Déjame Odiarte ©

By cleergd09

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Kimberly Grey no ha tenido mucha suerte en su vida. Con tan solo diecisiete años ha pasado por situaciones mu... More

Déjame Odiarte©
Prólogo
Déjame Odiarte [01]
Déjame Odiarte [02]
Déjame Odiarte [03]
Déjame Odiarte [04]
Déjame Odiarte [05]
Déjame Odiarte [06]
Déjame Odiarte [07]
Déjame Odiarte [08]
Déjame Odiarte [09]
Déjame Odiarte [10]
Déjame Odiarte [11]
Déjame Odiarte [12]
Déjame Odiarte [13]
Déjame Odiarte [14]
Déjame Odiarte [15]
Déjame Odiarte [16]
Déjame Odiarte [17]
Déjame Odiarte [18]
Déjame Odiarte [19]
Déjame Odiarte [20]
Déjame Odiarte [21]
Déjame Odiarte [22]
Déjame Odiarte [23]
Déjame Odiarte [24]
Déjame Odiarte [25]
Déjame Odiarte [26]
Déjame Odiarte [28]
Déjame Odiarte [29]
Déjame Odiarte [30]
Déjame Odiarte [31]
Déjame Odiarte [32]
Déjame Odiarte [33]
Déjame Odiarte [34]
Déjame Odiarte [35]
Déjame Odiarte [36]
Déjame Odiarte [37]
Déjame Odiarte [38]
Déjame Odiarte [39]
Déjame Odiarte [40]
Déjame Odiarte [41]
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Déjame Odiarte [45]
Déjame Odiarte [46]
Déjame Odiarte [47]
Déjame Odiarte [48]
Déjame odiarte [49]
Déjame Odiarte [50]
Déjame Odiarte [51]
Déjame Odiarte [52]
Déjame Odiarte [53]
Déjame Odiarte [54]
Déjame Odiarte [55]
Déjame Odiarte [56]
Déjame Odiarte [57]
Déjame Odiarte [58]
Déjame Odiarte [59]
Déjame Odiarte [60]
Epílogo.
Capítulo extra
Déjame Amarte
Palabras Ocultas

Déjame Odiarte [27]

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By cleergd09

Llaman a la puerta. Veinte minutos de retraso. Debería haberle advertido que la paciencia no es uno de mis fuertes. Menos mal que vivimos solamente a un par de minutos.

Camino hacia la puerta y, al abrirla, me lo encuentro apoyado en ella con una guitarra colgada al hombro. No sabía que tocaba.

Oh claro, no sé nada de él.

—Hola William. —intento por todos los medios mantener la calma. Él levanta una ceja al mismo tiempo en el que se incorpora y su mirada recorre todo mi cuerpo.

—Siempre que pronuncias mi nombre completo es por algo malo.

—Tú mismo lo has dicho—y mis ojos se clavan en los suyos mientras yo voy pensando internamente en cómo matarlo por hacerme perder el tiempo—. Por cierto, ¿sabes la hora qué es?

—Oh, eso.

—Sí, eso. —y lo poco que me queda de calma se evapora cuando su respuesta es una sonrisa burlona—. ¡No tienes excusa!

—Señorita Grey —Ágata llama nuestra atención provocando que nuestra conversación quede en el aire. Después de informarme de que mi padre quiere hablar conmigo, se despide de nosotros al mismo tiempo en el que yo me vuelvo a girar hacia él, quien sigue manteniendo esa sonrisa.

—¿Qué? —pregunto cortante mientras él entra en casa como si nada.

—Señorita Grey. No sabes lo bien que suena eso. —y su susurro en mi oído es capaz de provocarme en escalofrío.

Comienzo a subir las escaleras pensando en qué demonios puede querer mi progenitor en estos momentos. Sé que Will me está pisando los talones por los inoportunos comentarios que no para de soltar.

—Bonitas vistas.

—¿Quieres que te tire por las escaleras? —maldigo por tener que tenerlo justamente detrás mía, así que cuando alcanzamos el segundo piso, espero unos segundos para tenerlo al lado.

—¿Papá? —llamo antes de abrirla sin esperar una respuesta de su parte.

—Kimberly, tengo que... —pero se detiene cuando observa que no me encuentro sola. El tono con el que se dirige a él provoca que me sorprenda y que Will se tense a mi lado—. ¿Qué haces aquí, chico?

—Vengo a hacer un trabajo con su hija, señor. —Will mantiene la calma mientras continúa su seca conversación con mi progenitor. A ninguna de los dos le agrada la idea de encontrarse aquí.

—¿De qué es el trabajo? —pregunta como si de verdad le importase. Sé que solamente lo hace para molestar.

—Música —respondo antes de que alguno de los dos pueda añadir algo más—. Tenemos que coger una canción, cambiarla a nuestro gusto y cantarla. Tenemos demasiado trabajo, así que, ¿qué es lo que querías?

—Oh, nada. Ya te lo comentaré más tarde —responde lentamente recorriéndonos a ambos con la mirada—. Por cierto, no pensarás ensayar en la habitación, ¿verdad?

Lo observo extraña como si acabase de decir la mayor insensatez del universo. ¿Acaso eso importa? Pero aún así, decido contestar con una repuesta simple.

—No, pensaba ensayar en el salón. ¿Por qué?

—¿No vamos a tu habitación? —ahora es Will el que pregunta. Tanto mi padre como yo lo observamos sin poder evitar pensar mal. Y con razón, Will siempre tiende a llamar la atención.

—Will vamos, que no tenemos tiempo. —tiro de él y lo saco de allí antes de que mi padre lo acabe matando con la mirada.

La vergüenza que siento ahora no se puede comparar con nada.
Ambos caminamos en silencio dejando atrás la segunda planta para dirigirnos al lugar en el que vamos a ensayar. Y sí, sigue sin ser mi habitación.

Menos mal que decidieron colocar aquí un piano, aunque solo fuera por postureo o porque realza el lugar. De esta forma no tenemos que encontrarnos encerrados en una habitación rodeados de instrumentos y un silencio más incómodo.

—Y bien, ¿pensante en algo? —deja su guitarra en el sofá al mismo tiempo en el que se sienta a su lado y parece pensarse la respuesta.

—En tantas cosas... —suelta un suspiro como si de verdad estuviera cansado, cuando todavía no hemos hecho nada.

—¿Y que tenga que ver con esto?

—Ah bueno, ahí casi nada.

Observo cómo su sonrisa aparece de la nada. Y es ahí donde me doy cuenta de esos hoyuelos tan perfectos que la reciben. ¿Siempre han estado ahí? ¿por qué es la primera vez que me fijo en ellos?

—¿No vas a decirme nada? —su pregunta provoca que vuelva a la realidad, donde él se encuentra observándome de una forma extraña. Esta vez, me alegra que lo haya hecho.

—He pensado en esta canción —me giro hacia el piano y lo único que logro distinguir en estos segundos es su cara de desconcierto ante mi cambio de tema.

Concéntrate Kimberly, concéntrate.

Mis manos ya han comenzado s moverse sobre las teclas como si supieran de forma instantánea el lugar que necesitan cubrir para que la melodía salga a flote. Mi voz comienza a salir casi de la misma forma.

For All the times that you rain on my parade, and all the clubs you get in using my namenoto a mis espaldas su presencia, indicándome que se ha levantado y provocando que por un momento olvide parte de la canción—. You think you broke my heart,
ohhh girl for goodness sake. You think I'm crying on my own, well I ain't...

Will ya se ha sentado a mi lado y su mirada de sorpresa provoca que mi corazón se acelere. Hace tiempo que no canto en público y él no me ayuda.

—¿Qué? ¿tan mal lo he hecho?

Sus hoyuelos vuelven a darme la bienvenida, pero rápidamente reacciono cuando él se gira para coger su instrumento.

—Atiende y aprende del maestro —concentrado, se coloca en posición y comienza a tocar los primeros acordes al mismo tiempo que continúa con la canción.

¿Por qué demonios tiene que cantar como los jodidos ángeles? Parezco una idiota contemplándolo. Sólo me falta un babero para recoger la baba.

My mama don't like you and she likes everyone. And I never like to admit that I was wrong, and I've been so caught up in my job. Didn't see what's going on, But now I know, I'm better sleeping on my ow. —por unos instantes, nuestras miradas se encuentran mientras la música sigue sonando —'Cause if you like the way you look that much ohhhh baby you should go and love yourself. And if you think that I'm still holdin' on to somethin', you should go and love yourself ...

—¿Puedes dejar de mirarme? —pero parece que mis palabras sólo han servido para todo lo contrario.

—No sabía que cantabas. —decide responder de una forma sincera.

—No sabes muchas cosas de mi.

—Eres como un libro cerrado, Grey. Cuesta mucho llegar a ti —parece que ambos nos hemos dado cuenta que esta conversación está llegando a un nivel mayor. Will cambia radicalmente su actitud al pensar lo mismo que yo. Él sí que es un libro abierto—. Debes ensayar más si quieres llegar a mi altura.

—¿Sabes, Evans? —intento ocultar la risa, pero la traicionera se resiste a desaparecer—. Esta canción te define demasiado bien.

—¿A tu madre no le caigo bien?

Y la sonrisa de ambos desaparece. Pero perece no afectarme tanto como a él; estoy acostumbrada a preguntas sobre ella. Sin embargo, él se encuentra más blanco que el papel.

—Mierda, perdona —se rasca la nuca, nervioso—. Soy un imbécil.

—¿William Evans pidiendo perdón? Los astros se han alineado.

Su rostro parece relajarse al notar que, aparentemente, no me ha afectado. Aunque por dentro mi corazón se rompe en mil pedazos.

—¿Sabes? Creo que tienes un concepto equivocado de mi.

Hago un gesto de duda, como si me lo tuviera que pensar. Cuando en realidad, sé perfectamente lo que contestarle.

—Te equivocas —eleva una de sus cejas prestándome toda su atención—, pienso en ti correctamente.

—Bueno, así que piensas en mi. —afirma al instante provocando que me de cuenta del fallo que he cometido. La vergüenza comienza a teñir mi rostro.

—¡No maquilles mis palabras, William!

—Oh vamos, has comenzado tú admitiendo que me encuentro entre tus pensamientos.

—Ya te gustaría, cariño —me giro hacia su otro lado para que no vea lo que me provoca—. En tus sueños.

—No, en los tuyos, recuerda —el muy idiota sabe perfectamente que me encuentro así por su culpa, por lo que comienza a reírse de mi desgracia—. Oye nena, apágate.

Ahora mismo me encuentro segura de dos cosas: la primera es que mi cara puede pasa por un tomate sin problemas y, la segunda, es que la risa de Will debe escucharse por cada rincón del hogar.

—¡Kimberly!

Una voz que reconozco como la de mi hermana consigue que Will pare de reírse y que ambos le prestemos atención. Parece bastante alterada y algo me dice que no es muy buena señal. Entra en la habitación con la mirada centrada en mi, ignorando por completo la presencia de Will.

—¿Te lo ha contado? —su pregunta me pilla tan de sorpresa que ni siquiera soy capaz de reaccionar.

—¿Qué cosa?

Ella me observa como si la que acaba de entrar por la puerta como una loca fuera yo.

—Nos vamos a Chicago.

—¿Qué?

Pero esta vez, esa no es mi voz, sino la de mi compañero. Yo todavía no he procesado las palabras de mi hermana. Olivia se adentra todavía más en la habitación y Will se levanta de su sitio.

—Nos vamos mañana.

—¿Qué? —Olivia me observa intranquila y por ello, me espero lo peor— ¿por qué?

—Es por tía Mery —pronuncia lentamente esperando mi respuesta—, está ingresada en el hospital.

Siento que el mundo a mi alrededor se detiene en este momento. ¿La persona que me ha criado se encuentra ingresada?

En la vida, siempre tienes a esa persona que te enseña todo lo que necesitas; que te proporciona todo lo que necesitas y más. Ella ha estado en los mejores momentos y, sobre todo, en los peores. Desde luego, no me imagino una vida sin ella; sin mi pilar fundamental.

La vida es injusta: las mejores personas son siempre las que más sufren.

—Oye, Kim —sacudiéndome por los hombros, Will consigue sacarme de mis pensamientos.

Sin embargo, no logro responderle. Necesito saber qué es lo que ha pasado antes de que mi mente siga vagando sola y, desde luego, siempre se imagina lo peor. Me va a dar un ataque como siga esperando más.

—Me estás acojonando, Grey —sus dedos se deslizan sobre mis mejillas, limpiándome las lágrimas que ni siquiera sabía que habían aparecido—. Reacciona.

En un susurro, pregunto dónde se encuentra nuestro progenitor. Acto seguido ya me encuentro en la segunda planta interrumpiendo una de sus reuniones. Pero eso ahora me da igual.

—¿No pensaste que tal vez era importante lo que tenías que decirme? —mi voz llena la habitación y la persona que está de espaldas a mi se gira sorprendido, al igual que mi padre.

—Kimberly, ahora me encuentro ocupado. —su mirada pasa disimuladamente de mi a la persona que nos observa sorprendido. La reconozco al instante.

—Claro, siempre estás ocupado para mi.

Olivia y Will llegan a mi lado, y a los segundos, el padre de Evans es el siguiente en levantarse. La pregunta de su padre sobre qué hace aquí lo pilla de sorpresa, por lo que decido contestar en su lugar.

—Tendríamos que estar haciendo un trabajo de...

—Un trabajo, sin importancia. —interviene él provocando que frunza el ceño. ¿Qué tiene de malo decir el tema del trabajo? Aunque la verdad, esto ahora es lo que menos me importa.

—Dime qué ocurre —insisto volviendo al tema central. Él vuelve a rebatirme—. Hazlo o me cojo un vuelo y jamás volverás a verme.

—Ella no quería preocuparte —cuatro pares de ojos recaen sobre él, atentos a sus siguientes palabras—. Tuvo un pequeño ataque al corazón, pero ahora se encuentra estable. Quiere veros, por lo que creo que es una buena idea que vayáis a visitarla. Estaréis dos días allí, todo se encuentra arreglado.

—Genial —intento tranquilizarte, pero a la siguiente a la que le va a dar un ataque es a mi—. Sabía que no debería haber venido.

—No digas eso. —por alguna extraña razón, Will parece molesto.

—Kimberly, nunca sabremos qué hubiera pasado si tú llegaras a estar con ella. Tranquilízate, lo peor ha pasado —las palabras de mi padre intentan tranquilizarme, pero no lo logran en absoluto—. Id a preparar las maletas, mañana sale vuestro vuelo. Ahora, si me permitís, tengo una conversación que retomar.

Los tres asentimos como si fuéramos unos críos. Salimos de allí y Olivia se dirige a su habitación.
Ahora mismo me encuentro con demasiadas cosas que hacer y no sé por dónde comenzar. La mejor opción que encuentro es sentarme antes de que me desmaye.

—¿Estas mejor? —inquiere sentándose a mi lado.

—Estoy tan nerviosa que ahora mismo el corazón se me podría salir por la boca. —Will ríe ante mi comentario, pero siento que podría ocurrir en cualquier momento.

—Bueno, creo que tienes demasiadas cosas que hacer, así que será mejor que me vaya.

Es entonces cuando me doy cuenta del motivo por el que él se encuentra aquí.

—Mierda, la canción —me levanto al instante observándolo sorprendida—. Tenemos tres días, y yo no me encuentro en dos de ellos.

—Bueno, tú te la sabes, ¿no? —nuestras miradas vuelven a coincidir cuando él imita mi gesto—. Entonces no tenemos ningún problema. Ahora, tú tienes cosas más importantes que hacer.

—¿No te importa haber venido aquí para nada?

—Para nada no —se encoje de hombros, restándole importancia—, has admitido que piensas en mi.

A continuación, su mirada me recorre de arriba abajo, provocando que mis mejillas vuelvan a enrojecer.

—Eres un idiota. —intento no sonreír mordiéndome el labio inferior. Por alguna extraña razón, él siempre consigue despistarme de mis preocupaciones.

—Y tú piensas en este idiota.

Y sin pensárselo dos veces, se acerca velozmente a mi y me proporciona un casto y rápido beso en la comisura de los labios.

Joder, mis mejillas queman.

Y como la primera vez, cuando logro reaccionar, él ya se encuentra a un par de metros de distancia.

—¡William Evans sigues siendo un idiota! —grito sabiendo de sobra que aún puede escucharme.

—¡Adiós contestona!

Después de eso, recoge su guitarra y sale por la puerta, sin ni siquiera girarse.

Estúpido y maldito idiota arrogante. Uf.

No le doy más vueltas al tema. Con muchas cosas en la cabeza, voy a mi habitación.
Aún con los nervios a flor de piel, cojo una de las maletas que tengo en el armario mientras voy pensando mentalmente en todo lo que necesitaré para estos dos días.

En mi vida, todo se resume en hacer y deshacer maletas.

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