Troye está sobre mi cama, mientras tararea una canción y yo estoy sentada a su lado, mirando hacia afuera.
—¿Ves? No debiste preocuparte. Todo está normal —Dijo acariciando mi mano suavemente, mordí el interior de mi mejilla, tenía razón, todo ha estado tranquilo.
Seguimos hablando de muchas cosas, de las clases, música, incluso le pregunté por su hermana pequeña.
—Te extraña. No se vale, ella te adora, siempre pregunta cuando vendrás a casa a cenar y si traerás tus famosas galletas de naranja —río levemente negando con la cabeza, me encantaría ir pero justo en estos momentos es una situación complicada—. Noelle...
Iba a preguntarle qué sucedía, él había tomado mi mano, entrelazando mis dedos con los suyos, cuando escuché unos gritos provenientes de la primera planta, asustada me separé levantándome.
—¿Qué ha sido eso? Suena como papá... —Troye escucho mi murmullo, se acercó y me aparto de la puerta.
—Silencio, están teniendo una discusión, no es una buena idea que te involucres.
—No, debo ir, no quiero que mi padre pelee con mis hermanos —intenté ir otra vez, pero él tomó mi brazo—. ¿Qué te sucede? ¡Suéltame! Troye, deja que vaya.
—¡No, Noe! No quiero que vayas —Su voz se volvió más baja, mi expresión de confusión creció aún más.
—Troye... —No sé cómo sucedió, pero de pronto él me rodeo con sus brazos haciendo que corresponda el extraño abrazo.
—No quiero que sufras —Susurró, para luego poner ambas manos a los costados de mi rostro, acariciando mis mejillas.
—¿Por qué? —Mi voz se escuchaba perdida, me costaba creer su reacción, él nunca había actuado así conmigo.
—Porque estoy enamorado de ti.