Déjame Odiarte ©

By cleergd09

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Kimberly Grey no ha tenido mucha suerte en su vida. Con tan solo diecisiete años ha pasado por situaciones mu... More

Déjame Odiarte©
Prólogo
Déjame Odiarte [01]
Déjame Odiarte [02]
Déjame Odiarte [03]
Déjame Odiarte [04]
Déjame Odiarte [05]
Déjame Odiarte [06]
Déjame Odiarte [07]
Déjame Odiarte [08]
Déjame Odiarte [09]
Déjame Odiarte [10]
Déjame Odiarte [11]
Déjame Odiarte [12]
Déjame Odiarte [13]
Déjame Odiarte [14]
Déjame Odiarte [15]
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Déjame Odiarte [21]
Déjame Odiarte [22]
Déjame Odiarte [23]
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Déjame Odiarte [33]
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Déjame Odiarte [37]
Déjame Odiarte [38]
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Déjame Odiarte [47]
Déjame Odiarte [48]
Déjame odiarte [49]
Déjame Odiarte [50]
Déjame Odiarte [51]
Déjame Odiarte [52]
Déjame Odiarte [53]
Déjame Odiarte [54]
Déjame Odiarte [55]
Déjame Odiarte [56]
Déjame Odiarte [57]
Déjame Odiarte [58]
Déjame Odiarte [59]
Déjame Odiarte [60]
Epílogo.
Capítulo extra
Déjame Amarte
Palabras Ocultas

Déjame Odiarte [24]

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By cleergd09


—Quién te diría a ti que el tan famoso y popular William Evans acabaría en tu habitación. —el rostro de Valeria deja salir a la luz la gran sonrisa traviesa que ella no se niega en ocultar.

Sí, vale. Admito que no he podido aguantarme y le he contado a Valeria cómo ha sido mi fin de semana con todo lujo de detalles. No es que tampoco se tratara de un secreto, ¿no? ¿qué hay de malo en comentarle a tu amiga cómo y con quién has pasado el fin de semana? No creo que tenga prohibido decir que el famoso y duro William Evans se ha pasado el día de ayer en mi casa —más concretamente en mi habitación- hablando de ciertos temas más o menos interesantes.

Porque sí, después de dejar de hablar con mi mejor amigo, Evans y yo todavía nos pasamos un par de horas hablando de varias cosas. Por ejemplo, en un descuido Will sacó a la luz un tema que en cierto modo logró desconcertarme un poco, pero que a la vez me causaba demasiada intriga. Y fue el hecho de que él y mi hermana se conocían de mucho antes de que yo llegara, aunque eso sí, sólo de vista. Se ve que él había metido la pata al nombrarla, pero una vez sacado el tema ya no se puede ocultar.

Él insistió en cambiar de asunto, pero yo acabé siendo más pesada que él, por lo que acabó cediendo. Me comentó que Olivia solía salir por las noches a alguna que otra fiesta, de ese modo, ambos llegaron a saber de la existencia del otro. Me extrañó que, si conocía a mi hermana, había sido demasiado raro que no me hubiera confundido con ella el día en el que nos conocimos. Pero él me explicó que el día en el que ambos chocamos, se encontraba demasiado cabreado -de eso ya me había dado cuenta- y borracho como para distinguir a alguien. Además -había añadido-, solamente sabía el nombre de mi hermana por pertenecer al equipo de las animadoras, de otro modo, nunca hubiera sabido de su existencia. Lo que me deja claro que supuestamente ellos nunca han tenido nada que ver pero, aún así, se nota que el odio que se tienen es demasiado real como para estar imaginándolo.

Sus padres se toman su trabajo muy enserio. Por ese motivo, casi siempre se encuentra solo; hecho que le conduce a salir de fiesta siempre que quiera.

Myriam Evans es la doctora con mayor prestigio de la zona. Y por ello, trabaja en el hospital más caro, más grande y mejor de toda California. Puede pasarse literalmente más de la mitad de las horas que tiene el día en ese hospital, dedicada al cien por cien a tratar a sus pacientes. Salta a la vista que es una persona muy querida, por lo que no me sorprende que su hijo me dijera que siempre que van a algún lugar todos la acaban reconociendo con una gran sonrisa.

Su padre, Andrew Evans es el oficial jefe de la comisaría de policía más grande de por aquí. Su trabajo requiere mucha responsabilidad, por lo que no me sorprende que se trate de un hombre tan serio; si se le escapa un mínimo detalle, la situación en la que se encuentre puede ir incluso a peor. Si yo me encontrara en un interrogatorio con él al mando, estoy segura que las respuestas a sus preguntas cantarían por sí solas sin que yo pudiera molestarme en ocultarlas.

Ahora, ambos son socios de mi padre, lo que quiere decir que si antes ya se encontraban ocupados, ahora el trabajo será mayor.

El último tema que de verdad vale la pena volver a recordar es el hecho de que vivimos en la misma urbanización. Lo que quiere decir que técnicamente somos vecinos. En un principio el muy maldito se negó a contármelo, pero al final, no tuvo más remedio que confesar. Casi me subo por las paredes al comprender que solamente un par de casas ricas nos separaban. Estoy casi segura de que en menos de cinco minutos puedo llegar perfectamente a su casa. Lo que quiere decir -si no es lo suficiente evidente ya- que él también posee mucho dinero. Pero la diferencia principal entre él y yo es que uno no presume de grupo social y el otro sí.

Después de eso, poco seguimos hablando. Sus padres y el mío —y la intrusa arpía— acabaron de solucionar todo el papeleo necesario, y como seguramente no tienen más vida que el propio trabajo, decidieron dar por terminada la reunión. Nunca me hubiera imaginado que el idiota arrogante de William Evans pudiera estar dentro de mi casa, y mucho menos de mi habitación. Pero algo me dice que ahora que los mayores tienen un trato en común, la noche de ayer no va a ser la última.

Mi monólogo llega a su fin cuando Valeria y yo entramos a clase y nos vamos a la penúltima fila. Por suerte, en esta asignatura sí que puedo estar con ella. Desde mi sitio puedo observar cómo mi hermana entabla una conversación con la capitana del equipo, y no hace falta ser muy lista para observar lo mal que ambas se llevan. ¿Tendrá Will algo que ver en ello?

Hablando del rey de Roma, él entra por la puerta acompañado de Peter y otro chico que no logro diferenciar. Por lo que sus caras reflejan, algo me dice que su conversación se limita a hablar sobre fútbol. Aún tienen tiempo para entrenar antes de combatir contra nuestros enemigos, pero supongo que son conscientes de que el equipo rival es demasiado fuerte, pues no han perdido el tiempo y ya se encuentran entrenando duro. Y en sus cuerpos se nota.

No digo que no podamos ganar, pero si lo hacemos, ya tenemos dos satisfacciones: la primera haber ganado a esos unicelulares y, la segunda, comprobar los buenos cuerpos de nuestros chicos.

El profesor de Historia entre en el aula tan silencioso como siempre. Todos cortan su conversación y se sientan sin hacer ningún tipo de ruido.

—Buenos días, clase —deja sus pertenencias encima de la mesa antes de observarnos—. Bien, en primer lugar os voy a decir con quién vais a hacer el trabajo —¿trabajo? Oh, mierda—. Los grupos estarán formados por cuatro personas, estar atentos si digo vuestro nombre, no pienso repetirlo. —dicho eso, comienza a formar los grupos.

Los minutos van pasando y ni mi nombre ni el de Valeria han salido a la palestra, por lo que mis esperanzas de poder estar juntas todavía permanecen intactas..

—Y bien, las últimas personas que estarán en este grupo serán Oliva Grey y Amber Cooper, como ya saben, tienen hasta la semana que viene para entregarlo. —rápidamente giro mi vista hacia mi hermana, como suponía, maldice al profesor por ponerla con la capitana de las porristas.

—El siguiente grupo estará formado por Peter Clark, Sarena DiMarco, James Jahn y Valeria Adams, recordad cuándo tenéis que entregarlo.

Oh, no. Ahora ya puedo esperarme lo peor.

—Edward Clifford, William Evans, Megan Brown, Kimberly Grey, sois otro grupo. -lo comenta ta de golpe que tardo unos segundos en procesarlo.

—¿Qué? —la pregunta sale sin pode evitarlo más alto de lo que pretendía. ¿Tengo que hacer mi trabajo con dos personas no que conozco y con Will? Sin duda, está loco.

—Creo que usted ya me ha oído señorita Grey, no haga que lo vuelva a repetir. —y más que una simple contestación parece una amenaza que no estoy dispuesta a comprobar si es mentira o no.

Cuando todos los grupos están formados, el profesor sigue con su clase sin ningún tipo de interrupción. Nadie comenta nada sobre la organización de los grupos, aunque muchos de ellos no se encuentren de acuerdo con quien les ha tocado. Después de aguantar media hora de clase en la que me mentalizo lentamente la idea de tener que hacer un trabajo demasiado aburrido de Historia -ya que odio la Historia y el hacer trabajos-, el timbre interrumpe el monólogo del profesor, quien gruñe y recoge sus cosas antes de salir disparado por la puerta.

Mi mirada se cruza con la de Will, por lo que no pierdo el tiempo y le hago una pequeña señal para que me siga. Me dirijo a la mesa del otro chico con el que tengo que trabajar. Rápidamente, la otra chica aparece a nuestro lado.

No los conozco de nada, y de primera impresión ambos parecen bastante tímidos. Como nadie habla, decido tomar la iniciativa.

—Bueno, ¿y cómo os llamábais? —intento poner una de mis mejores sonrisas intentando retener las ganas de darme un cabezazo contra la pared por ser tan nula en esto de recordar los nombres- Vamos a pasar mucho tiempo juntos.

—Megan, encantada. —se presenta casi susurrando la rubia, mirando en un intento de disimulación a Will.

Vaya, si no fuera por el hecho de que parece ser muy tímida y nunca llama la atención, podría asociarla como una de las muchas secuaces de Amber. Por su pelo rubio, ojos azules y por un buen cuerpo podría pasar perfectamente por una porrista.

—Lo mismo digo —respondo. Giro mi vista hacia Will, quién está mirando muy directamente al chico que tiene enfrente. Si a mi me mirara así, me pondría nerviosa. Bueno..., en verdad lo hace: siempre me pone nerviosa—¿Y tú?

—Edward. —responde brevemente el otro chico levantando la mirada hacia mi. Joder, qué preciosos ojos tiene. ¿Por qué me encantan tanto los ojos verdes?

—¿Culler? —la pregunta burlona de Will hacia el otro chico provoca que vuelva a la realidad y deje de observar esos ojos verdes para centrarme en unos azules.

—Oye, no te metas con él —ante mi comentario, levanta las manos en señal de paz—.  Bueno, pues yo soy... 

Pero antes de que pueda continuar, Megan me interrumpe soltando una leve risa.

—Creo que ya sabemos quién eres. De hecho, creo que ya lo sabe todo el instituto. Justamente no os caracterizáis por pasar desapercibidos —y vuelve a clavar sus ojos en Will. Pero él sigue demasiado ocupado matando a Edward con la mirada.

—Sobre todo de tú —habla el anterior susodicho—. Eres una chica demasiado guapa como para pasar desapercibida.

Mis ojos se abren sorprendidos y en mi interior me pregunto dónde ha dejado este chico la timidez, ¿tan rápido entra en confianza?

—Está bien, dejémonos de charla —Will vuelve a hablar algo irritado interrumpiendo nuestra pequeña conversación—¿Qué os parece si quedamos mañana en mi casa para hacer el trabajo?

—¿He oído bien? —me vuelvo hacia él como si acabara de soltar la mayor locura de todas.¿William Evans invitándonos a su casa?—¿Estás seguro? —pregunto lentamente para que pueda entenderme bien. Él asiente decidido— Genial, mañana nos vemos.

Dicho eso, recojo mis cosas y me voy hacia la puerta, lugar en el que Valeria me espera con una cara de hambre propia de ella. 


—El karma me odia.

Y lo repito varias veces para darle más credebilidad a mis palabras.

—Lo que quieres decir es que el destino os está dando la oportunidad de estar juntos —Valeria habla tan convencida que la tomaría enserio si no fuera porque una mancha de chocolate adorna toda su boca. Odio que hable mientras come, y ella lo sabe perfectamente—. Además, tampoco es tan malo: hay chicas que desearían estar en tu lugar. Mira a tu hermana, ella sí que ha tenido muy mala suerte.

Y tiene razón. Tener que estar en una habitación de pocos metros y con Amber, debe de ser una auténtica tortura.

—Bueno, y tú estás con Peter, ¿verdad? —mi antena de cupido comienza a despertarse cuando ella comienza a toser como resultado de haberse atragantado con el agua. Su mirada esquiva la mía y mi mente ya comienza a divagar por sí sola.

—Sí, bueno... —intento llamar su atención para quedar cara a cara, pero ella sigue empeñada en observar la mesa como si fuera lo más importante del momento.

—¿Valeria? —su mirada por fin se decide a ascender hacia mi cara. Para su desgracia, al ser tan pálida se nota demasiado si se sonroja. Como ahora—¿Hay algo que debas contarme?

Ahora caigo en la cuenta de que siempre me encuentro hablando de mi y no de ella. Me siento la peor amiga del mundo, se nota que nunca he estado acostumbrada en tener mejores amigas. ¿Cómo he podido estar tan ciega? ¿acaso existe química entre Valeria Adams y Peter Clarck?

—Oh no, Kimberly Grey —ella se incorpora con rapidez y sus ojos color avellana me advierten de que no siga por ese camino. Como buena amiga, ignoro sus súplicas—. No comiences a insinuar y a crear hipótesis enrevesadas y raras: nada de lo que pueda pasar por esa cabecita tuya puede ser verdad.    

Está nerviosa, lo sé. 

—Val, no hace falta que me confieses que te gusta Peter, no es necesario. 

Ante mis palabras tan tranquilas y la indirecta de que acabo de decirle de forma que sé su pequeño secreto, ella se sonroja todavía más y parece querer matarme por sortalo como si nada. Esto provoca que una sonrisa amenace con escaparse de mis labios. 

—¡No! ¡te he dicho que no empieces! —se coloca el pelo detrás de la oreja, señal de que los nervios comienzan a defraudarle.  

—Tranquila, amiga. ¡Apágate! —mi alto tono de voz provoca que algunas personas del lugar giren su vista molesta hacia nosotras. Sin embargo, yo solo puede centrarme en lo roja que se encuentra este tomate andante.

Sí, cuando no te ocurre a ti, es divertido.

—Se acabó. Cambiemos de tema antes de que acabe por hacerle caso a mi consciencia y abalanzarme hacia ti para hacerte pagar por todo esto —intenta recomponer su postura, pero su nerviosismo todavía le delata—. ¿Habéis decidido ya el lugar en el que pensáis reuniros?     

—Oh, sí. En su casa. 

Su cara atónita seguramente es igual que la he yo puse unas horas antes.

—Espera, ¿qué? ¿William te ha invitado a su casa?

—Nos ha invitado —le corrijo al tiempo en el que recalco cada una de las palabras—. Somos un grupo, no es que vayamos a estar los dos solos.

Ella eleva una ceja y me observa como si mis palabras carecieran de credibilidad.

—¿Qué? Es verdad —respondo en un tono indignado—. Aunque bueno, debo admitir que nada de esto tiene ni pies ni cabeza. 

—Si algo incluye a William Evans... Olvídate de encontrarle la lógica, amiga. Vives en su mundo, con sus reglas.

Y después de soltar su frase filosófica del día, se lleva a la boca un puñado de patatas fritas. ¿Vivo en su mundo? ¿me estoy dejando llevar por su juego? Lo peor de todo es que no puedo responder a ninguna de las dos. Y sí, cuando te ocurre a ti, sí que molesta.

☁️☁️☁️☁️☁️☁️

Hola preciosos. No sabéis lo mal que me siento por no haber actualizado en mucho tiempo. Pero por fin soy libre de exámenes, clases y todo lo que ello conlleva. Así que me voy a dedicar a esto al cien por cien.

Por cierto, ayer me enteré de que una chica va a cerrar todas sus cuentas porque no se encuentra bien consigo misma o porque tiene x problemas. Que sepáis que aunque no nos conozcamos, podéis contar conmigo para desahogados, quejaros, o cualquier otra cosa.

Espero que os haya gustado el capítulo y, si es así —o si le falta algo—, hazmelo saber.
Nos leemos pronto, lo prometo.
                                                  —C.

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