Me preparo mentalmente para el semestre que empezaré; intentaré ser una chica distinta pero no quiero ser como el resto, falsa e hipócrita.
Tomó un taxi para ir a la escuela y por fin llego, no es muy grande y tampoco tiene un gran número de alumnos, lo cual me encanta pues así no tendré que esforzarme por conocer mucha gente. En la entrada está una maestra recibiendo fervorosamente a los alumnos nuevos.
-¡Buenos días, espero tengan un excelente día!
Demasiado entusiasmo para mi; sin embargo, saludo asintiendo con la cabeza. Al entrar no hay rostros conocidos para mi y me dedico a sentarme y mirar el lindo panorama.
Después de, lo que ha sido una eternidad para mi, sueña el timbre y es hora de entrar a clases. Acomodo mi mochila en mi hombro y decido seguir a un grupo que sube las escaleras, todos comentan lo bien que les fue en las vacaciones y los distintos lugares que conocieron. Al llegar al último piso, un maestro nos recibe y nos indica el salón, yo decido sentarme en las penúltimas bancas para que nadie pueda molestarme. Como es costumbre, cada uno se presenta y cuenta alguna experiencia del verano.
-Mi nombre es Teresa, tengo 16 años y lo más emocionante de mis vacaciones fue la vez que monté caballos con mi familia.
-Gracias por compartirnos tu historia, señorita sigue usted.
Demonios, seguía yo, y lo más impresionante que había hecho en verano era esa vez que había leído un libro en una noche.
-¿Señorita?
-Mi nombre es Pamela, tengo 15 años y lo más increíble de mis vacaciones fue leer un libro en una noche.- Increíble, lo acababa de decir.
-Esta muy bien, ahora abran sus libros por favor.
Perfecto, este iba a ser un día largo y aburrido.
Después de un día estresante, por fin llegó el momento de ir a casa y hacer los deberes.
Miles de horas después, por fin he acabado y es momento de cenar, así que decido cambiarme por mi pijama y bajar por un gran tazón de cereal. Lo siguiente que sucede es mi cama llamándome para un largo y profundo sueño.