Un, no muy claro, porqué [ACR...

By OhMonthOfMay

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Un chico melómano con una suerte muy extraña, la chica prohibida que duerme en la habitación de enfrente, el... More

Un, no muy claro, porqué - Sinopsis
I M P O R T A N T E +
Personajes
Capítulo uno | The hardest button to button
Capítulo dos | How deep is your love
Capítulo tres | Ho Hey
Capítulo cuatro | Slowtown
Capítulo cinco | Dancing Queen
Capítulo seis | Tighten Up
Capítulo siete | Taken for a fool
Capítulo ocho | Just my imagination
Capítulo diez | The joker
Capítulo once | Dumb
Capítulo doce | Happy Together
Capítulo trece | Riptide
Capítulo catorce | These boots are made for walking
Capítulo quince | Mardy Bum
Capítulo dieciséis | Awkward
Capítulo diecisiete | Cold Coffee
Capítulo dieciocho | Read my mind
Capítulo diecinueve | Shut up and let me go
Capítulo veinte | Don't wanna be your girl
Capítulo veintiuno | Creep
Capítulo veintidós | A certain romance
Capítulo veintitrés | Gives you hell
Capítulo veinticuatro | Everybody's changing
Capítulo veinticinco | Instant Crush
Capítulo veintiséis | L.I.F.E.G.O.E.S.O.N.
Capítulo veintisiete | Use Somebody
Capítulo veintiocho | Too young
Capítulo veintinueve | Young Folks
Capítulo treinta | Love love love
Capítulo treinta y uno | Young blood [parte 1]
Capítulo treinta y uno | Madness [Parte 2]
Capítulo treinta y dos | Carried Away
Capítulo treinta y tres | Mr. Brightside
Capítulo treinta y cuatro | The less I know the better
Capítulo treinta y cinco | Suck it and see
Capítulo treinta y seis | Feels like we only go backwards
Capítulo treinta y siete | Wonderwall
Capítulo treinta y ocho | Junk of the heart
Capítulo treinta y nueve | Runaways
Capítulo cuarenta | Home (Último)
Epílogo + Nota

Capítulo nueve | The middle

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By OhMonthOfMay

—Dijiste que dejarías de hacer eso —susurró señalando la mordida que la chica había dejado marcada en su hombro, tenía restos de su labial morado en su camisa y estaba tallado como si ella hubiese tratado de limpiarlo haciéndolo un poco peor.

—No puedo evitarlo, prometo lavar tu camisa después —Camille rio en voz baja colocándose su blusa para abotonarla de enfrente, acomodó su cabello hacia atrás y siguió burlándose en silencio—. Sé que la última vez dije que era una ocasión especial, pero ésta también lo es —insistió en su mentira.

Ambos, dentro del cuarto de limpieza, rodeados de químicos y un trapeador seco, la habían pasado bastante bien por varios minutos. Minutos en los que dijeron que estarían comiendo su almuerzo en la bodega mientras dejaban a Jimmy y a Anabeth encargados de la tienda.

—Si... creo que esta vez será la última —dijo—, posiblemente comience a salir con alguien así que deberías conseguirte a otro amigo a quién morder en medio de tus orgasmos —rascó su barbilla sin prestarle atención a la chica buscando su suéter en el suelo.

Camille frunció sus cejas un tanto confundida, se recargó en la pared donde momentos antes estaban en una posición no muy cómoda; le miró fijamente tratando de encontrar la mentira en sus palabras y no hizo otro gesto hasta que los ojos del chico se pararon en los de ella.

—No te creo —recargó su cabeza en la pared como si le retara—. ¿Quién es?

—No la conoces —Wesley se encogió de hombros—. Me pondré ebrio y le pediré salir, simple.

—Eso es genial —apretó sus labios pensando—. Necesitas diversión y disfrutar tu juventud; eres listo, eres lindo —se acercó a él y jaloneó su cabello—, educado también. El amor es algo ambiguo pero todos lo necesitamos de alguna manera y en algún momento, estoy feliz por ti, Wes —palmeó su pecho—. ¿Cómo está Claire? ¿Sabes si sigue con el cuadrado?

Wesley frunció sus labios y le miró con curiosidad. Camille sonrió de forma juguetona.

—Está bien —dijo no muy seguro—. Creo que siguen juntos... ¿Por qué?

—Deberías avisarme cuando llegue a pasar.

Wesley arrugó su nariz.

—¿Qué? —se echó a reír—. Es linda, no lo niegues. Deberías invitarme a tu departamento alguna vez.

—Eres alérgica a los gatos, así que no, lo dudo.

—¿Tienes un gato? ¿Tú?

—Si... Claire y yo lo adoptamos, lo encontramos en la calle.

—¿Cuidan a un gato juntos? —dijo con ironía—. No puedes hacer eso —rio—, es como si tuvieran un hijo. No puedes tener un hijo-gato con ella, tiene novio y no eres tú.

—¿Eso importa?

—Sí, duh —soltó obvia—. ¿Qué sentirías si tuvieses novia y ella decide adoptar una mascota con otro chico que no eres tú? Un chico que ni siquiera es su amigo y duerme a escasos cinco metros de ella todas las noches. No sé tú pero es raro.

—A mí no me importaría...

—Claro que así, no mientas. De hecho a mí me importa, y no es mi novia... —se detuvo y sonrió—, no aún.



—No me mires así, ni siquiera yo sé lo que voy hacer. Odio que Claire me haya convencido y empujado a hacer esto. Digo, me gusta estar soltero, no tengo por qué preocuparme por alguien más que no sea yo —avanzó hasta tomar una silla de madera que tenía dentro de su habitación colocándola a un lado de su cama, se sentó en ella con el respaldo de ésta frente a él—. Pero me pongo a pensar, ¿cuál era la probabilidad de que la chica con la que tienes un estúpido enamoramiento estuviese casada? ¿Cuál era la otra probabilidad de que ella se divorciara? ¿Cuál es la probabilidad de que ella quisiera estar contigo después de todo? Considero que son muy mínimas y no, no quiero hablar del destino ni la suerte aunque los use como pretexto para culpar a todas las cosas malas que me pasan.

»En el fondo me gusta pensar que todo tiene un porqué —recargó sus brazos en el respaldo de la silla y suspiró—. Las cadenas raras del causa y efecto; toda elección y actividad tienen una consecuencia y resultado. Las casualidades no existen —le señaló como si quisiera ser crítico—. Antes de insultar a algún dios o a tu fortuna, todo lo que nos pasa ha sido provocado por nosotros mismos, intencionalmente o no —frunció sus labios y miró al techo—. Si no le temiera a los payasos nunca habría aprendido a hacer malabares, sino hubiese aprendido a hacer malabares no habría aprendido a tocar el bongó y si no supiera tocar el bongó nunca hubiese tenido mi primer beso con Pam Mcguire —recordó—. Vaya...

»No sé, a lo mejor sale algo bueno de todo esto y Claire tiene razón; no evitar lo inevitable solo porque piensas que el efecto puede ser malo, es un efecto al fin y al cabo —siguió mirando al animal que estaba acostado en su cama y que parecía demasiado aburrido ante las palabras que Wesley soltaba—. ¿Por qué te estoy hablando? Eres un gato que se llama Pepino —talló su rostro y bostezó después de eso—. Si Fred no hubiese hecho de Xavier se fuera, Claire no estaría aquí y si Claire no estuviese aquí nunca te hubiéramos encontrado... O a lo mejor sí y en vez de llamarte Pepino —dijo el nombre con un poco de desprecio—, te llamarías Salem, como Salem Saberhagen, ¿lo conoces? Te pareces a él, claro, como un gato. Quizá también eres un brujo que intentó conquistar el mundo; te ves inocente y viejo —sonrió—. Tal vez también vienes con un efecto.



—¡Hey! ¿Por qué no estás usando un disfraz? —habló Claire parándose frente a él llegando de la nada. Wesley se retiró un poco por la sorpresa y mantuvo su lata de cerveza en alto—. ¡No es justo! —se quejó ella.

—Lo siento pero no tuve tiempo de comprar uno —se excusó casi gritando por culpa de la música y las pláticas de las decenas de personas que habían llegado. Todo era demasiado colorido por culpa de sus disfraces y muy abrumador para alguien que esperaba ir a la cama temprano.

—¡¿Qué?! —se acercó.

—¡Tú tampoco usas disfraz! —le dijo señalándole con la bebida para después darle un trago.

—Claro que sí. ¡Soy Lois Lane! —levantó sus brazos invitándole a que la observara con atención. Wesley lo hizo, con bastante gusto a decir verdad, y rio.

Solo usaba un traje de oficina color marrón; una falda muy ajustada acompañada de una camisa blanca de botones y tacones que hacían parecer que llegaba al metro setenta. Sus anteojos estaban sobre su cabeza y tenía un pequeño cuaderno en sus manos.

—Oh —dijo él—. ¡Muy inteligente! —añadió—. ¡¿Y dónde está Clark Kent?!

—No lo sé, ya debe estar por llegar —se puso los anteojos, revisó el reloj en su muñeca y después buscó con la mirada alrededor de ellos.

—Si... No debía preguntar —susurró Wesley para sí mismo.

—¡¿Ah?! —le cuestionó la chica.

—¡Nada! —llevó la bebida a su boca para ocultarse en ella.

—¡Wesley! ¡Aquí estás! —Fred se pegó a su brazo con alivio y con una enorme sonrisa en sus labios como si hubiese estado mucho tiempo buscándolo—. ¡¿Recuerdas aquella canción obscena con la cual tenía obsesión y escuchaba a escondidas de mi mamá?!

—Tu faceta pervertida —Wesley apretó sus labios y respiró hondo mientras miraba al techo tratando de recordar eso.

—¡Gran disfraz! —le dijo Claire al rubio.

Fred subió y bajó sus cejas demasiado orgulloso por su disfraz de mono que lo hacía ver demasiado divertido. Parecía un mameluco, solo que con una cola y un gorro simulando las orejas del animal.

—¡Gracias! Le hago un homenaje a esa canción pero ahora no recuerdo su nombre—explicó.

—Ah —Wesley soltó poniendo los ojos en blanco—. ¡¿The bad touch de Bloodhound Gang?! —frunció el ceño.

—¡Si! ¡Gracias! ¡Amo que seas una enciclopedia musical andante! —golpeó con su puño el hombro de Wesley, después le tomó de la cabeza para besarla y corrió hacia el chico con el enorme disfraz de Hot-Dog que controlaba la música desde su computador en el comedor.

—¿Faceta pervertida?

—Si... También —carraspeó su garganta—. ¡También fue rapero gracias a Eminem, fue punk gracias a Blink-182 y creo que la última fue el vestirse completamente de negro y escuchar The Black Parade sin parar, una y otra vez!

—¡Yo siempre he creído que Gerard Way es lindo! —Claire rio—. Tiene una nariz bonita y sus ojos son como los de un perrito.

—¡Creo que tienes un fetiche con los ojos!

Claire rodó los ojos y negó con su cabeza terminando con esa plática. Señaló la bebida en la mano del castaño.

—¡¿Cuántas de esas llevas?!

Wesley bebió y mientras lo hacía levantó dos dedos de su mano izquierda.

The bad touch comenzó a escucharse por las bocinas y los gritos de Oliver y Fred acompañaron la distintiva melodía de la canción. Ambos miraron como el chico disfrazado de hot-dog y el chico disfrazado de mono reían exageradamente viendo la pantalla de la computadora portátil en señal de que ya tenían suficiente alcohol en su sangre como para que su diversión tuviese algún sentido.

—Bien —Claire dudó y regresó sus ojos a Wesley—. ¡Peina un poco tu cabello, siempre está sobre tu frente! —hizo une mueca. Pasó sus dedos por el cabello de Wesley, eso sin necesidad de pararse sobre las puntas de sus pies como siempre gracias a los tacones que llevaba.

Wesley cerró los ojos y sonrió queriendo alejarse un poco de la chica solo para molestar.

La verdad no tenía muchas ganas de intentar sorprender a Mia ni de ser el chico perfecto que quizá quería. No era bueno pidiendo citas ni hablando a solas frente chicas con las cuales podría tener fines románticos. No era un buen seductor, tenía que recurrir al alcohol para tener confianza en eso y no sabía diferenciar entre el ser amable y el coquetear.

Porque para él, todas eran amables; porque claro, desde que tiene memoria, nadie quería realmente salir con el melómano y raro amigo de Fred Gainsbourg que se la pasaba castigado en secundaria por fumar detrás de la cafetería.

—¡Deberías dejar esto! —le quitó la cerveza de la mano—. ¡Préstale atención y sé tú mismo! —dio leves toques en su pecho con su índice como si se lo ordenara. Wesley bufó.

—¡Eso no es algo que yo haría en estos momentos, entonces no sería yo mismo! — dijo riendo. Claire paró sus movimientos y le dio una mirada de desaprobación. Wesley suspiró—. Ser yo mismo, claro —soltó un poco sarcástico—: Lo he sido toda mi vida y no ha funcionado mucho.

—Debe funcionar con alguien, algún día —se encogió de hombros—. ¡Ella es muy linda y parece ser agradable, deberías estar feliz de que haya la posibilidad de que algo bueno salga! —le dijo en tono de regaño

—Sí, tienes razón —suspiró dándose por vencido cerrando sus ojos y los talló con sus dedos queriendo despertar un poco más.

—Míralo así: No es un hecho de que vaya a funcionar a la primera pero vale la pena intentarlo —articulaba las palabras de forma exagerada para que al menos pudiese leer sus labios—. Si no lo haces nunca sabrás que pudo pasar, de eso se trata, de crear algún recuerdo —puso sus manos sobre los hombros del chico después de su pequeño discurso.

—Amas formar parejas, ¿verdad? ¡Estás demente!

Claire cerró sus ojos como si le diera pena admitirlo pero después una gran sonrisa se asomó por sus labios. Se alejó del chico cruzándose de brazos y le miró fijamente de arriba abajo como si quisiera retarle. Wesley no dejó de darle guerra con su mirada y ella terminó cediendo.

—Mi segundo nombre es Love —confesó.

—¡¿Qué?!

—Mi... —suspiró con frustración revisando que nadie más estuviese prestando atención—. ¡Mi nombre es Love! —gritó acercándose más a él—. Mi papá estuvo enamorado de Courtney Love en algún momento de su vida —añadió antes de que Wes dijese algo—. ¡Tómalo como una señal!

—¡¿Claire Love Blumberg?! —arqueó sus cejas mostrando su incredibilidad.

—Sí, preferiría que guardaras el secreto.

Wesley carcajeó.

—Lo siento —levantó la palma de su mano pidiendo que esperara para terminar de analizar eso—, lo siento—repitió. Colocó su puño contra su boca callando ante la no muy contenta expresión de Claire—. ¡¿Love?! —preguntó nuevamente cruzándose de brazos y mordiéndose la lengua.

—Cállate, por favor —pidió entre dientes y negó con su cabeza como si le preocupara demasiado.

—¡Te llamas Love! —le recordó—. Es como si yo me llamara... Hate o Passion —divagó con su mirada pensándolo detenidamente como si la idea de repente le gustara.

—¿Wesley Passion Van der Gucht? ¿Y te burlas de Love?

—Es inevitable, perdón —le quitó la lata de cerveza de su mano y le dio un sorbo. Claire intentó quitársela de nuevo pero solo bastó levantar su brazo para evitarlo—. Míralo —señaló él con su cabeza a la entrada, queriendo cambiar el tema y funcionó.

Claire volteó; Fred estaba en una de las esquinas del departamento sentado sobre una silla plástica con una chica disfrazada de pirata en sus piernas, ella le rodeaba el cuello con uno de sus brazos mientras reían con los demás. Una de las manos del rubio la sujetaba de la cintura mientras que con la otra solo la tenía sobre las medias de la joven pirata. Carcajeaban a tal grado de que no les costó adivinar que nada de lo que decían tenía sentido en ese pequeño círculo de personas que les rodeaban.

—¡¿No estaba saliendo con Sue?! —preguntó ella colocándose a un lado de Wesley.

—¡Sue está en Montreal desde hace tres días! Y por lo que él me dijo podían ir en serio pero ahora no estoy tan seguro —arrugó su nariz no muy contento con lo que estaba haciendo.

—Sue no debería confiarse; a veces el jinete solo acaricia al caballo para poder montarlo —la chica suspiró con frustración y enojo hacia su compañero de piso por ser un idiota. Se cruzó de brazos pensando en todas las cosas que le diría para reñirle.

—Buena esa —Wes levantó su brazo hacia ella sin dejar de ver la escena y Claire chocó los cinco al instante.

—Me siento un poco mal por ella, digo, parece ser agradable... ¡Recuérdame usar la picana mañana temprano! —le dio un fuerte codazo en el estómago como si de repente él también tuviese culpa.

Wes solo se limitó a sobar la zona del golpe y retiró sus ojos de su mejor amigo con un gesto de dolor. Su mirada paró en una chica pelirroja que recién entraba por la puerta principal la cual estaba abierta por la cantidad de personas que iban y venían esa noche.

Vestida con simples jeans azules, una blusa de tonos rosados y un abrigo largo color blanco, Mia parecía estar realmente confundida; la expresión de su rostro solo mostraban incomodidad al notar todo lo que había a su alrededor. Vio como ella tomaba su teléfono sin moverse de ahí y, después de mover algo en él, lo puso sobre su oreja. Fue cuando el bolsillo del pantalón de Wesley comenzó a vibrar.

Claire hizo un ruido extraño a su lado como si quisiera decir algo pero no podía, le tomó del hombro y señaló rápidamente en dirección a Mia.

—Está aquí, está aquí, está aquí —repetía—. ¿Por qué no te mueves?

—¿Debería responder o ir directamente? —señaló a su pantalón.

—¡Solo ve! —le riñó un tanto desesperada.

Wesley dio un paso pero de inmediato se retractó.

—Sabes, no sé de qué hablarle ahora —le confesó—. Estoy considerando ir a lanzarme por la ventana y pedirte que le digas que me mudé a Sri Lanka.

Claire suspiró profundamente más desesperada de lo normal.

—¡Wesley! —sobó su espalda como apoyo—. Vino por ti, ahora: ¡Ve y habla con ella! Siempre hablas de decenas de cosas todo el tiempo, solo escoge algo, eh... —se detuvo a pensar—. Ambos son europeos, ¿no? Parte de ahí o si quieres te doy permiso de que te burles de mi segundo nombre con ella —le pellizcó la parte lateral de su cintura.

—¿Podrías dejar mi flacidez? No me va a causar cosquillas, Claire —dijo un poco más tranquilo.

La rubia resopló y le quitó nuevamente la bebida de las manos.

—¡Mia! ¡Mia! ¡Aquí! —gritó levantando sus manos para llamar su atención. La pelirroja les miró rápidamente y pudieron observar como su expresión preocupada se relajaba, retiró el teléfono de su oreja y el bolsillo de Wesley dejó de vibrar—. Yo me voy —palmeó su hombro y se retiró.

—¡Hola! —Mia gritó al darse cuenta que desde ese lugar parecía que la música quería reventar sus tímpanos. Respiró hondo, de forma torpe, como si se le dificultara respirar ahí.

—Bien —fue lo primero que Wesley dijo—. Digo, ¡Hola! —soltó nervioso. Tomó el cuello de su abrigo y fingió que veía algo detrás—. Jesucristo —se susurró a sí mismo.

—¿Por qué se fue? —la pelirroja buscó la mirada del chico. Wesley arqueó sus cejas sin entender y ella señaló con su cabeza a Claire quien hablaba con Nora quien tenía un disfraz improvisado de mimo.

—Oh... Ella —se acercó más a Mia al no sentirse muy cómodo gritándole—, ella tenía que ir a llamar a su novio, o algo así —mintió.

—¡Ah! —asintió—. ¿Tiene novio? ¡Wow! —sobó su antebrazo como si de repente sintiera algo de pena—. El otro día que llegaste con ella a la tienda pensé que era tu novia o algo.

Wesley rio negando con la cabeza.

—Solo está con nosotros porque tenía malos tratos en la casa donde vivía antes y nuestro ex compañero odia a Fred —dijo rápidamente—. ¿Quieres algo de beber? —cambió el tema sintiendo que no tenía control con de sus palabras. Mia solo le miró extrañada y él señaló a la cocina.

—Sí, gracias.

Wesley suspiró y la invitó a ir primero. Mia solo sonrió un poco confundida por su actitud pero aun así no dijo nada más.

—Creí que no vendrías —comenzó él a hablar una vez que entraron. La música se escuchaba menos ahí y estaban completamente solos, eso sí ignoraban a las personas que se veían por la ventana del desayunador y ya todos los que entraban y salían por bebidas.

—Estuve a punto de no hacerlo —confesó—. Me cuesta un poco estar lejos de Jacob, cuando regresé de clases y fui a recogerlo a la casa de mi abuela le mencioné que tenía una reunión hoy —hizo una mueca ya que definitivamente no era una reunión—. Y mi abuela está un poco loca así que prácticamente me obligó a vestirme más decente con sus típicos discursos de juventud en los que proclama que hacer una locura al mes no hace daño —rio nerviosa.

—¿Entonces quieres enloquecer? —dijo entre risas mientras abría el refrigerador del cual sacó un nuevo paquete de cerveza—. No suelo a darle la razón a los ancianos que no sean de mi familia porque eso amerita una paliza, pero tu abuela dice la verdad. Y es raro que lo diga porque no he hecho ninguna locura en meses —lo abrió sobre el mueble de la cocina y le extendió una lata a Mia quien un poco dudosa la tomó.

—¿Por qué no me dijiste que era de disfraces? —preguntó enarcando una ceja e indicándole a todas las personas que estaban vestidas.

La canción The Middle de Jimmy Eat World comenzó.

—No quería ser el único tonto sin disfraz... —le dijo—, no es que te esté llamando tonta ahora, pero me entiendes— intentó arreglar.

Mia rio.

—Entiendo —arregló su bolso en su hombro y suspiró—. Debo confesarte que me siento un bicho raro y no es por lo del disfraz... Sino que siento que ya no encajo en estas cosas. Me siento arcaica.

Wesley frunció sus labios pensando en algo que decir. Se encogió de hombros y sonrió.

—Si te hace sentir mejor... Tampoco siento que encaje mucho aquí pero hago un intento porque no me queda de otra —abrió una lata, el líquido burbujeante subió y él le dio un trago rápidamente.

—¿Sueles ser el adulto responsable y el conductor designado?

—A veces. Tuve un momento en mi vida donde me divertí bastante pero creo que toqué fondo muy rápido —movió su nariz haciendo un gesto extraño con sus labios—. Ahora soy quien los carga hasta un hacia un taxi o quien llama a sus padres... Y no solía hacer eso pero creo que desde que trabajo en un club esto de la responsabilidad me ha golpeado muy fuerte. Me ha tocado sacar a personas por alterar el orden, y cuando mis amigos lo hacen, sí, me molesta un poco —le dio otro sorbo.

—Esto es divertido —dijo—, hace mucho que no salía de casa y mucho menos a una fiesta de adolescentes locos. Es divertido verlos caer y ser bobos.

—¡Al fin alguien me entiende! ¿Ves al chico Hot-Dog? —señaló hacia Oliver quien estaba bailando en el centro de la sala con un par de chicas como si quisiera impresionarlas—. Una vez terminó desnudo por querer pelearse con otro chico; unos amigos tomaron una manguera y lo bañaron con ella hasta que dejó de resistirse. Terminó denudo y temblando en el suelo del patio, ¿y qué es lo gracioso? Él no lo recuerda, nada.

—¿En serio?

—Ajá. Parecía un poodle recién bañado —dio un largo trago a su bebida e hizo una mueca por ello—. Siempre le pasa algo cuando se emociona con el alcohol, casi siempre termina en peleas y la mayoría de esas peleas son contra algún objeto inanimado.

Mia se echó a reír.

—¿Qué haces, Wesley? —intentó abrir su lata entre risas lográndolo al tercer intento—. No sé mucho sobre ti; solo que comprar mucho cereal y regaliz —bromeó.

El castaño sonrió.

—Estudio leyes... Tengo dos empleos, intento sobrevivir... Realmente no creo que puede definirme ahora —rascó su mejilla y suspiró recargándose en el mueble de la cocina—. No hay tanto como quisiera —intentó reír.

—Quiero darte las gracias, Wes —habló ella con un tono más serio.

—¿Por qué? ¿Qué hice?

—No lo sé, cualquier cosa que estés haciendo ahora mismo y que tenga que ver conmigo —suspiró—. Te seré sincera, no quiero traerte mis problemas pero siento que debo decírtelo— se recargó justo al lado de Wesley. Ambos miraban a la ventana del desayunador como todos reían y bailaban sin mucho ritmo—: No la he pasado bien últimamente, no conmigo misma. Y sé que tengo que comenzar de nuevo y ser lo mejor para Jacob pero a la vez siento que me estoy olvidando de mí... Pero ahora estoy aquí, contigo —le miró—, y siento que regresé. No dos meses o los últimos nueve, sino años. Como si de repente tuviese otra oportunidad —bromeó—. Eres una buena persona, Wes. Gracias por tomarme en cuenta —asintió con un poco de pena y llevó la lata a sus labios para darle un pequeño trago con algo de esfuerzo.

Wesley no respondió. Creyó que quedarse callados queriendo crear un silencio cómodo sería mejor, así que aguardó a que ella dejara de sentirse presionada por todo lo que acababa de decir.

Le miró de reojo y ella solo se limitaba a seguir riendo con todo lo que pasaba allá afuera; respiró hondo e hizo lo mismo.

Vio como Fred seguía diciendo sus bromas causando las risas exageradas de todos quienes le prestaran atención.

Oliver estaba ahora muy ocupado besándose con una de las mucamas en el sofá; Nora parecía estar muy entretenida gritando con otras personas por culpa de un chico que falló en su tiro de Beer Pong.

Todo pasaba en cámara lenta ante sus ojos y fue más lento en cuanto sus ojos pararon en Claire; bailando muy feliz con Charles quien usaba un traje y anteojos simulando ser Clark Kent.

Wes volteó de nuevo hacia Mia, sonreía sin mucha preocupación hacia todos.

—¿Y en serio piensas hacer esa locura? —preguntó llamando su atención—, porque

hay algo que tengo ganas de hacer desde ya hace tiempo.

La pelirroja le miró con confusión y sin despegar su absoluta atención al show que había afuera.

Wes no dejó de insistirle con sus ojos

y Mia solo terminó de mirarle por ello, articulando una pregunta que no terminó de llegar a los oídos de Wesley cuando él estampó sus labios con los de ella sin avisar. Un poco torpe gracias a que tardaron en asimilarlo pero bastante dulce cuando entendieron que en cuanto a locuras, ya habían hecho cosas peores.

Él se alejó primero tomando de nuevo su postura seria; Mia solo se quedó perpleja y mordió sus labios, muy confundida, buscando alguna respuesta en los ojos de Wesley.

El chico solo sonrió queriendo ocultar que sabía que lo había arruinado y fijó su mirada de nuevo a todos afuera, pero eso solo hizo que se ganara una pequeña carcajada de la pelirroja; un poco nerviosa y a la vez muy aliviada.

—Sí —dijo ella—, esperaba que esto fuese esa locura.

The middle - Jimmy eat world

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