Mörder [ COMPLETA ]

By RipleyWylde

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《Cuando tu vida se reduce a matar o morir, ¿qué elegirías?》 FECHA ORIGINAL DE PUBLICACIÓN AÑO 2013 More

Sinopsis
Advertencia
Introducción
Primera parte: prisionera
Capítulo N° 1
Capítulo Nº 2
Capítulo Nº 3 (Parte 1)
Capítulo N° 3 (Parte 2)
Capítulo N° 4
Capítulo N° 5
Capítulo N° 6
Capítulo Nº 7 |Parte 1
Capítulo N° 7 | parte 2
Capítulo N° 8
Capítulo N° 9
Capítulo N° 10
Capítulo N° 12
Capítulo N° 13
Capítulo N° 14
Capítulo N° 15
Capítulo N° 15 | parte 2
Capítulo N° 16
Capítulo N° 17
Capítulo N° 18
Capítulo N° 18 | parte 2
Capítulo N° 18 | parte 3
Capítulo N° 19
Capítulo N° 20
Capítulo N° 21
Capítulo N° 22
Capítulo N° 22 | parte 2
Capítulo N° 23
Capítulo N° 24
Capítulo N° 25
Capítulo N° 26
Capítulo N° 27
Capítulo N° 28
Segunda parte: Libertad
Capítulo N° 29
Capítulo N° 30
Capítulo N° 30 | parte 2
Capítulo N° 31
Capítulo N° 32
Capítulo N° 33
Capítulo N° 34
Capítulo N° 34 | parte 2
Capítulo N° 35
Capítulo N° 36
Capítulo N° 37
Capítulo N° 38
Capítulo N° 39
Capítulo N° 40
Capítulo N° 41
Capítulo N° 42
Capítulo N° 43
Capítulo N° 44
Capítulo N° 45
Capítulo N° 46
Capítulo N° 47
Capítulo N° 48
Capítulo N° 49
Capítulo N° 50
Capítulo N° 51
Capítulo N° 52
Capítulo N° 53
Capítulo N° 54
Capítulo N° 55
Capítulo N° 56
Capítulo N° 56 | parte 2
Capítulo N° 57
Capítulo N° 58
Capítulo N° 58 | parte 2
Capítulo N° 59
Capítulo N° 59 | parte 2
Capítulo N° 60
Capítulo N° 61
Capítulo N° 62
Capítulo N° 63
Capítulo N° 64
Epílogo
Nota de autora
EXTRA: El trato | parte 1
EXTRA: El trato | parte 2
EXTRA: El trato | parte 3
EXTRA: El trato | parte 4
EXTRA: El trato | parte 5
EXTRA: El trato | parte 6
EXTRA: El trato | parte final
EXTRA: Rata | parte 1
EXTRA: Rata | parte 2
EXTRA: Rata | parte 3
EXTRA: Rata | parte 4
EXTRA: Rata | parte 5
EXTRA: Rata | parte 6
EXTRA: Rata | Final

Capítulo N° 11

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By RipleyWylde


Había llegado el día que tanto esperaba Erica, y también la mitad de Mörder. Era 20 de diciembre y eso solo significaba que habían comenzado sus vacaciones, que podían ir con sus familias hasta el día 30.

Erica, al igual que todos los demás, guardó en un bolso sus pertenencias con mucho entusiasmo, quería ver a sus padres, visitar amigas, divertirse un poco lejos de toda la locura que implicaba Mörder. Y cuando finalizó de acomodar su bolso, se sentó en la cama que no extrañaría en lo absoluto, se dejó caer acostada y liberó un suspiro nostálgico.

A su lado, en su cama, estaba Chris sentado con la mirada baja y el bolso en su mano. Erica lo miró con curiosidad, no lo veía para nada entusiasmado con sus vacaciones. Su rostro era sombrío, incluso melancólico.

—¿Chris, estás bien?

—Sí, solo pensaba... —suspiró al correr su mirada—. No te preocupes, no es nada.

—¿Tenés a dónde ir? —preguntó Erica con suavidad.

—Algo así...

Erica se sentó en la cama, frente a él. Lo miró fijo aunque él estaba con la mirada baja, por primera vez lo veía vulnerable.

—¿Tenés familia...?

—No, solo éramos mi hermano y yo. Él ya no está, así que estoy yo solo —Levantó la vista para verla a los ojos—. Soy el último de mi familia.

—¿Y qué vas a hacer en estos días, Chris? ¿Vas a estar solo? —preguntó con pena.

—El año anterior decidí quedarme acá, algunos se quedan —dijo con un suspiro—. Pero fue una pésima idea, en estas fechas el ambiente es incluso peor en Mörder. Voy a volver a mi casa, si no la ocuparon todavía.

Erica tomó una de sus manos con cariño y le dedicó una sonrisa.

—¿Querés que nos veamos algún día? Así no estás solo.

—No creo que sea una buena idea, de por sí piensan que somos pareja —dijo Chris con una sonrisa torcida—. Tranquila, voy a estar bien.

—Voy a escribirte entonces, siempre y cuando no digamos nada sospechoso no nos van a prestar atención.

—Está bien, espero tu mensaje —sonrió levemente—. Que te diviertas Erica.

Ella se acercó a él solo para abrazarlo, y para su sorpresa él respondió el abrazo con cariño. Se quedaron unos segundos así, aferrados al otro con cariño. Luego Erica se despidió de él, dándole un beso en la mejilla.

Se sentía culpable de estar tan contenta y ansiosa por ver a sus padres, porque sabía que Chris estaba solo. Sin embargo, ella llevaba tiempo extrañando a sus padres, pensaba siempre en ellos, si estarían bien o no, si la extrañarían. Y mientras pensaba en ellos y dejaba las armas guardadas en el almacén, escuchó el ruido de la puerta cerrarse y giró enseguida, algo asustada, para ver al Loco ahí.

Erica enseguida se puso en alerta, a pesar de que él había dejado de molestarla, le seguía incomodando compartir espacios a solas con él. Y cuando él dio largas zancadas para llegar hasta ella, Erica preparó su defensa, lista para golpearlo de ser necesario.

El Loco se detuvo frente a ella, parecía querer decirle algo pero sus labios se movían sin soltar palabra alguna.

—¿Qué querés? —le dijo Erica, intentó verse confiada al decirlo.

—¿Ya te vas...? —preguntó él casi en un susurro.

Erica lo miró con un gesto extrañado por esa pregunta que no esperaba, y terminó por relajarse un poco.

—Sí, por suerte sí —respondió ella con ese gesto.

El Loco no agregó nada, se acercó un poco más y estiró su mano hacia ella, quien lo esquivó de forma agresiva. Sin embargo el Loco apoyó su mano en el rostro de ella, quien lo miraba con sus ojos bien abiertos. No dijo nada, solo la miró fijo y luego se dio la vuelta rápidamente para irse de ahí como si estuviese huyendo de ella.

Erica se quedó unos instantes más ahí, confundida y con su corazón latiendo más rápido de lo normal. El Loco lograba ponerla nerviosa y hacerla sentir incómoda, incluso solo con su presencia.

Suspiró, se alegraba de irse diez días y no tener que verlo durante ese tiempo.

En el estacionamiento se encuentra con Celeste y Thamma, tal y como habían planificado el día anterior. Ambas muchachas se reían y saltaban de felicidad, mientras que Erica se tocaba la mejilla que había tocado el Loco. No entendía a ese hombre, no concebía comprender sus actitudes ni su comportamiento.

—Me vas a escribir, ¿verdad, manzanita? —le dijo Thamma a Celeste mientras la abrazaba—. Te voy a extrañar mucho.

—Obvio que te voy a escribir, y también te voy a extrañar mucho —le respondió Celeste con cariño.

—Ey, vas a estar diez días sin el Loco persiguiéndote, felicidades —le dijo Thamma a Erica, con un guiño.

—Hace mucho no me persigue... —respondió Erica, parecía estar en un trance hasta que la miró a los ojos—. Pero sí, va a ser bueno estar lejos de todo esto un tiempo. Cuidate, Thamma.

Erica se subió a su motocicleta y se colocó el casco, mientras que Celeste se despedía de su amiga.

La voz de Gretchen sonó en el lugar, estaba con sus manos en la cadera y hablaba en voz alta para que todos allí pudieran escucharla.

—Van a regresar el 30 de diciembre a la noche, o el 31 a la mañana, hasta las 0900 tendrán permitida la entrada, luego de eso... —Curvó sus labios en un sonrisa maliciosa—, bueno, no querrán llegar luego de esa hora. Recuerden que sabemos dónde viven, conocemos los números, nombres y direcciones de amigos y familiares. No tienen escapatoria.

Celeste se colocó el casco para subirse tras Erica, sin embargo escuchó un silbido que para ella era familiar, se quitó el casco y corrió hacia ese muchacho que le sonreía.

Erica vio la forma en que Celeste abrazó a Martín, el representante de los novatos. Se quedaron unos segundos allí abrazados, pero el rostro de Erica mutó en el momento en que los vio besarse. Se alegró de tener puesto el casco para que su hermana no pudiera ver su gesto.

Se bajó entonces de la moto para darle tiempo de despedirse, cruzada de brazos mientras veía a los demás asesinos irse en sus autos o motocicletas. Giró la cabeza hacia atrás cuando escuchó tras ella la voz de Aaron, tenía sus manos en los bolsillos y la miraba con esa sonrisa engreída tan característica en él.

—Cuidate, princesa, nos vemos pronto... —le dijo.

—Vos también cuidate —le dijo Erica y se quitó el casco para que pudiera oírla mejor—, ¿vas a irte a algún lado.

—No, yo voy a estar acá al igual que muchos más. No tengo otro lugar a dónde ir  —dijo con un suspiro—. Pero voy a esperar ansioso noticias tuyas, princesa.

—Bueno, cuando te acuerdes de mí podés escribirme —dijo ella con una sonrisa—, pero seguro vas a estar ocupadísimo con alguna chica.

—Probablemente esté ocupadísimo pensando en vos.

Erica sintió sus mejillas encenderse al oírlo, y por ello Aaron le sonrió, apoyó sus manos en las mejillas de ella y le dio un tierno beso en la frente.

—Nos vemos, princesa.

Celeste llegó hasta ellos, se colocó nuevamente el casco y esperó a que su hermana arrancara la moto para poder subirse detrás. Miró hacia Aaron y Martín que las despedían a ambas y los saludó con un movimiento de mano.

Tardaron cerca de cuarenta minutos en llegar hasta su casa, solo porque Erica trató de no ir muy rápido por su hermana. Y al detenerse en la entrada ambas se sintieron como en un sueño, como si fuera irreal el estar ahí.

Erica estacionó la moto en el garage, mientras que Celeste entró a la casa para avisarle a sus padres que habían llegado. Al entrar y ver a su madre con su delantal puesto para preparar el almuerzo, sintió sus ojos llenarse de lágrimas y se abalanzó sobre ella para abrazarla, junto a su hermana.

Se sentaron las tres a la mesa para conversar, su madre seguía creyendo que estudiaban y trabajaban para Gretchen Moms en la industria de la moda, y no podían decirle que en realidad era una cruel y despiadada líder de asesinos.

Luego de ponerse al día, ambas se dirigieron a su habitación para poder ponerse más cómodas, y al entrar, Erica miró a su alrededor con angustia, extrañaba todo allí. Su cuarto era lila con delicados muebles blancos, y la cama superpuesta diferenciaba la cama de Celeste –con una colcha aguamarina– de la de Erica –con una colcha lila–. Suspiró al ver los pósters en las paredes con bandas musicales, las fotos de sus amigas en un cuadro hecho a mano que le había hecho su amiga Tina.

Se preguntó qué sería de ella, y si estaría bien...

—Extrañaba todo esto... —murmuró con una sonrisa.

—¡Ya mismo llamo a las chicas para juntarnos y contarnos chismes! —dijo Celeste con entusiasmo y se arrojó sobre un puf en un rinconcito.

—No te olvides que no podés decir nada sobre D.E.A.T.H. —la regañó Erica.

—No soy boluda, Erica.

Erica suspiró y puso música en un parlante, la voz de «Pomme» comenzó a sonar por todo el lugar mientras se cambiaba de ropa. Decidió ponerse un bonito vestido con florecitas rosadas, era lo que más extrañaba al estar en Mörder: vestirse bonito.

Se apoyó en el balcón para poder ver la calle, esa tranquila calle donde los niños jugaban a la pelota mientras esperaban al almuerzo. Respiró hondo el aire fresco, extrañaba esa tranquilidad.

—¡Erica!

El grito de un chico hizo que mirase hacia abajo, a la calle.

—¡Lucas! ¿Cómo estás? —sonrió con emoción al reconocer a su vecino, que cortaba el pasto con el torso desnudo.

—Todo bien, ¿vos? ¡Hacía cuánto no te veía! —sonrió y decidió dejar su cortadora de pasto a un costado.

—¡Esperá! ¡Ahí bajo y hablamos mejor!

Erica salió corriendo de la habitación y bajó rápidamente las escaleras para poder abrir la puerta de entrada. Sonrió al ver a ese hermoso muchacho que secaba el sudor de su rostro, y se acercó despacio hacia él.

Lucas era rubio, alto y delgado, aunque al estar con el torso desnudo Erica pudo ver su cuerpo ejercitado. Sin embargo, aunque antes le parecía el chico con el mejor físico del mundo, ahora lo veía más sencillo debido a la costumbre de ver a los asesinos de Mörder.

—Hola, Lucas... —dijo con una sonrisa al detenerse frente a él y mirarlo a los ojos verde claro de mirada sexy.

—Hola, Eri... —le sonrió con cariño—. Hacía mucho que no te veía, le pregunté varias veces a tus viejos por vos. Me dijeron que estabas trabajando con Gretchen Moms, ¿es cierto?

Erica torció sus labios, no tenía ganas de hablar de ella, pero terminó por suspirar.

—Sí, es cierto, pero no es como en la tele. Es muy estricta y exigente.

—¿Sabés? Extrañé esa música francesa que siempre se escuchaba desde mi pieza...

—Bueno, ahora está sonando, como para no perder la costumbre —dijo con una sonrisa mirándolo fijo, él le había gustado desde siempre—. ¿Qué onda vos, tus cosas? ¿Estás de novio, soltero? ¿Trabajás? ¿Qué contás de nuevo?

—Estoy soltero, trabajo con mi tío en la rockería, y ¿mis cosas? Bien, todo tranqui —se rió con nervios y se refregó la nuca con la mirada baja, luego la miró—. Estás hermosa...

—Gracias, vos también estás hermoso —le dijo ella y él sonrió—. Bueno, siempre lo estuviste, hasta mi hermanita salía a mirarte por la ventana.

Él se rió por ese comentario.

—Nunca me di cuenta —dijo con su risita—. A la noche salgo con unos amigos a un pub, ¿querés venir? Vamos a jugar al pool y tomar algo tranqui.

—No lo sé, recién llego a casa, quiero estar con mis papás un poco.

—Entiendo, cualquier cosa avisame. ¿Sí?

—¿A dónde van a ir? —preguntó Erica con curiosidad.

—A uno de Palermo, porque el dueño es el primo de un amigo y es como nuestra casa ya.

—No sé, no me gusta mucho la idea de volver a Capital, no tengo ganas cruzarme con conocidos por allá —suspiró al bajar la mirada, recordando Mörder y sus asesinos.

—Entiendo, no hace falta si no querés, podemos juntarnos vos y yo tranquilos, no sé, tomar mate o una birra.

Lucas le sonrió con esa alegría tan característica en él, esa sonrisa que la hacía olvidarse de los problemas. Y por ello fue que Erica terminó por asentir con una sonrisa.

—Está bien, voy con ustedes. Hace mucho que no salgo, me va a hacer bien salir y despejarme.

—¡Copado! La vamos a pasar bien, ¿seguís teniendo el mismo número? —preguntó Lucas con entusiasmo.

Erica abrió sus ojos con pánico al darse cuenta que alguien de Mörder podría ver si se escribía con él, pensó que eso podría ponerlo en peligro si alguien que no la quería llegaba a saberlo, y fue por ello que le dijo:

—Escribime al celular de mi mamá, el mío es solo laboral, ¿sí?

Arreglaron el horario en el que saldrían, y luego Erica dejó a su vecino trabajar tranquilo en la vereda, mientras que ella ingresaba a su casa para almorzar con la familia.

Sus padres las llenaron a ambas de preguntas, pero quien respondía con más tranquilidad era Celeste, Erica pensó que estaba mucho más adaptada a Mörder, y eso le preocupaba bastante.

Luego de almorzar, sus padres se acostaron a dormir la siesta y ambas quedaron solas en el comedor, tomaron mate como hacía mucho tiempo no lo hacían.

—Cele... —comenzó a decir Erica.

—¿Me vas a dar algún discurso moralista sobre Mörder? —bufó Celeste con fastidio.

—Solo quiero saber que estás bien, te veo muy poco, y cuando lo hago estás con...

Celeste se puso de pie y apoyó sus manos en la mesa, enojada.

—Ni se te ocurra hablarme de Martín, ¿escuchaste?

—Solo quiero saber que estás bien, ¿él te trata bien? —preguntó Erica con preocupación—. Solo me preocupo por vos, sos mi hermanita...

Celeste la miró con furia, pero terminó por suspirar y sentarse nuevamente a la mesa. Apoyó la cabeza en su puño, como si ya estuviera harta.

—Sí, me trata bien. Yo no soy como vos, a mí no me gustan los chicos malos y engreídos que se cogen a todas —dijo con un chasquido de lengua—, a mí me gustan los chicos que son tiernos y románticos, y Martín es tierno y romántico.

—Sigue siendo alguien peligroso, Cele...

—Peligrosa sos vos que solo porque alguien me insultó fuiste a querer matar a unas desconocidas, y terminamos metidas en Mörder —se quejó Celeste con el ceño fruncido—, vos acabaste con un loco, y para colmo vas todo el tiempo a ayudar a gente a deshacerse de cadáveres. Vos sos mucho más peligrosa y aún así estoy tomando mate con vos.

—Soy una obligada, Celeste, si no lo hago ¡nos matan! —se quejó Erica.

—Martín también es un obligado, solamente lo ascendieron a líder de los novatos porque al igual que vos es muy hábil.

—A mí nadie me ascendió a nada.

—No sería raro que lo hicieran —se rió Celeste—, estás loca, Erica.

Erica bajó la mirada, y Celeste estiró sus manos hacia las de ella para poder tomarlas.

—Creeme, Eri. Martín no es como los tipos que te gustan, no es como Aaron.

Erica la miró con sorpresa.

—Ay, por favor, se te nota en toda la cara que te gusta Aaron —se burló Celeste.

—Sí sabías que Martín me besó, ¿no? —bromeó Erica con una sonrisa torcida.

—Lo sé, me dijo que no sos su tipo —se rió Celeste—. Debe ser toda una sorpresa para vos saber que no le gustás a alguien, y que para colmo le gusto yo.

Erica la miró en silencio y apretó con cariño las manos de su hermana.

—¿De verdad te trata bien? —insistió—. Sabés que podés confiar en mí.

—Eri, sigo siendo virgen si eso es lo que te preocupa —se rió Celeste—, y sí, me trata tan bien que no me presiona ni me fuerza a nada, me trata tan bien que se conforma solo con abrazarme en la noche —Vio los gestos que hizo su hermana, entonces suspiró para poder agregar—: Y no, Erica, no está cogiéndose a otra, ya te conozco yo.

—¿Duermen juntos? —preguntó con sorpresa.

—A veces, cuando tengo miedo se queda conmigo y me abraza toda la noche. Solo eso, Eri.

—Está bien —dijo Erica con una sonrisa—, si es así está bien. Pero donde te haga algo o te obligue a hacer cosas, lo voy a matar.

—Él es más fuerte que vos —se rió con ternura.

—Ya veremos.

Celeste se puso de pie para poder acercarse a su hermana, se fundieron en un abrazo. Ella podía entender los miedos de Erica, Celeste sabía que su hermana estaba en el peor lado de Mörder y que la había pasado realmente mal, pero distaba mucho de su propia experiencia.

—Te quiero mucho, Eri —le dijo con cariño.

—También te quiero, aunque me digas que estoy loca —dijo Erica con una sonrisa.

Se quedaron abrazadas un rato más, no se habían dado cuenta de lo mucho que se necesitaban mutuamente hasta ese momento.

~ • ~

A la noche, luego de pasar toda la tarde con su familia, Erica se preparó para salir con Lucas y sus amigos. Se maquilló como hacía mucho no lo hacía, con sus ojos delineados en negro y una delicada sombra en tonos tierra, y a pesar de que quería ponerse un vestido, se decidió por usar un jean ajustado y un top de encaje rosado, con una sencilla campera de jean.

—Fua, te llega a ver Aaron así y hasta casamiento te pide —dijo Celeste con una sonrisa pícara—. Menos mal que Martín no te vio así.

—No creo que él me miraría justo a mí, sos más linda que yo —le dijo Erica al pellizcarle una mejilla.

Erica quiso ir en la moto, sin embargo Lucas prefirió ir en Uber para no tener que manejar alcoholizados. Y luego de un rato, Erica y Lucas, junto a su grupo de amistad, ingresan en un pub con varias mesas de pool.

—¿Qué querés tomar? —le preguntó Lucas a Erica, con un tono de voz alto debido a la música.

—Lo que tomen ustedes —dijo ella.

—¿Fernet está bien, o preferís cerveza?

—Fernet está bien.

Lucas asintió y fue hacia la barra para pedir los tragos, mientras que Erica se acomodó junto a las chicas del grupo en unos sillones rojos. Estaban esperando que se liberara una mesa de pool.

Erica conocía de vista a los amigos de Lucas, y solo tenía trato con una de ellas, con quien incluso había tomado mate un par de veces. Esa chica no dejaba de tocar los brazos de Erica con mucha emoción.

—¡Necesito que me pases tu rutina! —le dijo con una sonrisa—. Tenés unos brazotes hermosos.

—Y eso que no viste esto —dijo Erica al ponerse de pie, mostrándole sus piernas—. Gracias a... la danza... —susurró lo último con algo de tristeza.

Siempre había tenido buena figura debido a la danza, pero sus músculos habían aumentado desde que entró en Mörder.

Lucas llegó hasta ellas junto con sus amigos, que le ayudaban a llevar los tragos. Él se quedó de pie frente a ellas y conversaron un poco, al menos hasta que una de las mesas de pool se liberó y pudieron comenzar a jugar.

—Princesa, ¿estás conmigo? —dijo un chico mirando a Erica con una sonrisa.

—¡Odio que me digan princesa! Ahora por eso me quedo con Lucas —se rió y se aferró al brazo del rubio.

—¿Perdón? Claro, yo por descarte ¿no? —se quejó él, pero luego comenzó a reírse.

Para sorpresa del equipo de bolas lisas, Erica y Lucas –con bolas rayadas– eran muy buenos jugadores, y en pocos movimientos habían logrado terminar con casi todas sus bolas. Eso frustró al equipo contrario, que no era tan bueno.

—Si le embocás, ganamos, Eri —dijo Lucas con una sonrisa.

—Si ganamos ¿qué me vas a dar? —Erica lo miró fijo.

—Lo que quieras, ¡pero embocale!

Ella se rió y preparó su tiro, calculó cómo debía hacerlo para dar a la última bola, y con un suave toque logró meter al hoyo la última bola. Comenzó a hacer un baile como festejo, lo que hizo reír a Lucas pero frustrar al equipo contrario.

Luego él se acercó a Erica, la tomó de la mano y comenzó a hacerla girar varias veces, entre risas. Y Erica, solo por molestarlo, comenzó a bailarle de forma chistosa.

—Te están mirando todos, ¿sabés? —dijo él con una risita.

—No me molesta, estoy acostumbrada. En mi trabajo siempre me miran, ¡aprendí a ignorarlos!

En un rincón del pub, unos hombres jugaban al pool tranquilamente mientras bebían vodka. Uno entre ellos analizaba el tiro que debía dar, y cuando estaba por golpear oyó una voz conocida y levantó la mirada para ver a Erica girar y bailar, entre risas. Terminó por errar su jugada y se hizo a un costado para dejar jugar a su compañero. Estaba sorprendido por verla ahí, especialmente por verla más bella que nunca.

La vio reír y bromear con un chico rubio al que no conocía en lo absoluto, y solo pudo sonreír ante esa imagen. Pero al verla así, tan feliz, tan alegre como jamás la había visto, se puso serio y suspiró, para luego colocarse su campera de cuero.

—¿Te vas?

—Estoy cansado...

—Bueno, como quieras.

—Pago yo, no se preocupen.

Dejó un par de billetes en la mesa y se alejó de ahí lo más rápido que pudo, tratando de ir por la oscuridad para que ella no lo viera. No quería que pensara que la estaba persiguiendo, cuando solo fue una simple casualidad.

—¡Wolff! ¡Te olvidás las llaves! —le gritó uno de ellos y le arrojó las llaves de la moto.

Él las tomó y se alejó por las sombras, justo cuando Erica volteó para ver, estaba segura de haber oído el apellido del Loco. Sin embargo no lo vio por ningún lado.

—Debo estar volviéndome loca... —murmuró Erica.

—¿Pasa algo? —le preguntó la amiga de Lucas.

—No, nada. ¿Me acompañás al baño?

Ella asintió con una sonrisa y junto con las otras dos chicas del grupo fueron hacia el baño. Erica solo quería mojarse la nuca, de repente se había puesto nerviosa, y pensó que tanto tiempo en Mörder ya le estaba afectando.

Retocaron todas un poco su maquillaje, para luego salir tomadas del brazo.

—¿Bombita?

Erica giró enseguida al oír ese apodo y se encontró con Rata ahí en un rincón, estaba con un grupo de hombres jugando al pool.

—Qué loco verte acá —dijo Rata con una sonrisa, luego miró a las chicas junto a Erica.

—Vayan con los chicos, yo ya voy —les dijo ella en voz baja—, es un conocido.

Las chicas parecieron dudosas de alejarse, pero terminaron por hacerlo. Y Erica se quedó ahí de pie frente a uno de los mejores barrenderos.

—¿Cómo estás, Rata? —le dijo con una sonrisa—. ¿Y Fosa?

—¿Realmente creés que él vendría a un lugar tan sucio como este? —dijo con una risotada fuerte—. Vine con algunos conocidos, de vez en cuando socializar es divertido.

—¿Conocidos de Mörder o de la vida? —preguntó Erica con una risita, no le agradó encontrarse conocidos ahí.

—Ambos, algunos de Mörder, otros de los barrenderos, ese por ejemplo es de Naemniki —señaló con la vista a un hombre inmenso—. ¿Vas a volver a trabajar con nosotros o ya te asustaste?

—Fosa no volvió a llamarme —admitió Erica con un gesto torcido.

—No me sorprende. Él no quiere a nadie, está decepcionado del mundo entero —dijo con su risa fuerte—. Dale tiempo, ya te va a llamar.

Erica se despidió de él de manera educada y regresó junto a los demás, pero desde ese momento en adelante no quitó su vista de ese grupo de asesinos y barrenderos que se divertía en un rincón. Erica pensó que quizá solo querían divertirse luego de largas jornadas de trabajo, pero con todo lo referido a Mörder quería ser precavida.

Luego de unas horas terminó por relajarse al ver que ellos solo jugaban y bebían entre ellos. Ni siquiera parecían prestarle atención al resto de las personas. Y solo luego de comprobar eso, pudo relajarse un poco.

Como notaron que estabann todos borrachos, salvo por Erica, Lucas y un chico más del grupo, decidieron irse del lugar y acompañar a las chicas a sus casas. Caminaron por las calles entre risas y bromas, pero las risas y bromas se acabaron cuando una de las chicas comienza a gritar. Había conseguido un ligue en el pub y la estaba acompañando junto a un amigo, sin embargo en el camino comenzó a ponerse muy intenso y violento con ella. La quería besar y tocar sin su consentimiento.

Erica se acercó rápido cuando vio que la chica lo empujó y él la tomó del brazo de forma violenta. Sin embargo, a pesar de que quiso involucrarse, los otros chicos del grupo no le permitían acercarse, la hacían a un lado.

—Ey, pibe, ¡dejala! ¡Si te dijo que no, es no! —le gritó Lucas con odio.

El otro le lanzó un puñetazo al rostro a Lucas que casi lo hizo caer, y solo eso bastó para que se armara una batalla campal en el medio de la calle.

Erica corrió hacia la chica y la ayudó a caminar para alejarla de la pelea, junto a las otras la sentaron en el suelo. No dejaba de llorar y refregarse los ojos, y Erica entonces la abrazó para reconfortarla.

—¿Estás bien? —le preguntó con suavidad.

La chica asintió con su rostro lleno de lágrimas. Luego Erica dirigió su mirada hacia la pelea, pensó que pese a tener cero entrenamiento en pelea, Lucas peleaba bastante bien. Y cuando él cayó al suelo y se golpeó la cabeza, Erica corrió hacia allí y frenó rápidamente la muñeca del tipo, que quería golpear a Lucas con una botella de vidrio.

—¡Erica, andate! —le dijo Lucas.

Le dobló la muñeca y trabó sus piernas para hacerlo caer al suelo, aplicándole una llave de sumisión al brazo para dejarlo inmóvil. Sin embargo, el amigo de él se abalanzó sobre ella, quien saltó para darle una patada alta al rostro que lo arrojó al suelo.

Luego, como si hubiese sido la cosa más sencilla del mundo, giró hacia Lucas e inspeccionó la herida en su cabeza.

—Por Dios, pasó de ser la princesa Blancanieves a ser la princesa Fiona —murmuró Lucas con sorpresa.

Los amigos de Lucas, bastante borrachos, solo miraron con sorpresa y terminaron por gritarle a Lucas:

—¡No seas boludo y casate con esta piba! Te arma el fernet y te defiende en las peleas, papá.

—¿Estás bien? —le preguntó Erica a Lucas, con su mirada preocupad.

—Debería haber preguntado yo eso, creo que hoy no me toca ser un héroe —se rió tocándose la frente, donde tenía un pequeño corte sangrante.

—No te preocupes, Luquitas, ¡no va a hacer falta suturar! Es solo un pequeño raspón.

—Dios, ¿además de ser Jackie Chan versión mujer ahora también sos Dr. House?

Cuando los dos tipos se pusieron de pie, Erica se puso en posición de pelea, sin embargo ellos se fueron en una corrida sin siquiera mirarla.

Decidieron llamar distintos dos Uber para asegurarse de que algo así no vuelva a suceder. Los amigos de Lucas se divieron entre los dos autos con las chicas, sin embargo Erica y Lucas decidieron caminar.

—¿Vamos yendo o seguís mareado? —le preguntó Erica a Lucas con una sonrisa.

—No estoy mareado, solo sorprendido.

Se puso de pie y comenzó a caminar junto a Erica, que se aferró a su brazo para caminar juntos.

—Pero hagamos un trato... —le dijo con una sonrisa divertida—. Si intentan robarnos o hay otra pelea, ¡dejame lucirme e intentar cuidarte! Fingí miedo y decime «oh, Lucas, gracias por salvarme la vida, sos mi héroe».

Erica se rió y apoyó su cabeza en el hombro de él al caminar.

—Y eso que te prometí que sería algo tranqui —dijo Lucas con una risita.

—Fue tranqui, en comparación a lo que estoy acostumbrada.

Caminaron un par de cuadras hasta llegar a una parada de taxis, decidieron tomar uno para llegar más rápido a sus casas. Al llegar, Lucas la acompañó hasta la puerta.

—Ganamos, te debo algo, ¿qué querés?

—Uhm... ¿puedo pedir lo que quiera? —sonrió colocando las manos tras su espalda.

—¡Pará, eh! Que esté en mi presupuesto —se rió.

—¡Quiero que me invites un helado!

—Un helado, perfecto, pero ahora no hay heladerías abiertas... —dijo con una sonrisa—. Entonces... ¿mañana?

—Mañana no, es el cumpleaños de Cele y quiero estar con ella y mis papás ¿cuándo podés?

—El lunes trabajo hasta las seis, si te parece bien yo...

—¡El lunes a las siete!

Se saludaron con un beso en la mejilla y ambos entraron a sus respectivas casas.

Al entrar en su cuarto, Erica suspiró, Celeste ya estaba dormida. Se desmaquilló el rostro con unas toallitas y comenzó a desvestirse para colocarse un pijama de verano lila.

Decidió salir al balcón, por lo que abrió el ventanal de su habitación y se asomó para apoyarse en la baranda del balcón, y desde ahí ver la luna. Dejó ir un suspiro triste, porque se tentó a besar a Lucas un par de veces, pero por alguna razón no pudo hacerlo. Pensaba en Aaron en Mörder y se sentía extraña.

El olor a tabaco llegó hasta ella, por lo que giró hacia su derecha para ver a Lucas sentado en el borde de su ventana.

—¿Tan mal la pasaste conmigo que estás con esa cara? —le dijo él con una sonrisa divertida.

—No, la pasé bien, solo pensaba...

—Hay algo que no te pregunté. —Lucas sopló el humo de su cigarrillo y miró la luna—. No te pregunté si vos tenías novio, o si salías con alguien...

—No, no tengo novio, y tampoco salgo con nadie.

—Pero sí te gusta alguien, ¿no?

—Creo que sí, no lo sé... —suspiró al recordar a Aaron—. Qué sé yo, es todo muy confuso.

—Tal vez solo tengas que darte el tiempo a pensar en lo que sentís —le dijo con una sonrisa—. Si lo esquivás vas a estar confundida siempre.

—Puede ser... —susurró y se apoyó en la baranda que daba justo a la ventana de Lucas—.  ¿Te acordás cuando era más chica y me pasaba para allá? —él se rió al recordarlo y asintió—. ¿Y si fingimos que nuevamente somos esos niños?

Él sonrió como respuesta y se hizo a un lado. Erica entonces se sentó sobre la baranda y se sujetó del marco de la ventana para poder impulsarse hacia dentro, como hacía cuando era más pequeña.

Ya dentro, Erica mira a su alrededor, el cuarto era gris claro y azul, y tenía varios pósters de bandas de rock, además de una guitarra eléctrica a un costado.

Se sentaron en el suelo, apoyados contra la cama, y comenzaron a hablar de sus vidas, a intentar ponerse al día.

—Peleás bien —le dijo Erica con una sonrisa.

—¿Te estás burlando de mí? —dijo él con una risita—. Prácticamente sos John Wick mujer, ni en pedo peleo bien.

—Para no tener entrenamiento peleás bien —le dijo ella y apoyó su cabeza en el hombro de él—. Me gustó que fueras a defender a tu amiga sin importar nada.

—A mí me gustó que la defendieras sin ser su amiga —admitió él con una sonrisa.

—¿Te molestó que te protegiera? —preguntó ella en voz baja—. Ya sabés, porque soy mujer...

—Eri, ¿qué clase de hombre creés que soy? —se rió—. Si te soy sincero, me pareció espectacular, me sentí todo un princeso divino y protegido.

—Puedo ser tu príncipe azul si querés —bromeó Erica con una sonrisa divertida.

Lucas se rió y tuvo que cubrirse la boca para no despertar a su familia.
Erica lo miró en silencio, Lucas era realmente hermoso, su sonrisa era radiante y su risa muy contagiosa. Sus ojos parecían brillar al reír.

Lucas la miró también, a esos grandes y bonitos ojos grises, miró sus labios carnosos y apoyó con suavidad su mano en la mejilla de Erica. Luego se animó a acercarse, quería darle el tiempo a rechazarlo, sin embargo Erica cerró los ojos y aceptó el beso.

Era un momento con el que ambos habían fantaseado varias veces, porque aunque nunca le habían dicho nada al otro, se gustaban mutuamente hacía tiempo.

El beso había comenzado siendo suave y cariñoso, luego de a poco se volvió más pasional y comenzaron a a acariciarse de forma insinuante. Erica acarició el pecho de Lucas y él apretó entre sus manos los glúteos de Erica.

Poco a poco comenzaron a desvestirse, sin querer soltarse ni dejar de besar al otro. Lucas instó a Erica a sentarse en la cama y se puso de rodillas frente a ella, mirándola directo a los ojos, con un fuego muy notable en ellos. Le besó las piernas mientras las recorría suavemente con sus manos, y fue subiendo poco a poco hasta llegar a la entrepierna de Erica, y se detuvo ahí con cuidado, oyendo los suaves sonidos placenteros que ella intentaba controlar, para que nadie los escuchara.

Aunque era Erica la que estaba sintiendo toda clase de sensaciones placenteras por el delicado esmero del rubio, él disfrutaba solo de oírla y de hacerle sentir placer. Y cuando ella debió cubrirse la boca con sus manos y sus piernas comenzaron a temblar, él se alejó solo un poco para dirigirle una sonrisa.

Erica se irguió y lo hizo acomodarse en la cama, mientras que él se colocaba un condón, y cuando estuvo listo ella se acomodó sobre él mientras besaba su cuello.

Lucas se sentó solo para poder abrazarla y besarla, aferrando sus dedos a la espalda de Erica. Sintió algo extraño en ella, pero no dijo nada para no arruinar el momento.

Y cuando fue el turno de él de explotar en placer, Erica lo siguió nuevamente unos instantes después y se dejó caer a su lado, jadeante.

Ninguno dijo nada, solo se quedaron en silencio para disfrutar del momento que tanto habían ansiado siempre. Luego Erica se apoyó en su pecho y Lucas le hizo caricias en la espalda. Y aunque trató de no decir nada antes, no podía evitar sentir curiosidad por esas marcas que se sentían al tacto en su espalda.

—¿Qué te pasó acá? —le preguntó, para luego darle un beso en la frente.

—Me lastimé entrenando, uno no aprende a pelear así, tan fácilmente —dijo ella en un suspiro, no pensaba contarle la verdad.

—Pero... parecen azotes...

—Mi maestra es un poco estricta, no te preocupes, estoy bien, no es nada.

Ante esa respuesta él se acomodó de tal forma que pudiera ver las cicatrices de Erica, pasó con suavidad sus dedos por cada una de ellas, y luego se acercó para darle un beso allí, entre los omóplatos, donde se cruzaba cada marca.

—¿Querés quedarte conmigo? —le preguntó él en un susurro que a Erica le sonó muy seductor.

—Uy, si me lo decís así claro que me quedo —respondió con una sonrisa pícara—, pero debería irme temprano, me gustaría despertar a Cele con un desayuno.

Él le sonrió como respuesta y le dio un beso en los labios, para luego abrazarla. Conversaron un rato y bromearon sobre todo, porque si había algo que caracterizaba a Lucas era su sentido del humor.

A la mañana, Erica saltó hacia su balcón de la misma forma que había hecho antes, no sin antes despedirse de Lucas con un beso.

 
Al entrar en su cuarto y ver su celular, pudo ver dos mensajes que la llenaron de culpa:

Aaron: Te extraño...

Aaron: Qué descanses princesa, espero que hagas un espacio para mí en tu agenda semanal, besos.

| NOTA |

Holis, gente. Hoy 26/09 es mi cumpleaños, y por ello decidí traer un capítulo más de Mörder porque aparece mi personaje favorito de toda la historia <3 

¿Qué les pareció Lucas <3 ?

El Loco estaba en el bar :0 pero Erica no lo vio. ¿Cómo creen que habría reaccionado al verlo?

¿Qué les pareció el capítulo?

Espero que esté bien escrito porque lo estoy corrigiendo con visitas en casa xD

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