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Dean maldice demasiado. Ríe muy alto y come lo mismo que dos grandes hombres. Sus manos son callosas y ásperas, y la sonrisa que le da a las mujeres es encantadora pero aún así ensayada. Ha tenido demasiadas peleas, demasiadas batallas -y trata a su brillante carro negro mejor de lo que trata a la mayoría de las personas. Él es suficientemente fuerte para salir arrastrándose de su propia tumba. Es suficientemente fuerte para hablar con su propia mente. No es suficientemente fuerte para dejar ir a su hermano. Pero es gentil y amable, y es fabuloso con los niños. Puede no ser el lector más rápido pero ha leído Vonnegut y la Biblia. Puede no ser bueno hablando de sus sentimientos, pero sabe escuchar.
Y Castiel lo ama.
Dean toma demasiado. Ahoga sus penas en licor. Escucha rock clásico y canta tranquilamente con una sonrisa. Una sonrisa real. Una que alcanza sus ojos y hace pequeñas arrugas en las esquinas. Pretende que odia los abrazos y los shorts. Odia correr, sin embargo es más rápido que su hermano quién sale a correr cada mañana. Le gusta el café negro y se burlará de cualquiera a quien no le guste, pero aún así les preparará a todos una taza como a ellos les gusta sin siquiera preguntar. Le gusta matar monstruos. Ama el sentimiento de cortarle la cabeza a los vampiros -le da una carga de adrenalina. Pero a veces se recuesta solo en la noche preguntándose en qué lo convierte eso.
Y Castiel lo ama.
Dean está demasiado dañado. Hay un constante dolor en su pecho y a veces Dean no puede respirar. No habla acerca de eso, pero Castiel lo sabe. Le grita a Castiel, diciéndole que él no sabe nada. Trata de echarlo otra vez con fuertes líneas fijándose en su mandíbula, pero hay una tristeza que suaviza la mirada en sus ojos. Se queda hasta tarde con Sam investigando un nuevo caso en Utah o Ontario o Sioux Falls o donde sea que pueda ser. Y a veces en las primeras horas de la madrugada, después de desearle a Sam buenas noches, termina en la habitación de Castiel. Le dice a Castiel que no sabe por qué está ahí, y baja la mirada con vergüenza porque sabe que no puede seguir haciendo esto. Pero Castiel toma sus manos y lo recibe en su cama con algo que Dean se rehúsa a llamar acurrucarse.
Dean besa gentilmente. En el mundo de la cacería Dean Winchester es un hombre que causa temor. En la seguridad y confort de la cama de Castiel, Dean es libre de ser él mismo. Castiel hace el amor con él, como lo hace la mayoría de las noches cuando Dean se arrastra a la cama con él. Él toca a Dean en la forma que sabe que le gusta y sonríe contra el cuello de Dean cuando lo escucha gemir silenciosamente. Dean coloca su lengua en la esquina de su boca y deja salir suaves sonidos entrecortados cuando se corre.
A veces, después del sexo, él llora. Intenta no dejar a Castiel ver presionando su cara contra la almohada. Castiel se envuelve alrededor de Dean y suspira está bien estás bien y ellos entrelazan sus piernas juntas y Dean besa la garganta de Castiel antes de caer dormido.
Dean intenta decirle a Castiel como se siente. Cuando piensa que Castiel está dormido le acomoda el cabello fuera de su cara y besa su frente. Le dice lo sabes, ¿verdad? Tú tienes que saber ahora, Cas. Cómo yo- cómo me siento acerca de esto. Tú tienes que saber. Y tal vez Dean nunca dirá esas dos palabras en voz alta, pero el lo dice cada mañana con sus ojos cuando mira a Castiel despertar. Él lo dice con una tranquila sonrisa. Lo dice con sus manos. Con su toque.
Y Castiel lo sabe.
Y Castiel lo ama.