Death Note: Mortal Trap

By KyuliHuerta

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Han pasado veintitrés años después de la muerte de Kira, sin embargo, su nombre aún es venerado por muchas pe... More

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3. DEATH NOTE

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By KyuliHuerta


El sonido del teclado de las computadoras era lo que más resonaba, seguido por la voz de una reportera en uno de los cientos de pantallas encendidas en una especie de enrome pared virtual; el francés que emitía la reportera era fluido dando a entender que la televisora era de dicho país; mencionaba sobre la captura de un criminal muy buscado.

—No había necesidad de que murieran tantos, tenían al asesino frente a sus ojos —mencionó con molestia uno de los hombres que se hallaban allí, su rostro estaba cubierto por una máscara queriendo ocultar su identidad; vestía con una camisa de forma desganada junto con unos pantalones de mezclilla, daba un severo contraste ante todos los demás, ya que utilizaban trajes y corbatas—. Ahora comprendo que también Francia se ha vuelto sumamente deficiente —deslizó su silla hasta la mesa que se hallaba justo en medio, allí se apreciaban un sinfín de juguetes de los cuales resaltaban unos muñecos de Lego, en su pecho tenían el nombre de varios países, tomó el que decía Francia y lo tiró.

—Desafortunadamente tienes razón —apoyó su idea otro de los presentes, su nombre Stephen Loud, su seudónimo, Gevanni—. Pero agradecemos que aceptaras trabajar con nosotros Near, mejor dicho, L —el mencionado lo vio por un instante, Gevanni ahora con cincuenta años aún era uno de los agentes más capaces que había conocido.

—Solo acepté como un favor especial —aclaró prestándole suma atención a la torre de naipes que se hallaba en la mesa—. No es como si quisiera desperdiciar mi tiempo.

El ruido de las computadoras se detuvo de momento junto con la televisión que emitía el noticiero francés, todos se desconcertaron cuando apareció en todas las pantallas existentes en el lugar una W.

—Lamento la interrupción —se escuchó una voz gravemente distorsionada—. Pero hay alguien que quiere hablar con L —Near levantó la ceja sin mostrar sorpresa, conocía el día que era y sabía de antemano que las probabilidades de que esa persona quisiera hablarle eran muy altas—. Les pido que abandonen el lugar de forma ordenada, L estará ocupado —todos obedecieron, incluyendo a Gevanni dejando completamente solo a L. Este se acercó al micrófono que tenía más cerca, sabía que Watari haría los arreglos correspondientes con su voz y espero que le dijese cuando lo comunicaría. Sin embargo, eso no sucedió.

Escuchó el resonar de unos tacones acercarse, se quitó la máscara comprobando que frente a él se hallaba nada más y nada menos que una hermosa mujer rubia de deslumbrantes ojos azules, llevaba su cabellera suelta dejando ver leves rizos, su vestimenta parecía ser sumamente fina, digan de una pintora tan reconocida, a pesar de contar con poco más de cuarenta años aparentaba máximo treinta; Near comprendió ante la mirada seria que le brindó que no estaba de buen humor.

—Gracias por recibirme Near —mencionó sin expresión alguna.

—Me has dejado en claro que eres estúpida al venir aquí en persona. —Fue lo primero que le dijo Near con seriedad—. Estás arriesgado mi identidad por un simple capricho tuyo, Linda —esto último había sonado bastante arrogante.

—Aunque no lo creas tuve mis precauciones, deshabilite el sistema de seguridad para no ser captada; no me creas tan idiota como para pasearme por todo New York para venir a verte, no me subestimas tanto Near —era normal que Near la tratara como a una idiota, y que ella le restregara en la cara que no lo había hecho tan mal.

Near empujó una silla que se deslizo hasta ella, muy parecida a la suya para que tomase asiento, la tomó y se sentó cruzando sus piernas, si Near fuese un tipo común y corriente habría caído a sus pies, pero ni siquiera tenía un leve interés ante Lisa Lindal, a quien él conocía como Linda.

—No te quedes callado, sabes porque estoy aquí —rompió el silencio, Linda odiaba cuando Near no iba al punto.

—Y según tú, ¿qué quieres que haga?, no pienso obligarlo a que te conteste las llamadas, de hecho, yo tampoco lo haría —comentó concentrando su atención en su mesa llena de juguetes—. Tu mejor que nadie deberías entenderlo.

—Soy su madre —su tono de voz comenzaba a ponerse más rígido—. Y cada año es lo mismo, trató de llamarlo, pero ni siquiera se a donde y cuando tengo la manera de contactarlo nunca contesta. —Near ni siquiera levantó la cabeza para verla, no comprendía mucho sobre el amor fraternal, aunque sabía muy bien que Linda estaba más que harta de que su hijo se hubiese distanciado de ella—. Está es una de las razones por las cuales estaba en completo desacuerdo con esto.

Near no contestó, pues era verdad lo que Linda decía, ella jamás estuvo de acuerdo que su hijo fuese alejado de su lado para competir por ser el sucesor de L, en este caso de Near; sin embargo, un niño tan especial como el hijo de Lisa Lindal no podía pasar desapercibido, no incluirlo era en definitiva un desperdicio.

—Creí que comprenderías a tu hijo —dijo arrojándole de repente un pequeño muñeco, Linda lo atrapó; se trataba de uno de sus juguetes que era sumamente parecido al anterior L, a Lawliet. Vio sin comprender a Near—. Porque tú también competiste por su cargo, ¿lo recuerdas?

Lina fue la sexta en la línea de sucesión de L justo debajo de A, BB, Near, Mello y Matt. Sus padres habían muerto cuando ella era muy pequeña y ante eso fue llevada a la Wammy's House luego de estar un tiempo en un orfanato común, pues sus capacidades se dieron a relucir allí.

Como Near, Matt y Mello, Linda fue criada en la Wammy's House. Su inteligencia era muy buena pero siempre se vio superada por los demás chicos. Ella siempre tuvo una gran habilidad manual y dibujaba muy bien, lo que hizo que a ella le empezara a gustar ser artista.

Su ambición fue siempre ser la sucesora de "L", ya que lo admiraba.

—Perdí ante ti —admitió sin recelo alguno.

—Fueron tus sentimientos hacia Lawliet los que te hicieron perder, si hubieses actuado con la cabeza fría incluso me hubieras superado —era la primera vez que Near admitía algo como eso, porque, aunque lo tuviese en cuenta siempre, no solía admitirlo abiertamente—. Y ahora es tu hijo el que tiene esta enorme oportunidad, y si no se contacta contigo o con tu esposo es porque quiere protegerlos y a sí mismo, ser el sucesor de L no es nada sencillo y para ello se deben hacer ciertos sacrificios.

—¿Sucesor de L?, eso significa que... —no le sorprendía nada que lo único que Linda haya escuchado de todo lo que había dicho era eso, sin embargo, debía darle la noticia tarde o temprano.

—Sí, Sebastian es en definitiva mi sucesor —Linda gritó de felicidad, Near tan solo la vio sin entenderla, sin duda alguna jamás entendería las emociones de Lisa Lindal.

La mujer se levantó y sin que Near lo pudiese evitar lo abrazo fuertemente, Near trato de alejarla hasta que lo logró; el brillo de sus ojos le dio a entender que estaba sumamente feliz y así era, estaba feliz porque todos esos años en las que Sebastian se había esforzado para el cargo habían dado sus frutos. Su único hijo había logrado lo que Linda no pudo.

—Por favor felicítalo por mí —el peliblanco esperaba más insistencia en ella para ver a su hijo, pero se alivió ante lo dicho.

—Está bien, ahora lárgate, estás atrasando mi vuelo de vuelta a Inglaterra —volvió a colocarse la máscara dándole más atención a sus juguetes.

Su estancia en New York fue bastante fugaz, pues luego de la visita de Linda, Near tomó un avión hacia Londres, Inglaterra. No era su lugar favorito para estar, pero tenía algunos asuntos pendientes que debía atender.

Mientras tanto en el frío Londres, con sus climas tan nublados y paisajes agraciados se disfrutaba de la paz que en muchos países les faltaban. Luego de algunos años, Londres se había convertido en la ciudad más pacifica seguida de Japón y Australia, gracias al sistema tan justo que mantenían estas ciudades, pues después de la revuelta que causo Kira y ante su muerte, se le dio más atención a los reclusos y criminales, ya que al momento de morir se exigía hacer una autopsia sumamente profunda, obteniendo resultados sorprendentes llegando a desmantelar muchas organizaciones criminales. Ese era el nuevo mundo.

El que L había propuesto.

Las noticias inglesas eran sin duda casi un agasajar, los pocos criminales que había eran sumamente menores y cuando eran de gran calibre no se mencionaban en televisión abierta, así que los noticieros estaban llenos de esperanza y una nueva vida.

—El reporte del clima nos pronostica una leve lluvia de granizo mañana, debido a las bajas temperaturas debido a la casi entrada del invierno —el canal en donde se hallaba la televisión mostraba a un reportero señalando en un mapa de Inglaterra el reporte del clima—. Aunque aún no hay probabilidades de nevada se recomienda tener precauciones —la pantalla fue apagada de momento, dejando a un hombre algo mayor bastante confundido, sin embargo, al analizar bien su entorno solo suspiro.

—Veo que ya terminaste —mencionó con sutileza dirigiéndose al chico que había apagado la televisión, un joven de cabello castaño, que a la luz daba una apariencia de rubio, portaba una camisa negra con una corbata a medio atar y unos pantalones de mezclilla desgastados, se hallaba en el marco de la puerta recargado de los bordes mientras sostenía el control remoto.

—No como tal —contestó sin moverse—. Es solo que me molesta un poco lo que exponen en ese noticiero —el mayor asintió con la cabeza sin alguna idea de contradecirlo—. También desconecte el teléfono, no dejaba de sonar —le avisó dándose media vuelta dispuesto a irse de la pequeña sala, de nuevo.

El lugar al cual se dirigía era nada más y nada menos que un despacho que había sido construido de forma especial, un lugar donde el joven podía poner a prueba sus conocimientos y habilidades, en donde el genio se daba a relucir. La habitación contenía una sola ventana que estaba tapada por gruesas cortinas color vino, combinando con la combinación de las paredes; el escritorio era uno común y corriente, con la única diferencia que estaba lleno de papeles y varios libros. Con sumo cuidado trató de llegar a la silla en donde pasaba sentado la mayoría del tiempo, ya que, por todo el despacho se hallaban muchos libros regados por doquier, apenas y se podía ver la alfombra debajo de ellos.

La mirada minuciosa que le dio el joven a todo el lugar fue a parar hasta uno de los libros que se hallaban de forma desordenada en uno de los libreros, lo tomó y se sentó. La pasta era de un color azul opaco debido a lo desgastado que se veía, pues parecía muy antiguo; en sus hojas se hallaban pequeños símbolos cuneiformes de una lengua muerta. El joven tan solo poso su mirada dos segundos y paso a la siguiente hoja, así lo hizo sucesivamente hasta terminar con todo el libro.

Sus ojos azules divagaron de nuevo por el lugar, no buscaba nada en específico esta vez solo pensaba de forma ligera ante la noticia que le habían dado hace tan solo algunos días.

"Tú serás mi sucesor"

Recordaba que la voz distorsionada de L diciendo eso, esas cuatro palabras rondaban por su mente repitiéndose una y otra vez. Había logrado lo que su madre no, sintiéndose sumamente satisfecho. No conocía personalmente a L, jamás lo había visto y desconocía su verdadero nombre, pero eso no significaba que su admiración fuese menos, de hecho, había crecido más. Desde que tuvo uso de razón le hablaron sobre lo grande que era L, al cumplir los cuatro años fue expuesto a dos duras decisiones, competir por su puesto o quedarse con sus padres viviendo una vida normal.

Entonces, en contra de lo que su madre quería decidió alejarse y competir para ser su sucesor; quería ser grande como L, no, quería ser mucho mejor que él mientras veneraba su nombre.

Se recostó en el respaldo de la silla dando pequeñas vueltas en su propio eje, pasando encima de algunos libros; tenía la vista perdida en el techo que dejaba caer una elegante, pero pequeña lámpara; entonces se detuvo de momento recordando algo que parecía ser de suma importancia, con gran agilidad y un toque de desesperación hurgo entre los cajones del escritorio, dio un gran suspiro cuando encontró lo que buscaba.

De sus dedos deslizo una delgada cadena plateada con un dije en forma de manzana, la examinó minuciosamente tratando encontrarle algún pequeño rasguño o algo parecido, pero se vio aliviado cuando no fue así.

"Sebastian"

Observó el pequeño grabado del dije, era bastante pequeño, pero se podía apreciar claramente su nombre, el nombre que ahora portaba. Sin querer suspiro calmado, con satisfacción. Sabía claramente que era sumamente tonto tener un amuleto de la suerte, ya que, literalmente la suerte no existía, era solo un sinfín de posibilidades dadas por las acciones de cada persona; por lo que consideraba a aquel conjunto una especie de acompañante ante sus solitarios días. La soledad era parte de su vida.

La puerta fue abierta sin previo aviso, dejando al mismo hombre de la sala a la vista de Sebastian; quien con agilidad escondió su tesoro de vuelta en el cajón.

—Avisa cuando entres —dijo Sebastian con seriedad.

—Lo lamento, pero tienes una llamada de Watari —el joven hizo una mueca—. Tranquilo, es una llamada por la computadora, no conecte el teléfono —sin más se dirigieron a la sala donde se hallaba una computadora portátil, una cámara web y un micrófono, en la pantalla se encontraba una letra L.

Se colocó en el lugar habitual que tomaba cada vez que tenía que hablar con él, constaba de una silla a un metro de distancia de la computadora, se cruzó de brazos y espero a que L comenzara la conversación.

—Buen trabajo con el caso de Francia —su voz era completamente natural, no había ni una sola gota de edición—. Estás mejorando, porque mientras más rápido resuelves un caso más tiempo tienes de atender otro —Sebastian ni siquiera se inmutó, no había razón para hacerlo—. Le he enviado a Ethan la información necesaria para que resuelvas otro caso, nada complicado —ahora sí el joven bufó levemente, por el otro lado de la computadora Near enarcó una ceja—. ¿Sucede algo malo?

—No, nada, es solo que me preguntaba la razón por la cual no aceptabas tú el caso —ni siquiera divago en sus palabras—. Solo eso.

—No tengo tiempo para casos menores, y aunque me desagrade se debe ayudar a la sociedad de alguna forma —respondió luego de unos segundos—. Además de que no son muy interesantes.

—Me gustaría escoger los casos en los cuales trabajaré —se escuchó una leve risita del otro lado, L solía mostrar esa faceta con Sebastian.

—Desafortunadamente para ti, aun estas en entrenamiento, escogerás tus casos cuando seas llamado como L —la forma en que lo aseguró fue de una forma muy confiada, ya que Near confiaba en que Sebastian sería el mejor sucesor que pudiese tener—. Y no te quejes, que has tenido mucho más privilegio de los que debías tener —no contestó ante eso, pues estaba más que claro que L tenía razón. Él había recibido bastantes privilegios—. Y fue porque desde que te obligue a tomar aquella decisión tan difícil me hizo darme cuenta de que serías un gran detective en el futuro. — Sebastian siguió en silencio—. Bueno dejando de lado eso puedes conectar el teléfono de la casa, tu madre ya me contacto y quedó en dejarte en paz, al menos por hoy.

—Qué extraño —ésta vez sí que hablo, fuerte y claro—. ¿Cuál fue su condición?

—Nada fuera de lo común, solo que te felicitara porque te elegí y porque hoy es tu cumpleaños —Sebastian asintió, sabía la fecha que era y a pesar de ser su cumpleaños le parecía algo fastidioso—. Feliz cumpleaños veintitrés Sebastian, que te diviertas resolviendo el caso —la pantalla se volvió negra cortando la comunicación de ambos. Un suspiro salió de su boca mientras cerraba los ojos.

Sebastian no tenía tiempo de felicitaciones, debía trabajar para no decepcionar a sus padres ni al mismo L.

La alarma sonó a la misma hora de siempre; Kanade extendió su brazo para parar el molesto sonido; tallándose los ojos se sentó en el futón dándose cuenta que no había nadie en el futón de al lado, arrugo el entrecejo pues no sabía si Tadashi se había marchado sin despedirse. Se levantó para buscarlo, o al menos buscar una nota que le explicara el porqué de su ausencia, sin embargo, no fue necesario en cuanto lo halló en la cocina preparando el desayuno.

—Creí que te habías ido —dijo al verlo llamando su atención. Tadashi sonrió negando con la cabeza, no le sorprendía que Kanade pensara eso.

—No, mis clases comienzan a las cuatro de la tarde. Pero quise prepararte el desayuno, vivir a base de comida pre-preparada no es bueno —Kanade se apeno, pues no era una experta en la cocina y cuando su madre no le llevaba comida solía comprarse esa clase de comida; además otro factor importante era la falta de tiempo—. No te preocupes por mí, tu ve a prepárate.

Sin más que decir Kanade se dispuso a arreglarse, ya que como todas las mañanas debía ir a sus entrenamientos; en cuanto estuvo lista desayuno con Tadashi. Debido a que él no tenía prisa encendió el televisor para entretenerse en lo que comían.

A Tadashi le llamó mucho la atención una nota que decía una de las presentadoras, habían aumentado los asaltos en Tokio, justo en la zona donde se hallaba la cafetería en la que Kanade trabajaba; ya habían sido diez casos donde golpeaban a los adultos y masacraban a los niños, luego huían con las cosas de valor.

—Por favor ten cuidado cuando salgas del trabajo —le dijo con preocupación, Kanade lo vio sonriendo tratando de tranquilizarlo.

—Tranquilo, tendré cuidado —luego de un delicioso desayuno Tadashi insistió en llevar a Kanade a su entrenamiento, y pudo convencerlas gracias al pretexto de los asaltantes, aunque ni siquiera era por esa zona.

El entrenamiento de Kanade no tuvo dificultades, Hayashi les había mostrado otro tipo de defensa en caso de ser varios atacantes, algo bastante útil incluso en lo cotidiano y luego de ello tuvo una breve charla con Kanade, debido al mismo asunto.

—Sé que eres fuerte, pero no te expongas —le dijo cruzándose de brazos y la mirada seria—. Ya les di el número de la policía, es más rápido que lleguen de lo normal, así que si ves algo raro solo llama —Hayashi sabía perfectamente lo testaruda que era su estudiante, por lo que quería asegurarse de que Kanade no hiciera alguna estupidez.

—Lo sé sensei —respondió canturreando—. No me meteré en problemas, ¿está bien? —Hayashi la vio sin convencerse del todo—. Sólo no se preocupe por mí.

Salió del gimnasio aun acomodándose su maleta, debía llegar a su trabajo de manera puntual y sin retrasos, ya había faltado el día anterior. No hubo ninguna novedad en el transcurso a la cafetería, pocas personas en el metro y el viento de otoño en las calles.

Sus ventas fueron bajas, lo que hacía que Choko se desesperara; ella era una chica bastante social por lo que no tener clientela con la cual hacer comentarios sobre el clima o el trafico la ponían un tanto ansiosa. Por su parte a Kanade le daba igual, de una u otra forma le estaban pagando.

—Estoy a-bu-rri-da —exclamó Choko acostándose dramáticamente en el mostrador, Kanade solo negó, su amiga no tenía remedio—. Cuéntame algo interesante Kanade-chan —insistió haciendo pucheros, de momento se detuvo—. ¡Oh! Ya sé de qué hablar —la pelinegra la vio confundida mientras Choko sacaba rápidamente su celular—. Ayer encontré unas páginas en Internet sobre Kira —ante el nombre Kanade se puso seria.

—¿Desde cuando eres fan de Kira? —preguntó de la misma forma.

—No es que sea fan de él, es solo que me pareció interesante el tema, ya sabes, de qué lado debe uno estar y esas cosas —contestó mostrándole la pantalla de su celular, donde se apreciaba un fondo negro con las letras Kira en grande, debajo de esto había un sin fin de comentarios—. A lo que me refiero es que estoy curiosa por saber de qué lado estas, ¿Kira o L? —Kanade siguió inexpresiva, esperando a que Choko parara con el tema—. Sin duda estuve del laso de L desde hace mucho tiempo, pero admitámoslo, el mundo no está bien... —era la primera vez que veía a la rubia pensativa—. Nos consideran el segundo país más pacífico, la pregunta es ¿realmente es así?, cada día veo en los noticieros otra alerta de algún criminal acechándonos, un asesinato e incluso violaciones; ¿eso convierte a Japón en un país pacífico?

—Tal vez tengas razón —mencionó Kanade secando unos vasos—. Pero no por esa razón estoy a favor de Kira; no conozco los motivos que lo orillaron a tantas personas hace veintitrés años, sin embargo, mato a mucha gente inocente, ¿Qué clase de justicia es esa? —Choko se quedó callada analizando sus palabras, pocas veces se ponían tan serias en un asunto. Al instante Choko se sintió la más estúpida del planeta, había olvidado por completo que el tío de Kanade había sido asesinado por Kira cuando lo atraparon—. Y por eso, no apruebo lo que hizo —con una sonrisa nerviosa la rubia sonrió aprobando la explicación de su amiga mientras cambiaba el tema de forma brusca, ya había arruinado el día de Kanade y eso la hacía sentir mal consigo misma.

A las seis en punto Kanade estaba saliendo de la cafetería, un tanto agotada, debido a la poca clientela; así que aun con energía volvió a su departamento; el metro que la llevaba a su zona la dejaba dos manzanas lejos de donde habitaba, por lo que debía caminar un poco más. Estaba a punto de llegar cuando su celular se cayó sorpresivamente de su maleta estrellándose en el piso, suspiro al ver que estaba intacto; pero repentinamente algo más cayó a un metro de distancia en la acera. Vio hacia ambos lados, la calle estaba desierta, observó hacia arriba, pero solo se encontraban unos departamentos abandonados hace tiempo. Con curiosidad se acercó ante la cosa que había caído frente a ella.

—¿Death Note? —leyó con una interrogante al ver una libreta negra tirada en el suelo, hizo una mueca al saber que significaba, pues había estudiado inglés desde muy pequeña. La tomó entre sus manos levantándola con cuidado y volviéndose a fijar si alguien la había aventado. Fue en vano. Examino con más detenimiento la libreta hojeándola, dándose cuenta que estaba en blanco—. Debe ser el juguete vudú de algún chico retraído —afirmó en voz alta dispuesta a dejarla en el mismo lugar, sin embargo, tenía una extraña curiosidad ante el objeto.

Siguió su camino hasta llegar a su departamento, abrió con cuidado y se adentró a esté, coloco un poco de agua en la tetera para calentarla, tenía pensado preparar un poco de ramen instantáneo y té para la cena, mientras su comida estaba lista vació su maleta dejando caer sus cosas al suelo. Incluyendo la Death Note.

—Debo estar loca —se dijo a si mima sosteniendo la libreta en sus manos, la abrió encontrándose con una hoja negra que tenía unas instrucciones de "uso". A Kanade le sorprendió lo bien elaborada que estaba la libreta para ser tan solo un juguete de algún niño sin vida social, los niños de ahora eran sumamente raros—. "Los nombres de las personas que estén escritos en esta libreta morirá" —comenzó a leer en voz alta, las reglas venían en cuatro puntos—. "Esta libreta hará efecto si el propietario piensa en el rostro de la persona a la que va a matar mientras escribe el nombre. De este modo, la gente que comparte el mismo nombre y apellido no se verá afectada", "Una vez escrito el nombre, si se especifica la causa de la muerte dentro de los 40 segundos siguientes, así sucederá, de lo contrario, la víctima morirá de un ataque al corazón", "Tras especificar la causa de la muerte, se le otorgarán 6 minutos y 40 segundos para especificar los detalles de la misma" —Kanade rió ante lo que acababa de leer, le parecían tan absurdas esas reglas que incluso se detuvo de comer para reírse—. Oh, amiguito, sin duda necesitas conseguirte una vida —comentó refiriéndose al dueño de la libreta.

Al terminar sus alimentos dejo la libreta en su mesa dispuesta a dejarla en donde la había hallado al día siguiente; no pensaba quedarse con aquella cosa, porque sabía que su dueño la estaría buscando.

—Será mejor que la guarde de una vez —se dijo a sí misma cuando preparaba su futón para irse a dormir. Tomó la libreta y la colocó en su maleta—. Así mañana no se me olvidara —dicho eso se acostó dispuesta a dormir.

El día siguiente lo recordaría para siempre.

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