Mi Soldado; Esperando a...

By NuriaOrtiz

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Esto es una mini temporada, que cuenta la historia de algo que, creo que la gran mayoría quería, y es la lleg... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Epilogo
Parte 23 (Extra de Halloween) (Cortito)
SUPER NOTICION!!

Capitulo 21

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By NuriaOrtiz


Al llegar a casa y dejar las compras realizadas sobre la encimera de la cocina, se asomo al salón donde había dejado a Alexander y Liv cuando salió y sonrió al ver una imagen que llevaba contemplando todo un mes y que le producía una sobre carga de ternura demasiado fuerte. Durante los días que paso en el hospital, recuperándose del parto y aprendiendo un poco como cuidar de Liv, Alex hizo visitas exprés a casa para ducharse, cambiarse de ropa, recoger el BMW que era donde estaba la sillita de Liv y poco más. No llevo nada para entretenerse, porque tenía a su hija para pasar el rato. Mientras la pequeña no se estaba alimentando o bañando, Alex la mantenía con él en todo momento. Daba igual si estaba durmiendo. Eso y el descanso que le ofrecía saber que ambas estaban bien, activo el estado de híper alerta en el que siempre caía al regreso de una misión. Vigilante ante cualquier sonido que proviniera del pasillo, su Soldado se mantuvo alerta y en tensión en todo momento, asegurándose con sus instintos y entrenamiento que nada malo pudiera alcanzarlas a ninguna de las dos. El trato de Alex con las enfermeras fue un poco peliagudo, pues no era fácil trabajar alrededor de un padre tan sobreprotector. Las pruebas medicas que se le realizaban a los recién nacidos, fueron un poco complicadas puesto que Alex no era capaz de soltar a Liv. Tenía el pleno convencimiento que Liv era un modo seguro de calmarse y mientras la tenía en brazos, la tensión que le provocaba ese estado de alerta se calmaba un poco, aunque no demasiado.

El no rotundo que su soldado soltó a una de las enfermeras cuando esta se ofreció a llevársela al nido para que ellos pudieran descansar unas pocas horas, aun le causaba gracia. El tono tajante, la mirada de "intenta tocar a mi hija si te atreves, guapa" y la postura que adquirió, fue demasiado para ella y simplemente estallo en carcajadas. Era inevitable. Era como un niño con un juguete nuevo. Posesivo y protector. Nadie que no fuese familia o amigos, iba a acercarse a la pequeña Liv. Y eso estaba bien. Le daba un plus de seguridad cuando ella dormía o iba al baño a ducharse. Aun así, procuro no ser un estorbo para ella cuando las enfermeras les mostraron como bañar y cuidar del ombligo de la pequeña. El estuvo atento a cada movimiento que hacia la enfermera, pero se contuvo un poco por el bien de ellas.

Ahora, un mes después del nacimiento de su hija, su chico había logrado calmarse un poco por el simple hecho de estar en casa. Lejos de todos esos ruidos, Alexander fue capaz de regresar a una normalidad relativa, en compañía de ellas dos. Aun así, ese mes después del parto y el regreso de Alex, ella seguía recordando la imagen que fue capaz de capturar una de las primeras noches de su estancia en el hospital maternal. Ocupando la butaca que había al lado de su cama, Alex descansaba sobre el reclinable mueble. Usando el amplio pecho de su papa, Liv descansaba cómodamente rodeada por los protectores brazos de Alex. Recién nacida, Liv era un pequeño paquetito envuelta en una fina mantita rosa. La fragilidad de un bebe acostado sobre la rudeza de un cuerpo entrenado, era una imagen un tanto impactante. Eso le hacía pensar que su hija siempre estaría protegida, puesto que tenía un padre como Alex a su lado.

Pero de vuelta al presente, miro la imagen ante ella y sonrió cuando la pequeña se removió un poquito sobre el pecho desnudo de Alex. Ocupando la totalidad del sofá con su inmenso cuerpo, su soldado dormía plácidamente colocando previamente a Liv en el lado derecho, asegurándose así que el respaldo del sofá evitara que la pequeña se pudiera caer. Dudaba seriamente que él permitiera algo así, incluso en mitad de un sueño, pero era enternecedor verlos. Ninguno de los dos registro su proximidad cuando se inclino sobre ellos y beso sus cabezas con suavidad, aprovechando ese momento para destapar ligeramente a la pequeña, con el único objetivo de que la pobre no se asara como un pollito, ante el calor corporal que desprendía su papa.

Aprovechando el poder que ejercía Alex, sobre su hija, para preparar la comida, dejo que Liv y su soldado durmieran durante un rato más. Su pequeña se alimentaba a demanda. Comía lo que quería y pedía tantas veces como le daba la gana, pero eso se apaciguaba de manera drástica cuando estaba con Alexander. Una vez que el hombre la cogía en brazos o se la colocaba sobre el pecho, Liv se apagaba como una luz y a no ser que la despertara, la pequeña aguantaba demasiado tiempo sin demandar alimento. Dado que eso no era bueno del todo para ella, procuraba molestarla un poco tras un tiempo determinado en el cual no había ingerido nada de leche. Aun así, ella crecía normalmente. Tenía cachetes adorables que amaba besar y empezaba a tener mollitas por todos lados. El peso estaba bien en cada revisión que había tenido, así que no se preocupaba demasiado por ello.

Comprobando el reloj, les dio a ambos una hora más antes de ir a molestarlos. Tras el parto, su recuperación fue bastante rápida. No tuvieron que hacerle ninguna episiotomía, y tras el dolor inicial al amamantar por primera vez, todo fluyo bastante bien. Ellas se habían conocido, y acostumbrado una a la otra y aunque su pequeña conocía su voz, era la primera vez que estaban cara a cara, así que todo fue un aprendizaje para ambas. Fue un parto bonito, no solo por el hecho de que Liv llegara a su vida, sino por la oportunidad de compartir con el hombre que amaba ese momento. Ver a Alex allí cuando ya creía fervientemente que no llegaría, fue un chute nuevo de energía que le ayudo a dar a luz a su primera hija.

Aún era pronto y el parto estaba demasiado reciente, pero pese al dolor que experimento, ella iría a por un segundo bebe. Y de hecho, en cuanto Liv creciera y su cuerpo se recuperara del parto, iría en busca de un segundo bebe.

Lavándose las manos, las seco con rapidez y se acerco a la parejita que seguía durmiendo en el sofá. No le gustaba molestarles, pero era hora de la toma de Liv. Aun era demasiado pequeña para dejarla durante mucho tiempo sin alimento, así que hasta que no fuese más seguro para ella, se ocuparía de molestarla un poquito cada vez para que comiera.

Cogiendo rápidamente su teléfono móvil, inmortalizo la escena frente a ella y se arrodillo en el suelo cerca de la cabeza de su chico, dejando el pequeño aparato a un lado. Podría coger a la pequeña directamente y retirarse al sofá de una plaza para alimentarla, pero si Alex sentía que le quitaba a su hija de encima sin previo aviso, se despertaría alerta y a la defensiva. Así que antes de ir a por Liv, tenía que avisar a su marido.

Inclinándose sobre él, beso la sien del hombre mientras pasaba sus dedos por el pelo claro de su soldado.

--Oye... Soldado, es hora de alimentar a Liv.

Poco a poco los parpados de aquellos ojos claros se abrieron, contemplándola con somnolencia. Durante esos pocos segundos que tardaba en activarse, la vulnerabilidad de Alex se reflejaba en esos hermosos ojos del color del mar de las Bahamas, derritiendo su interior ante la necesidad de cuidar y proteger al Soldado que tenia frente a ella.

Sonriendo, presiono un beso sobre los labios del hombre y arqueo una ceja.

--¿Estas despierto?

--Aun no. Inténtalo un poco más.

Riéndose suavemente, beso los labios de su soldado una vez más. Su intento de retirarse fue firmemente impedido cuando una mano grande acuno la parte posterior de su cabeza, al tiempo que los labios de Alex demandaban un beso más profundo y satisfactorio. Estaban respetando la cuarentena y aunque su cuerpo lo necesitaba, era un suplicio. Ella había oído muchas cosas y leído otras en lo referente al tiempo después del parto, y aunque su prioridad en esos momentos era Liv, no podía decir que ella no sentía ganas de intimar con Alexander otra vez. Cinco meses, era un periodo de tiempo muy largo.

Un largo suspiro paso a través de los labios de Alex, cuando finalmente despertó. Incorporándose sobre sus pies, se inclino un poco para coger a su pequeña en brazos. Parando a medio camino de dar un paso atrás, capto el momento en el cual Alex se incorporo un poco. Tomando asiento en el hueco ofrecido silenciosamente, acomodo uno de los cojines de lactancia más pequeños que tenia bajo el cuerpo de Liv, agradeciendo la comodidad que les ofrecía y sonrió al sentir como Alex recostaba su cabeza sobre su regazo, mientras ella liberaba un seno para alimentar a su hija, a la que previamente había molestado un poco. No era algo fácil de hacer, ¿Cómo se molestaba a un bebe para empezar?, pero aun así, no le quedaba otra. Liv necesitaba alimentarse.

--¿Te molesto aquí?

--Para nada, cariño.

Mientras su hija se alimentaba, era capaz de ver, ahora que era un poco más grande, ciertos rasgos de los dos. Sin duda alguna, Liv poseía la boca de su papa. Las orejas y la barbilla. Era mofletuda como ella de pequeña y tenía el pelo oscuro. Cada vez que la miraba veía un poco de ambos, y eso señalaba que la pequeña criaturita que tenía en brazos, era un pedacito que ellos dos habían creado juntos.

De la nada, la voz de Alex interrumpió sus pensamientos, con una noticia que no había estado esperando recibir.

--Es muy probable que nos tengamos que mudar pronto.

--¿Por qué?

Pregunto con el ceño ligeramente fruncido, contemplando el rostro de Alex desde arriba. Aquel par de ojos claros se abrieron y la miraron. Intensos, pero no brillantes. Eso era una mala señal.

--Voy a tener que acudir a dos misiones más con mi unidad, pero a partir del próximo año seré un instructor. Están haciendo una nueva sección de viviendas en la base, así que en cuanto estén terminadas, nos asignaran una. Creo que para finales de octubre estarán listas, así que... tendremos que mudarnos a Washington.

Pese a que la noticia era impactantemente buena, el rostro de su soldado no decía lo mismo. Sus ojos habían perdido un poco el brillo, así que se obligo a preguntar.

--¿Y tú estás de acuerdo con eso?

--¿No te gusta la idea?

Eso era un contraataque en toda regla, pensó con un pequeño suspiro.

--Si, pero no a costa de tu felicidad.

--Ya habíamos hablado de esto.

Era cierto, pero en ese momento el parecía muy convencido y satisfecho con la idea. Ahora no daba la sensación de sentirse así. Podía verlo con solo mirarlo, y su voz también delataba la animosidad que esa idea le provocaba.

--Lo sé, pero también sé que tú amas tu trabajo. No te voy a mentir y decirte que no me gusta la idea de saber que ya no te pondrás en peligro, sin embargo tú no naciste para ser un instructor. Te gusta el trabajo de campo.

--No quiero que estéis meses con el corazón en un puño, esperando que regrese vivo o muerto.

--Yo lo he hecho durante seis años completos ¿Qué ha cambiado? ¿Liv? Te agradezco que pienses en nosotras, pero te pido por favor, que también pienses en ti. Quizás no es tu momento para alejarte de la unidad. Quizás en un par de años más, tu propio corazón te inste a convertirte en un instructor de novatos, pero por ahora, y no te mientas a ti mismo, no estás preparado para dejarlo.

Quería que lo dejara, le encantaría, pero no permitiría que se amargara al tomar una decisión precipitada. Alex se había convertido en un esposo y un padre maravilloso, y por eso mismo estaba en su deber mantenerse estable y feliz en la situación que él quisiera mantener. SI deseaba seguir siendo un soldado de campo, ¡que lo hiciera! Estaba en su derecho, pese a que efectivamente, tal y como el mismo había dicho, tendría el corazón en un puño a la espera de que regresara. Sin embargo, no podía dejar que la infelicidad de una decisión precipitada, nublara su vida.

--Dos años. Dame dos años más, por favor.

Acunando la mejilla de su soldado, sonrió hacia él.

--Sabia muy bien donde me metía cuando decidí compartir mi vida contigo, Alex. Aun así, tienes que mantener tu promesa. Nada ni nadie puede separarte de nosotras.

--Nada ni nadie.

Sabía que era un riesgo muy grande y que lo pasaría bastante mal, pero no era justo que el trucara su vida solo por haber sentado la cabeza al casarse y convertirse en padre de una preciosa criaturita. Era su derecho el vivir y trabajar como mas le gustase, y ella no iba a quitarle esa libertad, cuando tenía la oportunidad de ejercer en lo que más le gustaba.

No era una decisión fácil de tomar y aunque él fue quien la propuso, estaba claro que no estaba listo para dejar atrás esa parte de su vida y lo entendía. Ser parte de la unidad a la que pertenecía en esos momentos, era algo muy importante para Alexander, y nada ni nadie, salvo el mismo, podía elegir que hacer respecto a ello. Ella podía opinar, pero no decidir. Eso solo le concernía a él.

--¿Estás segura que podrás aguantarlo?

--No. Sera difícil y angustioso, pero es lo que tu amas hacer.

--Itzi si es demasiado...

--Tu trabajo, tu decisión.

--Me lo estas poniendo difícil.

Mascullo él, incorporándose para sentarse contra el respaldo del sofá. Echando la cabeza hacia atrás, cerró los ojos y suspiro con fuera. Seguía dudando entre seguir o no en la unidad. En un determinado momento, los ojos de su soldado se abrieron y la miraron de reojo.

--¿Y si no soy capaz de dejarlo? ¿Te enfadarías?

--Probablemente, pero te conocí siendo miembro de esa unidad. Han sido seis años complicados, porque a veces no había comunicación entre nosotros y no siempre se que estás haciendo o donde estas. Creo que ni siquiera soy plenamente consciente del peligro que corres cuando te vas y eso es estresante. Tengo miedo de que te pase algo. Pero ¡así eres tú! No soy quien para hacerte cambiar, Alex.

--Eres mi esposa.

--¿Tu quieres cambiar de trabajo? Tener un horario fijo. Una vida rutinaria sin nada de acción en el trabajo. ¿Quieres?

Contesto él con rotundidad. A pesar de que le gustaría, sabía que Alex no era un hombre que disfrutara de la inactividad. Su Soldado era un chico muy activo, quien disfrutaba del ir y venir que le proporcionaba el trabajo que tenia. No era una trabajo seguro, pero lo que el amaba hacer. ¿Qué derecho tenia ella de arrebatarle esa parte esencial de sí mismo?

--He ahí tu respuesta.

--Pero tampoco quiero alejarme de vosotras otra vez.

Su respuesta la hizo sonreír un poco.

--No puedes tener las dos cosas al mismo tiempo, cariño. Eres consciente de que si trabajas en la unidad, te perderás cosas, a no ser que tengamos una suerte increíble y todas nuestras fechas importantes podamos pasarlas juntos, pero sabes que eso nunca ocurre. Así que básicamente te perderás cosas. Es un hecho.

Alex froto su rostro con su mano buena, inflando su pecho desnudo hasta su máxima capacidad, parecía indeciso sobre qué hacer. Luchaba entre su corazón y su mente. Una parte de si mismo quería cambiarse a la unidad y ver crecer día a día a su hija, y otra muy distinta ansiaba continuar en la unidad de fuerzas especiales. Eran dos partes de una misma persona, luchando por salir vencedor y eso no debía ser bueno para Alex, pero era a lo que se enfrentaba. La decisión era suya y ella, como su esposa que era, apoyaría cualquier decisión que tomara, siempre y cuando estuviese cien por cien convencido de que podría con las consecuencias.

--Decidas lo que decidas, nosotras estaremos ahí para ti, Alex. De todas formas no tienes por qué elegir ahora ¿Verdad? Piénsalo durante un tiempo.

--Cuanto más lo pienso, mas difícil me resulta. No quiero dejarte sola, ni a la niña. Tampoco quiero perderme su crecimiento ni nuestra vida en familia, pero no soy capaz de dejar esa parte de mi mismo. Convertirme en instructor está bien, y quiero hacerlo, pero algo dentro de mi grita que no.

Alargando su brazo hacia Alex, busco la mano de su soldado y entrelazo sus dedos, dándole una seria mirada cuando sus ojos conectaron.

--Lo único que puedo hacer por ti, es asegurarte que nosotras estaremos ahí para ti en todo momento, y que tomes la decisión que tomes, te apoyaremos.

Alex se llevo ambas manos a la boca. Besando el dorso de la suya, apoyo la frente contra su mano y suspiro, permitiendo que su cuerpo se relajase ante sus palabras. No era necesario que tomara la decisión en ese preciso momento, y dado que estaba lesionado por pegarle a un compañero, tenían un poco de tiempo extra para darle vueltas al asunto. Mientras tanto, disfrutarían de la vida que tenían por delante junto a la pequeña y dulce Liv, quien crecía día a día. Esos momentos, viendo a su hija, le ayudarían a tomar un camino por los siguientes años, del cual no se arrepentiría, o al menos ella esperaba que no lo hiciera.

Si quería seguir como un miembro más de la unidad a la que pertenecía, ¡que lo hiciera! Eso era algo que le hacía feliz, pese al peligro al cual se exponía. Pero después de todo, ella ya sabía cómo era Alex cuando decidió compartir su vida con él. Su soldado era un militar de pura cepa, y no era justo que ella lo instigara para que abandonara el oficio que le hacía feliz. Sería difícil estar lejos de él mientras Liv crecía, pero estaba acostumbrada a esas interminables etapas en las cuales el estaba a miles de kilómetros de ella, jugándose el pescuezo.

Fue un camino u otro, ella se mantendría a su lado porque lo amaba.

***

Cuando dijo que iba a retirarse, no mintió. Quería ejercer como instructor pero algo le decía que no era el momento idóneo para tomar ese tipo de decisión. Dejar a su unidad de un miembro cualificado como él, era hacerle una jugarreta a sus compañeros. No se echaba flores, simplemente decía la verdad. Casi siempre, Izan y el eran los que se mantenían en primera fila en cada misión que convocaban. No era fácil mantener ese ritmo tan alto y tenía sus contras, como perderse tantos momentos en familia, pero era satisfactorio saber que el trabajo que amabas y que gracias a que estaba allí para ayudar, la gente era capaz de vivir mejor.

Aun así, ahora que Liv había nacido y podía verla cada día, le era difícil dejar el lado de su pequeña. Itzi era una mujer fuerte y lo demostraba al ofrecerle su apoyo incondicional ante cualquier decisión que tomara, sin embargo sabía que era difícil para ella verlo partir cada vez que lo llamaban. Por culpa de eso, su chica había alcanzado un nivel altísimo de miedo hacia las llamadas telefónicas. Y lo entendía.

Era cierto, ella no sabía realmente el peligro que corría cuando iba de cabeza a una misión, y esperaba que nunca lo adivinase, sin embargo no era tonta. Itziar había visto lo que un error podía hacer en un soldado, cuando le atravesaron el pecho con una bala mata soldados, seis años atrás.

Si sumaba el miedo que ella experimentaba cuando el abandonaba el hogar para una nueva misión, y la tristeza que sentía ante el distanciamiento, los contras eran mucho más altos que los pros, ante la decisión de mantenerse en la unidad de las fuerzas especiales. Pero eso no era suficiente para hacerle decir "hasta aquí llego mi camino en la unidad" Algo en él le pedía a gritos que continuara durante un periodo predeterminado de tiempo. Dos años sería una buena temporada para satisfacer esa necesidad acuciante que lo instaba a seguir como un soldado de campo.

Mirando el techo que se elevaba sobre su cuerpo acostado, labio sus labios, miro de reojo a Itzi y se levanto de la cama. Liv dormía en una pequeña cuna que se colocaba a un lado de la cama. Esta tenía tres partes de barras y una en la cual hacia la continuación de la cama que ellos ocupaban. De esa manera, era como hacer colecho sin la necesidad de tener a la pequeña entre ellos. Y eso facilitaba las tomas de Liv durante la noche.

Caminando hacia el armario, se quito el pantaloncillo corto con el que dormía y se puso unos pantalones de correr y una camiseta de manga corta. No podía ir a ningún dojo para liberar energía, por culpa de su mano. Itzi estaba con la cuarentena, así que solo le quedaba correr.

Inclinándose sobre la cama, se apoyo sobre sus manos y rodillas y presiono un beso en la sien de su diablillo. El sueño ligero de la madre primeriza hizo aparición. Sus parpados aletearon y se abrieron, observando a Liv en primer lugar.

Con una media sonrisa, beso nuevamente la piel de Itziar.

--Me voy a correr un rato.

Ella lo miro de reojo con sueño en sus ojos, se hecho un poco hacia atrás y beso sus labios con ternura.

--Pásalo bien.

Murmuro, girando de nuevo para volver a conciliar el sueño. A veces dudaba entre avisarla o no, pero lo mejor para ella era despertarla, pues así sabía que todo estaba bien y que solo iba hacer un poco de deporte para calmarse. Ella conocía esas etapas, así que no le resultaba raro que saliera a ejercitarse un poco a las tres de la madrugada.

--Trae el pan cuando regreses.

Conteniendo una carcajada, apoyo la frente en el hombro desnudo de su esposa y asintió.

--Vale. ¿Algo más?

--Bollos. Te los comiste todos ayer.

--Perdón.

--Fueron los de crema, así que no me importa.

¡La conversación no era normal! Ella estaba medio dormida, y pensaba en bollos.

--¿Eso es todo?

Itzi asintió, haciendo un ruidito suave con la garganta, mantuvo sus ojos cerrados en todo momento.

--Te amo. Vuelvo en un rato.

Alejándose de la cama, miro por encima del hombro cuando la voz de su esposa sonó de nuevo.

--Llévate agua para los primeros kilómetros hasta la fuente.

--Si. Gracias.

--¡Diviértete!

Irreal, pensó mientras salía de la habitación en dirección a la cocina. Consiguiendo un botellita pequeña de agua para el camino, dejo todo lo demás en casa. Podría ir a comprar todo cuando regresara y se duchara, así que por el momento solo centraría su mente en la carrera que tenía prevista hacer, y que con suerte le ayudaría a despejar una mente sobrecargada de cosas.

Para bien o para mal tenía dos caminos para escoger y tenía que pensar detenidamente en ello, pese a que no tenía prisa por decidirse por el momento. Aun así, quería estar preparado para afrontar las consecuencias de la decisión que tomara.

Si decidía continuar como miembro de la unidad de las fuerzas especiales, tenía que estar mentalizado para perderse muchas cosas. Entre ellas, parte del crecimiento de Liv y muchas fechas importantes junto a Itziar. Pero si decía el camino de la instrucción, tenía que saber a ciencia cierta que no se arrepentiría de escoger esa opción de trabajo. Era una vida mucho mas rutinaria y segura, pero la pregunta era ¿Estaba preparado para una vida así?

Con un tiempo corto de estiramiento, comenzó con un suave trote hasta calentar correctamente sus músculos. En esos momentos, se arrepentía de haberle pegado a Timmy, pues por culpa de la rotura de sus nudillos no podía ir al dojo de Tate a desfogar un poco de energía.

Las calles estaban vacías, iluminadas por las farolas que había a intervalos de unos metros entre unas y otras, le creaban un camino lo suficientemente iluminado para que viera donde aterrizaba cada zancada dada.

Con cada kilometro que dejaba atrás el calor iba siendo mas y mas insoportable. La humedad del ambiente, sumado a la pesadez que comenzaba a experimentar en las piernas y el sudor que bañaba su piel por culpa de las temperaturas que atormentaban la ciudad a esas horas, lo obligaron a detenerse y mirar a su alrededor en busca de una fuente de agua. Pocos metros mas allá, junto a una farola, fue capaz de divisar una, así que se acerco.

La carrera no había hecho nada por aliviar su mente, pero al menos su cuerpo parecía mucho más relajado en comparación.

Respirando trabajosamente, miro al cielo.

--Esta amaneciendo.

Dijo en medio de la soledad de aquel parque. Contemplando el lento amanecer, sonrió un poco ante la similitud que tenía con su vida. Hace seis años, el era un mundo sombrío y silencioso, donde no habitaba ni una sola luz y sin embargo, un buen día de la nada, apareció un amanecer igual de hermoso que el que estaba viendo en esos momentos. Esa hermosa luz se llamaba Itziar y a día de hoy seguía iluminando su vida junto a una pequeña luna, de nombre Liv. Les debía tanto a ambas, que le parecía egoísta no disfrutar plenamente de la vida que ellas le daban.

Al regresar a casa y entrar en la habitación de matrimonio, contemplo por un momento a sus dos chicas, tomo firmemente la decisión de continuar durante dos años más en la unidad, pese a que iba a perderse muchísimas cosas y que sería duro para todos, sin embargo era como una despedida hacia la vida que había llevado antes de conocer a Itziar y de tener a Liv. Un adiós al Alexander que disfrutaba del peligro que le proporcionaban las misiones de la unidad de las fuerzas especiales. Era un adiós a una etapa de su vida.

Observando como Liv se quejaba, demandando comida, permaneció quieto como una estatua ante el amor que brillo en los ojos de su diablillo. Ella miro por un momento el reloj que ocupaba su lado de la mesita de noche y se incorporo, sentándose contra el cabecero de la cama, arqueo las cejas cuando lo vio parado a los pies de la cama, con una toalla alrededor de sus caderas y otra colgando de su cuello. Silencioso y atento ante sus movimientos, ella le sonrió.

--¿Qué tal la carrera?

--Ha estado bien

Ella se rio suavemente, sabiendo que lo que el quería era algo de acción, se estiro hacia la cuna de Liv. Cogiendo a la pequeña en brazos, desnudo su seno, comenzando así con el hermoso ritual que era la alimentación de la pequeña.

Hechizado por ellas, se acerco a ambas. Subiendo a la cama, se irguió sobre sus rodillas, acuno el rostro de Itzi con su mano buena y la beso dulce y lento. Apoyando la frente sobre la de ella, cerró sus ojos por un momento.

--Serán dos años complicados, pero te pido que tengas paciencia. Tras eso dejare la unidad.

Itziar se retiro un poco elevando su rostro, beso sus labios por un momento y lo miro. Una pequeña sonrisilla adornaba su boca.

--Mientras no olvides tu promesa, Liv y yo estaremos ahí para apoyarte en cada paso de tu camino, cariño.

--Nunca.

--Bien. En ese caso, hazme el favor de tener dos veces más cuidado que antes.

--Lo hare.

Ella dio un sentimiento satisfecho, proporcionándole un fugaz beso en los labios.

Tenía la suerte de contar con el apoyo incondicional de una esposa cariñosa, que no le obligaba a tomar decisiones para las cuales no estaba preparado y le permitía la libertad absoluta de continuar trabajando en lo que más le gustaba. SI no hubiese sido por la charla que ella le dio, habría seguido con su idea de dejar la unidad para convertirse en instructor cuando aun no estaba listo para ello. Sin embargo, ahora que tenía ese periodo de dos años, estaba seguro que cuando este finalizara, sería mucho más fácil seguir el camino de la rutina en su día a día junto a su familia.

Ocultando el rostro en el cuello femenino, escucho la risilla que Itziar soltó cuando el soplo tenuemente sobre la sensible piel.

--Gracias, Itzi.

Ella no dijo nada, simplemente apoyo su cabeza en la suya, frotando su mejilla contra su sien. A veces no hacían falta las palabras. Una acción. Una mirada. Un simple gesto era suficiente para expresar lo que uno sentía o pensaba y esa comunicación no hablada, era algo que ellos dominaban. Sabía que aquella decisión preocupaba a su diablillo. Era consciente de eso. Sin embargo era algo que necesitaba hacer.

La vida le había regalado a dos personas que eran capaces de hacerlo inmensamente feliz y por respeto a ellas, tenía que vivir la vida con intensidad y seguridad. La acción se la proporcionaba su trabajo y la estabilidad, su familia. Era un combo perfecto que le ayuda en todo momento a ser feliz.

Gracias a Itzi el seguía vivo. Consiguió madurar y crecer como persona y gracias a eso eran padres de una hermosa niña. Tenía una familia increíble que pensaba atesorar cada segundo de su vida, y que por ellas, era necesario que siguiera el camino que creía correcto. Y lo haría.


                                                                                     FIN

___________________

Hola a todas mis hermosas Brujís!!

Hemos llegado... este es el final de Mi Soldado; Esperando a... T_T

Aun queda el epilogo, que no sera un año después, tal y como puse en mi pagina de escritora (la cual podéis encontrar en INFO en mi perfil de Wattpad) Sino que sera dos años después. Espero hacerlo un poquito mas largo de lo normal, sino es asi por favor... No me mateis!!

Quiero daros las gracias por todo el apoyo que esta novela ha recibido. También por estar siempre ahí y animarme con cada comentario loco que ponéis. OS ADORO!!  (Agradezco de corazón todos vuestros votos, comentarios y cada persona que ha leído esta novela)

Alexander, Itziar y la pequeña y dulce Liv, os dan las Gracias. Y yo también.


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