El Ultimo

By Musasmuertas

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El olor nauseabundo me descompone, las imágenes son horripilantes, los perros vagabundos y las aves de rapiña... More

Prólogo
Capitulo 1 Caos en Nueva Delhi
Capitulo 2 Robinson Crusoe en la ciudad.
Capítulo 3 De la mano de Dios
Capítulo 4 Éxodo a la tierra prometida
Capítulo 5 La voz de la selva
Capítulo 6 Depresión y responsabilidad.
Capítulo 7 Conflictos de Intereses
Capítulo 8 Una luz de esperanza
Capítulo 9 Explorando los alrededores
Capítulo 10 Un viaje a la vida.
Capítulo 11 Una historia singular
Capítulo 12 Esperanza
Capítulo 13 Bienvenida a casa.
Capítulo 14 Un día de compras
Capítulo 15 Desafío
Capítulo 16 Amistad y algo más.
Capítulo 17 Una voz en el éter.
Capítulo 18 Más compañia
Capítulo 19 La familia crece
Capítulo 20 Encuentro Fluvial
Capítulo 21 Visita a las vecinas.
Capítulo 22 Preservando el conocimiento
Capítulo 23 Consejo Tukano
Capítulo 24 Los otros
Capítulo 25. Alguien viene en camino
Capítulo 26 El gran viaje
Capítulo 27 Contratiempos
Capítulo 28 El advenimiento.
Capítulo 29 Asentamiento Tukano.
Capítulo 30 La banda se embarca
Capítulo 31 Los sueños del Payé
Capítulo 32 Rumbo sur
Capítulo 33 Una visita en la noche
Capítulo 34 El día después
Parte 2
Capítulo 1 Adiós a un amigo.
Capítulo 2 Una huella en la arena
Capítulo 3 El ermitaño
Capítulo 4 Algunas Explicaciones
Capítulo 5 El proyecto "nuevo mundo"
Capítulo 6 La vida en Spirit Bay
Capítulo 7 El consejo se reúne
Capítulo 8 Un nuevo medio de transporte.
Capítulo 9 Visita a los amigos.
Capítulo 11 Un paseo por el Mediterráneo
Capítulo 12 Rebelión en nuevo mundo
Capítulo 13 El concilio europeo.
Capítulo 14 Cambio de planes
Capítulo 15 Nuevas reglas
Capítulo 16 Un paseo inesperado.
Capítulo 17 La vuelta a casa.

Capítulo 10 "Torna Sorrento"

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By Musasmuertas

Arthur ya está en la cabina, con Catalina ascendemos al avión por una escalerilla al costado del fuselaje hasta el ala y desde allí a la cabina. El tamaño del avión es semejante a un cazabombardero. Arthur ha completado la transferencia de combustible temprano en la tarde, la autonomía de la nave es de unos sesenta mil kilómetros, suficiente como para hacer el viaje ida y vuelta tres veces. Nos acomodamos en los asientos, la nave permite hasta seis plazas, Arthur repasa los instrumentos, y volviéndose a nosotros nos pregunta.

- Todo listo?.

Cati eufórica le dice que sí levantando el pulgar. Yo no estoy tan convencido. Miro por la ventanilla a mi mujer que me saluda con la mano, intenta decirme algo, leo en sus labios un “te amo”, le contesto con un “yo también”.

        José al lado de Kaborí, saluda agitando sus brazos. Todos se han convocado para despedirnos. De pronto un temblor imperceptible agita la nave, un remolino de tierra se alza del suelo y unos segundos después observo desde el aire el anochecer sobre nuestras tierras.

Los propulsores giran suavemente cambiando su vector de empuje, en unos minutos estamos volando a mil ochocientos kilómetros por hora, y a una altura de diez mil metros la nave apenas vibró al superar la velocidad del sonido. A esta velocidad estaremos en Sorrento en menos de seis horas, teniendo en cuenta la diferencia horaria llegaremos justo para desayunar.

Arthur ha conectado el piloto automático a los pocos minutos de despegar, miro los instrumentos tratando de entender la función de cada uno. Catalina escucha atenta las explicaciones de Arthur. En menos de dos horas abandonamos el continente americano, a la altura de Natal, sobrevolamos por una hora y media el Atlántico hasta que ingresamos a África a la altura de Dakar. Otro par de horas después la costa italiana aparece en el horizonte, simultáneamente el amanecer dibuja una línea de claridad sobre el Mediterráneo. Durante la breve noche de viaje hemos sobrevolado decenas de ciudades otrora importantes, la diferencia es que ahora todo el planeta esta en la mas completa oscuridad. El gps nos indica que sobrevolamos Sorrento. La ciudad sobre los altos acantilados parece totalmente abandonada, buscamos la playa sobre la costa al noreste de la ciudad y la encontramos tal como nos indicara Gianluca. Una comitiva de cuatro personas nos saluda, Arthur maniobra apoyando suavemente el avión.

Unos minutos después abrazo emocionado a mi amigo Gianluca. 

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