Vale, mi cabeza era un tremendo lío. ¿Qué hacíamos en su casa? Me arrepiento de haber aceptado ir en su auto por pura educación.
Tomó mi brazo y me guió hacia la casa, al entrar enseguida cerró la puerta detrás de si y me tiró a un sofá que había allí.
–¡¿Qué es lo que te pasa?!– Le pregunté exaltado, él me miró a los ojos se puso encima de mi.
–¿Qué es lo que te pasa a ti?– Me preguntó, lo miré un poco confundido, realmente me empezaba a dar miedo como me miraba, no se como describirlo.
–¿De qué hablas?– El giró los ojos y desvió un poco la mirada, fijándose en alguna otra parte de la sala.
–Eres un estúpido.– Dijo Tom frunciendo el ceño.
–¿Disculpa?
–En mis clases no se admiten hombres.– Dijo mientras yo abria los ojos como platos.
-¿Cómo te diste cuenta?-
-En yoga, ¿Por qué crees que me puse detrás de ti? Tenia un presentimiento de que eras hombre y resultó siendo verdad.- Rió sin gracia, con la mirada seria se acercó.
–Lo siento.– Dije apenado y un poco sonrojado.
–¿Sabes por qué en mis clases no se admiten hombres y son sólo mujeres?– Me preguntó a lo que yo negué.
–Por que si hay hombres como tu no logro controlarme.– Él sonrió.
–¿Controlarte? ¿De qué?
–De esto.– Se abalanzó sobre mi besándome bastante apasionado.
Traté de apartarme lo mas que pude, pero el era un poco mas fuerte que yo, por lo cual no me dejaba moverme.
Comenzó a tocar mi abdomen mientras se saboreaba los labios y su miembro se empezaba a levantar.
–Mierda.- Pensé y traté ver algo con que golpearlo para que me deje ir o yo que se.
Oh, ya se con que. Una sonrisa se formo en mis labios y con toda la fuerza que pude le di una patada en los cocos.
-Vete a la mierda.- Le dije y le mostré el dedo de en medio mientras que él seguía retorciéndose de dolor.
Abrí la puerta de su casa y salí como si nada hubiera pasado, comencé a caminar hacia mi casa, por mi suerte o no tanta, la casa de Tom no quedaba tan lejos de la mía.
Llegué y lo primero que hice fue encerrarme en mi cuarto y prometerme a mi mismo que nunca volvería a hacer ejercicio.