— y fácilmente podría ser cualquiera.

Intentó no pensar en ello mientras Justin a su lado le daba un sutil toque con su hombro.

— ¿En qué piensas? —preguntó en tono bajo para que solo ella fuese capaz de escuchar, con la vista clavada en Zoe y Andrew que parecían no saber cómo iniciar una conversación.

—Bueno... —Halle comenzó, observándolo—, creo que no soy la única que se ha dado cuenta.

Justin apartó la vista de sus amigos para posarla sobre su acompañante.

— ¿Zoe no te ha dicho nada? —preguntó con una leve sonrisa en los labios.

De repente, Halle se percató de que estaban hablando demasiado cerca el uno del otro, cuando sus ojos le traicionaron y se desplazaron directo a su boca, detallando su perfecta sonrisa.

— ¿Sobre qué? —regresó aturdida.

Justin se apresuró a bajar la vista, intentando ocultar la amplia sonrisa que de repente la reacción de Halle le había provocado.

—Algo pasó entre ambos en la fiesta de Zoe.

Halle lo miró expectante. Sabía una parte de la historia, pero ¿la sabría él también?

— ¿Algo cómo qué?

Justin rió bajito.

—Algo como que se tocaron de más en el baño.

Halle abrió la boca en una pequeña "o" y Justin la miró por entre sus pestañas, no aguantando la risa que salió naturalmente de su boca.

— ¡¿Qué?! —medio susurró-gritó en respuesta antes de mirar a Zoe y Andrew levantándose de sus asientos y yendo a alguna parte juntos para hablar con más privacidad.

Peter que estaba frente a ellos, silbó.

— ¿Será que por fin se nos dará el milagro? —lanzó más para sí mismo, viendo al igual que Halle a ambos chicos bajar la escalera de cemento.

— ¿El milagro? ¿Quieren que estén juntos? —preguntó Halle aún más confundida.

Esta vez fue Grace quien resopló, girando los ojos.

—Por favor, eres su mejor amiga, deberías de haberte dado cuenta mucho antes que nosotros —dijo, cruzando sus piernas mientras movía un pie impacientemente.

Halle se sintió mal. ¿Cuántas cosas había dejado de notar en su mejor amiga? Primero sus diversiones rebeldes, luego las drogas y ahora Andrew.

¿Qué estaba pasando?

—No tenía que haberse dado cuenta, conoció a Andrew hace unas semanas y Zoe nunca ha puesto interés en él —defendió Justin, bebiendo de su cerveza sin mirar a Grace.

Esta tensó la mandíbula, mirando a Justin intensamente, pero solo Halle lo notó.

—Ella le coquetea —continuó, intentando llamar su atención.

Pero Justin solo reviró los ojos y contestó:

—Es la personalidad de Zoe, no está coqueteando.

Grace inhaló con fuerza y Peter, al percatarse de lo que estaba ocurriendo, decidió levantarse e interceder.

—Hey, Grace, ¿me acompañas a ir por las cervezas que iba a buscar Andrew? Me parece que no regresarán en un buen rato.

—Quiero irme —dijo esta, ignorando a su amigo y mirando fijamente a Justin—. Llévame a casa.

Justin frunció el ceño, girando hacia ella y finalmente viéndola a los ojos.

—No hay problema, yo te llevo luego de buscar las cervezas —insistió Peter, sintiendo la tensión palpada en el aire.

Justin la observó un rato, con la frente arrugada, antes de girar la vista hacia su amigo y asentir.

—Peter te dará el aventón. Yo llevo a Halle si Andrew y Zoe no regresan.

Grace lo miró anonadada y al nadie opinar más, se puso de pie y bajó las escaleras de cemento enojada, pateando todas las latas de refresco que se le cruzaban por el camino.

Peter suspiró.

—Bien. Siempre me tocan las fieras —murmuró antes de bajar tras ella.

Halle se limpió las manos sudorosas en sus jeans antes de mirar a Justin, quien le daba otro trago a su cerveza.

—Creo que no le agrado a Grace...

— ¿Te interesa agradarle?

—Bueno, pues, no... No lo sé.

Él la observó ya con el semblante tranquilo y los ojos alegres.

—Para camuflarte en el Dodge no tienes que caerle bien a Grace.

—Sí, lo sé —suspiró.

—Entonces, ¿de verdad no sabías lo de Andrew y Zoe? —preguntó, desviando el tema.

—No... Me contó algunas cosas, pero esa precisamente se la reservó —contestó, de repente enojada con su mejor amiga.

—Tranquila, no debe ser fácil para ella decirlo en voz alta, tampoco lo fue para Andrew.

— ¿En el baño? —preguntó aún sorprendida.

Justin rió y asintió, dejando la botella de cerveza a un lado.

—Quizá ahora lo estén haciendo en el auto —bromeó y en cuanto ella lo miró con los ojos abiertos, ensanchó la sonrisa.

—Bueno... Si eso los hace felices...

Justin soltó una carcajada.

—Es broma. Seguro están hablando, debes saber mejor que yo que a ella no le gusta Andrew —le restó importancia con un movimiento de mano.

Halle suspiró.

—Me gustaría estar tan segura como tú. Zoe es mi mejor amiga, pero creo que me ha estado ocultando muchas cosas.

— ¿Por qué?

Halle lo miró de reojo.

—Si sabes lo que pasó entre Zoe y Andrew, quizá también sepas en qué la encontró él esa noche cuando entró al baño. Es sobre eso. No sé de dónde la esté sacando, pero se la llevan hasta su casa y me mintió en la cara.

Justin frunció el ceño.

— ¿Cómo la llevan hasta su casa?

—Dejaron una caja de bombones rellena de coca para ella. Me dijo que era de una persona que claramente no fue quien se lo envió. ¿Sabes de alguien con una B que la venda?

Justin maldijo por lo bajo.

—Sí, hay alguien en el Dodge que vende bombones así. No es muy inteligente. Yo me encargo.

— ¿Qué harás? —preguntó, arrugando la frente.

—Impedir que le venda más.

—Gracias —susurró, deteniendo las ganas de preguntar cómo haría tal cosa.

Justin solo se limitó a sonreír.

—Si te aburres de hablar conmigo, me dices y te llevo a casa.

Halle se apresuró a negar con la cabeza.

—No, estoy bien —respondió rápidamente para luego señalar su cerveza—. ¿No beberás más?

Él la miraba intensamente.

—No. Se calentó.



En el auto de Zoe era Andrew quien iba conduciendo. Ambos permanecieron en un silencio muy inusual entre ellos hasta que unos minutos después se detuvieron en un callejón desolado y se quedaron allí aguardando, con los vidrios ahumados arriba y el aire acondicionado apagado.

—Bueno... —empezaron ambos, haciéndolos sonreír.

—Yo tengo que hablar primero, déjame a mí hacerlo —dijo él—. Lo siento mucho por lo que sucedió. Me debes de estar odiando y tienes toda la razón de hacerlo.

Zoe arrugó la frente.

— ¿Qué...?

—Déjame terminar —pidió—. Siento que me aproveché de ti. Habías bebido e inhalado... Y yo solo te empujé a hacerlo. No era el momento ni el lugar. Lo lamento. Eres mi mejor amiga, no quería arruinarlo, pero entenderé si más nunca quieres hablarme. Solo acepta esto —rebuscó en su bolsillo un brazalete suelto, tendiéndoselo.

Ella observó el brazalete extrañada.

— ¿Qué mierda te sucede? —soltó.

Andrew inhaló.

—Sé que es poco para todo lo que estás acostumbrada...

— ¡No, idiota! —le interrumpió, arrebatándole el brazalete—. ¿Qué haces comprando esto si sabes que no hace falta entre los dos? No hemos construido una amistad de apariencias como todas las que conozco y lo sabes.

—Es que la cagué...

— ¡Pues, sí! ¡Al comprarme esto! —espetó y suspiró—. Andrew, no quiero que gastes tus ahorros pensando que un brazalete costoso va a solucionar lo que sea que pase entre ambos. Tú y tu familia necesitan el dinero y yo no necesito esto para perdonarte. De hecho, no tengo nada que perdonar.

— ¿Ah, no?

— ¡No! No me empujaste a hacer nada, lo recuerdo todo y también recuerdo que lo que hice fue porque quise y me gustó. Que el alcohol y la coca me dieran el valor ya es otra cosa. Pero ambos lo hicimos y ambos tenemos la misma culpa.

Andrew suspiró, restregándose el rostro entre las manos.

— ¿Entonces te gustó?

Zoe reviró los ojos.

— ¿Eso fue lo único que escuchaste?

Andrew esbozó una sonrisa de medio lado.

—No.

—Sí, me gustó. Pero eres mi mejor amigo, los mejores amigos no tienen sexo.

Él se dedicó a asentir con la cabeza mientras sopesaba sus palabras. Fuera de la culpa que había estado sintiendo desde ese día, sabía que en el fondo, muy en el fondo, había pasado parte de lo que siempre había querido... Y había estado deseando que ella se sintiera de la misma manera.

Era un poco abrumador darse cuenta y más aún cuando en ese momento comprendió que no le era suficiente lo que tenía de Zoe, quería más. Pero si ese más arruinaba su amistad, estaba dispuesto a dejarlo de lado.

Solo que era... Muy difícil, al menos después de su confesión. Ella no lo quería de regreso, que volviese a pasar —como le gustaría a él—, ¿o sí? La cosa se volvió un caos en cuestión de segundos en su cabeza y antes de que pudiese darse cuenta extendió su mano y acarició el pómulo sonrosado de su mejor amiga.

Ambos suspiraron y Zoe le miró con súplica.

—Andy...

—Ya lo sé, tienes razón... —susurró, pero sus dedos continuaron deslizándose por su mejilla hasta la comisura de sus labios.

—Hablo en serio —dijo, pero no sonó muy convencida.

—Siempre seremos mejores amigos, no importa lo que pase.

Zoe lo miró intensamente, debatiéndose si debía o no ceder.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo.

—Si esto se repite más de una vez, no estará bien.

—Una vez más entonces, y se acabó —asintió, tragando grueso.

Andrew ya no sabía a qué estaba accediendo, solo podía escuchar las palabras de Zoe en ese momento y su corazón acelerado haciendo ruido en sus oídos. Se sentía demasiado emocionado a la expectativa y su lado racional se estaba cegando.

Zoe inhaló con fuerza.

—Una vez más entonces —repitió en un susurro casi inaudible, asintiendo.

Y de un momento a otro, rodeó con su lengua el dedo que Andrew aún utilizaba para delinear la comisura de sus labios. Lo introdujo en su boca y chupó, y Andrew soltó una bocanada de aire de un solo golpe.

Zoe podía sentir la anticipación en su entrepierna cuando abandonó su puesto en el asiento del copiloto y se acomodó ahorcadas encima de él. Ninguno de los dos supo quién besó a quién primero en esa oportunidad, porque ambos unieron sus bocas desesperadas y en minutos empañaron los vidrios del auto.



Había pasado una hora desde que Andrew y Zoe partieron. Peter había regresado sin Grace con un par de cervezas que se acabaron él y Justin hasta que decidieron partir convenciéndose que sus dos amigos no volverían.

Pete se despidió de ellos muy contento y subió a su viejo chatarro hasta que desapareció más allá del Dodge.

Halle comprendió medio extrañada, que los autos ostentosos solo los utilizaban en las carreras, allí solo tenían vehículos muy viejos que en cualquier momento podían dejarlos a mitad de la calle.

— ¿Vamos? Te llevo —ofreció Justin, señalando el viejo auto con su cabeza y sacando las llaves del bolsillo de sus jeans.

Halle suspiró.

—Está bien. Esta noche me quedo con Zoe, supongo que los guardias me abrirán así no vaya con ella.

Justin asintió, pero antes de que ambos se introdujeran dentro del vehículo, un motor rugió cerca de ellos. Era un Porsche color negro, el auto de Zoe.

Andrew bajó del asiento del conductor y Zoe del copiloto. Su mejor amiga rodeó el auto hasta sentarse frente al volante y Andrew caminó hacia ellos con una ceja enarcada.

— ¿Se iban ya? —preguntó—. ¿Juntos?

— ¿No te habías ido tú? —preguntó Justin de vuelta, con la ceja igual de elevada.

Andrew intentó contener la sonrisa, pero un lado de su boca se elevó ligeramente.

—Está bien, te lo dejo pasar solo esta vez —rió—. Halle, en otra oportunidad te presto a mi mejor amigo —le guiñó un ojo.

—No hay problema —Halle le restó importancia antes de voltearse a Justin—. La pasé bien, gracias —sonrió.

—Yo también —Justin respondió, con una sonrisa en los ojos.

—Adiós —ella se despidió de ambos y corrió al auto de Zoe, adentrándose en él.

— ¿Te ibas a ir con Justin? —preguntó Zoe apenas entró.

Halle se preparó para responder, pero frunció el cejo olfateando el vehículo.

— ¿Qué huele así?

— ¡Bien! ¡Ninguna de las dos hará preguntas esta noche!



Cuando el sábado Halle volvió a mansión Price, resultó que sus abuelos ya iban a abandonar Estados Unidos nuevamente esa noche. El ambiente de la casa seguía tenso e incluso Mindy tenía una actitud inusual en ella: tensa, preocupada, agotada y algo distraída.

Halle quiso ignorarlo y centrarse en el hecho de que esa noche iba a asistir junto a sus padres a una fiesta en casa de algún empresario millonario que celebraba la nueva apertura de un hotel en Las Vegas.

Se vistió con un largo vestido color rosa palo con una abertura en la pierna izquierda y unos elegantes tacones amarrados a sus piernas con piedras preciosas. La estilista le dejó el cabello recogido en una coleta alta y perfeta, le hizo hondas, dejó su rostro suave y angelical con un maquillaje en tonos neutros y unos pendientes largos de color plateado.

Halle mensajeó rápidamente a Zoe, rogándole por milésima vez en el día que no dejara de asistir a la fiesta en nombre de sus padres.

Ya estoy casi lista!!! No empieces la diversión sin mí

Fue su mensaje de respuesta.

La familia Price se reunió en el salón, sus padres se despidieron fríamente de los abuelos Price que ya esperaban con sus maletas y luego Halle se acercó a ellos para desearles un buen viaje.

—Cuídate mucho, Halle. Recuerda que no estaré para tu cumpleaños, pero si me necesitas sabrás cómo encontrarme —dijo su abuela muy cerca de ella, para que solo fuese su nieta capaz de escuchar.

Le guiñó un ojo y ordenó que llevaran sus maletas.

El abuelo Price se mantuvo serio y tenso hasta que ambos desaparecieron en la camioneta y Mandy, Joel y ella se introdujeron dentro de la limusina.

—Espero no hayas olvidado cómo comportarte en estos eventos. No nos hagas pasar vergüenza —advirtió fríamente Mandy, sentada junto a Joel, frente a Halle.

—Nunca lo haría —aseguró ella, tragando en seco.

Llegaron a la elegante quinta donde un mayordomo les condujo dentro de la fiesta. Halle siguió el protocolo dictado por Mindy: saludar a personas específicas, preguntar cosas importantes de sus familias, felicitar por logros, elogiar sus atuendos, evitar las bebidas alcohólicas, no ingerir muchos alimentos frente a las cámaras, siempre sonreír, ser amigable, atenta, no rechazar ninguna foto ni ningún llamado.

Para cuando apareció Zoe en un sensual vestido azul oscuro, unos tacones de infarto y los labios rojos, ya se sentía agotada y deseaba escaparse para descansar la espalda y los pies.

— ¡Tardaste demasiado! ¿No que estabas casi lista? —se quejó Halle en un susurro.

—Lo estaba. Solo me faltaba vestirme, maquillarme y arreglar mi cabello —respondió Zoe simple, empinándose una copa de champán.

Halle reviró los ojos.

Algunas personas se acercaron a Zoe para agradecerle su presencia en nombre de sus padres. Ella se comportó encantadora y extrovertida como solo ella sabía, por eso todos la amaban.

Ambas anduvieron juntas el resto de la noche, con los brazos entrelazados y haciendo más llevadera la experiencia. No rechazaron ninguna fotografía, porque sabían que ahora a los medios les encantaba verlas juntas y escribir artículos sobre ellas.

Halle casi nunca los leía, pero una tarde pasó horas ojeando páginas en Internet y todos amaban seguirle los pasos a su amistad. En las fiestas, en las tiendas, en cualquier café e incluso en la escuela, había fotos y declaraciones de lo unidas, glamurosas y responsables que eran.

Si tan solo supieran...

Mientras un hombre alto de unos cincuenta años hablaba con Zoe sobre sus padres y sus increíbles logros en los negocios, Halle se escabulló afuera donde no había ni un solo invitado para respirar aire fresco y quizá descansar en una silla de los molestos tacones que llevaba encima.

El aire chocó con su rostro y alborotó un poco cabello. Ella cerró los ojos y suspiró, aliviada de salir por un instante de ese ambiente que le hacía sentir tan ahogada.

— ¡Ah! ¡Siempre es bueno alejarse un rato! —exclamó una voz femenina y refinada detrás de ella, exaltándola.

Halle se giró y se encontró con una mujer joven, con un hermoso vestido de seda rojo que tenía dos aberturas y dejaba ver sus piernas brillantes.

La mujer sonrió y Halle tuvo que entrecerrar los ojos para poder detallarle el rostro en la oscuridad. Ella pareció entenderlo y se inclinó hacia adelante hasta que la luz dio contra ella.

Tenía unas cejas gruesas y definidas, el cabello castaño muy oscuro cayendo en hondas y el rostro cuadrado con los ojos grandes y los labios muy llenos pintados del mismo color de su vestido.

—Lo lamento, no sabía que había alguien aquí. Le dejaré disfrutar del aire fresco y volveré adentro —se disculpó Halle, haciendo un ademán para devolverse por donde había llegado.

—No, cariño, no hace falta. Acompáñame —ofreció suave, notándose un ligero atisbo de un acento extranjero.

Halle volvió a percatarse de su vestido, sorprendida. Era demasiado hermoso y elegante.

— ¿Te gusta? —preguntó la mujer—. Es el color favorito de Lucifer.

Halle la miró extrañada.

— ¿Quién...?

La mujer rió.

—Mi hijo.

—Oh —Halle comprendió y asintió—. Sí, es muy hermoso. El rojo le queda perfecto.

Ella sonrió.

—Por favor, tutéame. Mi nombre es Kim. Tú eres la hija de Mandy y Joel Price, ¿no? —la curiosidad chispeó en sus ojos—. Los vi llegar juntos, mi limusina venía justo detrás.

—Sí. Soy Halle.

— ¿Solo Halle o Halle Price? ¿Cómo te gusta más que se refieran a ti?

—Solo Halle —se sinceró.

Kim asintió con la cabeza.

—Lo entiendo. A mí tampoco me gusta que me relacionen demasiado con mi apellido. La verdad es que estas fiestas me enervan —suspiró—. No siempre fue así, las disfruté por muchos años, era especialmente buena siendo lo que ellos querían... Ya sabes —guiñó un ojo hacia Halle—, la hija perfectamente encantadora.

— ¿Y qué pasó? —Halle preguntó sin pensarlo, temiendo luego que la mujer se ofendiera, pero por el contrario sonrió con satisfacción.

—Hice cosas que no debía. Rebeldía, diría mi familia. Pero ya no me gustaba que me usaran a favor del negocio que tenía mi apellido, yo quería hacerme mi propia fama, mi propio camino. Así que me fui.

— ¿Se... Perdón, te fuiste?

—Del país —sonrió ampliamente—. Ahora estar aquí me parece aburrido, pero sigo teniendo un compromiso con mi familia y a veces hay que hacer ciertos trabajos —se encogió de hombros, bebiendo de la copa que Halle no se había percatado que llevaba en la mano.

—Ah... Sí, parece que nunca se deja de trabajar por el negocio familiar —dijo, más para sí.

—Así es, Halle. Nunca.

Kim la miró por un largo rato, detallándola, hasta que de la nada se puso de pie y Halle detalló que era realmente bajita y los impresionantes tacones la dejaban casi a su altura.

La mujer dio dos pasos más cerca de ella y sonrió.

—Fue un placer conocerte y hablar contigo, Halle. Espero que en otro momento tengamos la oportunidad de volver a coincidir. Debo volver —dijo y aunque no se movió de su sitio, Halle comprendió la señal para salir de allí.

—Igualmente. Hasta luego.

Corrió dentro de la quinta, buscando a Zoe que empinaba otra copa de champán buscándola por todas partes.

Se la llevó consigo y le contó su extraño encuentro con la mujer de rojo. ¿Quién era Kim? ¿Kim qué? Jamás la había visto. Jamás.

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