BRAD ©

Galing kay FantasyWorld17

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La vida tiene un destino, un destino marcado, claro y preciso, un destino que en ningun momento y por ninguna... Higit pa

Prólogo | Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36 / Mexico City
Capítulo 37 / Puebla, Tulum, México.
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Notita que quiero que lean:).
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
No es un capítulo, pero lean:B
Preguntitas(:
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56/ FINAL
¡News! ¡Leer!
Epílogo

Capítulo 8

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Galing kay FantasyWorld17

—No regresé con ella Em, pensaba en hacerlo porque se veía mal y pues me hacía sentir mal, pero se me olvidaba que era bipolar, hasta que se puso a gritarme y bueno, después la dejé hablando sola.— me contaba Noah lo que le había pasado con Charlotte por llamada.

Estaba acostada sobre mi cama, pensando en la inmortalidad del cangrejo mientras mi  habitación está oscuras porque no soy capaz de levantarme a encender las luces por miedo a que Mike Wasausky salga de mi armario a hacerme reír y no a asustarme. Lloraría, pobre Maik, comparto su depresión.

—Creí que eso no se te olvidaba nunca.— le contesto, coloco el altavoz y dejo el celular sobre mi pecho.

—Yo también, pero cuando lo recordé ya era demasiado tarde, pues me estaba gritando y golpeando el pecho. Está loca esa mujer, podría presentarle a Lucas, de biología, ambos se llevarían bien. ¿No crees?— pregunta divertido.

—Mh, sí. Tal vez.— contesto sin mostrar interés, la inmortalidad del cangrejo era misteriosa.

—Y bien señorita ¿Qué está pasando? Estás muy distraída, muy, no sé.— lo escucho decir.

—Nada bebé, es que.— suspiro con pesadez y hago bolita la servilleta, esa servilleta, con una de mis manos.

Llevaba viéndola aproximadamente... ¿Desde que me la dio? Sin entender porque no la tiré o la arrojé hacia su café al salir de la cafetería. Ese comportamiento no era digno de mi.

—Ese supiro no es bueno ¿Cierto?— no me dejó contestar.— ¿Qué pasa?

—Mi padre recibió una llamada del colegio, quieren verlos mañana Noah.— cierro los ojos y trato de pensar en cosas bonitas, como en una casa echa con dulces de cacahuate pues esto no estaba nada bien.

—No quiero que me digas de que se trata porque ya lo sé.— dice comiendo. Se escuchaban las papas fritas tronar dentro de su boca.

—Oh, yo creí que no tenías idea.— le digo sarcástica y suelto una risilla falsa.

—¿Qué te dijeron?— pregunta.

—Tú sabes que mis padres no son de regaños, así que sólo me dijeron que esperaban no fuera malo, sino me iría mal, sino entonces si me cagarían.

—No te irá mal.

—No, Noah, sólo golpeé a Susan, quien cuyos padres son capaces de sobornar a la directora con un viaje a Europa con tal de que me expulsen del colegio. No creo que me vaya mal.— digo cansada, él ríe divertido.

¿Qué tenía esto de divertido?
Estoy muerta.

—Entonces que Diosito esté contigo, porque no pienso ir mañana. Tal vez él me reemplace.

—¿Es en serio Noah?— me siento de golpe, provocándome un fuerte mareo.

—Nunca he hablado más en serio.— dice, yo me sorprendo. —Claro que no Emma, no podría dejarte sola. Cómo se ve que no me conoces.

—Lo siento Noah, sólo que...— cierro los ojos con presión y respiro, había sido un mareo nada ligero.— gracias bebé.

Sonrio y vuelvo a extender la servilleta.

Ya perdí la cuenta de cuantas veces he echo lo mismo; verla a detalle, no quitarle la mirada ni un segundo, y después arrugarla diciéndome a mi misma.

Mi misma, ¿qué putos te pasa? Deja de mirar ese pedazo de papel como loca maniática enamorada.
Pero minutos después vuelvo a, sin saber porque realmente es que lo hago.

—Mejores amigos son mejores amigos Emma, sea o no sea mi problema, en este caso también es mi problema,  te ayudaré.

—No es necesario. Lo único que verdaderamente agradecería sería que estés ahí cuando me digan que mi beca me será cancelada.— digo frustrada al imaginarlo.

—Eso no pasará Emma.

—Dios y la Virgen de Noah te escuchen.— digo y por alguna extraña razón estaba mirando hacia el cielo.

¿En serio le estaba pidiendo a la Virgen de Noah? ¡Jesús! no cabe duda de que estar despierta a las dos de la mañana no me hace bien.

—Te dejo Noah, tengo tarea pendiente que obvio ya no haré ahorita, pero sí dormiré a ver si algún duende se apiada de mi y la hace en mi lugar.

—¿Tarea? ¿Hay tarea?— exclama en un tono fuerte.

—Tipico de Noah Foster.— río mientras niego ligeramente con la cabeza.

—Hablo en serio.

—La investigación y ejercicios de Cálculo tonto.

—Es demasiado tarde para hacerla, así que ¿Qué te parece mañana diez minutos antes de la clase en la biblioteca?

—¡Claro!— rió divertida, pues me había leído la mente. Estaba por pedicerlo.

—Okey, adiós señorita.— se despide.

—Adiós guapo, descansa.

Termino la llamada.

No sé que se traía Noah con decirme señorita, no tengo nada contra eso, pero es extraño que lo haga. Aunque debo admitir que ya me acostumbré y si no lo hiciera más, extrañaría que lo hiciera.

Aunque seguramente también él se pregunta lo mismo conmigo. ¿Por qué le digo bebé?
¡Porque es un bebé, un hermosos bebé, un tierno y pequeño bebé! ¿Alguna razón más? No hay, no existe.

Entro al edredón y me enrollo en él cubriendome de todo el frío para que en cuestión de segundos quedara profundamente dormida.

A la mañana siguiente logro despertar pareciendo un horrible mapache, ojeras de un gran tamaño que me hacían ver más fea de lo que ya era. Sólo en esos casos usaba mis lentes, los mágicos lentes que cubrían perfectamente bien las ojeras, bueno, a parte de que me hacían ver intelectual.

Cosa que era, obvio. O sea...

Lentes que de verdad necesitaba, pues mis ojos chillaban como si cortara una cebolla cuando no los tenía conmigo, más específicamente, cuando leía, las letras quieren escapar de mi siempre que lo hago. Me vuelven más histérica de lo que ya soy.
Así que si alguna vez me ven gritándole y maldiciendo a un indifenso y extraño libro sin vida. No pregunten porque.

Extrañamente la servilleta, esa servilleta, estaba apretada con gran fuerza entre mi puño cuando despierto.

¡Maldita servilleta con malditas perfectas letras y olor a café¡ Serás un misterio más sin resolver porque yo te había dejado dentro del cajón de la comoda, no entre mi puño. Afortunadamente no le cayó saliva ni se rompió por la mitad

Me ducho y visto para bajar a desayunar huevos duros con tostadas de aguacate y jugo de naranja junto a Cameron.
El horario de la escuela era de lo mejor, o al menos lo era para mi. Entrar a la una de la tarde y salir a las cinco o antes si tú querías, era de lo mejor que te podía tocar. Te daba tiempo perfectamente de hacer lo que necesitabas, y era un alivio.

Entro por la puerta trasera después de esperar a Noah, mirarlo bajar del autobús amarillo siempre me era gracioso. Lo imaginaba caer por no ver el último escalón y ser aplastado por los chicos que venían detrás ignorandolo por completo.

Sí, sí. Vaya imaginación.

El día iba bien, pues no había visto a Harrison, Brad ni a el resto de su grupito, y mejor aún porque tampoco había visto a Susan. Lo agradecía, pues ni siquiera quería escuchar de ellos.

¡Ah no! ¿Entonces por qué tienes esa servilleta en tú bolsillo?

Shut up subconsciente. Seguramente fue el mismo duende que sacó la servilleta de la cómoda y la dejó en mi puño ésta mañana.

La clase de historia no me gustaba mucho, era la única materia en la que iba mal. Y sí, sé que no es nada difícil, pero lo es para alguien sin espacio en el cerebro para la historia como yo, que lo único que piensa durante el día es en dulces de cacahuate y pizza con piña.

¡Sí! Me gusta la pizza con piña.
Una pizza sin piña sería como un hot dog sin salchicha, como papas del Mc Donals sin ketchup, como hamburguesas del Burger King bien echas, como un México sin tacos, un Venezuela sin arepas, como España sin chicos con acento hermoso; cómo un Tyler hermoso joshep sin un Josh rico Dun.

Resumido; si no te gusta la piña en la pizza, no eres parte de este mundo.

—Disculpe profesora Scarlett ¿Podría permitirme a Emma Wood?— pregunta la secretaria de la directora, entrando a el salón de clases como reina, haciéndose notar. Creí que los único retrasados aquí eran los amigos de ojos hermosos.
La profesora me mira y me permite deja entregar mi trabajo la próxima clase, no sé porque lo hacia, quizá sabía que eso iba para largo.

Miro a Noah para decirle que estaría bien, pues él quería bajar conmigo y golpear a los finos padres de Susana hasta deshacer el perfecto chongo que su madre parecía hacerse a diario en un salón de belleza y hasta arruinar el tan bien echo nudo de la cobarta del señor Marín que seguramente su esposa ridículamente le hacia todas las mañanas antes de irse a meter a un salón de belleza por horas.

Le pido que si la clase terminaba y yo aún no regresaba, cuidara de mis cosas que se encontraban en la mochila, no quería que alguien las robara para después venderlas en tontas aplicaciones a cambio de un videojuego o maquillaje nuevo. No tengo tantas cosas valiosas, pero me costó mucho hacer que mi madre me comprara una laptop nueva. Sería injusto.

La asistente caminaba con sus altos tacones que ni ella misma sabía controlar, sus faldas medias largas y su olor a perfume horriblemente dulce. Aunque estuviese a mil metros sería capaz de olerlo.

Era ya una mujer grande, Noah decía que se miraba de cuarenta años, yo decía que tenía sesenta pero piernas de veinte. Unos tacones así no piernas cualquiera logran aguantarlos.

Bajamos a la dirección y me pide esperar fuera, no me gustaba esperar. No me gustaba hacerlo aunque se tratase del sexy bibliotecario, el amigo sexy de Cameron, ElseXyPiloto27 de Tinder o quien fuera. Ni que estuvieran tan buenos como para hacerme esperar.

Ahhhh, pero si se trata de una caja entera de dulces de cacahuate sobre dos pizzas grandes, esperaría lo que fuese suficiente.
Pero si sólo es una pizza grande, no.
Soy exigente señores.

—¿No le avisó a sus padres Emma?— me pregunta la directora saliendo de su oficina después de un rato de espera.

—Usted los llamó anoche.

—Oh, lo olvidé. — rió apenada.

Le sonrio divertida y después desvio la mirada para hacer un gesto de fastidio.

Esperaba afuera conmigo, creía saber que Susan y sus prestigiados padres ya estaban dentro. Mi padre llega un poco después de que tocaran para otra clase, le sonrío y él besa mi cabeza.
Dios quiera y no me mate después de saber que besé al ojos hermosos.

Entramos a la oficina, le sonrio a Susan y ella gira los ojos molesta.

—Primero que nada, quiero pedirles una disculpa por quitarles su tiempo, pero Susan me pidió que esto debía atenderse con urgencia. — empieza a hablar la directora dirigiéndose solamente a mi padre.

—Con disculpas no va a devolverme mi tiempo.— habla mi padre.— ¿Qué fue lo qué paso?

Ese es mi papá, mi papito hermosos. Mi papá que espero no me matará.

—Aclara su garganta incómoda. — Su hija agredió físicamente a su compañera Susana ayer por la tarde.

Mi padre me mira sorprendido, esperando una explicación.

—¿Qué vas a decir Emma?— me preguntó él.

—No lo sé.— Hago una pausa encogiéndome de hombros, sabía que esto no era gracioso.— ¡Vamos!— suelto los brazos a los costados. — ¿A caso le falta un ojo o tiene el cuello quebrado?— la señalo.

La miran. Ella se incomoda de sentir todas las miradas encima y se agacha cabizbaja.

—Golpeaste mi mejilla. — intenta defenderse después de un rato de silencio, sus padres asienten molestos.

—Y te quedaste sin una oreja seguro, Susan.— arqueo una ceja.

—Esto es serio señorita.— me dice la directora.

Épale, épale, a usted no le sale, callese. A Noah no le gusta esto.

—Okey, seré seria.—aplano los labios para no reír y aclaro la garganta.— primero que nada, yo no la golpeé sin tener una razón, la golpeé porque ella lo hizo primero.— los padres de Susana la miran confundidos.— me dejó sin muelas también.

Abre la boca ofendida, su madre también lo hizo, hacían todo igual, como en las películas de comedias.
Me moría de risa, dentro de mi claro, pues no quería ser golpeada por mi padre delante de todos.

—Pero diles porque lo hice Emma.— arquea una ceja con una sonrisa en su rostro.— señorita directora, Emma Wood besó a mi novio en el mismo lugar en el que yo estaba.

Empiezo a reír, no logro contenerme.

—¿Brad?— pregunta mi padre con un tono de decepción.

—Eso no tiene nada que ver con que te haya golpeado Susan, si te golpeé fue porque tú me golpeaste primero, punto.— aclaro.

—Y me haces quedar a mi cómo la mala Emma, yo te golpeé porque te dije que no te acercaras a él, y lo hiciste. Lo besaste.

—En ese caso deberíamos arreglarlo fuera, no aquí. No tiene nada que ver con el colegio.— señalo la salida.

—Claro que sí Emma.— Habla la directora arruinando mis planes de lucha.— son alumnas de mi escuela, y me preocupan los problemas que hayan entre ustedes.

—Río exagerada— ¿Es en serio? ¿Y las veces que alumnos vienen a quejarse con usted del trato de Harrison, Brad y su grupo?

—Ellos no son capaces de hacer algo así.— se ofende la ruca.

—Y usted no es capaz de aceptarlo porque sabe que no es bueno para usted que sus familias sepan que ha hablado mal de sus hijos.— alzo ambas cejas molesta.

—Esto no tiene nada que ver con su caso con Susan.— quiere deshacerse del tema.

—Pues haga lo que quiera, sea ahora o después de que le explique todo, le dará la razón a ella. ¿Cierto o no?

—Estoy dispuesta a escucharte Emma.— junta las manos y las posa sobre el escritorio.

—No servirá de nada. Mejor escuche a los padres de Susan, creo que tienen una buena propuesta para usted.— le digo cínica.

Me volteo hacia mi padre para sonreír, él me sonríe también sin decir nada. Espero que sea lo mismo al llegar a casa.

—Nosotros creemos que personas como ella no pueden estar en lugares tan prestigiados como lo es su escuela, señorita directora.— habla el padre de Susan después de un largo silencio. Ella y su madre asienten al compás.— es muy peligrosa, demasiado salvaje como para estar como si nada, entre todos estos bueno muchachos y...

—No la conoces más que yo imbécil ¿Quién te da el derecho a decirle así?— mi padre se enfurece y le grita sin dejarlo terminar.

—No vamos a tolerar ese tipo de comportamiento aquí señor.— le advierte la directora con un fuerte tono.

—Está bien papá. — le digo para tranquilizarlo, dirigiéndole una sonrisa al natural. Pero queriendo matarlos a todos.

—No Emma, no está bien.— me susurra mientras acariciaba mi cabello.

—Sólo tranquilizate, por favor.—le pido.

Regreso la mirada hacia el escritorio de la directora, la observo con detenimiento, cosa que la hace sentir más que incomoda y le sonrío, ella me mira también intentando no intimidarse.

—¿Un carro? ¿Una casa? ¿Un viaje? ¿Cuánto va a costarle esto a Susan y sus padres?— arqueo una ceja esperando una respuesta ansiosa.

—Está ofendiéndome Emma.— se levanta molesta.

—No se preocupe, la escuela ya lo sabe y guardará silencio, señora directora.— me encogo de hombros y río entre dientes.

—Aprieta los ojos con fuerza y asiente.— La propuesta de los padres de Susan, es la más correcta, creo yo. Así que lo haremos, lo siento Emma.— informa la directora con la boca tordica.

—Usted no puede hacer eso por una estupidez de niñas.— habla mi padre, ahora con tranquilidad.

—No es una estupidez señor, ella agredió a Susan físicamente.— dice ella.

Él rie, yo la fulmino con la mirada. Queriéndome lanzar hacia ella y darle unos buenos golpes con sus diplomas y trofeos que tenía en la pared de atrás.

—No señorita directora, no le haga eso a la pobre Emma. Será suficiente con que me pida perdón.— habla Susan levantándose de su silla.— de rodillas, claro.

La miro y sonrío para después soltar una carcajada y doblar un poco el torso.

—No, ella no debe hacer eso por algo tan ridículo.— le dice mi padre mirándola con desagrado.

—Bien, entonces puede seguir con lo que planeaba, directora.— vuelve a sentarse. Esperando a que le ruegue un perdón,  mientras que por mi cabeza no se atraviesa ni una sola vez esa posibilidad.

La directora asiente y abre un cajón de su escritorio, sacando de él un folder con demasiados papeles, empieza a ojearlos buscando mi expediente mientras Susan y sus padres se secreteaban, era una familia graciosa, como las de las comedias, una típica familia de riquillos.

La directora toma un folder amarillo que tenía mi nombre escrito en él, toma sus anteojos y me acomoda para continuar.

La puerta se abre, un portazo me saca de mis pensamientos haciéndome saltar ligeramente, maldiciendo a quien fuese que acababa de entrar por espantarme de esa manera.

—Creí haber oído que mi amiga Em se va expulsada, directora.— entra con una sonrisa para después posar uno de sus codos sobre mi hombro.— ¿Puedo saber que pasa acá?

Maldito ojos hermosos ¿Por qué? ¿Por qué hace eso? ¿Por qué empeora siempre las cosas? ¿Por qué no sólo se mantiene alejado? ¡Dios!

—¡¿Qué haces aquí Brad?!— se levanta Susan molesta, lo toma del brazo y lo ajela de mi.— te dije que no vinieras, que estaría bien.

—No pues si no vengo por ti, sólamente no pretendo que se cometa una injusticia.— se encoge de hombros y me mira con picardía.

—¿Qué?— frunce el ceño molesta y lo toma de la barbilla para volver su vista a ella.

—Así es, me pareció escuchar que Wood se va expulsada.— se dirigió a la directora.

—A ver Griffin.— intervengo confundida.— ¿Por qué no sólo te vas? Nada de esto te interesa.

—¿Qué no me interesa?— abre discretamente la boca.— abusaste de mi, de mi pobre boca.

—¡Eh!— exclama Susan y lo señala mirando a la directora, quien está más confundida que yo.— ¡Ahí está! Él lo confesó ¿Alguna otra prueba?

—¡Sh!— Brad la calla, yo rió. Mi padre me mira furioso y callo.— Por eso estoy aquí, para que ustedes sepan lo que nadie les ha dicho y que afortunada o desafortunadamente es la verdad.

Todos lo miramos concertados y curiosos.
Esperando a escuchar su verdad. ¿Qué será? ¿Ya habrá salido del closet porque no puede ocultar más su amor por Theo?

Él ríe cuando se da cuenta que tiene más de cinco miradas sobre él.

—Yo le dije que me besara, simplemente porque quería llevarle un reporte a Harrison. Él quiere intentarlo, pero tiene que estar seguro de que no le huele la boca. Y no, eh.— me mira — tú muy bien.

¿Khé mierda?

—Wowowowowo.— pongo las palmas y doy dos pequeños pasos hacia él.— eso no pasó Brad, no quieras venir acá y decir tus mentiras porque no funcionará.

—¡Oh por Dios Em!— ladea la cabeza irritado.— No quieras hacerte la importante y valiente diciéndoles a todos que me besarte.— se señala orgulloso.— ¡Qué besaste al guapito de Brad!

—¡Jodete maldi...

—¡Emma Wood Brown!— me grita mi padre en un susurro. Yo cierro los ojos con fuerza y retrocedo.

—¿Y bien?— cuestiona Brad.— ¿Va a expulsarla? Digo, ya sabe la verdad y no lo creo necesario.

—No sé qué creer ahora.— responde la directora confundida. Con la cabeza entre sus manos.

—A ti qué te importa Brad.— estaba molesta, golpeó su pierna con la mía intentando verme agresiva. Seguramente me miré como Cuddles de Happy Tree Friends.— todos saben que lo que dices es mentira, nadie te creerá.

Me mira serio y después sonríe, le dirige una mirada intimidante a la directora para que ella dijera lo contrario.

—Vayanse a clase los tres, hablaré con sus padres.— ordena sin saber qué hacer con su vida.

Me niego en hacerlo, pero mi padre me convence, era bueno con eso. Besa su mejilla y me da un abrazo un poco frío.

Salgo antes que ellos dos, rápido porque estaba enojada, más que enojada. ¿Cómo es que ese imbécil se puede atrever a hacerlo? ¿Cómo puede creer que tiene el jodido derecho de decir lo que quiere, cómo quiera y cuándo quiera?

—¿Es en serio Susan? No seas paranoica, ¡te amo!— escucho a lo lejos, dos metros detrás para ser sincera. Segundos después ella pasa a un lado mio caminando furiosa y con una gran velocidad, no sé cómo no se le fracturan los tobillos con tales zapatos.
El humo se le podía notar salir de su pequeña cabeza.

Seguí caminando sin tomarle importancia, era un hombre sin corazón. ¿Cómo puede creer que Susana no le dirá nada y seguirán como si nada hubiese pasado si él dice que me besó simplemente porque quiso hacerlo?
No tiene corazón, como tampoco tiene cerebro. Ese hombre está perdido.

—Creo que debes agradecerme Emma, me costó una pelea con Susan.— habla Brad caminando a mi ritmo.

—Pues ve y dile que mentiste Griffin, que todo esto fue una jodida mentira. Y si me haces el favor, puedes regresar y decirselo también a la directora. Tal vez hubiese estado mejor que me expulsaran a seguir en esta tonta escuela con sus retrasados alumnos.

—Un gracias sería suficiente.— me mira con una sonrisa.— no te van a expulsar Emma, seguirás viendo a Noah.

—Es algo que no te importa Brad.— me detengo y lo enfrento cara a cara, ojos color popó de bebé después de comer cereales a unos hermosos ojos color azul.— Creo saber que te dije que no te acercaras a mi, sólo tengo problemas desde que tú estás cerca de mi. Es mejor como antes ¿No lo crees? ni tú te tomas el tiempo en hablar conmigo, ni yo me tomo el tiempo de perderlo contigo.

Le digo con firmeza, y prosigo a tomar mi camino.

—Hey, no.— me toma de la muñeca y me detiene. — Tú no puedes irte así por así. Me debes algo.

—Yo no te pedí que lo hicieras.— le grito en susurro — sueltame Brad.

Lleva mi mano que tenía aún sujeta a una de sus caderas, quería lograr que las tomara. Me acerca más a él y, puedo ver sus ojos que están de un color azul hipnotizante; también sus pecas que adornaban su rostro a la perfección, mientras olía su colonia, la misma colonia que llevaba en la caferería y que podría jurar enganchaba a cualquiera.

Estaba logrando hacerme olvidar que estaba molesta con él, pero no fue lo suficiente.
Flexiono mi rodilla justo como lo había hecho con su sombra, golpeo su entrepierna con fuerza y logro que me suelte de la muñeca, aprieta las piernas entre sí jadeando de dolor y arquea disimuladamente su cuerpo.

—Quedas advertido Brad.— le señalo con el dedo índice mientras retrocedía.

Continuo mi camino dejando a un chico  retorciéndose como gusano detrás. No entendía porque se empeñaba tanto en molestarme cada día más, en creer que puede hacerme como él quiere. Antes no lo hacía, solamente me dirigía la palabra en clase de gimnasia para decirme que le lanzara el balón que se encontraba a mi lado. No era yo su único blanco.

Pido permiso para entrar a la clase cuya había perdido veinte minutos, me hicieron esperar afuera para nada, lo único que logré fue tomar apunte de las tareas.

—¿Y por qué crees que lo haya hecho?— pregunta Noah en su casillero cuando le platico lo sucedido en la dirección.

—Seguro me pedirá algo, sea lo que sea, no lo haré.— golpeo mi frente contra el casillero de alado.

—Te ha salvado la vida.— deja sus libros dentro.— admitelo.

—¿Y cómo puedes estar seguro de eso Noah?— suspiro con pesadez.

—Ay por dios Emma, la directora sabe perfectamente quienes son sus padres.— arquea una ceja cerrando su casillero.— ¿O qué? ¿Ahora piensas que la directora es la mejor?

—Pues no bebé, pero estoy molesta.

—Bueno, tienes todo el derecho de estarlo. Hay mejores maneras de solucionar las cosas.— comenzamos a caminar.— estás a salvo, no te expulsarán. Deberías estar tranquila.

—No lo creo, no será lo mismo al llegar a casa.— hago una mueca de preocupación, él me abraza por los hombros.

—Si Cameron está ahí para ese entonces, no te dirán nada. Ya sabes, tu hermano te salva de todas Em.— junta su cabeza con la mía— ya quisiera yo un hermano así, como Cameron. Pero afortunada o desafortunadamente lo unico que logro tener es una hermana a la cual cuidar.— se encoge de hombros.

—Sonrío abrazando uno de sus brazos— yo soy tu hermana salvadora bebé, que no se te olvide.

—Vale, eso me gusta.— guiña un ojo y besa mi cabeza.

Seguimos caminando hablando de diferentes cosas, sin tener un límite; desde la preciosura y perfección de Twenty One Pilots y de que algún día iremos a su concierto juntos para quedar afónicos pero con el corazón más feliz del mundo, hasta el concierto de Peppa Pig al que su madre lo obligó a ir.

Esa Peppa es una loquilla.

Narra Brad Griffin

Las clases ya habían terminado, estuvd tranquilo el resto del día. Harrison me dijo, me gritó, que fui un verdadero idiota por lo que había y dije; tal vez sí, tal vez hice mal, pero no me interesa en realidad. Me gusta tenerla cerca, aunque sólo sea para recibir gritos e insultos de su parte.

Se siente bien.

Mi historia con Emma es breve, más que breve, recién salida del horno, aunque no tanto; hace aproximadamente un año que nuestra historia comenzó, que la tengo en la mira, que es mi único verdadero blanco.

Flashback

—¿Sabías tú que ese jodido de Spencer es un traidor?— golpeo el hombro de Harrison llegando a la cafetería, después de clase de cálculo.— ¡Me pasó una respuesta que estaba incorrecta! ¡Puse el cero en lugar de un seis!

—No es culpa de Spencer.— replica.— es que escribe el seis como un cero, ya sabes, se le va la mano.

—Hubiese recibido una perfecta nota si no fuese por ese cero.— suspiro con irritación y me siento sobre la mesa, con los pies sobre la banca. Bien rebelde.

—Por cierto.— se sienta de la misma manera.— Susanita me dijo que te obligaría a comer pizza y que si lo hacías tu recompensa sería una buena noche en su cama, cuerpo a cuerpo.— dice y cierra un ojo con picardía.

—Tal vez deba correr el riesgo.— me encogo de hombros, y muerdo un pedazo de papa deluxe.— sin sexo esta noche.

—¡¿Qué?!— me golpea con el codo.— es un puto pedazo de pizza. Nada te cuesta.

—Un asqueroso pedazo de pizza.

—Bueno, entonces dame una oportunidad a mi.— me mira y alza las lejas mutuamente.

—Vete al demonio.— río y niego con la cabeza.

Vuelvo a comer algunas papas hasta terminar el botecito que había pedido.
Me frustro al ver que no había más.

—¿Con quién está Spencer?— le pregunto a Harrison señalando con la mirada hacia el lugar.

Sentado en la última mesa con dos chicos más, una chica y un chico. Molestando a el chico, pero deteniendose por la chica, quien lo fulminaba con la mirada dominante.

—¿La chica o el chico?— pregunta.

—Ambos.

—Noah Foster, el favorito de Spencer y el mío igual. 18 años, sin novia, seguramente enamorado de la mejor amiga, cerebrito.— empieza a examinado con la mirada.

—¿Y ella?— cuestiono con curiosidad, y es que de verdad la tenía, aunque suene tonto nunca antes la había visto en estos siete meses que llevamos aquí.

Ojos grices, cabello claro y quebrado, tez blanca, perfectas cejas, perfecta nariz, perfecta boca.

—Emma Wood, 17 años, en una relación con un chico de 18 alumno en Master Collage, del equipo de fútbol y gimnasia. Mejor amiga de Noah según pienso y...— me mira confundido— está en clase de gimnasia Brad.

Dejo de mirarla para dirigir mi mirada hacia Harrison.

—¿Gimnasia?

Yeah.

—Quizá la razón sea Susan. No me deja ni que mire las piernas del profesor.

—Es linda, deberías molestarla y así enamorarla. Sé que te gustó. Nunca has mirado a alguien así más que a Susan.— de ríe— ¿Debería preocuoarme?

Niego con la cabeza con seriedad y sigo mirando hacia aquella dirección, usando como pretexto que estaba concentrado en como Spencer se comía el almuerzo del tal Noah.

Era demasiado bonita, más que bonita, tan sencilla y tan natural. Con el cabello en un chongo demasiado desastroso, tanto como sus dedos al intentar tomar ese dulce de cacahuate que se deshacía fácil, tan desastroso como su cabello en todo su rostro por culpa del viento, tan desastroso como su cara al verme; lo hacía sin importarle nada, con indiferencia en la mirada y con frustración al ver que yo no desviaba la mirada.

Sabía que, estaba seguro que desde ese momento no le quitaría la vista de encima.

Fin del Flashback.


Tan desastroso como lo que ahora ella me hace sentir.

Susan.

Ya no me amas? Es eso Brad?
Qué hice yo para merecer esto?
Ella no es mejor que yo, está muy
claro. O piensas lo contrario?

Oh vaya, que estúpida. Obvio que .

Calmate ridícula. Claro que no, sabes que tu eres la única chica que quiero. Y con la única que estaría también. No seas paranoica.

Me lo prometes? No volverás a estar cerca de ella?

Bueno, bueno, bueno. No puedo prometerlo porque pues no, no hay la necesidad.

No se puede hablar contigo Brad, te odio.


Estaba seguro de que en menos de media hora ella enviaría un mensaje diciéndome "Hola amor" como si esta conversación no hubiese existido, y yo pongo cara de negro confundido del meme.

Y si eso no pasa, dejo de llamarme Brad Griffin.

—¿Puedes prestarme tu computadora? Sí, gracias. — entra Aria a mi habitación sin permiso, como si fuese suya, como si no tuviera cosas privadas, como siempre.

—Tienes la tuya, así que no.— la empujo del escritorio y me siento yo en él.

—Tengo tarea para imprimir, pedazo de basura.— espera a que me pare.—¡Muévete imbécil! Mi madre dijo que podía usar está impresora, la del despacho de papá no tiene tinta.

La miro fijo, sin ningún gesto.

—¡Bueno!— me encogo de hombros, me levanto y golpeo su cabeza.— solamente porque quiero que seas una buena niña, hermanita.— le contesto con un tono sarcastico. Súper sarcástico.

—¿Cómo tú?— se sienta frente la computadora. — no gracias Brad.— pulsa el botón para encender la pantalla y se acomoda en la silla.

—Quisieras ser como yo, y no un trapeador andante Aria.— río entre dientes.

—¿Qué? ¿Y qué significa eso?— se gira a verme.

—Eres la más alta de tu grupo tarado de amigos ¿Qué va a significar?

—Calmate lindo pitufo.— rueda los ojos y vuelve a la computadora.

—Gracias por aceptar que soy lindo.— tomo la chaqueta café del armario.— me gustaría quedarme contigo, pero debo ir con Harrison.

—Uy, mi crush.— susurra, pero logro oír.—Ni te atrevas a decírselo idiota.— advierte cuando se percata de que la he escuchado.

—Nunca lo haría. — camino hacia la puerta, pero me detengo.— Ah, Aria algo más— señalo con el dedo índice.—
no te metas a la carpeta que tiene como título tres equis, no te gustará ver lo que ella contiene.— muerdo mi labio inferior con picardía.

Una mueca de asco se forma en su rostro, yo río.

—Largate maldito asqueroso.— me lanza un cojín que estaba cerca y salgo de la habitación.

Camino hacia la salida de la casa y la aseguro por fuera.

No me gustaba que la casa estuviera sola y Aria dentro de ella. Siempre había alguien con ella, las empleada domésticas habían salido como cada viernes lo hacían, así que no había nadie que pudiera hacerle compañía.

Yo lo haría pero... Lo siento es viernes de salida con Harrison y su hermano.

Esas salidas siempre eran buenas, y nada ni nadie podia cancelarlas.

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