Muchas veces, amamos a ciegas. Nos entregamos tan profundamente, que cuando la hora de acabar con todo llega, duele hasta el alma. Yo agradecía que no fuera mi situación. Por lo menos, hasta hacía unas semanas.
Jos y yo llevábamos 3 años de relación, hasta hace poco decidimos vivir juntos. Y todo iba de maravilla, justo como en un cuento de hadas. Pero siempre que todo parece ir bien, llega lo peor.
Comenzó con irse a horas extrañas para ir a comprar o cosas de ese tipo. Dejó de pasar la mayor parte de su tiempo conmigo, e incluso cancelaba nuestras cenas a última hora.
No quería pensar nada extraño, lo dejé pasar un tiempo. Pero era más y más frecuente.
— Alonso, no podré ir a cenar contigo. — me detuve en seco.
— Pero, esta cena la planeamos hace meses, tus padres y mis padres ya deben estar en camino.
— Lo sé, los he llamado y he cancelado todo. Perdona, tengo algo urgente de trabajo. Te lo compensaré. — salió del departamento, dejándome sin palabras.
El prometió nunca fallarme. Pero lo está haciendo.