Se escucha de fondo el parloteo de la gente admirando a la dulce pareja, que se encuentra al frente en el altar, comentan lo hermosa que luce la boda y es que al menos eso es verdad, pero pobre Naiko que no sabe, que su novio es un cualquiera y el único que puede evitar esto soy yo. Y me escondo sigilosamente porque si alguien llegara a verme ya sabría mi intención; pero no es mi culpa enamorarme de ese bon bon. Y es que llega el momento y no puedo evitar ponerme nervioso, y se que es mi momento de entrar y decir todo pero espero un poco para darle más emoción, y escucho las palabras, esas que necesito para dar mi gran entrada y es una estupidez preguntar si alguien se opone ya que nadie de adentro sabe la verdad.
Entró en el salón y veo las caras de impresión, de emoción y una que otra de terror- deberían aprender a dejar las puertas cerradas, o es que esperaban que viniera aquí. Yo se que no así que podrían haberlo evitado pero es tarde y quiero dar mi declaración- y lo miró a el que se ha quedado helado de la impresión, ay amor que aun así te quiero yo-
-No tienes nada que decir- y ahí estaba lo que tanto esperé, si el novio tenía que aparecer y defender lo poco que le queda de su honor-
-Claro que tengo muchas cosas que decir, como que eres mentiroso ladrón, como que no lo planeas dar amor y solo quieres aprovecharte de el cariño, claro que no te dejaría yo-
Se sintió el impacto en los invitados, y es que no esperaban tal confesión. Y es que más podrían esperar de él.
-Edgar no vengas a hablar así de mi y menos ahora- gruñe enfurecido, miro la rabia en sus ojos y veo su verdadero ser, que lástima que sea un horror-
-Sabes que es verdad, no me mientas; solo eres un drogadicto que quiere seguir con su adicción y note dejaré Oscar lastimar a mi amor- abracé a Nicolás quien ya tenía una que otra lágrima en sus ojos- Cariño no llores, solo piensa que acabo de salvar nuestro matrimonio, deberíamos celebrar y abrir una champaña ¿o no es por eso que dejaste las puertas abiertas para mi?-