Los Deseos de Demetrius (�...

By Donatella1212

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Un nuevo siglo empieza. En pleno año 2000, Demetrius Strauss lucha por salir a flote después de la muerte de... More

Prólogo
El Universo
Retroceder
La cita fallida
El autosabotaje
El crucero
Demasiado tarde
Aceptando culpas
Una noche en un millón
Frustración
El plan
La ansiedad
Disputas
No hay nada como la familia
Trascender
La sexualidad pasó de moda
La verdad sobre Matheus
Vivir en pecado
Las frustraciones
Momentos
Mathilde se come el mundo
Perdiendo la razón
El santo desorden
El suicidio
Si fuese por el sexo
Relación directa con la ilusión
Nostalgia de último momento
Sacude tus cimientos
Aire fatuo
Gélida como la nieve
Amistad fallida
Salvaje e imparable
Felino
Sorpresas
Lo real y lo efímero
Epílogo
Portada y booktrailer

El paquete

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By Donatella1212


La verdad que quería contarle a Matheus lo que ocurría conmigo, pero no quería que asustara o después piense cosas erradas. Entonces volví a mi sombría oficina y me choqué con Matheus que andaba apurado llevando unas carpetas de elástico. Resoplé confundido, me senté en el escritorio de mi oficina y encendí el computador.

Session Start: Web Dec 08 11:31:47 2002
Session Ident: Matheus18

<Matheus18> Hello

<Paulo777> Ya tengo tus revistas. ¿Cómo estás?

<Matheus18> Genial bro. Gracias. Estoy trabajando en este momento. ¿Podés pasar por casa?

<Paulo777> Más tarde voy al super y te las dejo ahí. Te dejo el paquete, lo firmo como Scarface.

<Matheus18> Fíjate si encontrás a Mathilde y dáselo a ella. Esta en la caja número 2 hoy. Ponela en una bolsa negra, que no sea translúcida.

<Paulo777> Esta bien. Mirá que son importadas, creo que son de Australia. Pero estan buenas las imágenes.

<Matheus18> Estoy llenando un formulario ahora y te tengo que subir al tercer piso. Seguramente cuando llegues no estaré abajo.

<Paulo777> Bueno, no te preocupes se las dejaré a la rubia. A la noche te llamo a tu casa para arreglar el pago.

<Matheus18> Te dejo, estoy usando una computadora prestada. No quiero que sepan que entro a las salas de chat en hora de trabajo. Me van a matar. ¡Ah! a la noche tengo psiquiatra. No voy a estar para levantar la bocina.

<Paulo777> ¡Ja! No te metas en problemas. Si te descubren te echan. Los paraguas son bien estrictos.

<Matheus18> Vale. El sábado voy a tu casa y nos tomamos unos buenos cócteles. Tal vez vaya con la cajera, es que cumple años y nunca hace nada.

<Paulo777> Matheus, para tener 29 años sos bastante lento. Empernátela.

<Matheus18> ¿A Mathilde? Ni loco, tiene otra onda. Te la presento si querés, total ustedes tienen la misma edad y la misma locura.

<Paulo777> Y... Le falta un poco de carne a tu amiga. ¿Tiene lindos pies por lo menos?

<Matheus18> Tiene un solo par de tacones y son transparentes. Con eso te lo digo todo.
Me voy ya. Me está llamando el paragua. Chau.

<Paulo777> Vale, ya salgo para allá. Chau

Session No close: Web Dec 08 12:12:02 2002

......

Al leer la conversación de la sala de chat, que apareció en el monitor me generó un poco de curiosidad. Estaba con la mandíbula abierta. Sin dudas Matheus había olvidado cerrar sesión. Apenas había amagado a apagar el computador. ¿Qué rayos había estado haciendo?

Parecía que estaba comprando material pornográfico ¿Pero por qué? Si al rubio le caen las mujeres del cielo. Sé que es un hombre intrépido y jactancioso, pero esa charla me provocó una enorme curiosidad.

Intenté calmarme y cerré la sesión. Después salí al zaguán del hipermercado para esperar al sujeto del misterioso paquete.
A Scarface. No quería que el lisonjero fuese a entablar una conversación amistosa con mi amiga.

.......

Esperé de pie, aproximadamente durante veinte minutos. El sujeto Scarface estaba en la tienda. El tipo vestía pantalón de vestir y camisa de oficina, un saco color bermellón con el emblema de su compañía "Cruceros del Sur" en el bolsillo izquierdo.

El tipo se quedó como estatua frente a mí, lo pude observar muy bien. Parecía un hombre joven de unos veinticinco años.
El muchacho se quedó estático observando a una dirección oblicua donde estaba la caja de Mathilde. Volví a mirarlo, pero no hizo contacto visual conmigo.

En ese ínterin Matheus gritó su nombre desde arriba y Scarface subió las escaleras de metal que conducian hacia las oficinas. En ese momento pude ver que sacaba del interior de su saco, el misterioso paquete envuelto en nylon negro.

Amigo, ¿qué te parece ir a pescar este sábado? —dijo Mathilde a mis espaldas.

En ese momento, palidecí por el susto.

¿A dónde? —exclamé desorientado.

A pescar. Todo lo que tiene que ver con el agua me gusta —dijo Mathilde—, ¿te gusta el mar?

Es que los lugares de pesca, por lo general están congregados los hombres y no suelen hablar —agregué—, ¿qué rayos te divierte?

Demetrius, me divierte como los hombres empiezan a presumir sobre sus habilidades de pesca y me gusta ver como empieza la competencia para ver quien pesca el pez más gordo —explicó la rubia, curvando la comisura de sus labios.

¡Ja! Si que estás demente exclamé.

Es divertido ver como los machos juegan a ser imponentes. Ellos invierten mucho esfuerzo en demostrar sus talentos de pesca, sobre todo si hay una dama presente —continuó— , quizás valga la pena tomar aire fresco y poder reírnos de esos ineptos.

¿Acaso Matheus no te ha mencionado nada sobre un encuentro en su casa? —dije con un tono festivo.

Lo dijo, ¡y eso fue todo! Es que no le respondí. No quiero que él piense que soy una más en su harén de una centena de
mujeres —inquirió Mathilde mientras volvía a su estación de trabajo.

Mi cabeza —me temo— estaba llena de contradicciones, incluso de pensamientos no cristianos. Por ejemplo, cómo robarle la pornografía a Matheus. Calculaba que, podría quitarle el paquete cuando vaya a servirse café.

Mientras tanto había ido a terminar el trabajo pendiente, siempre en mente el como poder escabullirme por el pasillo.

.....

Finalmente decidí ir a buscar el paquete, lo tomé de inmediato, sin mirar atrás.

Vaya, vaya...—. Matheus me había sorprendido urgando en su bolso, con las manos en la masa.

Demetrius, si quieres saber algo, preguntámelo con franqueza —dijo el rubio, cruzado de brazos.

Vine a ver que era este paquete —dije con el artilugio entre mis manos.

¿Quieres saber todo acerca de esto? Veo en tus ojos la duda —aseguró Matheus, quitándome el paquete—, porque veo que tu curiosidad te esta matando.

¿Por qué discuten tanto? —dijo
Mathilde— se escucha todo desde la oficina del paragua.

Vos viniste a resusitar a los muertos vivientes... —dije con un tono risible.

¿Y vos por qué estás mudo? —exclamó la cajera.

Es cierto, amigos... no soy yo... yo no soy así... ¿quería saber si eso es pornografía?

Entonces el rubio, sentándose en la orilla del banco y hamacando sus piernas, insinuó:

¿Quién dijo que este paquete contiene pornografía?

Mathilde arqueó una ceja y se sentó junto a Matheus.

Ya no hablo más.

Matheus apretó las sienes, aturdido por la escena. Meditó y dijo:

Abrí el paquete Mathilde dijo el rubio alzando los brazos.

La conversación despertó a una cuarta integrante, Zulema Yoma, una cincuentona empleada de limpieza.

¿Por qué gritan tanto? —dijo Zulema— cuando estoy desinfectando los teclados de las malditas computadoras, yo preciso silencio. No sea que me caiga líquido adentro y se queme una.

Nada, no ocurre nada —aseguré, temblando de miedo.

Es demasiado tarde para desmentir este asunto —dijo la mujer con un tono de voz grave.

Sus palabras burlonas con un tono nada relajante, hizo que todos nos pusiéramos más nerviosos.

Mejor me voy... pero los estoy vigilando
anunció Zulema.

Por otro lado, Mathilde desesperó y dijo:

¡Ay, carajo! Dame el bendito paquete, Matheus —terminó de rodear al rubio y se acercó de pie a él—. Esto se arregla fácilmente.

Pero primero —continúa Matheus, finalmente acercándose a mí. Cada músculo de mi cuerpo sentía la tensión del
momento—. ¡No se burlen de mí!

Mathilde apoya el pilón de revistas en la esquina del escritorio. La miro, deseando que muestre algún indicio.

Pero aún tiene una expresión vacía en sus ojos, acompañando de movimientos involuntarios de sus manos. Después... miró directamente a Matheus y comienza a parpadear. Los iris de los ojos de Mathilde comienzan a abrillantarse bajo la tenue luz de la oficina.

En ese instante el rostro de la rubia comienza a tener una astucia muy familiar, detrás de una expresión risible.

Con razón dijiste que te gustaban mis sandalias de plástico transparente...

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