Engel (En edición)

By AlmaMara

339K 28.2K 3.9K

En un futuro no tan lejano, Ada, una joven estudiante con el raro don de predecir el futuro a través de sueño... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25: POV Dareh
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Epílogo
Los Capítulos Extra De Engel

Capítulo 30

5.1K 587 112
By AlmaMara


Grité y me sobresalté espantada. Me incorporé rápidamente y con la respiración agitada. Miré alrededor. ¿Dónde estaba? Todo era extrañamente familiar. Acaricié las sábanas de la cama sobre la que estaba. Eran suaves y limpias.

—Tranquila, Ada...— dijo Esaú sonriendo, mientras se acercaba a mí—. ¿Estás mejor?

—¡Esaú! ¡Estás vivo!— salí de la cama y traté de ponerme de pie para abrazarle, pero la cabeza comenzó a darme vueltas y lo di por imposible. Me quedé sentada.

—Claro que estoy vivo— se rió. —¿Por qué no iba a estarlo?

—Esto es... ¿Omega?

—Ada, estás actuando de manera extraña. Creo que voy a pedir que te aumenten la dosis de tranquilizantes— bromeó.

—Pero... me siento confusa. ¿Dónde está Dareh?

 —¿Dareh? ¿Quién es Dareh?— contestó confundido.

—¿Qué?— me quedé helada.

—Debes haber tenido un sueño de los tuyos.

—¿Un sueño? No... imposible... ¿Dónde está Styan? Él te dirá quién es.

—En clase. ¿Dónde si no?— Esaú parecía aún más confundido que yo al escucharme hablar, lo cual me dejaba desconcertada.

—¿Puedo verle?

—Será mejor que de momento guardes reposo. Yo le avisaré para que venga cuando termine. Esta mañana no tenías buena cara. ¿No lo recuerdas? Te desmayaste. June me dijo que te encontró tendida junto a la fuente del delfín.

—¿June? No puede ser... ¿está viva?

—¿Qué tonterías estás diciendo, Ada? Claro que está viva. ¿Pero qué has soñado?

Empecé a sentirme bastante inquieta. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Realmente había sido todo un sueño? ¿De verdad que no había conocido a Dareh, ni habíamos viajado al pasado? ¿Mi June estaba bien?

—Bueno, yo tengo que salir. Me toca dar clase ahora. ¿Estarás bien?— dijo mientras se dirigía hacia la puerta.

—Sí, descuida, Esaú.

—Te veo más tarde. Pasaré a verte con Styan y June— se despidió mientras salía. Tras él, la puerta automática se cerró, dejándome sola con mis pensamientos y mi inmensa confusión.

Me levanté de la cama con cierta dificultad y me quedé parada intentando controlar el equilibrio. No podía ser un sueño. Miré mi abdomen en busca de una cicatriz que me confirmara lo último que recordaba, que el monstruo June me había herido, sin embargo, no había nada. Yo tenía puesto el uniforme de Omega, como siempre. Nada había cambiado, excepto yo. 

Me acerqué al escritorio y tomé mi tableta. Busqué en la sección de Historia de la Tierra la página en la que hablaban del doctor Salazar. Lo observé detenidamente. En la imagen tendría unos diez años más que el Tristan que yo había conocido. ¿Por qué? Si todo ocurrió cuando yo lo conocí, ¿Cómo era posible?

Sabía de memoria lo que estaba escrito, pero lo releí una vez más.

Doctor Tristan Scott Salazar (1993-2024). Nació en la ciudad de Birmingham, Inglaterra. Huérfano de madre desde los 14 años, se vio obligado a abandonar sus estudios para cuidar de su hermano pequeño, pero con su mente privilegiada, los retomó unos años después y no tuvo dificultad para ponerse al mismo nivel que los jóvenes de su edad, superándolos en cuestión de dos cursos académicos.

Su vocación por la ciencia se hizo presente cuando cumplió dieciocho años, durante su primer año de universidad, siendo el inventor de una hormona artificial  que hacía crecer el cabello diez veces más rápido y fuerte. Fue un éxito entre las mujeres.

Más tarde fue contratado por la empresa Montreal, y gracias a las grandes aportaciones económicas de los inversores, Salazar pudo hacer uso de todo su potencial, dando lugar al Engel, la salvación de la humanidad...

¡Mentiras! Todo eran mentiras. Empecé a dar vueltas por la estancia un poco nerviosa hasta que al final me harté y decidí salir. Si alguien me veía merodeando por ahí me pondría en un aprieto, pues los jóvenes teníamos prohibida la salida durante las horas lectivas.

Me asomé al pasillo exterior y miré a ambos lados para cerciorarme de que no había nadie. Estaba desierto, así que, simplemente salí. Me acerqué a la clase de Educación Física, donde debía estar June. No podía creer que fuese cierto y tenía que verlo con mis ojos. Me asomé tímidamente por el pequeño cristal de la puerta. Reconocí a todos mis compañeros, incluso Styan estaba allí, pero no había rastro de June. Aquello me pareció un poco extraño.

—¿Qué estás haciendo aquí fuera?— di un respingo al escuchar la estridente voz de doña Lucrecia detrás de mí. Me giré y me miró desafiante a los ojos—. ¿Acaso has sido expulsada del aula?

—No, doña Lucrecia. Es que me sentía indispuesta y me permitieron salir del aula.

—Ya veo. No puedes corretear por los pasillos tú sola a estas horas. ¿Has comido algo ya? Ve al Comedor y toma algo si estás indispuesta y vuelve a tus clases— dijo con severidad.

—Sí, doña Lucrecia.

Salí corriendo hacia la zona común, pero lo cierto era que no tenía mucho apetito. Miré la fuente del delfín, en el centro de la plaza y me aproximé a ella. Me senté en frente y recordé que allí mismo fue donde comenzó todo. Aquella noche, de madrugada, cuando encontré a Dareh. Recordé cómo mi corazón se volvió loco al verlo, sobretodo después de haber soñado con él. Supe que no sería una persona cualquiera en mi vida. Supe que él sería especial... Y si todos esos recuerdos estaban tan vívidos en mi mente ¿Por qué Esaú no sabía quién era? ¿Dónde estaba? No le había visto desde que abandoné Alfa y ni siquiera tenía la certeza de que hubiese sobrevivido.

Me acerqué un poco más para tocar el agua con mis dedos. Estaba tibia. Las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos y a caer dentro del agua. Me sentía terriblemente confundida.

—Es muy bonita, ¿verdad?— escuché una voz inconfundible detrás de mí y lentamente me di la vuelta. Mis ojos se abrieron de par en par al ver, parado frente a mí, al espectacular Dareh, que observaba el delfín con media sonrisa. Rápidamente me sequé las lágrimas y me puse en pie.

—Dareh— musité.

—No deberías estar aquí a esta hora. Podrían llamarte la atención—. Aquellas fueron exactamente las primeras palabras que me dijo el día que nos encontramos por primera vez en aquella fuente. Sabía que nada había sido un sueño. Sonreí y me lancé a sus brazos. Él me abrazó con fuerza.

 —¿Qué ha ocurrido, Dareh? Estoy muy confusa. No entiendo nada de nada. ¿Qué ha pasado con June? ¿Por qué Esaú no te recuerda? ¿Por qué estamos aquí viviendo la misma vida de siempre, como si nunca hubiéramos desvelado lo que habían hecho en Alpha? ¿Dónde has estado?

 —Todas tus preguntas tendrán una respuesta en su momento. Ahora tenemos poco tiempo y no quiero perderlo— dijo mientras me acariciaba el pelo—. No falta mucho para que todo acabe de una vez por todas, así que ten ánimo.

Me separé de él para mirarle a los ojos y asentí.

—He venido porque sé que debes estar pasándolo mal, pero confía en mí. Todo ha sido real.— Miró a izquierda y derecha para asegurarse de que no había nadie cerca —Tienes que esperar a esta noche, y actuar como si todo fuera igual que siempre. Entonces vendré a por vosotros y acabaremos con todo.

—¿Todo acabará?

—Sí. Todo por lo que nos hemos esforzado hasta ahora verá sus frutos. No te puedo decir nada más. Sólo confía en mí ¿de acuerdo?

—Te confiaría mi vida, Dareh.

Me acarició la mejilla y todas mis terminaciones nerviosas se estremecieron al sentir el contacto de su cálida mano. Se acercó a mí y apoyó su frente en la mía, rozando su nariz con la mía. La calidez de su respiración hizo que mi corazón saltara dentro de mi pecho, martilleando con violencia. Él parecía nervioso y respiraba entrecortadamente. Tenía los ojos cerrados y sus brazos se deslizaron por mi cintura para atraerme hacia él.

 —Esta noche, Ada—. Se apartó y sonrió con dulzura.

Asentí nerviosa, y acto seguido, se desvaneció ante mis ojos. —Hasta esta noche— susurré.

Bastante más contenta volví a mi departamento. Esperaría allí a que volvieran Styan y Esaú, entonces les contaría todo lo sucedido. Tenían que estar de mi parte. En realidad ellos habían vivido todo aquello conmigo y debían saber tanto como yo, además, ahora estaba segura de que no había sido un sueño, porque Dareh existía.

Entré en mi departamento, y me llevé el susto de mi vida al encontrar a Olofson allí.

—Eres una chica desobediente. Se te dijo que esperases aquí, ¿Por qué has abandonado tu departamento?

—No vas a poder con nosotros, viejo loco—le desafié.

—Viejo loco... es un término poco respetuoso para tu presidente, ¿no crees? —Unos brazos fuertes me sujetaron por detrás, inmovilizándome. —El caso es que ya he podido con vosotros, pequeños diablillos. Ese maldito gato nos la ha jugado bien, pero ya lo hemos solucionado casi todo— dijo mientras señalaba en mi dirección con la palma extendida.

Una joven estudiante se acercó a mí. Estaba escoltada por dos soldados, uno a cada lado. Nunca antes la había visto, pero estaba usando el mismo unifome que yo. Tenía cara de miedo. Era obvio que la forzaban a hacer algo que no quería.

—¿Qué vas a hacer?— pregunté nerviosa.

—Bueno, ya que lo vas a olvidar todo en breve, creo que podemos permitirnos contártelo— dijo Olofson sonriendo con malicia.

La joven estudiante, que no aparentaba más de doce años, bajó la mirada con tristeza.

—Te presento a Dalila, una jovencita con un don muy interesante, y oportuno, si me permites decirlo— el anciano puso sus arrugadas manos sobre los hombros de la jovencita, que se estremeció al sentir su contacto—. Ella es capaz de seleccionar los recuerdos que le digamos y hacerlos desaparecer de la mente humana... así de sencillo. Todo el mundo olvida, incluidos vosotros, y volvemos a la paz y la tranquilidad. ¿Qué os parece? Así no tendremos que mataros. Al final ganamos todos. ¿No es maravilloso?

—Prefiero morir mil veces antes que volver a vivir la vida que tenía— espeté furiosa.

—No tientes a la suerte, niña, y agradece que apreciemos demasiado tu don como para querer matarte— respondió en un tono un tanto más serio—. Además, no recordarás absolutamente nada, así que seguirás igual de bien que siempre. Tendremos el detalle de borrar a June de tu memoria, para que no sufras por su ausencia. ¿Trato hecho?

—¡Ni loca!— me retorcí para tratar de librarme de los fuertes brazos que me tenían sujeta, pero fue imposible.

—Dalila, cielo, haz lo que tú sabes— dijo el viejo con una sonrisa triunfal que me parecía asquerosa.

La pequeña me miró triste, y mientras me ponía las manos sobre la cabeza murmuró:

—Lo siento mucho.

Cerró los ojos y empecé a sentir calor emanar de sus manos.

En ese preciso instante, se fue la luz de mi departamento y la niña me soltó. Suspiré aliviada.

—¿Qué está pasando?— preguntó Olofson.

Se escucharon una serie de golpes, y en seguida me sentí libre de los brazos que me inmovilizaban. ¿Era Dareh? ¿Había venido a rescatarme?

Cuando la luz volvió, vi a una imponente Dana mirar desafiante al viejo, que le devolvía la mirada lleno de pavor al verse indefenso, pues todos sus soldados y guardaespaldas yacían en el suelo.

—¡Socorro!— gritó.

—¿Ahora quieres que te socorran, viejo? ¿Tengo que recordarte que tú mismo ordenaste que nadie se acercase a este departamento hasta nueva orden?— dijo Dana con media sonrisa. Sus ojos azules casi blanquecinos, llenos de rabia, estaban fijos en él. Lentamente se fue acercando hasta pararse en frente.

—¿Qué vas a hacerme?— preguntó asustado.

—No te voy a matar, si es eso lo que temes. Vamos a tener contigo la misma consideración que has tenido con nosotros, pero no vas a recordar nada de nada. Vas a ser un viejo vegetal que no sabe ni por qué existe y vas a dejar de aprovecharte de los demás y de jugar con las vidas de otras personas a tu antojo.

Dana lanzó una mirada a la pequeña Dalila, que se acercó a Olofson tímidamente.

—No te atrevas, Dalila. Ya sabes lo que puede ocurrir si lo haces— la amenazó. La pequeña dudó.

—No le hagas caso. Una vez que lo haya olvidado todo, no podrá recordar qué era lo que te haría si desobedecías.

Dalila se armó de valor y, al tiempo que Dana sujetaba a Olofson por detrás, la pequeña puso sus manos sobre la cabeza del viejo presidente, que cerró los ojos resignado, sin poner resistencia.

Vi una luz salir de las manos de Dalila, y en cuanto dejaron de brillar, Olofson abrió los ojos y nos miró confundido. Miró a su alrededor y cayó al suelo asustado. No hablaba, no entendía, no sabía nada. Todos sus recuerdos habían desaparecido.

Sentí pena por el pobre viejo indefenso, pero había causado mucho dolor, y aunque en mi opinión merecía morir, aquel castigo era incluso peor.

—Dana, cuanto me alegro de verte— le di un efusivo abrazo, pero ella no me correspondió.

—Que quede claro que no he venido a rescatarte a ti, sino a ella— dijo señalando a la jovencita con frialdad.

Me aparté triste por su respuesta, tras lo cual, se acercó a la pequeña y se agachó para ponerse a su altura.

—¿Cómo estás?

—Bien— musitó—. Pero me duele mucho la cabeza.

—Es normal. Los recuerdos que han sido borrados han pasado a tu mente y permanecen allí guardados. Tienes que devolver todos esos recuerdos a las personas que han olvidado, ¿entiendes?

La pequeña asintió.

—Este ya no es un lugar seguro. Tenemos que encontrar a Styan y a Esaú cuanto antes y esperar a Dareh para volver a Alfa. Desde allí, Dalila devolverá los recuerdos a todo el mundo.

—Pero no es seguro ir a Alfa... allí hay gente tan culpable como Olofson. En cuanto nos vean...

—¡No queda otra, niñata!— exclamó Dana furiosa. —Lucharemos y resistiremos hasta que muramos, si es necesario. Cuando todos los recuerdos sean devueltos, tendremos al mundo de nuestra parte. Los líderes no serán más que una minoría. ¡Ni siquiera los soldados estarán de su parte!

—¿Cómo vamos a hacer eso nosotros solos?

—¿Quién te ha dicho que estamos solos?— sonrió con suspicacia. —Toda la rebelión está esperando una señal para ayudarnos.

—¿Los Naewat van a luchar?— pregunté esperanzada.

—Mi pueblo no tiene por qué seguir soportando el maltrato de la raza inferior. Lucharán por su libertad y por poder reclamar igualdad. Ya está bien de vivir a la sombra de lo que podríamos ser, maltratados por los humanos.

—¿Maltratados?

Dana soltó una carcajada sarcástica.

—Nosotros no vivimos en departamentos como vosotros, princesita. Vivimos en celdas, donde somos investigados, como si fuéramos experimentos genéticos, usando nuestro ADN para mezclarlo con el de los humanos y mejorar su propia especie. 

Nuestra comida es una especie de bazofia asquerosa y continuamente estamos controlados por guardias y cámaras, que vigilan cada movimiento y cada palabra que decimos. Cualquiera que se sale de lo establecido, es severamente castigado.

—No tenía ni idea.

—¿Por qué tendrías que saberlo? Los humanos sólo pensáis en vosotros. Mientras estéis bien y no toquen vuestras cosas o a vuestros seres queridos, vivís felices, sin pensar en nada más. ¿Para qué? Al fin y al cabo, creéis lo que os dicen porque os conviene.

—No es cierto, Dana.

—¿Ah, no? A ver, ¿Cuándo empezaste a preocuparte por mi pueblo? ¿No fue cuando Dareh apareció en tu vida?

—No...— Dana guardó silencio mientras se cruzaba de brazos a la espera de mi respuesta—. Tuve un sueño cuando era más pequeña. Soñé con los Naewat, y no erais monstruos, sino amigos, vecinos y hermanos... Cuando empecé a asistir a la academia y me enseñaron a creer que erais malvados, para mí fue una contrariedad, porque yo sabía que no era cierto. Pero siendo tan pequeña y una simple estudiante, nadie te toma en serio. ¡Intenta convencer a una profesora de historia de la Tierra que un libro está equivocado y verás lo que hace!— dije sonriendo al recordar cómo Doña Simona me hizo copiar durante un día entero "No contrariaré a los libros de Historia, porque no estuve allí y no sé lo que pasó".

Dana me miró en silencio. Su rostro se suavizó levemente.

—¿Has soñado con la convivencia de nuestras razas?

—Oh, sí... ¿De dónde crees que viene Dareh? Por todos los cielos, es un híbrido. ¿No es esa señal suficiente de que los humanos y los Naewat convivirán en el futuro, incluso como familias?

—¿Dareh viene del futuro?— preguntó admirada.

—¿No lo sabías?— me sorprendí. Ella negó con la cabeza. Parecía muy impactada—. ¿Estás bien?— me preocupé.

—Sí...— se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta de salida. Ésta se abrió y salimos. Antes de que se cerrara, eché un último vistazo al anciano, que nos miraba espantado hecho un ovillo en una esquina del departamento. Ya no podría hacer más daño a nadie. Tenía su merecido.

*************************************************************************

Oh yeah, Alma está de subidón!! jajaja Quiero terminar esta novela cuanto antes ^_^ Así que daré un sprint e intentaré subir todos los capítulos que pueda para terminarla antes de la semana que viene... ¡No queda mucho! Estamos en la recta final :D

Espero que hayáis disfrutado del capítulo. 

Besos y gracias por leermeeeee :D

Continue Reading

You'll Also Like

9.7K 864 14
Después de romperse la primera maldición en Storybrooke, Henry no quiere saber más nada de la mujer que lo crió por 10 años, su madre. Regina recibe...
5:23 By sierra

Short Story

366K 31.8K 27
La historia de dos jóvenes desconocidos que se escriben siempre a la misma hora.
50.8K 2.9K 28
Nadie dijo que la vida de un ángel fuera fácil, nadie menciono que Laura tenía que ser ese ángel. Cada milenio se escoge un alma de la tierra para qu...
717K 72.7K 53
⚠️Historia pendiente de corrección ortográfica ⚠️ Ella perdió la libreta de contactos y él llamó a todos los números. Ella se había apuntado su propi...