Con todas mis hojas esparcidas por el pasillo mi humor había empeorado. Me había chocado con alguien y ni siquiera me había ayudado a recogerlo. Esto está lleno de imbeciles, seguro que era Nick, un enano de metro y medio que su ego llegaba a Venus. Que se le va ha hacer, la vida no es un libro.
Un hombre de pelo negro recogía algunos de los papeles hasta que todos estaban en su mano, ofreció su mano. La tomé y me levanto.
—Gracias– Susurré, mientras miraba el suelo.
—No pasa nada– Guiño y se fue.
¿Ese no es? ¿Benedict Cumberbatch? Con los papeles en la mano y la boca abierta de par en par como todos los que estaban en el pasillo no podía moverme. Me había quedado inmovilizada, su mirada se había clavado en mi memoria. Una chispa recorría mi cuerpo.