Nota: Aquí está mi contribución para el día de Narumayo de este año (grititos míos de fangirl de fondo). La historia tiene 2 partes (obvio si has leído el título). La segunda la pondré mañana que es el día oficial en sí. Por último, Ace Attorney no me pertenece a mí (triste pero cierto). Muchas gracias por leer y un saludo.
Poco a poco se iba acercando ese día. El día en el que las parejas celebraban el hecho de estar juntos dándose regalos mutuamente. Nunca me habían interesado mucho esas cosas, todo por culpa de aquella relación fallida hace años atrás que casi terminó con mi vida. Aunque desde que la había conocido, las cosas habían comenzado a cambiar poco a poco. Me gustaba, eso era algo innegable, pero no sabía cómo decírselo. Pero, qué mejor manera que decírselo en San Valentín.
-Uum...-dije con un suspiro sentándome en el sofá de su bufete, agarrando una revista de lugares bonitos de la ciudad.
(¿Qué le podría gustar? Tiene que ser romántico, no puedo llevarla a comer unas simples hamburguesas como solemos hacer...)
Seguía pensando en ideas que podía llevar a cabo, pero no había ninguna que me gustase demasiado. Todas eran demasiado simples y Maya merecía algo más especial que eso. Ya había tratado de darle flores antes, pero me daban alergia y comencé a estornudar tanto que las eché a perder. En otra ocasión intenté regalarle bombones, pero se calentaron tanto que cuando traté de regalárselos se habían derretido todos. Definitivamente, era demasiado patético en lo que a citas se relacionaba.
Comencé a escuchar unos pasos acercándose a la habitación, por lo que a prisa y corriendo cerré la revista y traté de esconderla en el sofá. Justo en ese momento, comprobé que la persona que se estaba acercando se trataba de Pearls, la prima de Maya.
-Buenas tardes, señor Nick-dijo sonriente al verme.
-Hola, Pearls-dije levantándome para recibirla.
-¿No está Maya la mística? ¿Dónde está?-preguntó mirando por toda la habitación.
-Ah, ha salido a hacer unos recados por la ciudad. Tardará un poco.
-Ooh-dijo cabizbaja.- Y yo que había venido desde la Aldea Kurain para verla...
-La echabas mucho de menos, ¿no?-pregunté acariciando su cabeza con suavidad.
-Ajá, además traía unos pasteles que el consejo de ancianos había hecho, y quería que los probase... Pero no está aquí.
-Puedes esperar a que vuelva y si se hace tarde te puedes quedar esta noche con nosotros-sugerí con una sonrisa agradable.
-¿De verdad? Gracias, señor Nick, es usted muy amable-dijo feliz comenzando a dar pequeños saltos de alegría.
-Y...-continuó diciendo comenzando a caminar por la habitación.- ¿Qué estaba haciendo?
-En realidad...-dije pensando en lo qué decir.- Nada importante-respondí de forma ambigua para no tener que decirle la verdad.
-¿Qué es esto?-preguntó sacando la revista que había estado leyendo.
-¿Eso?-dije con una gota de sudor frío en la frente.- Solo es una revista que estaba leyendo, nada más.
-¿Una revista?-preguntó con curiosidad.- "Los mejores sitios a los que llevar a tu pareja este San Valentín-leyó la portada.
(La hemos liado...)
-¡Señor Nick!-dijo con una mirada brillante.- ¿Por qué tenía esta revista?
-¿Qué por qué?-dije comenzando a ponerse nervioso.
-No me diga que...
-¡No hace falta que termines la frase!-dije poniéndole la mano en la boca, para que no me hiciese sentir más avergonzado de lo que ya estaba con sus palabras.
-¡Iiiiii!-dijo dando pequeños grititos de felicidad.- ¡Lo sabía!, ¡Lo sabía! Es como un bonito cuento de hadas en el que el caballero se da cuenta de que quiere estar con la princesa... ¡Qué envidia me dan!
-Bueno, bueno, tampoco lo diría de ese modo-respondí muy avergonzando tratando de calmar la situación.
-¿Y qué planea hacer para declararle su amor a Maya la mística? ¿A dónde la quiere llevar, señor Nick?-dijo la pequeña comenzando a ponerse eufórica.
-Pues...esa es la cuestión-respondí sentándome en el sofá.- La verdad es que no se me ocurre nada que hacer.
-Uum, entonces déjeme a mí señor Nick-dijo sentándose a mi lado con mucha determinación.
-¿Qué te deje? ¿Qué es lo que quieres hacer?
-Déjeme ayudarle, señor Nick-dijo señalándose a sí misma.- Vamos a hacer una cita perfecta en la que le declare sus sentimientos a Maya la mística y puedan ser felices para siempre.
-Estooo... Está bien, supongo-dije bastante sonrojado por los comentarios de la menor.
-¿Ha pensado en algo ya, señor Nick?-preguntó con intriga.
-He estado tratando de pensar en lugares a los que podamos ir, pero la verdad es que no se me ha ocurrido nada que de verdad me guste.
-Bueno, esto es tan grave como me lo imaginaba...
(¿Cómo se lo imaginaba? ¿En qué piensan las niñas de ocho años de hoy en día?)
-No se me dan muy bien estás cosas-admití con una sonrisa.
-De eso ya me he dado cuenta, señor Nick-dijo con pena.-Cuando esté pensando en la boda no sé qué va a hacer...-dijo este último comentario por lo bajo de modo que no lo pudiese escuchar bien.
-Bueno... ¿Tienes algo en mente, Pearls?-pregunté dispuesto a escuchar las ideas de la niña.
-Ji, ji, ji-dijo entre risitas.- ¿Qué si lo tengo? ¡Por supuesto!-dijo con la mirada más brillante que antes.
(Caray, ¿cuánto tiempo lleva ésta preparando todo esto?)
-Pero...-continuó diciendo.- Para que lo prepare todo, tiene que dejarme sola hasta que lo tenga. Cuando esté listo lo llamaré para que pueda verlo todo-dijo comenzando a empujarme fuera del despacho.
-¿Eh? Pero...-no estaba muy seguro de lo que iba a hacer.
-No tardaré demasiado, es solo que voy a preparar las ideas-dijo con una sonrisa en la cara mientras me cerraba la puerta en la cara.
(En qué lío me he metido)-pensé apoyándome contra la puerta.
Los minutos comenzaron a pasar, mientras yo esperaba apoyado sobre aquella puerta mirando a través de la ventana del desierto recibidor. Me inquietaban bastante los planes que esa niña pudiese estar ideando en mi bufete, solo esperaba que no fuese demasiado... demasiado, sí esa era la palabra. Que fuese simple, sin muchos detalles, pero con un toque especial... Vamos, casi lo imposible.
Tiempo después, la puerta se abrió de golpe haciendo que casi me cayese al suelo al perder el punto de apoyo. Pearls me atrajo a dentro del bufete y cerró la puerta a una velocidad que casi podría igualar a la del sonido. Después, hizo que me sentase en el sofá y se fue un momento a la habitación contigua.
Se aclaró la garganta y comenzó a entrar nuevamente, pero esta vez con una especie de veleda llena de letras, líneas, números y recortes de revistas.
-Bien, señor Nick-dijo alegre y con mucha energía.- He estado pensando en las posibilidades que podía darle en el poco tiempo que tenía. Y al final he creado el plan para una cita que les encantará.
-Te veo muy segura de esto, Pearls-dije mirándola con una sonrisa de agradecimiento por el esfuerzo que se estaba tomando por nosotros.
-He estado preparando esto desde la primera vez que escuché su nombre, así que sí que estoy muy segura de esto-dijo dando saltitos nuevamente.
-Vaya-dije con sorpresa al escucharla.
(Me estoy empezando a asustar)
-Bien... Lo mejor que pueden hacer es ir primero a cenar a algún sitio cercano. Tengo aquí-dijo dándome un papel con nombres.- Una hoja en la que he ido anotando los mejores sitios en los que poder cenar a solas y con un precio medio.
-¿Cuándo has hecho esto?-pregunté sorprendido.
-Pues las veces en las que salíamos por aquí cerca iba fijándome en los sitios a los que podrían ir el día en el que quisiesen dar el gran paso.
(Ahora sí que lo admito, estoy asustado)
-Puede escoger el que más le guste-dijo con una sonrisa llena de placer.
-Vaya...Ya veo-contesté sorprendido mientras leía el nombre de los restaurantes que tenía anotados en aquella hoja.- ¿Tienes algo más?
-¡Por supuesto!-respondió muy segura de sus palabras.- Después lo más romántico que pueden hacer teniendo en cuenta la época en la que estamos es ir al Lago Gourd.
-¿El lago Gourd?-pregunté recordando aquel sitio.
-Ajá. He oído que allí hay una tienda de alquiler de barcas. Pueden dar un paseo en barco por el gran lago... ¡Eso sería muy romántico!-dijo comenzando a imaginárselo en su mente.- Usted... Maya la mística... y luego...
-Ya me hago la idea-traté de cortarla para que no me hiciese sentir más ridículo de lo que ya estaba, porque una niña de ocho años me estuviese dando lecciones sobre amor.
-No sea tan tímido conmigo, señor Nick-dijo con una sonrisa cada vez mayor.
-Mejor será que sigas con el plan-dije tratando de no pararnos mucho con el tema.
-¡Vale! A ver... Por último, pero no menos importante, la llevará de vuelta a casa dando un paseo junto a la ribera del lago bajo la luz de la luna.
-Uum, buena idea-dije ahora yo imaginándomelo.
-Y ahí-dijo haciendo énfasis en ahí.- Será cuando le diga lo que siente por ella y que quiere pasar el resto de su vida junto a ella-dijo comenzando a emocionarse en exceso.
-S...Sí, no está mal-dije intentado bajar el tono de mi cara de rojo chillón a simple rojo.
-Ooh, va a ser genial-dijo entre saltos comenzando a guardar la veleda.- Mi mayor sueño se acerca... Va a ser tan romántico y tan bonito.
-Bien, ahora solo queda que llegue el gran día para decírselo-dije siendo ahora yo el determinado.
-Sí, espero que todo le salga bien, señor Nick.
-Yo también, Pearls, créeme, yo también-dije asintiendo.
Y así los días comenzaron a pasar con una lentitud pasmosa. Pearls se marchó a Kurain, para continuar con su entrenamiento, aunque no sin antes haber repasado conmigo el plan para la cita. Increíblemente yo tenía todo controlado y me encontraba muy seguro de que iba a salir bien.