Entrenando hasta desfallecer durante el día, haciendo el amor hasta agotarnos en las noches. Ya no nos importaba lo que nuestro cómplice hiciera o pensara. Aquel kaio oscuro jamás aprobó nuestros sentimientos. Ganando las batallas cuando los visitantes del pasado llegaban. Goku dejó de insistirme. Ya no luchábamos con maldad, al conocerlo su corazón buscaba destruir, acabar, matar. Con el paso del tiempo fue cambiando, sin darme cuenta yo también lo hice.
Desperté aquella mañana con náuseas, un sentimiento que no había sentido antes. Preocupada. Sin saber lo que el destino nos tenía preparado. Ese día lucharíamos de nuevo. Él lo notó, cogiéndome por la cintura pidiendo que me quedara, diciendo que no estaba en condiciones. Ni aunque quisiera, no podía quedar en cinta, perdí mi fertilidad tiempo atrás, aquella molestia no tenía explicación.
Siempre fui testaruda, necia, me dispuse a acompañarlo, y no me arrepiento de aquella decisión.
Llegando al mismo sitio, encontrándonos con el kaio, nos lanzó una mirada fría. Esperando la aparición de los guerreros, dispuestos a ganar de nuevo la batalla.
El mejor camino hacia la derrota es subestimar al rival. Ahora más que nadie, sé que es cierto. Aparecieron de la nada, enfretándonos en primera instancia cuerpo a cuerpo. Siempre las batallas eran parecidas, yo contra el pelilila. Esta vez fue diferente, miles de veces le gritó el príncipe a Goku, ordenando que me asesinara, nunca lo hizo, ni siquiera se molestó en pelear, y ahí lo supe, por eso me eligieron en un principio, de ahí surgió toda la travesía en la que me sumergí, ¿La única debilidad de Son Goku?, Yo.
Los habíamos subestimado. Nos encontrábamos en desventaja, por alguna razón sus poderes aumentaron.
Lanzando ataques sin dirección, gastando energía en vano. Zamasu se encontraba desesperado, luchaba, peleaba, comenzó a perder la cabeza. No soportaba perder, se negaba a aceptar la derrota. Perdió la paciencia, Black y yo lo notamos.
Por mi parte, comenzaba a debilitarme, cada vez más me costaba seguir el ritmo de Vegeta. Perdí resistencia, mi respiración se agitaba.
De un solo movimiento de su puño, ni siquiera aplicó toda su fuerza. Me lanzó, alejándome del campo de pelea de los demás, regresándose después para volver a la lucha. Me encontraba cansada, decidí dejar de luchar. No tenía transformaciones, no tenía fases como ellos. A pesar de mi entrenamiento, únicamente contaba con la energía de mi cuerpo.
El príncipe y su hijo se decidieron a distraer a mis compañeros. La poca cordura que apenas le quedaba, Zamas la perdió por completo al observar a Goku aterrizar, lanzar una cápsula y de ahí surgir un termo eléctrico. Inmortal, poderoso, la única manera de derrotarlo, encerrarlo para siempre.
Desde lejos pude escucharlo, ordenaba a Black que asesinara a Goku, que lo derrotara, que aprovechara su momento de distracción y lo atacara por sorpresa. Dirigió su mirada hacia mí, desviándola después hacia Son. Pudo haberlo hecho, sus fuerzas aún eran mayores, no habría tenido obstáculos. Frunció el ceño, apretó los puños y la mandíbula.
No
Zamasu entró en cólera. Apuntó hacia mí, enojado, gritando.
¡Esa estúpida humana te hizo débil! Debí matarla desde un principio
Comenzaron a pelear entre ellos. Él lo había desafiado, retado su supremacía como dios. Las cosas se salieron de control.
Gritando su nombre a lo lejos, cayendo al suelo de rodillas con lágrimas en los ojos, llevándome una mano al corazón, mirando a los guerreros atónitos frente a la escena. Observando a mi guerrero caer desde el aire, precipitándose hacia el suelo, escupiendo sangre, con un enorme agujero en el pecho.