No soy tu princesa.©

Від violetslay

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"― Yo de ti no jugaría a fútbol. ― dijo, acercándose más a mí, de modo que tuve que levantar un poco la cabez... Більше

No soy tu princesa.
01. ¡Idiota!
02. Mala suerte.
03. En el mismo equipo.
04. Pizza y más pizza.
05. ¿Enemigos?
06. De nuevas y principiantes.
07. Polos opuestos.
08. Bajo el mismo techo.
09. Algo no va bien.
10. Rupturas y helado.
11. Primer partido.
12. Annielleta.
13. Corazones rotos y fiestas.
14. Pruebas.
15. Algo como amigos.
16. ¿Conocerme?
17. Preguntas.
18. Gracias, Parker.
19. Antes del desastre.
20. Acampada.
21. Reencuentros y problemas.
22. Recuerdos.
23. Enamorado.
24. Una nueva guerra.
25. Operación mortadela.
26. Chicos, soy gay.
27. Indirectas y cambios.
28. El ¿amor? está en el aire.
29. Hakuna Matata.
30. Y los problemas vuelven.
31. Recuerda eso, Parker.
32. Perdiendo el norte.
33. ¿Estás nerviosa?
34. Nick Carter.
35. Intento de Cupido.
36. Baile, zorras, y un idiota enamorado.
37. Te quiero, idiota.
38. Esto no se ha acabado.
39. Algo más que eso.
41. Último partido.
42. Colores, miradas y una llama.
43. Alguien diferente. [Parte I]
44. Te lo prometo. [Parte II]
Especial uno: Princesa.
Especial dos: Brianna Smith.
45. Cuento de hadas. [Final]
Epílogo.
Agradecimientos y aclaraciones.
¡Gracias por los 1M! ♡

40. Alma de la fiesta.

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Від violetslay

Me desperté el día siguiente, y entreabrí los ojos sólo para darme cuenta de que no estaba en mi cuarto.

Me incorporé, quedándome sentada, y observé a mi alrededor. Tanto el suelo como las paredes y el techo eran de madera, y había un armario y una puerta al lado de éste.

Me quedé sentada tratando de asimilar qué estaba pasando, y después me levanté, dispuesta a descubrirlo por mí misma.

Lo único en lo que pude pensar mientras bajaba las escaleras era en si debería golpear al secuestrador con una sartén o con una escoba.

Llegué al primer piso, y al no ver a nadie, me dirigí a la cocina.

Sí, secuestrada o no, la comida es lo más importante.

Busqué por todos los estantes con la esperanza de encontrar por lo menos una triste galleta, pero no había ninguna.

— Ah, ¿en serio? ¿qué tipo de persona no tiene no una sola galleta en...? — dejé la frase colgando al ver un papel amarillo pegado en la nevera, y me acerqué para leerlo.

'Suponía que tendrías hambre al despertarte, y sé cómo eres, así que he salido a comprar galletas.

Tu idiota favorito ♡.'

¿Cómo sabía que iba a buscar galletas?

Quizás porque es lo único que comes, no sé.

Agarré una de las sartenes que había ahí y volví al cuarto de antes, cerrando la puerta detrás de mí.

Me tumbé sobre mi cama con la intención de dormirme, con la sartén sobre mi pecho, pero al oír la puerta abrirse, me incorporé y levanté mi arma improvisada, lista para atacar.

— ¡Atrás, pedófilo! — grité, y lancé la sartén, la cual fue a parar en la pared que estaba justo al lado de la puerta.

— Veo que ya estás despierta — rió Chris, arqueando una ceja, y se acercó a la cama para dejar algo de ropa encima de ella.

— ¿Qué ha pasado? ¿Qué hacemos aquí? — pregunté, confundida.

— Bueno, ayer hicimos algunas cosas...

— ¿Qué? — le grité, interrumpiéndole, y sintiéndome despierta de repente.

— Estaba bromeando, tranquila. — suspiré y rodé los ojos. — Te quedaste dormida en mi coche, y como no quería despertarte, te llevé aquí. Es la casa de campo de mis padres, pero hace mucho que nadie viene aquí, y yo tenía las llaves. — explicó, riéndose, y asentí.

— ¿Pero y mi...?

— Ya he llamado a tu madre y le he dicho que te quedarías en mi casa a dormir esa noche. — respondió, y me llevé ambas manos a la cara.

— Menos mal. — suspiré, y dejé caer mis manos antes de sonreírle a Chris. — Y gracias.

Sonrió también y volvió a dirigirse a la puerta.

— Te he dejado algo de ropa ahí, yo estaré abajo preparando el desayuno, ¿vale? — asentí, y salió del cuarto cerrando la puerta detrás de él.

Miré la camiseta de Winnie the Pooh doblada sobre la cama y sonreí para mí misma. Me quité la ropa que llevaba puesta y me puse la camiseta, que era tan grande que me llegaba por encima las rodillas, y unos pantalones cortos.

Doblé mi ropa antes de salir del cuarto y bajé las escaleras. Chris estaba en la cocina, con una sartén en la mano, y me acerqué a él para abrazarle por la espalda.

— Buenos días, tonto. — murmuré, antes de apoyar mi cabeza sobre su hombro.

— Buenos días, pequeña. — saludó, dándose la vuelta, y me miró de arriba a abajo antes de reírse. — Vaya, la camisa te queda mucho más grande de lo que pensé.

— ¿Qué estás cocinando? No quiero tener que apagar un incendio a estas horas de la mañana. — me quejé, matando el romanticismo.

— Son prácticamente la una de la tarde, ¿sabes? Y estoy cocinando huevos con bacon. — reclamó, orgulloso, y rodé los ojos antes de llevarme el plato y un par de galletas al salón.

Me senté en el sofá y, segundos después, Chris se sentó a mi lado.

— ¿No vas a desayunar? — pregunté, y arqueé una ceja.

— Tranquila, ya he desayunado. — asentí, y me llevé otro trozo de bacon a la boca.

Éste encendió la televisión, terminé de desayunar y Chris se levantó, sonriendo.

— ¿Quieres jugar a un videojuego? — preguntó, y reí.

— Se nota que te encanta perder. — rió también.

— Si eso es lo que crees... — alcanzó un disco de una estantería y lo insertó en el reproductor de la consola.

***

CHRIS' POV.

Después de tres partidas —las cuales perdí todas pero me negaba a admitirlo—, volví a levantarme.

— Ven, quiero enseñarte una cosa. — antes de que respondiera, la agarré del brazo y caminé hacia el pasillo.

Llegamos al final del pasillo y abrí la puerta lentamente, al otro lado de éstahabía una sala.

En la sala había estanterías en todas las paredes, llenas de carpetas con partituras dentro, y en el suelo había algunos instrumentos, como violines o tambores.

En el centro de la sala, había un piano que hacía tiempo que nadie tocaba: la sala de música.

— ¿Qué hacemos aquí, Chris? — me preguntó, mientras yo me sentaba en el pequeño banco que estaba en frente del piano.

Se sentó a mi lado y levanté la tapa del piano, dejando a la vista todas las teclas.

Deslicé mis dedos sobre las teclas y después comencé a tocar unas cuántas notas, resultando en la melodía de una canción.

I love it when you just don't care,
I love it when you dance like there's nobody there,
so when it gets hard, don't be afraid,
we don't care what them people say.

— ¿Qué haces, Chris? — preguntó Annie, y rió.

I love it when you don't take no,
I love it when you do what you want 'cause you just said so.
Let them all go home, we're out late,
we don't care what them people say.

Miré a Annie y sonreí involuntariamente.

We don't have to be ordinary,
make your best mistakes,
'cause we don't have the time to be sorry,
so, baby, be the life of the party.
I'm telling you to take your shot,
it might be scary, hearts are gonna break.

Sonrió cálidamente y bajó la mirada, mientras sus mejillas se tornaban de un color rosado.

'Cause we don't have the time to be sorry, so, baby, be the life of the party.

Me levanté, le tendí la mano a Annie para que se levantara también y empezamos a bailar una especie de vals, a lo que ella volvió a reír.

Together we can just let go,
pretend like there's no one else here that we know.
Slow dance, fall in love as the club track plays,
we don't care what them people say. — seguí cantando.

Empezamos a bailar por toda la sala, y Annie apoyó su cabeza sobre mi hombro.

We don't have to be ordinary,
make your best mistakes,
'cause we don't have the time to be sorry,
so, baby, be the life of the party.
I'm telling you to take your shot,
it might be scary, hearts are gonna break.

Reímos al notar que nos chocamos contra una de las estanterías, causando que algunas carpetas se cayeran al suelo.

'Cause we don't have the time to be sorry, so, baby, be the life of the party.

Dejé de bailar y me paré en frente de ella, mirándola directamente a los ojos.

Come out tonight, come out tonight,
there's no one standing in your way.
Come out tonight, come out tonight,
we don't care what them people say.

— Eso... eso ha sido precioso, Chris. No sabía que podías cantar. — sonrió, y le agarré la mano, nervioso.

— Annie. — llamé, seriamente, y levantó la mirada. — ¿Irías conmigo al baile?

Riendo, asintió antes de abrazarme, y instintivamente dí un paso atrás, tratando de no caerme al suelo.

— De todas las cosas cursis y clichés que has dicho, — murmuró. — creo que esa es la peor.

— Pero estás enamorada de este cursi chico cliché, ¿verdad? — rodó los ojos y luego sonrió, separándose de mí.

Cuando Annie subió a la habitación de antes —la que antes era mi habitación— para cambiarse de ropa, me puse un abrigo que recordé haber dejado el verano pasado y me dirigí a la puerta.

Annie bajó con una bolsa con sus cosas dentro, quejándose de que las galleterías seguían sin ser algo, y rodé los ojos antes de poner otro abrigo sobre sus hombros y salir de la casa detrás de ella.

Entramos en mi coche, a pesar de que la casa de Annie estaba a apenas unos minutos, y arranqué.

En todo el viaje ninguno de los dos dijo nada, pero estaba seguro de que no era necesario.

Al llegar al portal de su casa, sólo aparqué en frente, pero ninguno de los dos se movió.

— Creo que debería irme. — murmuró, después de unos minutos, y asentí para luego mirarla.

— Sí, deberías. — sentí mis mejillas arder por ninguna razón, y miré hacia otro lado, esperando que no lo hubiera visto.

— Te quiero, Chris. Aunque seas un idiota. — rió, y volví a girarme para mirarla.

Sonreí, y se acercó a mí para besarme. Tras unos segundos, se separó y salió del coche, dirigiéndose al portal de su casa, no sin antes regalarme una sonrisa.

¿Annie acaba de besarme? Sí, ya nos habíamos besado antes, pero, que yo recuerde, nunca me había besado ella a mí primero.

Suspiré, sonriendo de nuevo inconscientemente, completamente ignorante de que me veía como un adolescente enamorado en ese momento, y arranqué el coche para dirigirme a mi casa.

***

Llevaba una hora entera tumbado sobre mi cama, tratando de pensar en otra cosa, pero la misma cosa volvía a mi mente una y otra vez.

Demonios, ¿qué mosca me ha picado esta vez?

— Chris, — oí la voz de mi madre desde el salón, haciendo que me incorporara y la sonrisa se borrara de mi cara. — ha llegado una carta para ti.

Me levanté sin muchas ganas y salí de mi cuarto, me dirigí al salón y miré el buzón donde, obviamente, había una carta.

Abrí la carta, confundido, y leí lo que había dentro. En un momento, mi expresión facial cambió completamente.

Sentí las lágrimas empezar a acumularse y sonreí, leyendo las letras impresas sobre la hoja blanca.

Y, la verdad, era que no sabía si debería sentirme bien o mal por ello.

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