Inaudio

Bởi Viam29

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Una marca que te lleva a conocer un nuevo mundo en tu propio mundo, te lleva a conocer personas que comparten... Xem Thêm

Inaudio
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 5
¡Nos mudamos!
Booktrailer

Capítulo 4

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Bởi Viam29

Llegué al salón 2 gracias a una chica que encontré en uno de los pasillos y quien se ofreció a llevarme porque ella también tenía que ir a mi clase.

—Eres nueva, ¿Cuándo llegaste? — dijo mientras caminábamos juntas. Dejé que ella caminara un poco delante para así no perderme.

—Hace… ayer. — respondí. No supuse que era necesario darle detalles sobre las circunstancias en las que llegué, no deberían tener importancia.

—Te incorporaron rápido, ¿Cómo llegaste? — parecía que de verdad quisiera saber eso. — Me refiero a que todos tienen una distinta forma de llegar aquí. Algunos tenemos más suerte que otros.

— ¿Cómo llegaste tú aquí?

—Fue una suerte, mi familia no tiene los recursos para pagar el ingreso al Instituto de todos mis hermanos, le ofrecieron a mi padre un trabajo que no pudo rechazar, por lo económico y porque se sentía feliz trabajando para esas personas. De hecho creo que tuvimos suerte, hasta hace unos meses cuando todo cambió, lo bueno es que mi padre se pudo quedar con el trabajo, a pesar del cambio de jefe. Por cierto,  Soy  Dalilea Saldín. Puedes decirme Dal.

Dalilea era un poco más bajita que yo. Tenía cabello de color negro azabache que le llegaba hasta los hombros. Sus ojos también eran negros y los tenía un poco rasgados. Debajo de sus ojos había unas ojeras que indicaban que no había dormido bien las últimas noches. Su boca era pequeña al igual que su nariz. Tenía la piel de un color miel.

— Maleen Sarajov. — dije sonriendo.

— ¡Maleen! — supuse que debía ser Santiago, después de todo, Dal y él eran los únicos que conocían mi nombre. Volteé para encontrarme con Santiago quien sostenía una bolsa negra y me la pasó. — Es tu uniforme para el entrenamiento, así no nos tenemos que ver en el almuerzo…

—Menos mal. —me apresuré a decir, tratando de hacerle notar que no me importaba si estaba o no conmigo.

—Como sea, — dijo quitándole importancia. — ve a buscar a la secretaria cuando tengas tiempo, así te da un cuarto y dejas la enfermería… Toma— sacó unas monedas y unos billetes de su mano y los puso en la mía. — Para que te compres ropa…

—No tengo cómo pagarte esto. — dije tratando de devolverle su dinero.

—No tienes que hacerlo, necesitas ropa, no puedes andar desnuda... a menos que quieras hacerlo. — sonrió ante la idea de verme caminar desnuda por esos pasillos. Le dirigí una mueca y guardé el dinero en un bolsillo. — Dalilea ¿no? Si puedes acompáñala a comprar ropa, ya sabes que primero tienen que reportarse.

Sin decir nada más se fue caminando. Dalilea y yo nos quedamos viendo en la dirección en la que se fue.

— Santiago Zarkozy. —dijo Dalilea sin mirarme. — ¿son amigos?

—No. — respondí con toda seguridad. Santiago y yo no podíamos ser amigos, estaba claro que él no quería ser amigo mío y que sólo me veía como una obligación o un castigo. — Ni siquiera somos conocidos, sólo sabemos el nombre del otro.

— Pues quisiera tener un no conocido como él. — dijo Dalilea soltando una carcajada. — Verás, los de su clase no nos hablan mucho, me sorprende que sepa mi nombre.

— ¿Los de su clase?

— Sí, ya sabes, los hijos de los nobles, los Plenus.

— ¿Plenus?

—No eres de por aquí, ¿no? ¿Manejan otro lenguaje en dónde vienes? ¿Eres alumna de intercambio?…

— Santiago nunca me quiso explicar qué era lo que pasaba y no tengo idea de cómo funcionan las cosas aquí, es distinto…

—Ya tranquila. — dijo para que me calmara. Siempre que me alteraba algo comenzaba a hablar rápido y apenas se podía entender la mitad de lo que decía. — Yo te explicaré camino a clases. Mira, Santiago es un Plenus, un completo.

— ¿Por qué un completo?

—Porque los de su clase dominan todos los elementos. Nosotros somos  Dimidiums, solo controlamos un poder… a menos que… date la vuelta. — se puso detrás de mi antes de que me moviera y llevó mi cabello hacia a un lado para dejar descubierto mi cuello. — No, eres una Dimidium, solo controlas el fuego.

— ¿Fuego? — me llevé la mano al cuello para tocar la marca que sabía que debía estar ahí.

—Sí, ¿No practicabas controlar el Fuego allá? Tú, yo y unos 20 más dominamos el fuego en nuestra clase. En Inaudio se aprende a dominar todos los elementos. Los 4 elementos convivimos juntos, pero nos separan para aprender sobre el que es parte de uno.

— ¿Y los Plenus dominan todos? ¿Por qué?

— No presto mucha atención a las clases de historia como para saber por qué ellos sí y nosotros no. Tal vez es mejor que le preguntes a Penay, el profesor de Historia… de hecho, justo ahora vamos a pasar esa clase.  De todas formas, los Plenus dominan un poder mejor que los otros tres… Santiago domina el Agua mejor que el  Fuego, la Tierra o el Aire.

Entramos al salón 2. Era una habitación mediana, las mesas estaban ordenadas en dos filas, cada mesa tenía dos sillas que veían hacia el frente donde estaba una pizarra. En las paredes había afiches de personas, de imágenes de Fuego. Un afiche al frente de la clase me llamó la atención: era un papel largo que decía “Ignis est virtus et fortitude”

— El fuego es valor y coraje. — volteé para ver quién decía eso. Era un chico que debía ser 5 centímetros más alto que yo. Su cabello de color castaño oscuro le cubría un poco más de la mitad de su cuello. Sus ojos eran grandes y de un color gris casi plateado. Sus labios eran anchos, al contrario de Santiago que los tenía más finos… ¿estaba comparando a este chico que ni conocía con Santiago?

Traté de aclarar mis ideas y de responder algo coherente, pero seguía estudiando al chico con mi vista.

— Bien hecho, Cam. — dijo Dal. — Ya la asustaste.

—Solo le traducía lo que dice el afiche. — respondió sonriendo.

—Oh… gracias. — dije desviando la vista.

— Maleen Sarajov, Cameron Bontecuo. — Dal nos presentó. — Maleen deberías sentarte con Cam, él se sienta solo y le vendría bien una compañera.

Miré a Cameron esperando que me diera permiso, la sonrisa que me dedicó me hizo entender que él no tenía problema de que una extraña se sentara a su lado.

— ¿Hablas latín? — pregunté una vez que los dos estábamos sentado y que Dal fue a hablar con otra persona y nos dejara solos.

—No, hablo inglés, francés y español. Latín no.

—Pero la frase esta en latín ¿no?

— Lo está, pero es la frase que te enseña en primer año, es lo primero que se aprende.

—Es lo primero. — dije más para mí que para él. Era lo primero que había aprendido, sin contar eso de los Plenus y los Dimidium que todavía no entendía por completo. Ahora que lo pensaba, debería haber reaccionado de otra forma, unos minutos atrás me dijeron que dominaba un elemento, lo cual era completamente imposible. ¿Quién podía dominar un elemento? ¿Por qué yo podía hacerlo? Debería haber estado aterrada, o burlándome de todo aquello, sin embargo, me había parecido algo casi normal, como si hubiera esperado que algún día me dijeran algo así. Desde que me enteré de que tenía una marca que iba a ocasionar mi muerte me pregunté qué podía significar, debía ser algo diferente, pero ¿Qué podía tener de especial  que hacía que Reipinar quiera que todos los que tenían la marca murieran? Éramos una amenaza, sin duda.

No sé qué pasó en la clase, me distraje con mucha facilidad con los retratos y los afiches colgados en las paredes. Recién “volví a la Tierra” cuando vi que todos se ponían de pie para salir.

—Hoy es viernes. — dijo Dal acercándose a mí. — Tenemos entrenamiento hasta las 3 de la tarde, a partir de allí es libre. ¿Te parece que vayamos a las 3?

— ¿Que vayamos a dónde? —pregunté sin entender de qué estaba hablando.

—A comprar ropa. —respondió ella como si fuera algo obvio. — Cam, ¿Nos vas a acompañar o tienes algo mejor que hacer?

— Aunque me encantaría ir a comprar ropa femenina, tengo que decir que no… ya quedé con Julia para ayudarla.

— Julia… ¿eliges a Julia antes que a mí? — no parecía estar haciéndole una escena de celos, más bien parecía divertida.

— Sabes que Julia me necesita. — respondió Cameron con una media sonrisa. — Antes se llevaban muy bien.

— Sí, pues resulta que yo maduré y ella no, como sea, mejor vamos a clases. — Caminamos por otros pasillos hasta llegar a la habitación que tenía un 8 dorado en la puerta.

La habitación era igual que la anterior y al frente había el mismo afiche en latín. Me senté junto a Dalilea. Ella me iba hablando de las tiendas a las que podríamos ir en la tarde, dependiendo del tipo de ropa que quisiera comprar, pero a mí no me emocionaba esa idea. No era de las chicas a las que les gustaba ir de compras, sobre todo porque nunca lo había hecho. La ropa que solía usar era la ropa de mi madre, ropa que mi abuelo conservó antes de que ella se fuera, o muriera, o lo que fuera que le hubiera pasado.

Mi abuelo no me hablaba de mi madre o mi padre, pero tampoco estaba interesada en que lo hiciera. No los recordaba y no quería hacerlo… aunque fui hasta Kalpam esperando encontrar Edran donde supuestamente encontraría a mi familia, entonces debía querer conocer a mi familia, aunque ya no estaba tan segura de qué era lo que quería.

— Practicaremos el primer control del fuego, dado que tenemos una estudiante nueva. — dijo la señora Adams, profesora de “prácticas de control”.

Todos se pusieron de pie y caminaron en parejas hacia la puerta. Seguí a todos sin entender a dónde estábamos yendo.

Subimos un piso. El pasillo era igual que los otros, pero sólo había 5 puertas a los lados, no como en los otros en los que parecía que había infinitas puertas.

Entramos en la que decía “IGNIS”, supuse que significaba fuego. Dentro era una habitación muy grande. Había varias “habitaciones” transparentes, parecían estar hechas de cristal, pero como era una sala de práctica seguro era otro material mucho más resistente. Todo lo que hacían dentro se vería.

— Señorita Sarajov, según nos informaron, usted no tiene ningún conocimiento sobre el fuego. — dijo la Señora Adams a mi lado. Negué con la cabeza. Ella mando a hacer parejas y a entrar a esas habitaciones transparentes. Todos  tenían una habitación y sobraba un par.

La profesora y yo entramos en una de las habitaciones restantes.

— Quiero que te concentres. — dijo cuando se dio cuenta que miraba las otras habitaciones donde los demás hacían que saliera fuego de sus dedos, manos, y brazos. Nada de eso parecía real y veía imposible el hacer eso.

— ¿Concentrarme en qué?

—En el fuego que hay dentro de ti. — explicó ella con calma. — Es como abrir una puerta dentro de tu cerebro, esa puerta está cerrada y tú tienes el poder de abrirla.

— ¿Cómo la abro?

—Concentrándote. Piensa en el fuego, piensa en liberarlo, piensa en lo que sientes cuando ves fuego.

— Yo… yo nunca he estado cerca del fuego. — dije algo avergonzada. Aunque no era del todo cierto, en el bosque estuve cerca del fuego, casi me “quemo”. En el bosque me sentí atraída por el fugo, así que debía deberse a eso, a que una parte mía era fuego.

La profesora dijo algo más pero yo ya había despejado mi mente a ese momento en el bosque. Ese momento en el que las llamas de la fogata me atraparon, el calor que desprendía. Al ver esas llamas me sentí segura, vigorosa y hasta optimista. Sentí eso de nuevo en todo mi cuerpo, sentí ardor, como si algo me quemara los brazos y cuando abrí los ojos vi mis manos envueltas en llamas.

Grité y agité mis manos asustada. El fuego desapareció en un instante.

— Eso estuvo bien. — me felicitó la Señora Adams.

— ¿Eso es normal?

—No te asustes, es difícil la primera vez, sobre todo si no has tenido contacto con el fuego como dices, aunque por lo que hiciste, creo que mentiste… voy a ver cómo está el resto de la clase, tú sigue practicando eso.

Me quedé mirando mis manos, no parecían quemadas ni nada por el estilo, se veían normales, como si no hubiera pasado nada. Me concentré en mi dedo índice, lo miré fijamente esperando que haga algo, pero no ocurría nada. Pensé en fuego saliendo de mi dedo y así pasó. Una llama salió de mi dedo y fue a chocar contra una de las paredes de cristal. Volví a hacerlo repetidas veces, pero cada vez salía peor, cada vez salía menos fuego de mi dedo.

Dalilea tocó la puerta de la habitación en la que estaba. Me señaló su reloj invisible indicándome que ya era hora. Asentí y salí de la habitación.

— Te salió. — dijo ella feliz. — Conmigo fue mucho más difícil.

—Ha sido difícil. — dije con una media mueca.

— Bueno, ya es medio día, ¿No te da hambre? Vamos a almorzar. — medio día… el tiempo pasaba muy rápido aquí, o es que me entretenía muy fácilmente y no me daba cuenta del tiempo, podía ser eso, después de todo, este era un nuevo mundo para mí y yo parecía una niña pequeña en una tienda llena de muñecas, creo que mis ojos se iluminaban cada vez que me explicaban una de esas cosas extrañas.

Volvimos al comedor. De nuevo estaba lleno de comida, ensaladas, carne roja, carne blanca… arroz, fideo. Sin ganas puse en mi plato una ensalada de pepino y tomate, un poco de pollo a la plancha y seguí a Dalilea hacia una mesa.

Ella también puso poca comida en su plato.

— ¿No tenías hambre? —pregunté mientras comíamos.´

— Guardo espacio para los postres, debes probarlos, son exquisitos. — Respondió ella, jugueteando con su comida.- Cam, siéntate con nosotras.

Cameron caminó hacia nuestra mesa con su plato lleno.

— ¿Qué hacemos después de comer? — pregunté.

— Entrenamiento. — dijo Dalilea haciendo una mueca de asco.

— ¿Después de comer?

— No, en realidad. — dijo Cameron. —  Se supone que la comida está lista al mediodía y a partir de allí son dos horas y media que tenemos para comer y descansar.

— ¿Es suficiente tiempo? —  temía que después tuviera que vomitar frente a todos por la actividad física y la comida.

— Suele serlo. —  dijo Cameron comiendo.

— Hay tantas tiendas a las que podemos ir, Maleen. —  dijo Dalilea sin ocultar su emoción. — Hace tanto que no voy de compras… ¿dónde vivías antes?

— Em… con mi abuelo, en Colith.

— No me suena, ¿es bonito?

Asentí una vez pero era mentira. Colith no podía ser considerado como un lugar “bonito”, apenas podía ser considerado un pueblo.

— ¿Cuánto tiempo llevan aquí? —  pregunté para no tener que responder nada más sobre mi pasado o sobre el lugar del que venía.

— Cinco años—  respondió Dal antes de que Cameron hablara— - Nuestra clase se gradúa el próximo año. Así que tienes que aprender mucho estos dos años que te quedan.

— El instituto acepta alumnos desde los 12 años. —  explicó Cameron.

— Ya deben ser unos expertos en el control del fuego.

— Siempre se aprende algo nuevo. —  dijo Cameron.

— Eso es un no. —  dijo Dalilea mirando a su alrededor. —  Miren, Mila Lizardi ha vuelto.

— Una de las graduadas del instituto…—  explicó Cameron sin que preguntara. —…de las mejores graduadas de la historia del instituto.

— No es para tanto. —  dijo Dalilea, aún viendo a Mila.

Mila era alta y delgada; vestía un traje negro de cuero que le quedaba pegado a su cuerpo y dejaba ver sus curvas. Su cabello era completamente rojo, tan largo que le llegaba hasta la cintura y era lacio. Su piel era de un color pálido, y sus pecas resaltaban en su cara. Sus ojos y sus labios eran pequeños, pero era muy simpática y ella lo sabía.

— ¿Qué elemento controla? — de pronto me parecía que preguntar eso era mucho más normal que preguntar su nombre.

— Es una Plenus. —  Respondió Dal. —  Pero su elemento es el agua. Aunque uno no se daría cuenta, controla el resto muy bien.

— Eso es un cumplido, Dal. —  dijo Cameron riendo. Dal puso los ojos en blanco.

Dalilea tenía razón, los postres eran deliciosos. Me comí un mousse de maracuyá con chocolate encima.

— Creo que deberíamos ir a pedir permiso para esta tarde. — dijo Dalilea, terminando de comer su postre.

Las dos nos pusimos de pie y nos despedimos de Cameron. Ella me guió hacia el vestíbulo, pasamos por el salón principal y llegamos hasta el fondo del salón donde había una puerta doble muy grande. Dalilea tocó la puerta una vez y esperamos.

Nos abrieron la puerta y entramos. Se trataba de una habitación muy grande. Con estantes llenos de libros a los lados y en la pared del fondo había cuatro figuras circulares y encima de ellas había una más grande.

La primera era plateada con tres espirales plateadas bien distribuidas en el centro. Era el símbolo del aire.

La segunda era azul con tres espirales en la parte superior y tres curvas en la parte inferior que representaban olas. Era el símbolo del agua

La tercera era verde y tenía un extracto dentro del círculo. En la parte superior del extracto había una espiral y en la parte inferior había dos figuras que parecía una f normal y otra su espejo. Era  el símbolo de la tierra.

La cuarta era naranja. Parecía una fogata con llamas hacia arriba lo que había dentro del círculo y al centro de la fogata había una espiral. Era el símbolo del fuego.

Instintivamente puse mi mano en el cuello, en el lugar donde estaba la marca. Esas eran las marcas que teníamos, las reconocí porque ya había visto la marca del agua en el cuello de Santiago, y la figura que había encima de las otras cuatro era la que Santiago tenía en su brazo.

La figura más grande era una estrella, en cada una de los lados de la estrella estaba el símbolo de cada elemento. En el lado superior había otro elemento más pero no pude reconocer cuál era, y al centro de la estrella había una espiral de varios colores.

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